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Fèlix Pons, director escénico: “En el arte no existe la moral.”

Mi grabadora muerde pólvora, engulle pasión y vomita el deseo de no ser. 

ImageFèlix francotirador

Presentaste en el Teatre Tantarantana de Barcelona “Confesiones de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce” a finales del pasado mes de marzo.

Es la adaptación de una novela de título homónimo escrita por Roberto Bolaño y A. G. Porta en 1984. La historia de un escritor frustrado que se deja arrastrar por amor a una escalada de violencia.

¿Qué tiene de especial?

En ella, sus autores dialogan continuamente con las técnicas del guión cinematográfico. Y los personajes, que responden a los arquetipos de la novela negra – la “femme fatale” y el artista frustrado maldito – están imbuidos de la cultura del rock.

¿Qué has hecho tú para adaptarla al teatro?

¡Pues seguramente equivocarme! Vi claro que el eje de la historia eran Ángel y Ana, su relación de pareja y lo que sucedía entre ambos. Ello fue en detrimento de la sucesión de lugares en que se desarrolla la acción de la novela. Por ello, situé a los protagonistas en un único espacio, un piso cercano a la Plaza de Lesseps de Barcelona en los años ochenta. La escenografía es mínima: dos micrófonos, dos actores, una cama y audiovisuales. A los actores, les pedí intensidad física y verbal.

El título parte del poema “Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger” con el que Mario Santiago Papasquiaro decía cosas como que “la Realidad y el Deseo se revuelcan/se destazan/se desparraman una sobre otra”.

En esta obra, tenemos a dos personajes revolcándose en una cama y sobre una juventud que van dejando atrás. Y se revuelven sobre las cenizas de un amor que se termina. Ángel, además, se revuelca sobre las sábanas de la duda acerca de si tiene talento para ser escritor.

¿Y lo averigua al final?

Asistimos aquí a un fin de semana de una pareja con drogas, alcohol y desamor. Una orgía creativa. Ambos narran los hechos delictivos que van cometiendo de modo que el público nunca sabe si lo han vivido o bien si es algo ficticio. El espectador debe decidirlo. Realidad y ficción se revuelcan en nuestra propuesta.

Para ti hay dos temas-clave: el viaje y la utopía.

Si rascamos el fondo de “Consejos”, más bien encontramos una “distopía”: Se trata de un ejercicio revolucionario y criminal con personajes que no persiguen ni un mundo más justo ni mejor. Uno de ellos está descarrilado por su locura y el otro, por amor.

Tu vinculación al mundo artístico es un viaje a través de las artes escénicas y las visuales.

Siempre me planteo los espectáculos como una propuesta plástica: con la utilización de los colores, el espacio, los volúmenes. Porque los actores no dejan de ser volúmenes en un espacio. Yo estudié escultura y sé que en teatro “esculpes” objetos vivos y llenos de emociones. En nuestras “Confesiones”, conviven teatro, audiovisual y “performance”.

Para Bolaño, la novela habla de la violencia. ¿Cómo se representa esta en un escenario?

El  teatro requiere un lenguaje muy delicado: Las cosas siempre deben sugerirse. Porque si muestras todo al espectador, le quitas algo al mismo tiempo. En “Consejos”, hemos intentado tratar la violencia a través de la palabra, la imagen y, sobre todo, la rabia interpretativa de Clàudia Benito y Nao Albet, los actores que encarnan a la pareja protagonista, que se parece mucho a Bonnie y Clyde, a Sailor y Lula de “Corazón salvaje” o a los dos de “Asesinos natos”.

¿Qué papel juega la violencia en esta historia?

La novela pone el foco en el desencanto de la juventud barcelonesa durante la época de la Transición democrática española. La violencia de Bolaño y Porta es una gran lente de aumento con la que investigar qué hay en cada uno de nosotros, nuestras pulsiones como seres humanos. Utilizan la violencia como vehículo, como juego y en este sentido sus autores se avanzan a Tarantino.

Los autores definen su novela como una “película de aventuras”. E hicieron lo que les dio la gana. ¿Es eso aceptable en el arte?

Por supuesto. El arte es un terreno en el que no existen ni la moral ni el juicio. En él, el artista debe dar rienda suelta a sus neurosis, obsesiones y fantasmas para poder trabajar con libertad, desde la irresponsabilidad que supone ser un ser social. Con los derechos y obligaciones que ello conlleva. Es un terreno donde todo puede ser.

 ¿Qué tienen en común la alta cultura y la cultura pop?

La“alta cultura” la hacen personas que han abordado su arte con voluntad de romper y ahí conecta con la cultura pop, que busca quitar trascendencia a las cosas. Cuando James Joyce escribe “Ulises”, quiere romper con la tradición literaria de la novela inglesa del siglo XIX. Jim Morrison actúa de manera parecida: Utiliza el rock para vehicular su vocación poética, que traslada las fuentes clásicas a la California de los setenta mediante la tradición de la poesía maldita.

¿Qué aconsejaría Morrison a Joyce?

¡Los dos eran irlandeses! Se irían a tomar una botella de whisky y se emborracharían. Como Joyce también interpretaba ópera como barítono, quizás cantarían después unas coplillas de su tierra o bien se meterían un pico de heroína.

Ahora estás enfrascadísimo en nuevos proyectos.

Nuestra compañía Arsènic Art Studio está como residente en el Teatre Tantarantana de Barcelona. Y estrenaremos allí tres piezas cortas, una reflexión sobre tres pintores contemporáneos: Miquel Barceló, Nicolas de Staël y CyTwombly. Las estamos preparando como “work in progress” de menos de un mes. Estrenamos la primera este último fin de semana de abril y podréis ver las otras a finales de mayo y junio.

¿Qué supone para el artista y para su público una obra inacabada?

Yo siempre me planteo mis propuestas como bocetos. Para mí, toda aproximación a la obra de arte no es más que un intento. Además, cada vez hay un mayor público interesado por los procesos, que tiene ganas de husmear en el taller del artista.

Recomiéndame algo que hayas visto últimamente.

Soy muy exigente como espectador. Lo último que me gustó fue “Rosas Drumming live” de Anne Teresa De Keersmaeker en el Mercat de les Flors: ¡una maravilla!

¿Cómo ves el panorama escénico actual?

Barcelona vive un momento muy interesante: compañías jóvenes muy necesarias con nuevos enfoques dramatúrgicos, actorales o de producción. Como una especie de “argentinización” de la escena catalana contra el aburguesamiento… La programación de la Sala Àtic 22 del Tantarantana está dejando oír voces muy interesantes a un ritmo vertiginoso.

Mi grabadora se repondrá. Pero antes prefiere seguir excediéndose.

por Juan Marea

http://arsenic.cat/

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Clàudia y Nao Bien Aconsejados

Crítica teatral: El policía de las ratas, en el Teatre Lliure.

img_9577¿Cuál es el mundo de las ratas? ¿Cómo viven? ¿Qué clase de comunidad crean? ¿Una parecida a la humana? y si es así ¿qué lugar ocupan en ella el arte o la ciencia? Estos son algunos de los temas por los que transita El policía de las ratas, la adaptación llevada a cabo por Àlex Rigola del cuento de Roberto Bolaño en cartelera en el Teatre Lliure hasta el próximo 24 de noviembre.

Rigola nos presenta una experiencia teatral basada en el texto de intriga y crítica social compuesto por el escritor y poeta chileno en el que Pepe «el Tira», una rata policía, solitaria y perteneciente a una familia de ratas artistas, se enfrenta a un misterio: el hallazgo de dos ratas asesinadas, una hembra y otra bebe. Algo demasiado insólito en una sociedad, la de las ratas, donde el asesinato no existe y donde el trabajo y la colectividad se imponen sobre todo lo demás. Pepe iniciará entonces una investigación para esclarecer la causa de los asesinatos y detener al culpable de los mismos, luchando al mismo tiempo contra los tabús y los espejismos sociales.

El policía de las ratas es una reflexión sobre la realidad social humana, sobre el lugar que ocupan el arte y la ciencia y sobre el papel de la individualidad en el colectivo humano. La propuesta se construye a partir de una atmósfera de intriga y misterio potenciada por la puesta en escena de la obra. La adaptación nos presenta, así, una situación tenebrosa, aunque a veces es también agobiante y poética, construida a partir de una magistral sencillez escénica.

La obra se desarrolla sobre un escenario en el que predominan las tonalidades en blanco y negro, como haciendo referencia al género negro que subyace en la narración de Bolaño. El atrezo es mínimo, casi inexistente, compuesto por dos sillas, dos micrófonos, una bolsa de sangre y el cadáver de una rata. Si a este minimalismo le sumamos el hieratismo proyectado por los actores obtenemos como resultado un espectáculo en el que predomina la palabra, hecho que obliga al espectador a centrar su atención en la figura y la voz de los actores y de esta forma en el desarrollo del cuento escenificado de Bolaño.

img_9509Una historia que nos sirve para reflexionar sobre el papel del individuo dentro de la sociedad. Una cavilación representada en la voluntad de la rata Pepe de ser diferente, de adentrarse en experiencias que la colectividad rechaza y en poner en duda verdades que la comunidad da por establecidas. De ahí que la rata protagonista se empeñe en investigar unas muertes que la mayoría, siguiendo el dogma oficial, da por ataques de animales externos aunque los indicios criminales puedan indicar lo contrario.

La obra, además, nos permite especular sobre cuál es el papel del arte y la ciencia en nuestra sociedad. En el mundo de las ratas, el arte se ve como una peculiaridad extraña, más digna de lástima que de aprobación. Por su lado la investigación que lleva a adquirir conocimientos que pueden contradecir los dogmas oficiales en uso necesarios para mantener el orden y la vida en sociedad se consideran peligrosos para la comunidad, y por tanto se vetan siempre que es posible. Todo ello en una sociedad liderada por una rata reina, una descriptiva metáfora de los poderes políticos y financieros que controlan el mundo de los humanos.

Como ven la idoneidad de la obra no puede ser mayor, un hecho acentuado por el acierto de la puesta en escena y la interpretación sobria y mesurada de sus dos actores. Joan Carreras encarna a Pepe «el Tira», la rata policía que lleva a cabo la investigación en cuestión con una elogiosa formalidad y un perceptible peso interior; Andreu Benito encarna, por su parte, a diversos de los personajes secundarios que acompañan la investigación, con la prestancia y el refinamiento acostumbrados en él. Ambos no solo juegan con la interpretación sino también con la tonalidad y la impostura de sus voces, para proveer de mayor realismo y diversidad a sus interpretaciones.

El policía de las ratas es una ejercicio teatral que conecta con el yo interno e individual de cada uno de nosotros y nos obliga a analizar el funcionamiento de las sociedades humanas, fijándonos, irónicamente, en la colectividad formada por las ratas. Y nos permite reflexionar sobre el peligro que comporta el desarrollo del espíritu crítico en una sociedad como la nuestra dominada por poderes que ven en esta cualidad humana una amenaza para el status quo existente. Un peligro para la propia sociedad sobre todo en una época como en la que vivimos en la que el equilibrio y la justicia social están en retroceso.

«El policía de las ratas» se representa en el Teatre Lliure de Gràcia del 31 de octubre al 24 de noviembre de 2013.

Autor: Roberto Bolaño
adaptación y dirección: Àlex Rigola
Compañía: Heartbreak Hotel
intérpretes: Andreu Benito y Joan Carreras
Escenografía: Max Glaenzel y Raquel Bonillo
Vestuario: Berta Riera
Iluminación: August Viladomat
Producción: Teatre Lliure y Heartbreak Hotel

Idioma: castellano
Duración: 55 minutos sin pausa
Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21 horas y domingos a las 18 horas.
Precio: 29 €; miércoles y sábados por la tarde días del espectador, 22 €
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Jorge Pisa Sánchez