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Crítica teatro: La gran ofensa, en la Sala Barts

Como ya sabéis el teatro en Barcelona ha pasado y está pasando una época complicada, derivada de los efectos provocados por la pandemia de Covid-19. Aún así, y con ganas de mantener su espíritu provocador y combativo, el pasado 28 de diciembre se estrenó en la Sala Barts, La Gran ofensa, una obra de teatro que reflexiona sobre los límites del humor. Una consideración, creo, interesante y oportuna en el mundo en el que vivimos, en el que cómicos como Dani Mateo y Guillermo Toledo, por citar solo los casos más conocidos, han tenido que vérselas en los juzgados.

«Sergio (Cristian Valencia) y Bernat (Dani Amor) son dos cómicos que están empezando a despuntar en el dificilísimo mundo de la comedia. Pero cuando todo parecía que iba sobre ruedas son demandados por uno de sus chistes por Mateu (Artur Busquets). Con la ayuda de María Pilar (Betsy Túrnez), una abogada de dudosa reputación, Sergio y Bernat intentarán no acabar en prisión y que la opinión pública no acabe con ellos».

Pues bien, la obra ya alerta desde un buen principio que los temas que se van a tratar sobre el escenario y la forma en la que se van a tratar pueden «herir sensibilidades». ¿Estamos capacitados para aceptar que se haga humor, o que se hagan chistes, sobre temas como la violencia de género, la pederastia, el procés independentista y sus consecuencias o, y aquí está el meollo de la cuestión, sobre el atentado terrorista de las Ramblas de Barcelona del año 2017?

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Como veis son temas candentes y «política y socialmente controvertidos» sobre los cuales cuesta esbozar una tímida sonrisa en la butaca, y que permiten recapacitar sobre si el humor requiere de límites o no. ¿Puede lo cómico hacer referencia a cualquier aspecto de la vida personal y/o social por muy comprometida que sea su naturaleza?

El Terrat y La Bendita Compañía han producido este espectáculo que se mueve entre la comedia y, a ratos, la tragedia. Y de dar vida a esta propuesta se encargan en el aspecto actoral Dani Amor y Cristian Valencia que encarnan respectivamente al guionista y al cómico que, para conseguir notoriedad mediática, se disponen a representar un monólogo cómico en la televisión cuyo humor caustico y desacomplejado provocará las iras de Artur Busquets, uno de los afectados en el atentado de las Ramblas de Barcelona. El reparto se completa con la presencia de la abogada María Pilar (Betsy Túrnez / Agnès Busquets), que intentará defender el caso, y cuyo carácter provee a la obra de sus momentos más desenfrenados. Y es aquí donde humor, respeto, consideración y responsabilidad entran en liza. Se puede hacer humor sobre un acontecimiento traumático que ha provocado víctimas. ¿Qué pensáis al respecto?

La gran ofensa es una comedia que funciona y que nos lleva a reflexionar sobre un tema cada vez más candente, debido al auge cada día mayor de los contenidos digitales y de las redes sociales y de la exigencia de notoriedad en esos medios. Aún así, aunque la propuesta funciona y, aunque no lo creáis, os hará reír, a la obra le falta algo de punch cómico, esa energía que hace que la comedia fluya de forma constante. Un descuido, este, atribuible tanto a la creación y la dirección, en este caso en manos de Dani Amor, Oriol Pérez, Serapi Soler y Cristian Valencia que aunque valiente por la temática que se dispone a tratar, no acaba de despegar, y en parte a la interpretación que no acaba de sentirse del todo a sus anchas sobre el escenario.

Aún así, La gran ofensa nos permite, desde una vertiente cómica, considerar un tema, la linde del humor, en un mundo globalmente desarticulado y en el que el público, de forma interactiva, podrá valorar al final de la función si el humor de la gran ofensa se ha pasado de la raya o no.

«La gran ofensa» se representa en la Sala Barts del 28 de diciembre de 2020 al 17 de nero de 2021.

Dramaturgia: Dani Amor, Oriol Pérez, Serapi Soler y Cristian Valencia
Dirección: Oriol Pérez y Serapi Soler
Intérpretes: Dani Amor, Artur Busquets / Jon Arias, Betsy Túrnez / Agnès Busquets y Cristian Valencia
Escenografía: Noemí Costa
Diseño de iluminación: Adrià Rico
Producción: La Bendita Compañía y El Terrat

Horarios: de martes a jueves a las 20:30 horas, viernes a las 18:00 y a las 20:30 horas, sábados a las 20:30 horas y domingos a las 19:30 horas
Predio: A partir de 22€
Duración: 80 minutos
Idioma: espectáculo en catalán y castellano
NOTA CULTURALIA: 7,5
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Jorge Pisa

Crítica teatro: ‘La morta’ de Pompeu Crehuet, en la Sala Beckett

Bueno, vamos avanzando en esa Nueva Normalidad que, evidentemente, también afecta a las artes escénicas. Si la semana pasada os hablamos de The Scarlet Letter programado en el Lliure en el marco del Festival Grec, hoy lo hacemos de ‘La morta’ de Pompeu Crehuet en la Sala Beckett, espacio que retomó el pasado 1 de julio las representaciones de esta obra estrenada en marzo y suspendida poco después debido a la crisis provocada por el COVID-19.

«Marc Crehuet, dramaturgo en plena crisis creativa después del éxito de su obra El rei borni, recibe la visita del espectro de su bisabuelo, Pompeu Crehuet, que también era dramaturgo. Pompeu le pide que dirija su obra más exitosa para que la gente lo reconozca, por fin, como un autor canónico de las letras catalanas. Marc intenta esquivar la propuesta, pero la determinación de su bisabuelo es muy fuerte y se verá obligado a luchar para levantar una obra de principios del siglo pasado que parece no interesar a nadie, bajo la supervisión constante del fantasma de su bisabuelo».

La Beckett nos ofrece una tragicomedia que trata sobre el teatro y de aquellos que se dedican al teatro, en este caso un dramaturgo en horas bajas, que no consigue retomar el camino del éxito, hecho este que le vincula con la carrera de su bisabuelo, que no superó nunca el éxito de su primera obra de teatro.

La morta de Pompeu Crehuet

La obra se organiza, pues, en diferentes tiempos en los que se nos relata el día a día del dramaturgo Marc Crehuet y su crisis profesional y familiar. Por otra parte la representación incluye la puesta en escena de diversas escenas de La morta de Pompeu Crehuet, personaje no ficticio, que conste, lo que nos permite contemplar una obra de teatro catalán de principios del siglo XX.

El resultado de todo ello es una obra algo confusa en el relato que no acaba de exprimir toda su potencialidad, que la tiene. Y si no piensen: dramaturgo en crisis, fantasma de un antepasado desorientado y con ganas de revancha y un juego constante entre dramaturgia y metadramaturgia. El espectáculo se basa en una buena idea que enlaza con la historia familiar de los Crehuet, aunque no acaba de explotar la comicidad de las situaciones y de las actuaciones. En lo que respecta a las interpretaciones, tenemos a tres «bombas» cómicas, Xavier Bertran, Francesc Ferrer y Betsy Túrnez que no acaban de coger el tono humorístico que reclama la obra. Algo entendible debido al parón que ha sufrido la obra y las situaciones que todos hemos vivido, pero que le roba intensidad cómica a la representación.

Por otra parte destacamos la escenografía digital de la obra, un campo este que ofrece unas posibilidades espectaculares, tal y como podemos contemplar en la representación de la obra. Todo un acierto en la puesta de escena que permite a la obra jugar con el tiempo de representación y con los personajes y meter al espectador en la trama de una forma inesperada.

‘La morta’ de Pompeu Crehuet es una propuesta que aunque no alcanza el ritmo y la intensidad necesaria, se convierte en una opción fresca y en una comedia, algo trágica por momentos, que nos alegrará los calurosos días de julio. Una cierta recuperación de la normalidad que vale la pena.

Y recuerden, llegada y salida escalonada, gel hidroalcohólico y mascarilla en el interior de la sala. Algo que no debemos olvidar…

‘La morta’ de Pompeu Crehuet se representa en la Sala Beckett del 1 al 26 de julio de 2020.

Autoría y dirección: Marc Crehuet
Reparto: Anna Bertran, Xavier Bertran, Francesc Ferrer y Betsy Túrnez
Con la colaboración especial de: Laura Fernández y Eric Crehuet
Escenografía: Sebastià Brosa
Iluminación: David Bofarull (aai)
Caracterización: Mercè Sánchez
Audiovisuales: Francesc Isern
Producción: Sala Beckett

Horarios: de miércoles a sábado a las 20:30 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: 15€
Duración: 1 hora y 30 minutos
Idioma: catalán y castellano
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Oh, mami!, en el teatro Borràs

Hablar del teatro Borràs es hablar, ya lo sabes, de comedia. Y como no podía ser de otra forma, Oh, mami! es una comedia, y en este caso de reivindicación «sexual» femenina escrita por Oriol Vila, dirigida por él mismo y por Raquel Salvador, e interpretada por Anna Barrachina, Jofre Borràs, Artur Busquets, Octavi Pujades, Betsy Turnez y Joana Vilapuig.

«Tres amigas deciden abrir una tienda de cup-cakes pero la cosa no acaba de funcionar y deciden montar en el altillo de la misma tienda un segundo negocio, masajes íntimos para mujeres con final feliz…
Una comedia de líos y situaciones que se vuelven tan rocambolescas que abocan de forma inevitable a la risa y a la carcajada».

Oh, mami!, es una comedia de enredos con puertas y altillos. Una comedia que sorprende por la originalidad de la temática y por el mensaje actual y proactivo que conlleva, y que no es otro que la superación de la mujer, ya sea en el ámbito profesional (la puesta en marcha de un negocio) como en el ámbito familiar (superación de una situación de agravio emocional) y sexual (con final feliz, no digo más). Todo ello tratado, que quede claro, desde la comedia simpática y bienintencionada.

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La obra se nos presenta en un envoltorio atractivo y edulcorado, ya sea porque el meollo del asunto está relacionado con los dulces o cup-cakes que se preparan en el local que han abierto las tres protagonistas principales, o por el desarrollo amable de la trama, que nos hace recordar a una «comedia de sillón» y que tiene como principales ganchos el enredo provocado entre los dulces y el sexo (muy revelador) y por las tramas que engloban a los diferentes actores y actrices, acompañado todo ello por un escenografía sencilla pero también creativa.

La dirección de Raquel Salvador i Oriol Vila es más que correcta, como también la definición escénica y el desarrollo de la representación. En el apartado actoral encontramos diversos aciertos. En la representación destaca, como siempre, la interpretación de Betsy Turnez y su pareja en la comedia Artur Busquests. Es con la vis cómica de ambos de la que se nutre principalmente la obra. Octavi Pujades encarna de forma muy decidida al masajista que dará la solución empresarial al negocio; Jofre Borràs interpreta a diversos personajes con una soltura encomiable. Son, sin embargo, Anna Barrachina y Joana Vilapuig las que no acaban de alcanzar la comicidad necesaria para este tipo de comedia alocada, que a medida que transcurre se va enloqueciendo un poquito más.

El global es, aún así, mucho más que digno, y proporciona al público una hora y media de risas e incluso, y como indica la promo, carcajadas, ya sea por la propia evolución de la trama, por los constantes guiños de los personajes o por la interacción con el público (no teman, nada que les pueda poner intranquilos).

Oh, mami! es, como les decía al inicio de esta crítica un divertimento sencillo y proactivo, que nos muestra entre sonrisas y algunas cup-cakes, que la vida es para arriesgarse, y que solo aquellos o aquellas que lo intentan tienen alguna oportunidad de conseguirlo, ya sea vendiendo dulces, realizando masajes íntimos o enfrentándonos a nuestro día a día con una perspectiva nueva y atrevida.

«Oh, mami!» se represeta en el Teatre Borràs del 6 de abril al 22 de junio de 2019.

Autor: Oriol Vila
Dirección: Oriol Vila y Raquel Salvador
Actores: Anna Barrachina, Jofre Borràs, Artur Busquets, Octavi Pujades, Betsy Turnez y Joana Vilapuig
Escenografía: Enric Planas
Vestuario: Nidia Tusal
Iluminación: Damián Edery
Producción: Nico&Sunset

Horarios y precios: Web GrupBalaña
Duración: 90 mins
Idioma: Catalán
NOTA CULTURALIA: 7
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Magical History Club, en el teatro Coliseum.

magical-history-club_cartel¿Qué pasaría si diversas de las figuras clave de la historia volvieran a la vida en la Barcelona de hoy? ¿Y si por falta de trabajo crearan un espectáculo de monólogos históricos? ¿Y si detrás de todo ello estuviera la producción de Minoria Absoluta? Seguro que les garantizaría una hora y media de humor y de pasárselo bien.

Minoria Absoluta se atreve, gracias a los avances tecnológicos, a rescatar del pasado a cinco figuras de relieve como son Adolf Hitler, María Magdalena, Sigmund Freud, Mahatma Gandhi y Cleopatra. Como ven, personajes que pueden dar mucho de sí encima del escenario y en un espectáculo de humor al estilo El Club de la Comedia.

El espectáculo se organiza en dos líneas o niveles. La primera es la actuación de cada uno de los personajes, en las que se les da la vuelta a su naturaleza histórica: Adolf Hitler (Alain Hernández) buscando trabajo con un mancillado currículo de genocida; María Magdalena (Betsy Túrnez), relatándonos lo complicado de su relación amorosa con Jesucristo; Mahatma Gandhi (Lluís Villanueva) estallando en un ataque de ira debido al trato que recibe de sus compañeros de sonido; Cleopatra (Mireia Portas) dando muestras de que en la antigüedad las morenas podían ser, también, algo bobas y Sigmund Freud (Queco Novell) realizando un espectáculo basado en sus teorías sobre la influencia que tienen en la vida de los adultos sus traumas sexuales infantiles. Todo ello bajo la batuta de la dirección de Marc Crehuet.

La segunda línea narrativa del espectáculo nos permite observar el interior de los camerinos, donde se desarrolla una acción que normalmente no es visible en el teatro. Algo parecido a lo que algunos programas de televisión realizan al conectar durante su horario de emisión con las salas de espera de sus invitados, con el objetivo de que ellos se presenten a sí mismos. Aunque en esta ocasión la estratégia sirve para desarrollar una trama de humor complementaria a la que vemos sobre el escenario. Y es que uno se imagina que debe ser extraña y complicada la relación entre personajes tan diferentes y de periodos tan diversos.

magical-history-club_repartoMagical History Club es por tanto una oportunidad para pasárselo bien, sin muchas más aspiraciones, con una nueva propuesta de los de Minoria Absoluta, que persiste con olfato en su trayectoria previa, ya sea en la radio, en programas de humor televisivo como Polònia y Crackòvia, o en sus aventuras sobre los escenarios, y que se basa en la imitación de personajes y en el análisis por parte de estos de la realidad que les rodea, de donde se extrae el humor blando que caracteriza a la productora.

Respecto a los diferentes monólogos cabe destacar los interpretados por María Magdalena, una stripper muy choni que nos hará reír al relatarnos las minucias de su relación con un hombre-Dios (una estupenda Betsy Túrnez que domina los papeles cómicos a la perfección) y Adolf Hitler (Alain Hernández) que nos helará la sangre al atreverse a hacer humor con los símbolos nazis y con algunos de los episodios más oscuros de la historia del siglo XX. Sin embargo el monólogo de Cleopatra (Mireia Portas), necesita un poco más de desarrollo, que seguro que ha experimentado con el paso de las funciones. Como ven el acierto de la obra es variable, tanto como los monólogos que forman parte de ella.

Una propuesta de la que el público puede gozar consumiendo bebidas y aprovechando la disposición de las mesas y butacas de la platea al estilo de un club nocturno, una distribución heredera del espectáculo The Hole y que el teatro Capitol ha aprovechado desde entonces.

Minoría absoluta vuelve a apoderarse de los escenarios con la fórmula del éxito que ha ido desarrollando en los últimos años en diversos medios y nos permite constatar que se puede hablar y tratar sobre cualquier tema siempre que se haga desde el humor y sin ganas de generar polémica, al menos no más que la necesaria para atraer a los espectadores al teatro y hacer que disfruten de una velada histórica. Y si se puede hacer todo esto a través de la historia, pues mucho mejor!!

«Magical History Club» se representa en el Teatre Coliseum a partir del 17 de marzo de 2014.

Idea original: Minoria Absoluta y El Cansancio
Autores: Marc Crehuet, Rafel Barceló, Jaume Buixó, Pau Escribano y Toni Soler
Dirección: Marc Crehuet
Reparto: Alain Hernández, Queco Novell, Mireia Portas, Betsy Túrnez, Lluís Villanueva y Berto Romero
Escenografía: Hamo Studio y Manu Pagès
Vestuario: Catou Verdier
Diseño iluminación y efectos sonoros: Xavi Gardés
Caracterización: Helena Fenoy
Producción: Minoria Absoluta

Horarios: miércoles y jueves a las 20:30 horas; viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:00 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: de 22 a 29 €
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y media aproximadamente
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Jorge Pisa Sánchez

Marc Crehuet, autor y director de El Rei Borni: «Gracias al tuerto los demás pueden abrir los ojos»

Sale acelerado de un plató a ritmo de “Pop Ràpid” (serie sobre modernos de manual de la que es director y guionista y cuya segunda temporada emite actualmente Televisió de Catalunya). No contento con eso, se trae a rastras a sus actores para servir a un monarca tuerto, contradictorio y desternillante. ¡Larga vida a Marc!

ImageLa búsqueda de Marc

 ¿Quién es el Rey Tuerto de esta función y quiénes los ciegos?

El “Rey Tuerto” es Ignasi, un manifestante que pierde un ojo a causa de una bola de goma y que se reencuentra casualmente con el agente antidisturbios que le disparó.
A raíz de su accidente, este “Rey” provoca que los demás reflexionen y duden. Gracias a ser tuerto el resto de personajes puede abrir los ojos.

 Sientas a cenar juntos a un “mosso d’esquadra” tirador y a un activista herido. ¿Serán capaces de comer en la misma mesa?

Al principio no saben quién es quién. En un momento dado, la verdad sale a la luz. Digamos que la comida no les sienta muy bien.

 ¿Cuál es el tono de este espectáculo?

La obra empieza siendo una comedia costumbrista pero se va oscureciendo y agriando hasta convertirse en una comedia negra. También tiene un aspecto crudo que remite al western por el enfrentamiento entre los dos protagonistas masculinos.

 ¿Qué te llevó a concebir “El Rei Borni”?

Empecé a escribir esta historia a partir de un suceso que me impactó especialmente: el caso de un chico italiano a quien le ocurrió lo mismo. Pensar en ello me provocó una serie de preguntas. Escribiendo me surgieron más. Quería saber cómo era una persona que se dedica a esta violencia institucional, que puede causar accidentes como este y que aquí son tristemente familiares.

 ¿Qué tal ha resultado la experiencia de parirlo?

Pues muy difícil porque yo nunca me había enfrentado a un componente social de esta índole. Además me resultaba algo muy cercano puesto que la obra se refiere a hechos ocurridos en la ciudad en la que vivo. Tenía miedo al abordar el tema. Estoy acostumbrado a la comedia y tenía claro que quería moverme dentro de ese género pero no quería obviar el aspecto dramático y social de la historia, así que tuve que encontrar un fino equilibrio para poder integrar todos estos aspectos.

¿Cómo fue el proceso de dramaturgia?

Empecé a escribir la obra un poco desde la indignación. Quería decir muchas cosas y la primera versión quedó demasiado discursiva. Conforme la iba escribiendo, descubrí que no se podían decir las cosas de una manera tan clara y por eso fui apostando cada vez más por el humor y los gags. He intentado mantener el equilibrio entre lo serio, lo trascendente y lo cómico huyendo del riesgo de frivolizar. A pesar de todo, el hecho de haber escrito esa primera versión es lo que hace que la obra esté cargada de ideas y no se quede solo en un conjunto de situaciones cómicas.

 Los personajes son ambiguos y, por consiguiente, ricos.

Sus claroscuros se van descubriendo a medida que avanza la obra. Te van llevando a sitios distintos con sus diferentes puntos de vista sobre la misma cuestión. Te hacen reír y también pensar.

 También aparece en “El Rei Borni” un político omnipresente.

Ese personaje me gusta especialmente porque abre una segunda línea narrativa, de carácter conceptual, paralela a la principal, que tiene un cariz más realista. Son como dos obras de teatro en una. Me pareció interesante que las dos historias se fusionaran después en una.

¿Se llevaría bien ese político con el resto de personajes si tuvieran que convivir?

Lo dudo porque pertenecen a mundos opuestos. A pesar de todo, nuestro político vive un proceso de humanización: empieza con un discurso frío, distante y abstracto y evoluciona hasta el punto de que quizás podría llegar a entender a otro ser humano. El político representa un discurso desgastado de los medios de comunicación y de muchas instituciones, que pierde sentido cuando hay problemas como los actuales.

 Hablas de la frustración y el descontento que siente la gente. ¿Cuáles son los que sientes tú como creador?

Escribir sirve para entender las cosas. Pensé que llegaría a alguna conclusión. Como autor, me siento satisfecho del resultado. Pero como individuo se me plantearon muchos interrogantes y no he conseguido averiguar las respuestas. Es difícil acercarse a la verdad en estos temas.

 ¿Salvas a alguna de tus criaturas al final de la función?

Yo creo que se salvan todos. No condeno del todo a ninguno. O condeno a cada uno, que viene a ser lo mismo: Todos somos personas y todos tenemos nuestros motivos para actuar, por muy absurdo que pueda parecernos.

Eres autor y director de esta propuesta escénica. ¿Cómo consigues que no se entrometa uno en la esfera del otro?

Hitchcock decía que “hay que rodar en contra del guión y montar en contra del rodaje”. Si no, te aburres trabajando. Aunque el texto (que es el resultado de un trabajo de varios meses) constituye la estructura férrea de la puesta en escena y previo a los ensayos, con los actores me gusta después probar, escucharles, incorporar los gags que se les ocurran.

Estrenasteis en la diminuta Sala Flyhard. Después de haber pasado por Madrid, volvéis a Barcelona y pasáis fugazmente por la flamante Sala Barts.

En el Barts estrenamos escenografía, que responde a algo de lo que habla la obra: el “valor de la austeridad”. Con poco presupuesto, los escenógrafos Pablo Sánchez y Manu Pagès han construido el esqueleto de la casa en la que transcurre la acción. A pesar de las grandes dimensiones de la Barts, hemos intentado mantener la atmósfera creada en la Flyhard para que el público tenga la sensación de hallarse en el escenario. Como espectador, me parece interesantísimo el poder estar tan cerca de la ficción. Si en el cine se busca atraer a más espectadores con el efecto “3D”, no hay nada más parecido a ello que una sala de teatro de pequeño o mediano formato, donde puedes casi tocar a los actores.

¿Cómo acaba este “Rey”?

El desenlace es potente, permite varias lecturas. Pero prefiero no seguir hablando de él porque es uno de los grandes momentos de la obra. Muchos espectadores nos han dicho que les ha parecido muy impactante.

¿Quién no debería ver “El Rei Borni”?

Esta obra la vio un chico a quien habían reventado un ojo en una manifestación, que vino acompañado de su madre y nos felicitó: Se había sentido muy identificado con el personaje central y se divirtió mucho. ¡Excepto en aquellos momentos en que el actor que interpreta al “mosso d’esquadra” adoptaba una actitud desafiante! Me gustaría saber qué opinan los que están al otro lado. No creo que hubiera ningún problema a menos que vinieran cuarenta de golpe…

 por Juan Marea

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Miki Esparbé, Betsy Túrnez, Alain Hernández y Ruth Llopis en la Corte

«El Rei Borni» se representa hasta el jueves 12 de septiembre
http://www.barts.cat/ca/e-120/EL-REI-BORNI

“El Rei Borni” de Marc Crehuet: Tuertos de risa

El Reino de los Cielos a menudo nos queda lejos. Pero como somos miméticos por naturaleza social, nos empeñamos en intentar reproducirlo siempre que tenemos ocasión de coincidir unos y otros. Y a la sazón el autor y director Marc Crehuet corona a un indignado para ajusticiar al verdugo que le dejó sin un ojo en el transcurso de una manifestación cuando el último ejercía impecablemente su labor de gestión de masas al dispararle con balas de goma. Eso creía el orgulloso agente antidisturbios hasta que las circunstancias le ponen de nuevo frente al objeto de su celo profesional. Momento ese de resolver apresuradamente quién de ambos tiene derecho a ostentar el cetro.

Pero bajemos un poco el nivel. Os presento una comedia ácida sobre cuatro jóvenes confundidos en un panorama donde la pasividad solidaria y la cobardía existencial saltan de un mitin político televisado al comedor extrarradial de una pareja que por un momento pensó recuperar la vigencia de su deseo de ser felices al invitar a otra a cenar. La tensión ante la evidencia de no tener ni querer nada que compartir unos y otros se adueña del lugar. Y Crehuet nos lo sirve en forma de comedia de situación salpimentada de escenas jocosas ocurrentes, intérpretes carismáticos y un hilo conductor políticamente incorrecto: ¿puede alguien abandonar su ceguera sin preocuparse del prójimo? ¿sirve de algo la cantinela de la clase política de alto standing al proclamar el conato de austeridad si ni siquiera somos capaces de compartir con nuestra pareja o con los amigos de antaño? El ágape se sucede sin el menor entusiasmo por parte de los forzados comensales. Y cuando se descubra el pastel, no habrá quien apague sus velas incendiarias.

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¿Larga vida al Rey?

El drama entonces no solo pasaba por allí sino que precipita una acelerada caída de estos chispeantes antihéroes para elevarlos a la gloria del absurdo cuando se descubren cómplices de un secuestro de primer orden. Y el delirio de la trama se convierte en su mejor baza porque se nos sirve con unos diálogos frescos y deliciosamente verosímiles. El juego de equívocos potencia la habilidad de un reparto acertado y ecléctico que impone unos personajes estupendamente dibujados. Pues la ambigüedad con que su autor los lanza al escenario permite que superen la caricatura y los acerca peligrosamente a contrafiguras de los desarmados espectadores, a los que corresponderá ser “tuertos” en un desenlace escalofriante cuyo efectismo no molesta sino que congela hábilmente las carcajadas pulverizando por unos instantes la ficción.

Por Juan Marea

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Un trío vasallo

EL REI BORNI
Teatre Barts
http://www.barts.cat/ca/e-120/EL-REI-BORNI
Avinguda del Paral·lel,62, de Barcelona
Del 31 de agosto al 12 de septiembre
Horario: de martes a sábado, a las 21 horas; domingo, a las 20 h
Precios: de 15 a 18 euros
En catalán

Autor y director: Marc Crehuet
Reparto: Xesc Cabot, Miki Esparbé, Alain Hernández, Ruth Llopis y Betsy Túrnez
Escenografía: Pablo Sánchez, Noelia Güerri y Jaime Cavero
Diseño de luces y sonido : Xavi Gardés
Vestuario: Mar Muñoz y Mar Guixé
Coreografía: Tuixén Benet

Crítica teatral: Oxigen, en el Teatre Gaudí barcelona


No es una exclusiva comunicativa el constatar que el Teatre Gaudí Barcelona está llevando a cabo, desde hace tiempo, una programación de carácter «generacional» (en el sentido de generación, de grupo de edad), ni aseverar que, además, la calidad y el acierto están siendo elementos tenidos muy en cuenta. Y supongo que tampoco es un notición afirmar que los responsables de la programación artística se están «luciendo» a la hora de materializar textos, escenografías e ideas de una forma próxima, amena y actual.

Pues perdónenme ustedes, pero si esto no es un notición en el ámbito de la escena teatral de la ciudad, no sé lo que lo puede ser. Sobre todo si tenemos en mente que el teatro en cuestión no es uno de los principales de la ciudad en lo que se refiere a los «mimos» que recibe de la administración (o al menos, eso pienso yo!!), como tampoco lo es el circuito escénico que configura de forma conjunta con el Versus Teatre.

No hace falta, así, escudriñar demasiado en el pasado para ver que numerosas de las últimas producciones representadas en el Gaudí (Pasta Fullada, Dos punkis i un Vespino, In on It, o Mediocres) han sido todo un acierto en el aspecto artístico, al que hay que esperar que haya acompañado el éxito de público.

Este es, también, el caso de Oxigen, la obra escrita y dirigida por Mar Monegal e interpretada por Helena Bagué, Francesc Ferrer, Albert Mèlich y Betsy Túrnez y que analiza, en tono de tragi-comedia, las consecuencias que tiene para dos parejas jóvenes la búsqueda y la llegada de la descendencia. Un escenario y una trama cercanos a la mayoría de nosotros y que se puede convertir en un momento crítico en la existencia de cualquier pareja.

Y esta es la cuestión que trata la obra de Monegal. La directora utiliza un caso doble (y diverso) para acercarse al mundo de las relaciones, del amor y de la reproducción. Dos parejas en muchos aspectos opuestas y en muchos otros muy parecidas. Una de ellas, la formada por Marta (Betsy Túrnez) y Alex (Francesc Ferrer), es más convencional, más hecha a la antigua y mantienen una relación de amor/desamor, aunque, en realidad, se necesitan y se quieren demasiado el uno al otro. La otra, la formada por Ona (Helena Bagué) y Roger (Albert Mèlich), es una pareja más moderna, más actual, «algo más alternativa» que vive su vida al momento.

Todo esto cambiará, se transformará cuando ambas parejas, por motivos diferentes, se dispongan a tener un hijo. Esta «dramática» decisión, que transforma muchas veces a una pareja en una familia, tendrá amplias consecuencias en la vida de los cuatro protagonistas, pondrá en tensión a las dos relaciones y mostrará el «modo de ser» real de cada uno de ellos. Los preparativos de los padres; la adaptación del espacio familiar para recibir al nuevo miembro; la fecundación a veces más complicada de lo que debería; las interminables compras; los inevitables antojos; los continuos cambios de humor; las eternas discusiones de como se ha de hacer esto o como se ha de realizar lo otro; la necesidad de compromiso; las renuncias, las infidelidades, el sexo…

Las vicisitudes de estas dos parejas permiten a Monegal desplegar un muestrario más amplio de las consecuencias y las secuelas de la toma de tan importante decisión. Si en el caso de Marta y Alex asistimos a las respuestas dadas por una pareja más tradicional, en la cual Alex delega gran parte de la actividad familiar y doméstica de forma sumisa en manos de Marta, auténtico motor y director de la relación, en el caso de Ona y Roger parece que dos espíritus gemelos se han encontrado, lo que ha hecho crecer el mundo compartido por ambos. Un verdadero amor que embarga sus personalidades. Aún así, la decisión de tener un hijo afectará a ambas relaciones y las someterá a las tensiones y las presiones más impetuosas a las que se habían enfrentado hasta el momento. Todo un reto!!

Pero no teman. Lo que les explico, y que en algunos casos se puede convertir en una aguda crisis de pareja, se transforma en una tragicomedia que equilibra la interpretación de los dos actores y las dos actrices. Si las situaciones «padecidas» por Marta y Alex provocan un torbellino de hilaridad y de carcajadas, el día a día de Ona y Roger nos mostrará una reflexión más interior y espiritual, en la cual podremos observar como la aportación de cada miembro de una pareja a la relación no es ni mucho menos equitativa. Mientras que Ona se ha retirado a la vida familiar conjunta, Roger no ha abandonado del todo su vida «independiente» anterior, y sus obligaciones como padre desbordarán las más de las veces sus pocas aptitudes naturales.

Oxigen es una obra donde el humor está muy presente, una herramienta ésta que nos permite ver que nada en la vida es totalmente blanco o totalmente negro, ya sea en el día a día de dos parejas o en la existencia de cualquiera de nosotros, en la que, normalmente, predominan los grises de tonos más o menos vivos.

La obra se compone de una actuación coral a ocho manos. Sobre el mismo escenario se crearán desde casi la nada los hogares de las dos parejas, que se irán alternando uno tras otro en base a la necesidades de la representación, y se irán materializando con ayuda de los mismos intérpretes. Veremos pasar las semanas, los meses e incluso los años de la vida de los protagonistas de una forma fugaz pero nítida, lo cual nos revela el dominio de la textura escénica por parte de la directora, de los actores y del equipo artístico. Es una interpretación coral y con cierto grado de feedback entre los actores y el público, lo que nos hará pensar que más que estar en el teatro estamos visitando a unos conocidos. Otro acierto de la producción, el acercamiento entre el público y la representación.

Pero si entre las cuatro interpretaciones tuviera que destacar alguna, me quedaría, sin duda, con los chispazos que generan la pareja de Marta (Betsy Túrnez) y Alex (Francesc Ferrer), auténticos amperios de humor que comunican a sus personajes un altísimo grado de comicidad y «realismo doméstico». Aún así, y vuelvo a repetirlo, sería injusto valorar una o dos de las actuaciones por encima del resultado global que quiere dar a la obra su directora.

Oxigen, un título que hace referencia a aquello más básico que necesitamos para vivir, es un respiro de aire «teatral», de aquellos que todos requerimos de tanto en tanto. Una obra que habla de nuestro día a día, de los objetivos que nos marcamos en la vida y de los recursos que invertimos en su consecución. Es un drama, el de la vida, y es comicidad, que emana también de la vida misma, y nos provee de una buena dosis de oxigeno con el que desconectar de nuestros propios problemas y «disfrutar» de los problemas de los otros (que al mismo tiempo son los nuestros). Un soplo de aire fresco que, sabiendo como está la cosa «ahí fuera», todos deberíamos aprovechar.


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«Oxigen» se representa en el Teatre Gaudí de Barcelona del 27 de enero al 25 de marzo de 2012.

Dramaturgia y dirección: Mar Monegal
Intérpretes: Helena Bagué, Francesc Ferrer, Albert Mèlich y Betsy Túrnez
Compañía: Teatre Gaudí
Espacio sonoro: Javi Gamazo
Diseño de luces: Dani Gener
Espacio escénico: Mar Monegal
Fotografías: Josep Aznar

Horario: de jueves a sábado a las 20:45 horas y domingo a las 18:00 horas
Precio: 18 €
Idioma: catalán
Duración: Una hora y veinte minutos
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Estrena teatral: Oxigen, al Teatre Gaudí de Barcelona

 

El proper 27 de gener el Teatre Gaudí de Barcelona estrenarà Oxigen, la seva nova proposta pels primers mesos del 2012 que pren com a argument els canvis experimentats per qualsevol parella quan decideix tenir un fill, un tema molt seriós presentat aquí en forma de tragicomèdia.

Imatge de l'obra

Quan neix una criatura la parella es converteix en una família, i això significa que des d’aquest mateix instant viuran moments de grans canvis: la parella es trobarà un ser indefens que dependrà absolutament d’ells, hauran de canviar-li els bolquers, banyar-lo, posar-lo a dormir,…, en definitiva, una sèrie de rutines que els pares hauran de tenir present dia rere dia. A més seran moments de contrastos, ja que la felicitat i l’alegria de ser pares compensaran el cansament i les nits sense poder dormir, novetats a les quals s’hauran d’adaptar ràpidament si no volen entrar en crisi com a parella.

Mar Monegal dirigeix Oxigen, una obra que planteja els dubtes de qualsevol parella en el moment de tenir una criatura –Serem uns bons pares? El nen ens unirà com a parella o ens separarà? Podrem mantenir la calma en els moments de tensió?– per a la qual ha comptat amb Helena Bagué, Francesc Ferrer, Albert Mèlich i Betsy Túrnez.

Oxigen es representarà al Teatre Gaudí de Barcelona del 27 de gener al 25 de març de 2012.

Dramatúrgia i direcció: Mar Monegal
Intèrprets: Helena Bagué, Francesc Ferrer, Albert Mèlich i Betsy Túrnez
Companyia: Teatre Gaudí
Espai sonor: Javi Gamazo
Disseny de llums: Dani Gener
Espai escènic: Mar Monegal
Fotografies: Josep Aznar

Horaris: de dijous a dissabte a les 20:45 hores i diumenge a les 18:00 hores
Preu: 18 €
Idioma: català
Durada: Una hora i vint minuts