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Crítica teatral: Marits i mullers, en La Villarroel

Si el público relaciona con algún medio a Woody Allen, este no es otro, qué duda cabe, que el del cine. Allen es uno de los directores más significativos e influyentes, con una carrera que se inicia como guionista en la década de los 50 y que se mantiene activa en la actualidad. Por eso puede sorprender al público que Allen aterrice en Barcelona sobre los escenarios, con una adaptación teatral de Maridos y mujeres (1992) dirigida por Àlex Rigola e interpretada por Andreu Benito, Joan Carreras, Mònica Glaenzel, Sandra Monclús, Lluís Villanueva y Mar Ulldemolins.

«Andreu, escritor y profesor de literatura, y su mujer Mónica, que trabaja en una revista de arte, no pueden creerse que sus mejores amigos, Sandra y Joan, aparentemente una pareja perfecta, hayan decidido separarse. A partir de esta noticia, ellos mismos empezarán a plantearse si su matrimonio se basa o no en una relación realmente sólida».

Como su título indica, la obra trata sobre el mundo de la pareja y las contracciones que se acumulan en ella con el paso del tiempo. No descubro nada nuevo si afirmo que no hay misterio mayor, en el plano emocional, que el funcionamiento de una pareja, ya supere esta los diferentes obstáculos que se le presentan en la vida o se vea afectada por crisis de subsistencia más o menos serias. No existe, pues, un planteamiento escénico más complicado que el que intenta analizar la naturaleza de la pareja, sea esta del tipo que sea.

De ahí que el resultado, escrito por Allen y adaptado por Rigola, sea eso, una propuesta enmarañada, esto es, un relato con escenas trazadas, giros, vericuetos y más de una sorpresa. Marits y mullers nos muestra el día a día de dos parejas, una que se mantiene y otra que se desintegra, a través de toda una serie de secuencias que se precipitan una detrás de otra, como la vida misma. Por esta razón, los actores siempre están sobre el escenario, ya sea interpretando a sus personajes o a la espera de incorporarse a la representación en cualquier momento.

La puesta en escena de la obra intenta potenciar la cercanía del espectador al recorrido emotivo de los personajes, por lo que sobre un escenario central veremos poco más que una mesa baja rodeada por varios sofás, ocupados indistintamente por los actores y los espectadores, hecho que favorece la intimidad de las situaciones que nos son mostradas. Una proximidad fomentada, además, por el hecho de que los personajes conservan en la representación los nombres de pila de los actores.

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En relación al reparto, el trabajo de casting ha sido mucho más que provechoso. A Andreu Benito, el alter ego de Woody Allen, Joan Carreras y Lluís Villanueva, todos en muy buena forma, se ha de sumar la interpretación de Mònica Glaenzel, Sandra Monclús y Mar Ulldemolins, que se dejan imbuir por los reflejos emocionales de los personajes femeninos a los que interpretan.

Aún así, y reconociendo el acierto del casting, la calidad de las interpretaciones y de la dirección, el contexto de la obra se nos hace algo lejano. Quiero decir con esto que se hace difícil para el espectador entender unos comportamientos y unas formas de ser tan lejanas y tan carismáticamente neoyorquinas como las que se nos muestran. De esta manera, y aún el esfuerzo que el director y los actores han invertido en la obra, algunos comportamientos no acaban de cuadrar con los actores que los interpretan, lo que provoca que el resultado final pierda algo de credibilidad.

Marits i Mullers representa, además, un trabajo laborioso de adaptación de un texto muy peculiar, que Rigola ya conoce, ya que él fue el responsable de una primera adaptación del guión de Allen para el Teatro de la Abadía de Madrid en el año 2013. De lo que se deriva que Rigola ha hecho el texto suyo, lo que le permite llevar a cabo una dirección precisa y envolvente de la obra, ayudado, claro está, por la interpretación destacada de unos actores y actrices que se sienten muy cómodos sobre el escenario.

Una obra recomendada, pues, para aquellos a los que les gusta analizar el mundo de la pareja, y para los que disfrutan con las historias escritas y dirigidas por Allen, una mirada muy personal que estará en cartelera en La Villarroel hasta el 10 de enero de 2016..

«Marits i Mullers» se representa en La Villarroel del 18 de septiembre al 29 de noviembre de 2015.

Basado en el guión de: Woody Allen
Dirección y adaptación: Àlex Rigola
Reparto: Andreu Benito, Joan Carreras, Mònica Glaenzel, Sandra Monclús, Lluís Villanueva y Mar Ulldemolins
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: Silvia Delagneau
Iluminación: Maria Domènech
Realización de la escenografía: Teatro de La Abadía
Producción: Heartbreak Hotel, Teatro de La Abadía, Trànsit Projectes y La Villarroel

Horarios: de martes a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 18:00 y a las 20:30 horas y domingos a las 18:00 horas
Precio: de 24 a 28 €
Duración: 1 hora y 30 minutos
Idioma: catalán

NOTA CULTURALIA: 8,5
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Jorge Pisa

M.A.R.I.L.U.L.A. a La Seca-Espai Brossa: Quedem com a amics.

La dona que em va venir a veure l’altra nit crida per dins i badalla per fora. Com que ella arribà abans, va poder triar lloc. A mi em va tocar seure a la platea. Em va semblar bé: Ella tenia unes quantes coses a dir. I jo necessito escoltar-ne encara moltes. De dones i de coses. Un cop assumit el que s’esperava de mi, vaig pensar: Ningú no em traurà la gosadia de mirar endavant. I, al davant, hi havia ella. Que es mirava amb desgana un mirall enorme rere seu.

No ens vam entrendre. I no només perquè no hi hagués “feeling” entre nosaltres.

La Mònica Glaenzel es presenta com a la protagonista de M.A.R.I.L.U.L.A. Però a mi no me la fot: Perquè al llarg d’aquest monòleg entretingut explica més el personatge que no pas l’interpreta. I, així, el meu desencís va augmentant. La frescor amb què l’autora grega Lena Kitsopoulou ruixa el seu text erràtic ha de conviure amb la direcció massa expositiva de Josep Maria Mestres i amb l’histrionisme desbocat de l’actriu. I, jugant la majoria absoluta a casa, el partit es decideix als pocs minuts de començar.

Jo hauria volgut patir amb la dispersió emocional d’aquesta fèmina. Fent ziga-zagues de la monotonia diària al seu buit existencial. Accelerant quan s’exaspera perquè no comprèn vincles socials tan delirants i eufemístics. Frenant en el moment en què anuncia com posarà remei a tanta manca d’adaptació personal. Mes, ai!, que tot m’ho servia l’eixerida actriu com si em parlés de la veïna de dalt i que l’escenari cada cop es tancava més als peuets de la seva menuda personalitat.

El mirall que recorria tot l’espai escènic (i que, sortosament, donava una imatge afavorida de mi al costat dels altres espectadors) perdia la seva utilitat progressivament.

Jo sóc home de segones oportunitats (no només perquè les reclami dels altres) i em vaig poder relaxar quan la Mònica em dedicava els moments més intranscendents de la història. Quina expectació quan em cantava sense venir al cas l’ànsia de llibertat freddymercurienca! Quina il·lusió que preferís quedar-se amb mi per explicar-me com eren els “polvus” amb el seu “amant-funcionari” fent-lo esperar al prosceni mentre trucava a la porta un cop i un altre! Quina alegria sentir-la picant de palmes amb l’Antonio Flores en un paratge on l’aire se sedimenta i on ja no cal cardar per sentir-se un cadàver…!

Per Juan Marea

“M.A.R.I.L.U.L.A” es representa a La Seca-Espai Brossa de Barcelona fins al 12 d’octubre.

http://www.laseca.cat/es/obra/75/marilula–lena-kitsopoulou/

Crítica teatral: No et vesteixis per sopar, en el Teatre Condal.

Llega al teatre Condal No et vesteixis per sopar, una comedia en la que la infidelidad y las mentiras se apoderan del escenario. Un vodevil de alto voltaje interpretado por Mingo Ràfols, Àngels Bassas, Jordi Díaz y Mònica Glaenzel.

Como no podía ser de otra forma el Condal acoge el estreno de una de las comedias más elaboradas de las que se van a representar en la cartelera barcelonesa esta temporada que justo comienza. No et vesteixis per sopar es un puzle teatral en el que la infidelidad, la pasión y la mentira, sobre todo la mentira, se imponen de principio a fin. Un texto que ya interpretaran Joan Pera, Amparo Moreno, Àngels Aymar y Carles Canut en la década de los 90.

Se acerca el fin de semana en casa de Bernat (Mingo Ràfols) y Júlia (Àngels Bassas), una joven pareja a la que parece que la vida le va bien. Si no fuera porque Bernat quiere aprovechar la visita que Julia va a hacer a su madre para pasar el fin de semana con Susanna (Marta Valverde), su amante. Su coartada será la estancia en casa, también, de Robert (Jordi Díaz), un amigo común de la pareja, que es, al mismo tiempo el amante de Júlia. Esta cambiará repentinamente de planes al saber de la llegada de Robert, lo que afectará, lógicamente, a los planes de Bernat que había contratado, incluso, los servicios de una cocinera, Suzette (Mònica Glaenzel), para pasar una velada inolvidable. La llegada de Robert, Susanna, Suzzete y las bajas pasiones que mueven a Bernat y Júlia harán que la noche se convierta en un auténtico infierno, donde la mentira y el deseo obligarán a todos ellos a mentir para alcanzar sus objetivos.

Como ven el show tiene todos los ingredientes de un vodevil, aunque lo que hace destacar a la comedia escrita por Marc Camoletti (autor de obras como Per molts anys, Boeing-Boeing o Sexe i Gelosia) y dirigida por Roger Peña Carulla es la potencia de su construcción argumentativa, repleta de los tópicos de las comedias “de infidelidad” de este tipo, pero elevados a la enésima potencia. Se lo prometo, no creo haber visto ninguna obra teatral en la que la “albañilería argumentativa” esté tan vigorosamente desarrollada y en la que no pase un solo minuto en el cual las mentiras, los cambios de identidad y los consecuentes giros en el desarrollo de la acción, necesarios para sustentar las falsas identidades de todos los protagonistas, no se desarrolle un poco más.

El ingrediente cómico, pues, de la obra reside en la inventiva y en lo laborioso de su argumento, que posee un ritmo in crescendo a o largo de la representación. El inicial cambio de planes de Júlia, motivado por la respuesta a una llamada telefónica, obligará al resto de los protagonistas a ir modificando poco a poco la realidad (y la mentira) de sus identidades, dando lugar a un sinnúmero de equívocos, re-situaciones y carcajadas constantes, que sustituyen a las continuas puertas que se abren y se cierran en una comedia de tresillo o vodevil al estilo. Un hecho que, incluso, los propios personajes reconocerán a lo largo de su actuación.

Y esta es la originalidad de todo el asunto. Y lo que obligará al público asistente a estar muy atento a todo aquello que se dice y que se hace sobre el escenario. No et vesteixis per sopar es un tour de force para el público y para los actores, aunque en el buen sentido de la palabra. Una seductora artesanía argumental que provocará continuos golpes de humor en el público.

Si bien, lo atinado de la trama no se compagina del todo con el acierto del casting. Es este el elemento que impide explotar al 100% el potencial de la obra. Y esto no es debido a la falta de profesionalidad de los intérpretes que tejen la actuación sobre el escenario, sino, creo yo, a un traspié en la elección de los actores y las actrices en cuestión. La obra necesita, para explotar todas sus posibilidades, unos protagonistas con una elevada vis humorística, algo que no comparte la totalidad del casting. Mientras que Jordi Díaz (Robert) realiza una interpretación cómica a veces algo artificiosa, Mònica Glaenzel, la cocinera que deberá mutar de personalidad innumerables veces a lo largo de la trama, es la única que mantiene un pulso humorístico apropiado al papel que interpreta, y nos hace recordar su actuación en la serie Plats Bruts. Las interpretaciones de Mingo Ràfols (Bernat) y Àngels Bassas (Júlia) no destacan precisamente por su comicidad, aunque se esfuercen en ello, y junto a Marta Valverde, la poco sofisticada amante de Bernat, denotan un carrera teatral más propia de otros géneros.

Todo un hándicap que no permite a No et vesteixis per sopar alzar el vuelo y llegar a las cotas de hilaridad y humor que su delicado y enérgico entramado argumental podrían hacerle alcanzar, y que acaba dejando una sensación como la que provoca montarte en una atracción de feria que funciona a medio gas. Aunque es posible y deseable que el propio recorrido de la obra pueda corregir esta situación.

Pero lo escrito no ha de ser un inconveniente para ir a ver No et vesteixis per sopar. Los gustos son tan variados como las experiencias personales de cada uno de nosotros, y donde yo digo, o mejor dicho, escribo A, ustedes pueden oír, o leer, B. ¿Saben que es lo mejor de todo esto? Que solo podrán comprobar si acierto o me equivoco en la crítica de la obra yendo a ver una representación de la misma, y dejándose envolver por una de las tramas argumentales más rebuscadamente cómicas de las que se representarán en Barcelona a lo largo de esta temporada. Y si quieren pueden hacer algo mejor. Después de ver la obra pueden dejar un comentario a esta reseña, ya sea para llevarle la contraria al que estas líneas escribe o para dar su propia opinión del espectáculo. Seguro que así conseguiremos dar una visión más real y variada de la obra, ¿no lo creen ustedes así?

No et vesteixis per sopar” se representa en el Teatre Condal desde el 19 de septiembre al 25 de noviembre de 2012.

Autor: Marc Camoletti
Versión catalana y dirección: Roger Peña Carulla
Reparto: Mingo Ràfols, Àngels Bassas, Jordi Díaz, Mònica Glaenzel, Marta Valverde y Òscar Kapoya
Escenografía y attrezzo: Roger Peña
Vestuario: Eulàlia Miralles
Iluminación: Raúl Martínez
Movimientos coreográficos: Esther Luengo
Banda sonora: Miguel Perez
Caracterización: Toni Santos
Producción y Distribución: PINKERTON PRODUCCCIONS

Horarios: miércoles y viernes a las 21:00 horas; jueves a las 18:00 y a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y a las 21:30 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: de 28,50 a 32 €.
Duración de la obra: 1 hora y 50 minutos
Idioma: catalán.

Escrito por Jorge Pisa Sánchez