73 raons per deixar-te es una esplendida comedia romántica con golpes amargos y tristes, pero esa es la realidad de sentir el amor. Una montaña de todo tipo de sensaciones.
La obra empieza de forma abrupta, pues una relación se acaba de romper y los protagonistas se echan en cara mutuamente todo lo que no soportan el uno del otro, en un in crescendo musical que da título al espectáculo. Tras ello la representación nos va guiando por las diversas etapas de la relación que mantuvieron los dos protagonistas, con certeras y divertidas canciones que son pequeños actos muy medidos y bien ejecutados. Nos sentiremos identificados con el flechazo; la sin razón del enamoramiento: la fuerza del amor en los primeros años de convivencia; las primeras notas discordantes; las diferencias de enfoque sobre la vida o el desgaste de la relación, esta última idea trasladada de forma muy divertida en una escena que nos muestra hábilmente la rutina diaria de una pareja. Mención especial para la pieza “Próxima estación” por su ingeniosidad y desempeño.
La obra plantea todo esto y más y lo hace con la fuerza de las canciones. Mercè Martinez y Marc Pujol son la pareja analizada y se mueven como pez en el agua con una interpretación que exige movimiento, dinamismo, complicidad y por supuesto dotes musicales. Pero cuando una relación se rompe también afecta a familiares y a amigos. En la obra Abel Folk es el padre de ella, un personaje que impone seriedad, robustez, y sentido común a los hechos narrados. Por el otro lado tenemos a Mone Teruel, la madre del chico, que nos demuestra una vez más, aparte de una buena interpretación, su bellísima voz. Ambos son los narradores de la historia de amor y desamor y representan otras formas de enfrentarse a la misma. Los cuatro actores se desenvuelven muy bien sobre el escenario, acompañados de un decorado sobrio a la par que inteligentemente diseñado.
Según Guillem Clua, el autor del libreto, “Estamos hablando de amor. De cuando se acaba. Y esto ocurre siempre. Todas las historias de amor se acaban. Absolutamente todas” Y esto es la obra, que nos hará sonreír, pero también entristecer bajo la dirección teatral de Elisenda Roca y la divertida y contundente música de Jordi Cornudella, dirigida por Andreu Gallén.
En 73 raons per deixar-te, se mencionan muchas razones para acabar con una relación de pareja. Aunque en verdad la más devastadora es solo una, que no es mencionada, y que hace que todas las razones expuestas previamente no sean ya soportables. ¿Tiene, pues, futuro la pareja?
Esto último se lo pregunta alguien que la última vez que asistió a una representación en el Teatro Goya, de la obra Guapos & Pobres el musical, fue acompañado de su pareja. En esta nueva ocasión, con 73 raons per deixar-te, aún siento que ella ya no forme parte de mi vida. Si esto no es realidad…
Autor: Guillem Clua y Jordi Cornudella
Dirección de escena: Elisenda Roca
Libreto: Guillem Clua
Música: Jordi Cornudella
Dirección musical: Andreu Gallén
Reparto: Abel Folk, Mercè Martínez, Mone Teruel y Marc Pujol
Músicos: Andreu Gallén (piano) y Víctor Pérez (violín)
Movimiento: David Pintó Codinasaltas
Escenografía: Ricard Prat y Coll
Vestuario: Laia Cambrils
Iluminación: Kiko Planas (A.A.I.)
Sonido: Raimon Segura (Rai)
Caracterización: Toni Santos
Producción: Focus y Bitò Produccions
Horarios: de martes a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 18:30 y 21:00 horas y domingo a las 18:30 horas Precio: 24 € Idioma: catalán Duración: 1 hora y 45 minutos
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De tanto en tanto se estrenan en Barcelona obras de teatro o espectáculos recreativos, que lo único que pretenden es divertir y hacer pasar un buen rato al público. Este es el caso de Pels pèls, comedia-thriller escrita por Paul Pörtner en 1963, dirigida por Abel Folk e interpretada por Jofre Borràs, Àlex Casanovas, Mercè Comes, Pep Planas, Beth Rodergas y Pep Sais, ¡un espectáculo interactivo donde el público tiene mucho que decir!
«Pels pèls es la historia de un asesinato cometido en una peluquería, que implica a todos los protagonistas: el peluquero, su ayudante y los cuatro clientes. Y para resolver el caso, el público juega un papel activo, ayudando a los Mossos d’Esquadra encargados de solucionar el crimen, a encontrar al culpable».
Pels pèls es una obra de éxito mundial. No solo es el espectáculo de teatro no musical con más continuidad en los escenarios internacionales después de La ratonera de Agatha Christie, sino que ha sido traducida a once idiomas recibiendo varios premios, y en Cataluña ha sido representada en dos ocasiones, la primera en el Teatre Victòria, en 1987 dirigida por Pere Planella, y la segunda en 2006 en el Teatre Borràs, dirigida en esa ocasión por el mismo Abel Folk.
Pels Pèls nos propone una comedia-thriller que se convierte en un divertimento interactivo. Como seguro que muchos de los que lean esta reseña ya saben, el público presencia un crimen sobre el escenario. Una vez cometido el asesinato los asistentes se verán obligados a ayudar a los mossos d’esquadra en la reconstrucción de los hechos y más tarde dispondrán de un turno de preguntas para intentar descubrir quién de los cuatro sospechosos, estos es Jofre Borràs, Mercè Comes, Beth Rodergas o Pep Sais es el asesino.
La comedia, así, rompe rápidamente las barreras que la separan del público generando una corriente de participación que convertirá a los espectadores en coparticipantes en el espectáculo. Por lo que los actores y sus interpretaciones han de contar con un alto grado de improvisación, dando pie al público a colaborar, si bien, dirigiendo la obra por las vías del relato establecido.
Nos encontramos, así pues, más ante un espectáculo que una obra de teatro, en el que las aptitudes y las actitudes de los actores y actrices son básicas. De esta forma el reparto realiza un trabajo coral, interpretando a los sospechosos y a los dos mossos que dirigirán la investigación. Encarnando a estos últimos encontramos a Pep Planas, muy acertado en su interpretación de un agente profundamente catalanista y a Àlex Casanovas, el oficial que dirige la investigación y la participación del público en la representación, al que se le nota que aún no ha cogido el tono requerido (al menos la noche del estreno). Por lo que respecta a los sospechosos, Jofre Borràs, Mercè Comes, Beth Rodergas y Pep Sais, todos se muestran muy metidos en sus papeles. Aún así destacan tanto Mercè Comes como Jofre Borràs, que proveen a sus interpretaciones de un gran sentido cómico.
El texto de Pels pèls ha sido actualizado para convertir su trama en algo más cercana a los espectadores del 2015, viéndose la mano del director en el trazado de los personajes y en lo correcto que avanza la trama, teniendo en cuenta que las preguntas y la colaboración de los espectadores pueden ser todo lo singular y sorprendentes que uno se pueda imaginar.
Así que ya lo sabe, si quiere no solo pasárselo bien con una comedia clásica, sino que desea participar en su desarrollo, no lo dude un segundo más. Prepárese a asistir a la representación de Pels Pèls, esté todo lo atento que pueda a lo que sucede sobre el escenario y tenga en cuenta que será el propio público el que realmente decidirá el final de la obra.
Autor: Paul Pörtner
Dirección: Abel Folk Versión: Marilyn Abrams y Bruce Jordan
Adaptación: Guillem – Jordi Graells
Reparto: Beth Rodergas, Pep Planas, Jofre Borràs, Pep Sais, Àlex Casanovas y Mercè Comes
Escenografía: Montse Amenós
Vestuario: Emma Escolano
Iluminación: Jaume Ventura
Espacio sonoro: Jordi Bonet
Caracterización: Toni Santos
Horarios: martes a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas. Precio: 24 -28 € Idioma: catalán Duración: 1 hora y 50 minutos aproximadamente (incluido entreacto)
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Uno tiene la sensación de que el tiempo no avanza igual para todos, y que a veces un acontecimiento intenso puede paralizar su normal fluir y hacer que ese suceso vague como un espectro a partir de entonces e interfiera en el normal acontecer de la vida de una persona cualquiera. Sobre esta especulación se estructura la trama de L’última trobada, una obra de Christopher Hampton, basada en la obra de Sándor Márai, dirigida por Abel Folk e interpretada por él mismo junto a Jordi Brau y Rosa Novell.
“Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron elegantes veladas en salones decorados al estilo francés llenos de música de Chopin, ha cambiado radicalmente de aspecto. El esplendor de antes ya no existe, todo anuncia el final de una época. Dos hombres que de jóvenes habían sido amigos inseparables, se reencuentran después de 41 años sin haberse visto. Uno de ellos ha pasado mucho tiempo viviendo en el Extremo Oriente, el otro, en cambio, no se ha movido de su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una singular fuerza.”
L’última trobada es una obra en la que su intensidad y su acierto residen, principalmente, en el texto sobre el que se construye. De ahí que la maestría a la hora de tratarlo sea crucial en el resultado final del proyecto. Partimos de una obra del literato, periodista y dramaturgo húngaro Sándor Márai, de una admirable adaptación para el teatro de la mano de Christopher Hampton y de una translúcida dirección por parte de Abel Folk, en la que la novela se convierte casi en un monólogo en el que la amistad, la lealtad, la fidelidad y como no, sus opuestos, se manifiestan con vigor.
Todo comienza con los preparativos de la recepción de Konrad (Jordi Brau) en el castillo de Henrik (Abel Folk). Algo trascendente está a punto de ocurrir y será el texto, solemnemente interpretado por Folk y Brau, el que guiará la intensidad de la obra grado a grado hacia una erupción final inevitable, en la que la verdad se materializa de forma funesta para el espectador. Así, la primera enhorabuena se la lleva una adaptación afilada y meticulosa que se construye paso a paso sobre el escenario.
La segunda felicitación se la merece la dirección y la puesta en escena de la obra. Folk apuesta por una transparencia que muestra al espectador la “intimidad” de la obra de teatro desde el minuto uno. De ahí que los que accedan pronto a la sala podrán ver cómo se prepara el escenario y cómo los actores son maquillados minutos antes del inicio de la obra. Esta transparencia y el desvanecimiento de la cuarta pared se mantienen a lo largo de la representación a través de las continuas indicaciones que los actores realizan al cuerpo técnico del teatro y de su propia interpretación.
Y no puedo finalizar con los enhorabuenas sin señalar la fortaleza y el coraje de la actriz Rosa Novell, que tras una dura enfermedad regresa a los escenario con problemas de visión y ayudada por una asistente, pero que demuestra hasta dónde puede llegar la valentía de una actriz de teatro. Quede manifiesto que donde no llega la fragilidad del cuerpo alcanza la profesionalidad y el esfuerzo de la actriz.
La acción que se nos narra sobre el escenario toca de pleno los sentimientos y las emociones y nos habla de otras épocas, de otras formas de pensar y de entender la vida. De ahí que se sitúe en el periodo entre los dos grandes conflictos armados que afectaron al mundo y lo transformaron para siempre. Y es de eso y de los efectos de nuestras propias acciones de lo que nos habla la obra. Los tres personajes principales de la historia formaron en el pasado un triángulo amoroso, que no se pudo o no se supo finalizar apropiadamente. De ahí que la marcha de uno de ellos a Oriente no solo comportara un cúmulo de tristeza y añoranza, sino que provocó que las existencias de todos ellos quedaran afectadas para siempre. Por eso sus vidas requieren de un encuentro final en el que la verdad se destape y la realidad se haga evidente para todos, tanto para los personajes como para el público asistente.
L’última trobada es un tour de force en el que destaca la actuación de Folk, que asume el auténtico protagonismo de la obra que está diseñada para hacer brillar su carácter interpretativo. Junto a él Jordi Brau ejerce de “sparring” actoral. Novell, como indicábamos, reaparece sobre el escenario y se apodera de los minutos en los que está sobre él. Una propuesta que nos permite reflexionar sobre nuestras emociones y nuestros sentimientos a medida que las emociones y los sentimientos de los personajes se van materializando sobre el escenario y nos permite ser testigos del fin de una forma de entender el mundo y el inicio de la modernidad que comportó la llegada, definitiva, del siglo XX.
“L’última trobada” se representa en el Teatre Romea hasta el 23 de noviembre de 2014.
ESPECTÁCULO PRORROGADO hasta el 24 de mayo en La Villarroel.
Autor: Christopher Hampton (Obra basada en la novela de Sándor Márai)
Dirección: Abel Folk
Reparto: Abel Folk, Jordi Brau y Rosa Novell
Espacio escénico y diseño de luces: Paco Azorín
Vestuario: Maria Araujo
Diseño de sonido: Jordi Bonet
Caracterización: Toni Santos
Ayudante de dirección: Pep Planas
Producción: Teatre Romea y Faig Produccions
Horarios: martes, miércoles y jueves a las 20:30 horas; viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:00 y a las 20:30 horas y domingos a las 18:00 horas. Precio: de 24 a 28 € Idioma: catalán
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Una de las claves del teatro y más en esta época de postmodernismo político, artístico y social, es la capacidad que tiene de transportar al escenario la realidad más cotidiana y azarosa, esperpéntica en algunas ocasiones, y examinarla desde múltiples y variados puntos de vista. Esto es lo que se ha propuesto el Teatre Condal con la programación de Sí, primer ministre, obra escrita por Antony Jay y Jonathan Lynn sobre el original que ellos mismos crearon para la popular serie televisiva del mismo título que se emitió en la BBC entre los años 1980 y 1988. Una sátira política dirigida por Abel Folk y que agrupa a la Focus-troupe (Joan Pera, Carles Canut i Ferran Rañé) a la que se suman Dafnis Balduz, Victòria Pagès i Marta Angelat.
La trama de la obra se desarrolla en lo que se podrían considerar las bambalinas del poder. El acuerdo económico que puede salvar a la Unión Europea está fracasando debido al individualismo egoísta de los diferentes países, con Inglaterra al frente, siempre reticente a actuar de forma conjunta con el continente, y más en materia económica. La única posibilidad de salvación es la propuesta del gobierno de Kumranistán relacionada con la explotación de sus enormes reservas de gas y la construcción de un gasoducto que una su país con Europa. Si bien las exigencias del embajador kumranistaní exceden con mucho las leyes y la moral occidental. ¿Accederá el gobierno inglés, liderado por el primer ministro Hacker, ante tales imposiciones? ¿Estarán los políticos ingleses a la altura de las circunstancia?
Abel Folk se pone al frente de un proyecto con una «denominación de origen» que promete entretenimiento y cargas de humor británico a discreción, no solo debido al buen hacer de sus autores sino también a la situación que describe la obra y a su actualidad, que vivimos día a día a través de los informativos. Sí, primer ministre se nos hace creíble porque la triste realidad, en este caso, supera la ficción.
Lo primero que nos sorprende es el decorado de la obra: una gran sala, la de la residencia de campo del primer ministro británico, con una decoración a la inversa donde se nos muestra una miríada de marcos de cuadros vacíos, que nos quieren avisar de lo hueca que está y ha estado siempre la actividad política. El juego de contradicciones se potenciará más tarde cuando, tras el entreacto, veamos como el decorado se ha invertido, que lo que estaba delante está ahora detrás, como materializando las vueltas y revueltas que la política obliga a dar a todo, principalmente a través del malsano uso de las palabras, con el objetivo de lograr sus metas.
En el despacho del primer ministro inglés podremos ver de todo: despropósitos varios, mentiras, marketing, corrupción, rivalidades políticas, deshonestidad, tráfico de influencias… en resumen, lo que estamos acostumbrados a hallar en cualquier despacho en el que se haga política. Algo que nos recuerda, seguro, los sobresueldos de Bárcenas y de la cúpula del PP; los casos de corrupción cada vez más comunes tanto en la Comunidad Valenciana, como en las Islas Baleares, en Catalunya o en cualquier comunidad autónoma que se precie; las «presuntas» irregularidades económicas perpetradas por el Instituto Nóos, realidades todas ellas donde aflora la inmoralidad y la avaricia de nuestros representantes políticos, ya sean de un color u otro.
Pero no se piensen que Sí, primer ministre, es un drama inquietante y revelador, sino que, como les decía, es una comedia ácida y satírica, de aquellas que poseen dobles juegos, triples relecturas, gags continuos y un suspense cómico que se desarrolla a lo largo de la obra. Algo que no podía ser de otra forma conociendo la serie en la que se basa la obra y el saber hacer de sus artífices.
Sí, primer ministre representa, sin embargo, un cambio en relación a las obras «made in Pera». Este es posiblemente su hándicap más pronunciado, ya que no está en la línea de lo que espera un fan del actor. El tipo de personaje y el humor interpretado por Pera en esta obra no es el habitual, hecho este que puede contrariar a los espectadores. Algo de esto se pudo observar el mismo día del estreno, al no producirse las habituales avalanchas de carcajadas que genera cualquier interpretación de Pera, y al constatarse que muchos de los gags de doble sentido típicamente británicos pasaban inadvertidos a la mayoría del público. Algo debido a las circunstancias propias del estreno pero también a una formalidad excesiva y a una ambientación que mantiene una toque demasiado británico para las latitudes catalanas en las que nos hallamos.
Por el contrario, la obra está plagada de ese humor inteligente que se atreve con todo: con la mediocridad política encarnada en la persona del primer ministro (que diferente, verdad, de la realidad española!!); con la falta de decencia de los políticos, con el todo vale; con los juegos de influencia y los retiros de oro…
La obra requiere de un esfuerzo intenso por parte de sus actores protagonistas. Pera y Canut aportan su veteranía y su presencia para dar cuerpo a los protagonistas principales: el primer ministro amenazado por una realidad política que le supera, y el viejo halcón de la política y consejero principal de Pera. Dafnis Balduz y Victòria Pagès encarnan a los subalternos oficiales, si bien con algunos altibajos, como si no se acabaran de creer la indigna grandeza de sus personajes. Ferran Rañé da vida al embajador del Kumranistán, en un trabajo muy secundario, como el de Marta Angelat, que encarna a la directora general de la BBC, y que nos sirven para ser conscientes de las diferencias culturales existentes entre los países, a veces enriquecedoras y a veces no tanto, o de las sombrías e íntimas afinidades que mantienen la política y los medios de comunicación.
Sí, primer ministre se convierte, pues, en un ejercicio de autocrítica, y más en un país como el nuestro afectado por la crisis económica, y lo que es más triste, por la peste de la corrupción política general, que nos permite no obstante reírnos de nuestros propios males de la mano de la precisión del humor inglés, y de la amabilidad de la comicidad «made in Pera«, pero recuerden, en un registro que no es el suyo habitual.
«Sí, primer ministre» se representa en el Teatre Condal del 19 de enero al 7 de abril de 2013.
Autores: Antony Jay y Jonathan Lynn
Versión y dirección: Abel Folk
Reparto: Joan Pera, Carles Canut, Dafnis Balduz , Victòria Pagès , Ferran Rañé y Marta Angelat
Escenografía: Paco Azorín
Iluminación: Jaume Ventura
Vestuario: Laia Muñoz
Diseño de sonido: Jordi Bonet
Caracterización: Toni Santos
Realización y edición audiovisual: Joan Riedweg
Horarios: de martes a viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:00 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas. Precio: de 30,5 a 32 €. Duración: 2 horas y 15 minutos, con 15 minutos de entreacto Idioma: catalán
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Si tuviéramos, al final de la temporada teatral, que decidir qué teatro ha estrenado en Barcelona no la mejor obra sino la mejor programación en conjunto, no sería extraño que muchos se decantaran por el Teatre Nacional de Catalunya. Su éxito en este aspecto se debe en parte al presupuesto, porque engañarnos, pero también al acierto en la elección y la puesta en escena de las obras que programa y a la solvencia de los artistas y profesionales que actúan y trabajan en ellas.
Y un claro ejemplo de lo que digo lo manifiesta la programación de La Bête, de David Hirson, una comedia adaptada por Joan Sellent y dirigida por Sergi Belbel que analiza de forma brillante el teatro a través del teatro.
Hirson nos sitúa en la Francia de mediados del siglo XVII. El príncipe Conti (Abel Folk) quiere proveer de nuevos aires creativos a la compañía de teatro de la que es mecenas. El aristócrata está algo aburrido de los tediosos dramas escritos últimamente por el gran dramaturgo Elomire (Jordi Boixaderas), y quiere dar a las obras de la compañía un toque más alegre, mundano y popular, con la incorporación de Valere (Jordi Bosch), uno de los autores con más éxito del momento, cuyas obras aunque no poseen demasiada calidad artística tienen un gran éxito de público.
Así, pues, la voluntad del príncipe Conti generará el enfrentamiento entre dos formas de entender el teatro y la vida: la alta cultura que representa Elomire y el teatro más popular y de entretenimiento que defiende Valere.
La obra de Hirson, estrenada originalmente en el año 1991, trata un tema polémico en la actualidad que no es otro que esa dramática oposición entre el producto teatral (léase cultural) con aspiraciones artísticas y el mero producto de entretenimiento producido para satisfacer y agradar masivamente. Un debate que se me antoja muy propio de los siglos XX y XXI, en los cuales, y por primer vez en la historia, el consumo cultural se ha difundido entre todos los sectores de la sociedad, y avanza a pasos agigantados con el desarrollo de internet y las nuevas tecnologías. Lo que muchas veces ha provocado un desarrollo excesivo del entretenimiento cultural en antítesis con la cultura entendida como arte.
Hirson traslada dramatúrgicamente este debate cultural al siglo XVII, el siglo de Moliere, uno de los iconos del teatro mundial y del que Elomire toma su nombre por medio de un juego anagramático. Belbel ha realizado una magnífica adaptación y dirección de la obra, que ha sufrido, por desgracia, el menoscabo de la pérdida de su intérprete principal, Anna Lizaran, que debido a problemas de salud se vio obligada a abandonar los ensayos. Si bien su relevo, por parte de Jordi Bosch, ha sido, a pesar de las circunstancias, y sin duda alguna, un acierto total, ya que el actor provee a su personaje de un toque burlón y popular de sobras necesario en la obra.
Pero bien, vayamos a la reseña propiamente dicha. La Bête nos deslumbra desde su inicio. Y para ello no necesita de grandes escenarios ni de efectos de atrezo magníficos, tan solo de un texto bellísimo, adaptado del original en verso por Joan Sellent, y que aporta una gran belleza poética a la obra. Sobre el entramado textual se ha creado una escenografía sencilla pero bella también que marcará el referente espacial de la obra, y que nos muestra un sencillo ambiente teatral donde ensaya sus obras la compañía de Elomire.
Y como broche final el atractivo del espectáculo se construye en base a las grandes interpretaciones de los actores que integran el reparto, en las que destaca, sobre todo, Jordi Bosch, que deslumbra con la comicidad y la incontinencia poética que emana de su personaje. Bosch se deja llevar, en el buen sentido de la palabra, y se empapa de la vulgaridad y el exhibicionismo del zafio Valere, y nos fascina con los largos discursos en verso que su personaje declama en diversos momento de la obra. Su rival en escena es Jordi Boixaderas, que da vida a Elomire, un autor intelectual y valedor del teatro como obra artística y de reflexión y contrario a degradar el arte a mero entretenimiento grosero y vulgar, pero que se ha convertido en un autor aburrido que no conecta ya con el público.
El resto de actores quedan relegados, decisión del propio autor de la obra, a un segundo plano, del que solo se liberarán en parte en el segundo acto de la obra. Tan solo la actuación de Carles Martínez, que interpreta a Bejart, el hombre de confianza de Elomire, consigue individualizarse en esta neblina actoral de carácter unamuniano, hecho que le permite tomar algo más de presencia en el desarrollo de la representación.
Y la temática, como les decía, no deja de ser interesante en la propia trama y en su traslación al mundo en el que hoy vivimos. ¿El arte por ser arte ha de mantener siempre un carácter elevado? ¿Existe alguna forma de que la alta cultura, representada por los aburridos dramas que escribe Elomire, pueda agradar a una población que busca principalmente entretenimiento en los sectores de la cultura como el teatro, el cine o la literatura? ¿El arte, el entretenimiento y el consumo popular pueden llegar a entenderse, o el resultado siempre será una traición artística y una concesión hacia lo popular, hacia lo comercial?
La Bête trata, en su desarrollo, otros temas como el papel del mecenazgo personificado en la actividad de patrocinio del príncipe Conti, cuya magnanimidad económica permite a la compañía de Elomire subsistir dignamente, pero que comporta una cadena creativa que también la tiraniza, y que, por otra parte, da inicio al argumento. Un tema este candente en un mundo como el nuestro en el que el arte depende, en muchos casos, de las subvenciones del Estado y de los límites que estas imponen en sus exigencias o en sus concesiones. Otra temática que analiza la obra es la labor de la crítica y el papel que esta juega en el mundo del teatro, y que parece en crisis con la consolidación de la sociedad de la comunicación y de la sobreabundancia de información que esta comporta.
La Bête, como les decía, es una reflexión sobre el teatro desde el mismo teatro, pero al mismo tiempo es un deleite: por su texto en verso, por su humor elevado, por sus magníficas interpretaciones; por un decorado espectacular de pequeño formato y porque pone sobre el escenario, y nunca mejor dicho, el debate sobre la cultura.
Todo esto y más lo hallarán en La Bête, y además se lo pasarán en grande con la sillería artística y poética con la que está construida la obra. Una oportunidad que, espero, no se pierdan.
“La Bête” se representa en el TNC del 24 de octubre al 25 de noviembre de 2012.
Autor: David Hirson
Traducción: Joan Sellent
Dirección: Sergi Belbel
Reparto: Jordi Boixaderas, Carles Martínez, Gemma Martínez, Pepo Blasco, Míriam Alamany, Manuel Veiga, Anna Briansó, Jordi Bosch, Abel Folk y Queralt Casasayas
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: Maria Araujo
Iluminación: Kiko Planas
Sonido: Jordi Bonet
Movimiento: Anna Briansó
Caracterización: Toni Santos
Producción: Teatre Nacional de Catalunya y Bitò Produccions
Horarios: de miércoles a viernes a las 20:00 horas; sábado a las 21:30 horas y domingo, 18:00 horas. Precio: de 19,05 a 38,09 € Duración de la obra: 2 horas y 40 minutos (entreacto incluido)
Cada cop és més habitual trobar actors famosos per les seves intervencions televisives en el repartiment d’una obra teatral, una opció que generalment és garantia de teatres plens. Així no és d’estranyar que en l’estrena, el passat 7 de novembre, d’Els 39 esglaons fos realment complicat trobar seients buits a la platea del Club Capitol per veure aquesta proposta imaginativa que barreja l’argument clàssic de les novel·les d’espies amb l’humor anglès i que protagonitzen quatre conegudíssims intèrprets.
El Club Capitol ens planteja un interessant viatge: anem al Londres de l’any 1935, on trobarem Richard Hannay, un dandi aventurer que, avorrit a la ciutat, decideix anar al teatre sense imaginar que aquesta decisió li canviarà la vida. Allí coneixerà Annabella, una autèntica femme fatale que li proposarà acabar la nit al pis d’ell; a l’apartament, però, la dona és assassinada, víctima d’una conspiració d’espies. Així Hannay es veurà obligat a fugir cap a Edimburg, on buscarà l’únic home que, segons Annabella, el podrà ajudar a resoldre la situació. Però no li resultarà gens fàcil sobreviure…
L’obra Els 39 esglaons que ara estrena el Club Capitol està basada en l’adaptació humorística que va signar Patrick Barlow, l’any 2006, de la pel·lícula d’Alfred HitchcockThe 39 steps (versió cinematogràfica d’un llibre de John Buchan, publicat l’any 1914). Per tant, és inevitable referir-se a la novel·la original i als anys en què va ser escrita, època convulsa anterior a la guerra, per trobar sentit a l’argument d’Els 39 esglaons: l’eterna lluita entre bons i dolents, aliats i alemanys, en constant conflicte per esbrinar els secrets de l’enemic utilitzant espies per aconseguir-ho.
El resultat, doncs, és una obra que barreja les històries d’espies que tant ens han fet somiar amb l’humor anglès (en aquest cas la balança s’inclina a favor dels riures en detriment de la intriga), i és en aquest punt quan entren en escena els quatre actors protagonistes: no descobrirem ara el talent de Jordi Ríos, Mireia Portas i David Olivares, tots ells amb anys d’experiència interpretant personatges humorístics, un excel·lent trio que es va multiplicant en diversos personatges (en l’hora i mitja que dura l’espectacle fan tots els papers del film, gairebé 100 personatges) a qui s’ha sumat un fantàstic Abel Folk com l’aventurer que ha d’escapar de la policia i, en la seva fugida, no pot evitar que el seu encant natural captivi totes les dones que es va trobant.
Els moments més destacats d’Els 39 esglaons són, indubtablement, aquells que protagonitzen Ríos i Olivares, instants en què només amb un simple intercanvi de barrets passen a interpretar un paper diferent, unes actuacions esquizofrèniques que els permeten exercir de policia i, tot seguit, de venedor de diaris o de viatger del tren, escenes que potencien la capacitat gestual dels actors, pura comicitat que farà les delícies de tots els espectadors.
En Els 39 esglaons és important, també, la imaginació del públic ja que no existeix una escenografia fixa, i els elements disposats poden tenir funcions diferents a les habituals (una maleta pot servir per guardar-hi roba, però també com a seient de tren); a fi d’estimular aquesta imaginació s’inclouen les ombres xineses creades per Sergi Buka, imatges que ajudaran els espectadors a seguir la història (fins i tot amb una fugaç aparició del mateix Hitchcock).
En canvi les llacunes de l’obra s’observen en la impossibilitat de mantenir, constantment, el trepidant ritme que precisa l’acció; d’aquesta manera els gags més divertits contrasten en excés amb escenes menys afortunades. A més, pretendre conservar els mateixos escenaris de la pel•lícula és un error, ja que obliga els actors a fer un esforç extra, entrant i sortint a gran velocitat amb els elements necessaris per cada instant, i això els fa perdre credibilitat. Tampoc convencen els gags propis de teatre dins del teatre, com quan un dels actors atura una escena clau per interpel·lar els seus companys, un recurs que trenca innecessàriament la màgia de l’obra i desconcerta l’espectador.
Els 39 esglaons és, en definitiva, una obra benintencionada, amb alguns moments brillants, però segurament llastrada per voler encabir-hi tots els elements de la pel•lícula, un resultat que deixa insatisfet el públic, que en sortirà amb la sensació d’haver passat una estona agradable però no tan extraordinària com a priori esperava.
Els 39 esglaons es podrà veure al Club Capitol fins al 26 de febrer de 2012.
Autor: John Buchan i Alfred Hitchcock
Versió catalana i direcció: Abel Folk
Basada en l’adaptació teatral de Patrick Barlow
Intèrprets: Jordi Ríos, Mireia Portas, David Olivares i Abel Folk
Adaptació escenogràfica i vestuari: Montse Amenós
Il•luminació: Jaume Ventura
Ombres: Sergi Buka
Banda sonora: Jordi Bonet
Caracterització: Toni Santos
Idioma: català Durada: 1 hora i 30 minuts Horaris: de dimecres a divendres a les 21:00 hores; dissabte a les 18:00 hores i a les 21:00 hores; diumenge a les 18:00 hores Preu: 22 € i 28 €
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Escrit per: Robert Martínez Colomé