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Crítica teatral: L’Inframón, en el Teatre Lliure

Como es bien sabido, los avances tecnológicos comportan cambios en las vidas de aquellos que los utilizan y, a la larga, modificaciones a la hora de valorar nuestra propia existencia. He aquí una de las claves de L’Inframón, obra estrenada en el Teatre Lliure de Gràcia el pasado 21 de septiembre, escrita por Jennifer Haley y dirigida por Juan Carlos Martel Bayod, y que nos propone una reflexión sobre el límite entre lo que es legal y lo que no en el mundo virtual de internet.

L’Inframón es una thriller de ciencia-ficción con un adn muy cinematográfico en el que Haley reflexiona sobre el impacto de las nuevas tecnologías e internet en el mundo actual. Así, la obra nos presenta una investigación policial en el inframundo, el internet del futuro, que el agente Morris (Mar Ulldemolins) lleva a cabo con el objetivo de desarticular un negocio virtual vinculado con el abuso de menores y la violencia regentado por Sims (Andreu Benito).

Este supuesto permite a Haley no solo crear una trama de intriga policial al estilo hollywoodiense, con giros e insinuaciones falsas en la trama, sino hacernos reflexionar también sobre el uso que le damos a la tecnología que tenemos a nuestro alcance, presentándonos “el inframundo”, una red de conexión a internet evolucionada que permite integrar las sensaciones en la experiencia virtual. De esta forma, la obra nos hace dudar y, por lo tanto reflexionar, sobre la naturaleza de la realidad que percibimos, y sobre qué vidas son más reales, aquellas que nuestros avatares pueden llevar a cabo en internet o las nuestra propias.

La trama se ubica en un futuro cercano pero indefinido y se estructura en un doble relato escénico. Por un lado seremos testigos de la investigación policial que se está realizando en el plano real, mientras que por otra parte podremos presenciar la investigación que se lleva a cabo en el ámbito virtual, todo ello exquisitamente resuelto con la utilización combinada de audiovisuales y juegos de luces y superficies, que permiten hacer aparecer y desvanecer espacios sobre el escenario, permitiendo a los espectadores, así, situarse a la perfección en la doble realidad de la que nos habla la historia.

l_inframon_teatre-lliureLa obra, como ya he comentado, trata además temas sensibles en la actualidad como son la actividad maliciosa en el mundo virtual de internet, la violencia y, sobre todo, el abuso de menores. Aún así, Haley y Martel Bayod examinan estas temáticas con gran elegancia, algo que potencia, además, el alcance y el acierto de la propuesta.

Por lo que respecta a las interpretaciones, Benito, Ulldemolins y Carreras dan vida a los personajes principales de la trama. Benito acierta, como siempre, en la composición del personaje oscuro sobre el que gira la trama y el mundo virtual que nos es presentado; Carreras, aunque de forma secundaria, muestra su destreza interpretativa, si bien Ulldemolins no acaba de encontrar su lugar a la hora de dar vida a la investigadora policial del inframundo que lleva a cabo la investigación del negocio de Sims. Y, cabe destacar por su frescura y pericia, la jovencísima Carla Schilt que da vida a Iris, seguramente el personaje clave de la obra.

L’Inframón en una reflexión que hace uso de los géneros de la ciencia-ficción y de la intriga en el teatro de forma firme e intensa, pero que no acaba de ser un producto redondo, ya sea debido a su naturaleza próxima al episodio televisivo o al thriller cinematográfico de éxito, que la asemejan a tantas otras propuestas ya conocidas, o porqué, y siendo muy puristas, no acaba de rizar el rizo en lo que respecta a la conclusión de la historia.

En lo que sí que destaca la propuesta del Lliure es en su voluntad de hacernos meditar sobre temas importantísimos en nuestra vida cotidiana y que cada vez lo serán más a medida que evolucione la tecnología y con ella nuestra forma de comprender la realidad. L’Inframón es, pues, una excelente oportunidad para ver el teatro de otra forma e intuir hacia dónde nos puede llevar el avance tecnológico, y algunos de los dilemas legales y morales que, seguro, este generará.

L’Inframón” se representa en el Teatre Lliure de Gràcia hasta el 16 de octubre de 2016.

Autora: Jennifer Haley
Dirección: Juan Carlos Martel Bayod
Reparto: Andreu Benito, Joan Carreras, Carla Schilt, Víctor Pi y Mar Ulldemolins
Traducción: Neus Bonill
Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar
Caracterización: Eva Fernández
Iluminación: David Bofarull (a.a.i.)
Sonido: Damien Bazin
Producción: Teatre Lliure  y GREC 2016 Festival de Barcelona

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas
Precios: de 15 a 29€
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 20 minutos sin pausa

NOTA CULTURALIA: 8.5
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Pretty, en La Villarroel

LaBute regresa a los escenarios barceloneses con el estreno de Pretty en La Villarroel, una obra dirigida por Marilia Samper y producida por la productora Sixto Paz que guía nuestra atención a lo cotidiano y fluido de la vida de nuestros jóvenes (y no tan jóvenes) en una existencia líquida y en la que el aspecto físico es cada vez más relevante.

«El mundo de Edu entra en caos cuando su novia (la Meri) se entera de que ha hecho un comentario, aparentemente inofensivo, sobre su cara. Pero esto es sólo el comienzo: el mejor amigo de Edu, Toni, está casado con la mejor amiga de Meri, la Carla, y cuando las cosas se complican en la vida de la pareja, los amigos se encuentran en medio. La ecuación emocional se complica exponencialmente. A medida que sus relaciones se hunden, los cuatro amigos se enfrentan a la infidelidad, la traición y el engaño que se ha apoderado, de repente, de sus vidas, mientras intentan responder a la pregunta: ¿cómo de importante es ser guapa?»

La nueva tragicomedia de LaBute nos vuelve a situar en un entorno cotidiano, en el que cualquiera de los espectadores podría verse inmerso, y reflexiona no tan solo sobre la obsesión en la apariencia física, un problema cada vez más grave en nuestra sociedad, sino también sobre la fluidez de las relaciones sentimentales y el miedo al compromiso.

Marilia Samper opta por situar la obra de LaButte en el interior de un almacén en el que a las relaciones propias del ambiente laboral se suman las relaciones de amistad y sentimentales que unen a todos los protagonistas entre sí. El desacertado comentario de uno de ellos sobre la belleza de su novia iniciará un recorrido emotivo y teatral en el que LaBute y Samper diseccionan las formas de vida que se imponen en nuestra sociedad, y que incluyen las relaciones de amistad y las de pareja, con un claro ingrediente de inmadurez y de insatisfacción ante lo que nos depara a cada uno la vida.

pretty_LaVillarroelEn la obra de LaBute los personajes tendrán la oportunidad de defenderse ante los espectadores, ya que además del texto representado por cada uno de ellos disponen de un monólogo que establecen de forma interactiva con el público, algo que no solo hace más cercana la acción que acontece sobre el escenario sino que también potencia la implicación emocional del público.

Pretty en La Villarroel está a la altura de LaBute. Aunque la obra ha sido adaptada a un contexto más nuestro, mantiene la pluma, los diálogos y las situaciones propias del autor norteamericano, que ya hemos visto en obras como Coses que dèiem avui o La forma de les coses y su interés por las relaciones interpersonales, aquellas que parecen desvanecerse en un contexto social y económico que no requiere de adultos formados, sino tan solo de consumidores infantilizados, algo potenciado por el avance del consumismo y la globalización.

Por lo que respecta a las interpretaciones, podemos decir que Pretty se construye con una actuación coral, en la que destacan los personajes masculinos, en los que se centra el drama que contemplamos sobre el escenario. El resultado es más que notable. Mientras que Pau Roca y Joan Carreras interpretan a los dos amigos que comparten trabajo y confidencias, Sara Espígul y Mariona Ribas dan vida a sus respectivas parejas, la primera de ellas afectada por el comentario poco galante que su novio ha hecho sobre su cara y la segunda que sospecha sobre la fidelidad de su pareja.

Pretty les hará pasar un buen rato de teatro con una obra que más que embelesarse en la belleza mostrada por los clásicos, nos remite a nuestro tiempo y a nuestros problemas, una marca personal de Neil LaBute bien dirigida y adaptada por Marilia Samper y mejor llevada por los actores y actrices que integran su reparto.

Una propuesta embellecida por el uso, como guiño y como base musical, del tema pretty que popularizó Leonard Bernstein en West Side Story y que antes de acceder a sus butacas les hará reflexionar en primera persona sobre cómo nos afecta lo que los demás piensan sobre nuestra apariencia física, al hacernos acceder a platea por distintos espacios dependiendo de si somos “guapos” o “normales”. Esperamos, pues, que tengan suerte en la elección!!

«Pretty» se representa en La Villarroel del 6 de mayo al 12 de junio de 2016.

Autor: Neil LaBute
Dirección: Marilia Samper
Traducción: Violeta Roca
Reparto: Joan Carreras, Sara Espígul, Mariona Ribas y Pau Roca
Iluminación: Luis Martí
Escenografía: Paula Bosch
Vestuario: Maria Armengol
Diseño de sonido: Txume Viader

Horarios: miércoles y jueves a las 20:30 horas; viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y a las 20:30 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: miércoles y jueves 20 €; de viernes a domingo 22 €
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 20 minutos

NOTA CULTURALIA: 8,5
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Marits i mullers, en La Villarroel

Si el público relaciona con algún medio a Woody Allen, este no es otro, qué duda cabe, que el del cine. Allen es uno de los directores más significativos e influyentes, con una carrera que se inicia como guionista en la década de los 50 y que se mantiene activa en la actualidad. Por eso puede sorprender al público que Allen aterrice en Barcelona sobre los escenarios, con una adaptación teatral de Maridos y mujeres (1992) dirigida por Àlex Rigola e interpretada por Andreu Benito, Joan Carreras, Mònica Glaenzel, Sandra Monclús, Lluís Villanueva y Mar Ulldemolins.

«Andreu, escritor y profesor de literatura, y su mujer Mónica, que trabaja en una revista de arte, no pueden creerse que sus mejores amigos, Sandra y Joan, aparentemente una pareja perfecta, hayan decidido separarse. A partir de esta noticia, ellos mismos empezarán a plantearse si su matrimonio se basa o no en una relación realmente sólida».

Como su título indica, la obra trata sobre el mundo de la pareja y las contracciones que se acumulan en ella con el paso del tiempo. No descubro nada nuevo si afirmo que no hay misterio mayor, en el plano emocional, que el funcionamiento de una pareja, ya supere esta los diferentes obstáculos que se le presentan en la vida o se vea afectada por crisis de subsistencia más o menos serias. No existe, pues, un planteamiento escénico más complicado que el que intenta analizar la naturaleza de la pareja, sea esta del tipo que sea.

De ahí que el resultado, escrito por Allen y adaptado por Rigola, sea eso, una propuesta enmarañada, esto es, un relato con escenas trazadas, giros, vericuetos y más de una sorpresa. Marits y mullers nos muestra el día a día de dos parejas, una que se mantiene y otra que se desintegra, a través de toda una serie de secuencias que se precipitan una detrás de otra, como la vida misma. Por esta razón, los actores siempre están sobre el escenario, ya sea interpretando a sus personajes o a la espera de incorporarse a la representación en cualquier momento.

La puesta en escena de la obra intenta potenciar la cercanía del espectador al recorrido emotivo de los personajes, por lo que sobre un escenario central veremos poco más que una mesa baja rodeada por varios sofás, ocupados indistintamente por los actores y los espectadores, hecho que favorece la intimidad de las situaciones que nos son mostradas. Una proximidad fomentada, además, por el hecho de que los personajes conservan en la representación los nombres de pila de los actores.

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En relación al reparto, el trabajo de casting ha sido mucho más que provechoso. A Andreu Benito, el alter ego de Woody Allen, Joan Carreras y Lluís Villanueva, todos en muy buena forma, se ha de sumar la interpretación de Mònica Glaenzel, Sandra Monclús y Mar Ulldemolins, que se dejan imbuir por los reflejos emocionales de los personajes femeninos a los que interpretan.

Aún así, y reconociendo el acierto del casting, la calidad de las interpretaciones y de la dirección, el contexto de la obra se nos hace algo lejano. Quiero decir con esto que se hace difícil para el espectador entender unos comportamientos y unas formas de ser tan lejanas y tan carismáticamente neoyorquinas como las que se nos muestran. De esta manera, y aún el esfuerzo que el director y los actores han invertido en la obra, algunos comportamientos no acaban de cuadrar con los actores que los interpretan, lo que provoca que el resultado final pierda algo de credibilidad.

Marits i Mullers representa, además, un trabajo laborioso de adaptación de un texto muy peculiar, que Rigola ya conoce, ya que él fue el responsable de una primera adaptación del guión de Allen para el Teatro de la Abadía de Madrid en el año 2013. De lo que se deriva que Rigola ha hecho el texto suyo, lo que le permite llevar a cabo una dirección precisa y envolvente de la obra, ayudado, claro está, por la interpretación destacada de unos actores y actrices que se sienten muy cómodos sobre el escenario.

Una obra recomendada, pues, para aquellos a los que les gusta analizar el mundo de la pareja, y para los que disfrutan con las historias escritas y dirigidas por Allen, una mirada muy personal que estará en cartelera en La Villarroel hasta el 10 de enero de 2016..

«Marits i Mullers» se representa en La Villarroel del 18 de septiembre al 29 de noviembre de 2015.

Basado en el guión de: Woody Allen
Dirección y adaptación: Àlex Rigola
Reparto: Andreu Benito, Joan Carreras, Mònica Glaenzel, Sandra Monclús, Lluís Villanueva y Mar Ulldemolins
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: Silvia Delagneau
Iluminación: Maria Domènech
Realización de la escenografía: Teatro de La Abadía
Producción: Heartbreak Hotel, Teatro de La Abadía, Trànsit Projectes y La Villarroel

Horarios: de martes a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 18:00 y a las 20:30 horas y domingos a las 18:00 horas
Precio: de 24 a 28 €
Duración: 1 hora y 30 minutos
Idioma: catalán

NOTA CULTURALIA: 8,5
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Jorge Pisa

Crítica teatral: L’art de la comedia, en el TNC

L'art de la comediaYa saben que al teatro le gusta tratar sobre muchas cosas, a veces inmerecidas, y en no pocas ocasiones le place reflexionar sobre sí mismo y su acomodamiento en la vida política, social, y económica. Una de estas ocasiones la representa L’art de la comedia, de Eduardo de Filippo, que el TNC estrenó el pasado 12 de febrero, dirigida por Lluís Homar e interpretada por él mismo, Victòria Pagès, Joan Carreras, Lluís Villanueva y Andreu Benito entre otros.

«En una ciudad de provincias italiana, el nuevo prefecto se dispone a recibir a las visitas de su primer día de trabajo. Para distraerse un rato, aceptará escuchar al director de una troupe ambulante que ha perdido su teatrillo debido a un incendio, y que pretende invitarle a asistir a su espectáculo para que el nuevo dirigente, con su presencia, demuestre a la ciudadanía que ese arte aún tiene una gran importancia social. Tras una apasionada controversia en la que político y humorista harán patentes sus desavenencias, el artista se llevará por error la lista de visitas del prefecto, y saldrá por la puerta amenazando con hacer que su familia teatral convierta esa sala de audiencias en una zona de incertidumbre»

Como ven una idea bien labrada que permite a Filippo tratar sobre la ligazón entre la política y el teatro (intensa a veces, vilipendiada otras) y sobre las diferencias que existen entre la realidad y la figuración, en un momento en el que la relación en este país entre el gobierno y la cultura se ve contaminada por una política desubicada que incluye la subida del IVA cultural al 21% con las nocivas consecuencias que esta medida ha provocado en el sector. El TNC, Homar y Filippo se alían de esta forma para dar un espaldarazo al teatro igualándolo a la política y aún más, a la misma realidad, ya que nunca sabremos con certeza, aunque lo podamos intuir, si la retahíla de personajes y situaciones que desfilan ante el nuevo prefecto son personas reales o personajes ficticios, lo que crea la fuente de humor, crítica y reflexión que posee la obra.

Sin embargo, L’art de la comedia, que juega en su título con la inversión del término Commedia dell’arte, no es una obra equilibrada del todo, lo que la convierte en una propuesta irregular. La obra se divide, así de primeras, en dos grandes secciones. La primera, como presentación, nos permite presenciar la conversación entre Campese (un bravo Homar) y el prefecto De Caro (Carreras), en la que veremos cuál es la opinión de cada uno sobre la relación entre el teatro y la política. Un acto este que se extiende en demasía, es en parte iterativo y le roba parte del ritmo a la obra.

L'art de la comedia2A lo largo de la segunda parte podremos observar como toda una serie de personajes hilarantes y/o con ideas descabelladas, se suceden al otro lado del escritorio del prefecto, desquiciando progresivamente a la autoridad, que no podrá saber nunca si lo que está pasando ante sus ojos es realidad o ficción, algo que en sí mismo habla de lo sublime del artificio teatral. En esta segunda parte, por desgracia, la representación es muy irregular y la comicidad a veces escasa, excepto en la historia narrada por Mosén Salvati (Andreu Benito) que le sabe dar a su historia el humor que necesita el personaje.

Como prueba del artificio teatral la propuesta de Homar ha optado por permitir al público ver el truco existente en la obra misma, a través de un escenario y de un vestuario que se van construyendo poco a poco con la ayuda de los integrantes de la compañía, una opción que sorprende inicialmente al espectador, pero que después se convierte en un recurso algo repetitivo y acaba dejando un escenario extraño y difuso. Por lo que respecta al trabajo de los actores y actrices, se debe destacar a Homar y Carreras en la primera parte de la representación, y a Benito en la segunda, aportando a la obra el único acto de verdadera comicidad a la representación.

L’art de la comedia es, por otra parte, una obra que se entiende en un autor como Filippo que vivió toda su vida en el seno del teatro, ya fuera en la compañía familiar o, posteriormente, en sus propias compañías, circunstancia que no solo le permitió dominar la ficción propia del teatro, sino conocer en su misma persona la relación de este con la política y con la vida.

Como ven L’art de la comedia nos permite, de nuevo, reflexionar sobre el teatro, en esta ocasión sobre su vinculación con la política y la subvención pública, y la consideración que la autoridad tiene de la cultura y, más concretamente, de la profesión teatral. Puede ser que muchas cosas hayan cambiado desde la redacción de esta obra en el año 1964, aunque parece que la cultura siempre queda en un segundo lugar en referencia a las cosas importantes de esta vida. Un acierto, un error… todo depende del punto de vista des del que se mire.

«L’art de la comèdia» se representa en el TNC del 12 de febrero al 12 de abril de 2015.

Autor: Eduardo de Filippo
Dirección: Lluís Homar
Traducción: Xavier Albertí
Reparto: Lluís Homar, Pau Viñals, Victòria Pagès, Joan Carreras, Lluís Villanueva, Roger Casamajor, Andreu Benito, Mar Ulldemolins, Oscar Valsecchi, Eduard Muntada y Quimet Pla
Escenografía: Lluc Castells y Jose Novoa
Vestuario: Nina Pawlowsky
Iluminación: Ignasi Camprodon
Sonido: Jordi Bonet
Caracterización: Toni Santos

Horarios: miércoles y viernes a las 20:00 horas; jueves a las 17:00 horas; sábados a las 17:00 y a las 21:30 horas y domingos a las 18:00 horas
Precio: 28 € / Disponibilidad de descuentos
Idioma: catalán
Duración: 2 horas y 10 minutos

NOTA CULTURALIA: 7 SOBRE 10
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Jorge Pisa

Crítica teatral: La partida, en el Teatre Romea.

La_Partida_cartelSeguro que si os digo que la vida se puede reducir a una obra de teatro, la mayoría de vosotros pensaríais que probablemente sí, que con una buena obra de teatro todo es posible. Pero si os dijera que la vida se puede reducir a una partida de cartas, y más concretamente a una de póker, posiblemente me costaría más convenceros. Pues bien, este es el objetivo de Julio Manrique, que con el estreno de La partida nos presenta un esbozo de la vida de varios hombres marcadas por las figuras del póker.

La obra nos sitúa en el restaurante Carta, regentado por Esteve (Ramon Madaula), en el que todos los sábados por la noche se organiza una timba de póker en la que participan él mismo; Carles (Oriol Vila), su hijo; Santi (Joan Carreras), el cocinero y Maxi (Marc Rodríguez) y Frankie (Andrew Tarbet), los dos camareros del local. Pero esta noche se apunta a la partida Ash (Andreu Benito), un jugador profesional con el que Carles ha contraído una fuerte deuda de juego, lo que convertirá la velada en una partida en la que los miedos, las frustraciones y los sueños se cambiarán por fichas de póker.

Manrique nos propone una disertación teatral sobre la vida de un grupo de hombres marcados por el fracaso y la desorientación, una temática muy al gusto del director, y que ya tratara en obras como Coses que dèiem avui, montaje a partir de textos de Neil LaBute y American Buffalo de David Mamet, ambas estrenadas inicialmente en el año 2010 y de marcado cuño norteamericano. Por lo que hemos de tener en cuenta que la historia que da forma a la obra no pertenece tanto a nuestra realidad mediterránea como a un mundo de marcada origo estadounidense, en la cual el juego y el póker se vive de una forma muy diferente a la que estamos acostumbrados la mayoría de nosotros, aunque esto es algo que internet está empezando a cambiar.

La partida nos muestra un retrato de 6 hombres marcados por la tragedia o la derrota que aunque intentan mantenerse firmes sobre suelo resbaladizo, no consiguen darle un sentido estable a su existencia y en la que la esperanza toma la forma de una partida de póker en la que lo pueden ganar o perder todo y donde la victoria de uno siempre supone la derrota de los otros.

El escenario donde se jugará la partida nos muestra la sala del restaurante y la cocina, pero en esta ocasión la escena del Romea sale de su ubicación habitual y se ubica en el espacio central del teatro, rodeado a banda y banda por las filas de espectadores. Si bien más tarde este doble escenario sufre una metamorfosis que lo transforma en el sótano en el que se jugara la partida que da nombre a la obra.

La partida_2Como os decía las experiencias individuales que nos narra la obra son lejanas y singulares, aunque poseen, creo yo, la fuerza necesaria para hablarnos sobre la vida en pleno siglo XXI, en la que los sueños y las esperanzas dependen muchas veces de factores en gran parte incontrolables o que no sabemos controlar. Para explicarnos todo esto Manrique utiliza a un grupo de actores que destacan por su buen hacer, y que encarnan de forma mimética a los personajes diseñados por Marber. Ramón Madaula da vida al propietario del restaurante que intenta proteger y a la vez controlar al resto; Joan Carreras interpreta a Santi, capaz de jugarse hasta el último euro en la partida; Marc Rodríguez encarna al típico soñador atolondrado que no es consciente de la realidad que le rodea y que en parte nunca ha dejado de ser un niño; Andrew Tarbet da vida al segundo camarero del restaurante, de paso por Barcelona y en cuyos sueños no aparece nadie más que él; Oscar Vila interpreta a Carles, el hijo de Esteve con graves problemas de adicción al juego y capaz de vender a familiares y amigos con el objetivo de saldar sus deudas. Por último Andreu Benito encarna al jugador profesional sin escrúpulos que hará lo necesario para recuperar su dinero. Un elenco teatral sin duda de primera.

Sin embargo a la obra le falta principalmente ritmo, tanto en la primera parte de la representación, en la que se presenta a los caracteres y las situaciones y sobre todo en la segunda, donde a veces la partida parece interminable. A lo que se suma el hecho de que la obra nos dice pocas cosas que no sepamos y que no podamos corroborar en nuestras experiencias personales.

A pesar de ello La partida mantiene su poder de convocatoria y su fuerza de espíritu gracias al altísimo nivel en el que se mueven los actores, entre los que destacan Madaula y Benito, y por la creación de una realidad escénica que a veces parece que no avance y que forme parte de un limbo existencial en el que los protagonistas se hallan atrapados y del que no pueden huir, un efecto potenciado además por la música y los efectos sonoros. Una partida, en definitiva, que vale la pena jugar, aunque para ello debamos apostar con una mano que no nos garantiza el éxito final.

«La partida» se representa en el Teatre Romea del 2 de julio al 3 de agosto de 2014.

Autor: Patrick Marber
Traducción / Adaptación: Cristina Genebat
Dirección: Julio Manrique
Reparto: Ramon Madaula, Joan Carreras, Marc Rodríguez, Andrew Tarbet, Oriol Vila y Andreu Benito
Escenografía: Sebastià Brosa
Vestuario: Maria Armengol
Iluminación: Jaume Ventura
Espacio sonoro: Ramon Ciércoles
Producción: Grec 2014 Festival de Barcelona y el Teatre Romea

Horario: de martes a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 18:00 y a las 21:30 horas y los domingos a las 18:00 horas.
Precio: 17 – 27 €
Duración: 120 minutos
Idioma: catalán
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Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: El policía de las ratas, en el Teatre Lliure.

img_9577¿Cuál es el mundo de las ratas? ¿Cómo viven? ¿Qué clase de comunidad crean? ¿Una parecida a la humana? y si es así ¿qué lugar ocupan en ella el arte o la ciencia? Estos son algunos de los temas por los que transita El policía de las ratas, la adaptación llevada a cabo por Àlex Rigola del cuento de Roberto Bolaño en cartelera en el Teatre Lliure hasta el próximo 24 de noviembre.

Rigola nos presenta una experiencia teatral basada en el texto de intriga y crítica social compuesto por el escritor y poeta chileno en el que Pepe «el Tira», una rata policía, solitaria y perteneciente a una familia de ratas artistas, se enfrenta a un misterio: el hallazgo de dos ratas asesinadas, una hembra y otra bebe. Algo demasiado insólito en una sociedad, la de las ratas, donde el asesinato no existe y donde el trabajo y la colectividad se imponen sobre todo lo demás. Pepe iniciará entonces una investigación para esclarecer la causa de los asesinatos y detener al culpable de los mismos, luchando al mismo tiempo contra los tabús y los espejismos sociales.

El policía de las ratas es una reflexión sobre la realidad social humana, sobre el lugar que ocupan el arte y la ciencia y sobre el papel de la individualidad en el colectivo humano. La propuesta se construye a partir de una atmósfera de intriga y misterio potenciada por la puesta en escena de la obra. La adaptación nos presenta, así, una situación tenebrosa, aunque a veces es también agobiante y poética, construida a partir de una magistral sencillez escénica.

La obra se desarrolla sobre un escenario en el que predominan las tonalidades en blanco y negro, como haciendo referencia al género negro que subyace en la narración de Bolaño. El atrezo es mínimo, casi inexistente, compuesto por dos sillas, dos micrófonos, una bolsa de sangre y el cadáver de una rata. Si a este minimalismo le sumamos el hieratismo proyectado por los actores obtenemos como resultado un espectáculo en el que predomina la palabra, hecho que obliga al espectador a centrar su atención en la figura y la voz de los actores y de esta forma en el desarrollo del cuento escenificado de Bolaño.

img_9509Una historia que nos sirve para reflexionar sobre el papel del individuo dentro de la sociedad. Una cavilación representada en la voluntad de la rata Pepe de ser diferente, de adentrarse en experiencias que la colectividad rechaza y en poner en duda verdades que la comunidad da por establecidas. De ahí que la rata protagonista se empeñe en investigar unas muertes que la mayoría, siguiendo el dogma oficial, da por ataques de animales externos aunque los indicios criminales puedan indicar lo contrario.

La obra, además, nos permite especular sobre cuál es el papel del arte y la ciencia en nuestra sociedad. En el mundo de las ratas, el arte se ve como una peculiaridad extraña, más digna de lástima que de aprobación. Por su lado la investigación que lleva a adquirir conocimientos que pueden contradecir los dogmas oficiales en uso necesarios para mantener el orden y la vida en sociedad se consideran peligrosos para la comunidad, y por tanto se vetan siempre que es posible. Todo ello en una sociedad liderada por una rata reina, una descriptiva metáfora de los poderes políticos y financieros que controlan el mundo de los humanos.

Como ven la idoneidad de la obra no puede ser mayor, un hecho acentuado por el acierto de la puesta en escena y la interpretación sobria y mesurada de sus dos actores. Joan Carreras encarna a Pepe «el Tira», la rata policía que lleva a cabo la investigación en cuestión con una elogiosa formalidad y un perceptible peso interior; Andreu Benito encarna, por su parte, a diversos de los personajes secundarios que acompañan la investigación, con la prestancia y el refinamiento acostumbrados en él. Ambos no solo juegan con la interpretación sino también con la tonalidad y la impostura de sus voces, para proveer de mayor realismo y diversidad a sus interpretaciones.

El policía de las ratas es una ejercicio teatral que conecta con el yo interno e individual de cada uno de nosotros y nos obliga a analizar el funcionamiento de las sociedades humanas, fijándonos, irónicamente, en la colectividad formada por las ratas. Y nos permite reflexionar sobre el peligro que comporta el desarrollo del espíritu crítico en una sociedad como la nuestra dominada por poderes que ven en esta cualidad humana una amenaza para el status quo existente. Un peligro para la propia sociedad sobre todo en una época como en la que vivimos en la que el equilibrio y la justicia social están en retroceso.

«El policía de las ratas» se representa en el Teatre Lliure de Gràcia del 31 de octubre al 24 de noviembre de 2013.

Autor: Roberto Bolaño
adaptación y dirección: Àlex Rigola
Compañía: Heartbreak Hotel
intérpretes: Andreu Benito y Joan Carreras
Escenografía: Max Glaenzel y Raquel Bonillo
Vestuario: Berta Riera
Iluminación: August Viladomat
Producción: Teatre Lliure y Heartbreak Hotel

Idioma: castellano
Duración: 55 minutos sin pausa
Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21 horas y domingos a las 18 horas.
Precio: 29 €; miércoles y sábados por la tarde días del espectador, 22 €
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Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: Els nostres tigres beuen llet, en el TNC.

Foto_tigres_previa_1_C.Cuevas_M.Iglesias_A.Benito_C.d.Ramon_D.SicartA_David_Ruano_TNC.9Que Albert Espinosa regrese a los escenarios siempre es una buena noticia, lo mismo, claro está, que publique una nueva novela o que participe en una película o una serie televisiva. El «universo espinosa» siempre nos emociona de una forma directa y nos sirve para reflexionar sobre nuestras propias vidas. De ahí que fuera una de las buenas noticias de finales del año pasado el estreno de Els nostres tigres beuen llet en el Teatre Nacional de Catalunya, obra escrita y dirigida por Albert Espinosa.

Un partido de futbol que juegan cinco hermanos. Una enfermedad que hace caer en la inconsciencia. Una madre en el lecho de muerte. Un padre riguroso que quiere a su familia. Una muerte que lo cambia todo. Un acontecimiento de la infancia que marcará la vida de todos los miembros de la familia. Un secreto que nos permite acabar de entenderlo todo. El mundo visto a través del cine…

Espinosa nos abre de nuevo las puertas de su fecundo mundo interior para explicarnos una pequeña historia que afecta a una familia, a todos sus integrantes, y que nos permite reflexionar sobre algunos de los temas insignia del autor: la enfermedad, la muerte, el desvanecimiento de la memoria o la importancia de los episodios que han marcado la infancia de cada uno de nosotros.

El autor construye su historia en dos tiempos: el primero el de la infancia en el que poco a poco iremos conociendo qué es lo que pasó y cómo paso, el día que la madre (Angela Jové) murió, y que consecuencias funestas tuvo para toda la familia. El segundo es lo que podríamos considerar la actualidad, el momento en que el padre (Andreu Benito), reconocido director de cine afectado de alzhéimer, se está muriendo. Dos de los hermanos prometieron a su madre que cuidarían de él en sus últimos días de su vida. Por ello vuelven al hogar, junto a su hermana pequeña, y engañan a sus otros tres hermanos para hacerlos regresar.

La enfermedad confunde la mente del padre forzándole a creer que está realizando una nueva película que rememora la muerte de su mujer, y que sus hijos son parte del equipo técnico que rodará el film a sus órdenes. Todos los ingredientes necesarios para que la verdad y los reproches salgan a la luz y por fin la familia pueda lavar sus trapos sucios.

Como les decía Espinosa trata en Els nostres tigres beuen llet varios temas por los que ha mostrado siempre un gran interés. El primero la enfermedad. La obra está subyugada por ella. La enfermedad de carácter hereditario que sufren la mayoría de los miembros de la familia y que les hace desmayarse de forma repentina en cualquier momento; la muerte de la madre; el alzhéimer que acaba sufriendo el padre… todo ello nos remite a la relación con la enfermedad del propio Espinosa, que pasó diez años de su vida en el hospital lidiando contra el cáncer. El segundo los recuerdos, ya sea la revisión del hecho que marcó la infancia de los cinco hermanos o la pérdida de la memoria (es decir, la pérdida de los recuerdos, de lo que nos hace a cada uno de nosotros) que sufre el padre. El tercero la muerte, la de la madre y la anunciada muerte del padre, que no llegaremos a presenciar pero que marcará el desenlace de la obra.

Foto_tigres_5_A.BenitoA_David_Ruano_TNC.2Por medio los entresijos de una familia destrozada tanto por la enfermedad, por la muerte y por los recuerdos. Espinosa nos sitúan de lleno en el epicentro de un terremoto familiar causado por el acontecer propio de la vida, que se asemeja, aunque de una forma mucho más trágica, a aquellas inercias que marcan la evolución de cualquier familia.

Si bien Els nostres tigres beuen llet no nos explica nada nuevo, o casi nada, del «universo espinosa». La obra es un compendio de temas, de situaciones e incluso de actores habituales que ya conocemos del autor. De esta forma, la propuesta atraerá a aquellos que compartan el cosmos de ideas y principios espinosianos y no gustará a aquellos que no apreciaron los intentos previos del autor. La obra posee además un planteamiento algo abstracto y complejo que puede dificualtar su recepción por parte del espectador.

Espinosa ha optado en Els nostres tigres beuen llet por una actuación minimalista, esto es, a excepción de Benito, el resto de los actores, ya sea en su representación juvenil o adulta, no poseen grandes discursos (en extensión digo) ya que la obra se construye con la suma de los breves textos de cada uno de sus 13 protagonistas. De esta forma pesa más, la mayoría de las veces, la situación escénica que los diálogos entre los mismos protagonistas. Permítanme, sin embargo, que destaque la actuación de Andreu Benito, una de aquellas presencias que llenan el escenario y que derrochan un potencial interpretativo aposentado con el paso de los años. Algo que Espinosa sabe muy bien, y que aprovecha al hacer girar la trama alrededor de la figura y actuación del personaje encarnado por Benito.

A la suya, se suman las interpretaciones de seis jóvenes promesas (Jaume Madaula, Carlos Cuevas, Mikel Iglesias, Daniel Sicart, Albert Baró y Clara de Ramon) y de cuatro actores y una actriz con holgada experiencia (Francesc Garrido, Joan Carreras, Andrés Herrera, Andreu Rifé y Àngela Jové), a la que se suma la actuación del propio Espinosa.

La obra realiza, además, un continuo homenaje al cine, ya sea por el oficio del padre, director de cine al que su enfermedad le obliga a rodar una película para poder explicar a sus hijos lo que sucedió en el pasado; los nombres de los cinco hijos o el propio rodaje fantasmagórico de la ficticia película… Todo ello nos sumerge en la magia del cine (en el teatro), y nos permite entender la influencia que el arte cinematográfico tiene en la vida de muchos de nosotros.

Els nostres tigres beuen llet es un paso más en la actividad creativa de Espinosa que, por desgracia, no nos muestra mucho más de lo que ya sabíamos. Sin embargo posee parte de esa magia que el autor sabe dar a todo aquello que toca, ya sea en la escritura de libros o en, y permítanme que lo cite con fervor emotivo, en la guionización de la película Herois (Pau Freixas, 2010), una de aquellas joyas que iluminan la cartelera cinematográfica muy de tanto en tanto.

Así, pues, ya lo saben… después de leer esta reseña han de proceder ustedes mismos y decidir si van a ver Els nostres tigres beuen llet o no… Yo les recomiendo que no se lo piensen tanto… si son fans de Espinosa la obra les saludará amablemente, sin ninguna pretensión… si no lo son descubrirán o reencontrarán un universo que al menos por su carácter vital y positivista vale la pena. Y si les gusta el teatro contemplarán una propuesta interesante en formatos y conceptos.

«Els nostres tigres beuen llet» se representa en el TNC del 20 de diciembre de 2012 al 3 de febrero de 2013.

Dirección: Albert Espinosa
Reparto: Andreu Benito, Francesc Garrido, Joan Carreras , Andrés Herrera, Albert Espinosa, Andreu Rifé, Jaume Madaula, Carlos Cuevas, Mikel Iglesias, Daniel Sicart, Albert Baró, Àngela Jové, Clara de Ramon y Òscar Blanco
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: Berta Riera
Iluminación: Kiko Planas
Sonido: Pepe Bel
Producción: Teatre Nacional de Catalunya

Horarios: miércoles a viernes a las 20:00 horas; sábado a las 17:00 y a las 21:30 horas y domingo a las 18:00 horas.
Sábado 5 de enero de 2013, función única a las 21:30 horas.
A partir del 9 de enero, también miércoles y jueves a las 17:00 horas.
Precio: de 19,05 a 38,09 €
Coloquio: viernes 11 de enero de 2013
Audiodescripción: sábado 26 de enero de 2013
Espectáculo recomendado a partir de 12 años

Crítica teatral: MCBTH (Macbeth), al Teatre Nacional de Catalunya.

Macbeth es una de las obras «de referencia» de Shakespeare y, por extensión, del teatro universal. Una circunstancia que ha motivado la realización de una gran variedad de versiones de la pieza a las más diversas circunstancias y contextos sociales, políticos e históricos.

El TNC nos ofrece, desde el pasado 11 de octubre, la «adaptación libre» del tratado del dramaturgo inglés sobre la ambición, llevada a cabo por Àlex Rigola, que viste la trama con tintes personales y contemporáneos que la acercan al contexto actual. Una apuesta que si bien ha sido criticada, condensa una gran fuerza visual acompañada de las ganas del director de «recrearse» con los clásicos de la dramaturgia universal, y más concretamente en aquellos de corte shakesperiano.

«Tres brujas misteriosas y oscuras anuncian al general Macbeth que llegará a ser rey de Escocia y que su compañero, Banquo, será padre de reyes. El augurio despierta la ambición de Macbeth, pero especialmente el de su esposa, con quien trama y consuma el asesinato del buen rey Duncan para ocupar su trono. Lo que parecía un plan fantástico acabará arruinado por las consecuencias de los actos. Nada es lo que parecía. Nada es lo que parece. Lo dicen las brujas al principio: «Todo lo que es bello y justo puede ser también feo y asqueroso. Y todo lo que es feo y asqueroso puede ser también bello y justo«.

Macbeth nos habla sobre la ambición, sobre los instintos humanos que subyacen a cualquier tipo de cultura, de aquellos que por esta razón nos hacen humanos y, por ello, se convierte en un clásico, en una obra válida en cualquier tiempo, ya sea el más vetusto de los pasados como el más flamante de los futuros. Y Rigola acondiciona la obra a la situación en la que vivimos, en la que la ambición de unos pocos ha llevado, como en el argumento de la obra, a la destrucción y a la muerte, ya sea de personas, de formas de pensar o de sistemas de organización.

Rigola ha desvestido la apariencia de la obra para poderla transferir a la actualidad, despojada de cualquier substancia pasada, y la ha vuelto a vestir con unos ropajes que no por insólitos dejan de ser contemporáneos. De aquí que la vestimenta se vincule al mundo del deporte, que es sin duda uno de los ámbitos de la vida donde la competición y la ambición son más presentes. También ha jugado con la escenografía trans-mutando los bosques y los castillos que pueblan los decorados de la obra en mueblería «made in Ikea» Y le ha dado un ajuste televisivo y fantástico al asunto al dotar a la atmósfera de la obra con un toque de la genialidad de la banda sonora que Angelo Badalamenti realizó para la mítica serie de los 80 Twin Peaks.

Por desgracia, los elementos más mitigados por los efectos de la adaptación de Rigola han sido el interpretativo y el argumentativo. El resultado es una obra difícil de seguir e incluso de entender, si es la primera vez que el espectador se enfrenta al texto. La suma de escritos, propios y nuevos, y la interpretación estática o descontextualizada de los actores en diversos momentos de la representación, buscada por el director, hace que el seguimiento de la obra sea difícil. Rigola juega incluso con los formatos, ya sea a la hora de declamar el texto como en el estilo de la representación. De allí nace la dualidad de escenografías que diferencia el primer y el segundo acto, invadiendo este último de un blanco irreal y fantasmagórico que envuelve los cuerpos desnudos de sus principales protagonistas, que se embadurnan de la sangre, propia y ajena, que han provocado o provocará su ambición.

Las actuaciones pasan a un segundo plano en el juego visual y de formatos que construye Rigola. Con ellas también experimenta el director para robarles toda su carga de clasicismo y mostrarlas exentas, en la mayoría de los casos, sobre el escenario. Joan Carreras lleva el peso de la obra, no por otra, ésta se basa en la ambición de su personaje y de las emociones que de él manan. Todos los demás intérpretes orbitan alrededor de su centro de gravitación, entre ellos Alícia Pérez, que da vida a una austera Lady Macbeth; Lluís Marco que encarna al rey Duncan con una interpretación «a lo Marco«, a los que se suman Oriol Guinart, Míriam Iscla y Marc Rodríguez, que interpretan al resto de personajes, el mínimo para representar la obra. Una interpretación que hace aflorar en algunos momentos la comicidad de un texto altamente trágico. Elemento este, que junto a la excentricidad de algunos componentes de la adaptación (libre, recuérdenlo) seguro que habrá echado para atrás a más de uno.

La propuesta de Rigola es valiente, casi demasiado, y es un claro ejemplo de la voluntad del teatro actual de deconstruir el propio teatro y erigir sobre sus cimientos obras con un claro enfoque contemporáneo. De ahí que el MCBTH del TNC se convierta en claro reflejo de la ambición y la lujuria económica que ha llevado, al menos en los países del sur de Europa, los peyorativamente denominados PIGS, a desbaratar los sistemas políticos, económicos y sociales que se habían erigido desde el final de la II Guerra Mundial. Una detonación de fondo contra una sociedad que muere a manos de los ambiciosos, de aquellos émulos de Macbeth que se visten con caros trajes hechos a medida, conducen automóviles de lujo y que se rodean de la parafernalia tecnológica en boga, gozando de mucho más de lo que la realidad les puede otorgar.

Rigola, deja algo de lado el hecho de que el teatro, tal como se concibe en la actualidad, es un producto cultural y comercial y que ha de llegar al público de una forma asequible, ya que si no la creación artística puede llegar a morir prematuramente sin haber alcanzado sus objetivos, ya sea por parte de los autores o por parte de los destinatarios o consumidores. La versión del Macbeth de Rigola es una obra de complicada digestión que fuerza al espectador a masticarla concienzudamente y a realizar una ardua deglución teatral.

Pero es una experiencia estimulante poder ver la reflexión que el teatro puede hacer sobre el propio teatro, y de lo mucho que se puede concebir con las ideas claras, si bien algo excéntricas, sobre el legado shakesperiano. Una propuesta no apta para nuevos públicos o para aquellos a los que no les gusta que «jueguen» con los clásicos.

MCBTH (Macbeth)” se representa en  el TNC del 11 de octubre al 18 de noviembre de 2012.

Autor: William Shakespeare
Adaptación libre: Àlex Rigola
Traducción: Salvador Oliva
Dirección: Àlex Rigola
Reparto: Lluís Marco, Oriol Guinart, Joan Carreras, Marc Rodríguez, Míriam Iscla y Alicia Pérez
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: BRAIN&BEAST
Iluminación: August Viladomat
Sonido: Igor Pinto
Producción: Teatre Nacional de Catalunya y El Canal. Centre d’Arts Escèniques Salt / Girona

Horarios: miércoles y viernes a las 20:00 horas; jueves a las 17:00 horas; sábado a las 21:30 horas y domingo a las 18:00 horas.
Jueves 11 de octubre y 1 de noviembre, función a las 20:00 horas.
Precio: de 15,69 a 31,37 €
Duración de la obra: primera parte: 65 minutos; entreacto: 20 minutos y segunda parte: 22 minutos.

Coloquio: viernes 26 de octubre
Espectáculo recomendado a partir de 16 años

Escrito por Jorge Pisa Sánchez