Lorca representa siempre una oportunidad de aprendizaje e introspección. El primero por su carácter de registro arqueológico, para el público actual, respecto a los usos y costumbres de la España en la que vivió el poeta y dramaturgo y por el carácter de teatro de acción social que el autor puso en práctica. El segundo porque sus obras apelan a lo más íntimo del alma humana, a los pequeños grandes dramas de la vida que tan bien sabía poner en escena.
«Rosita (Nora Navas), una chica huérfana que vive en casa de sus tíos, en Granada, se ve obligada a separarse de su prometido (Albert Triola), que marcha a Argentina con su familia. Antes de partir, sin embargo, este promete a Rosita que tan pronto como pueda volverá para casarse con ella, siempre que esté dispuesta a esperarlo. La chica espera, pero la situación se prolonga durante años, mientras el ambiente opresivo e indiscreto de la ciudad de provincias va cayendo sobre la familia como una losa cada vez más pesada».
De nuevo Lorca nos propone un itinerario por la desdicha de la mujer en una sociedad tradicional y conservadora como lo era la española en la época en la que vivió el autor. La acción transcurre en Granada aunque se podría trasladar a cualquier otra ciudad del momento. Y reflexiona sobre la carencia de algo por parte de la mujer. Si en La casa de Bernarda Alba (1936) era el luto y la falta de libertad y en Yerma (1934) la incapacidad de dar a luz a un hijo, en Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores (1935) el autor recapacita sobre el drama de aquellas mujeres que al no encontrar esposo eran etiquetadas de solteronas por la sociedad, que las consideraba, en parte, algo inútil y sin sentido.
Para ello el autor emplea el símbolo de la rosa mutábile, una flor cuyo estado va mudando a lo largo del día hasta que queda reducida a la nada, una alegoría a las etapas de la vida y a lo que pasará a Rosita, la protagonista de la obra, la cual, crédula en las promesas de regreso de su prometido de América, irá mutando a lo largo de los tres actos en que está estructurada la representación. En el primero joven e ilusionada gracias al amor que siente hacia su primo; en el segundo, en la mitad de la treintena, resignada y aún a la espera de su amado en un entorno familiar y social que la va oprimiendo cada vez más; en el tercero vencida ya por la cruda realidad y por las promesas incumplidas.
La puesta en escena de Joan Ollé nos muestra el interior de la casa de una familia granadina de cierta posición, de la cual tan solo intuiremos el jardín exterior a través de las ventanas y de los diálogos. Los tonos de la escenografía son blancos, como el candor de la virginidad, aunque irán variando a la par que lo hace el drama. Adoptará tonos de ilusa esperanza al inicio, matices más alegres durante la reunión social que se celebra en la casa en el segundo acto, o los tonos trágicos finales, al verse la familia obligada a abandonar la vivienda debido a la hipoteca que firmara el tío (Enric Majó), movido por las esperanzas de ver casada a su sobrina. Un espacio en el que la música hará acto de presencia, ya sea la interpretada por los propios personajes o la compuesta por Paco Ibáñez y que adapta el poema Rosa Mutábile de Lorca. Un sencillo y verdadero gozo para los oídos.
La obra avanza, por otra parte, en un ascenso sostenido, esto es, arranca desde la felicidad contenida propia de la juventud y finaliza con una atmósfera trágica que recuerda a la obra de Chejov, testigo teatral del final de una época y de una clase social en Rusia entre finales del siglo XIX y principios del XX.
El reparto de la obra es holgado y en él destacan los personajes femeninos, como no puede ser de otra forma en una obra de Lorca. Nora Navas da vida a la desdichada Rosita, que irá envejeciendo física y emocionalmente a lo largo de la representación; Carme Elías encarna de forma más que convincente, como siempre, a la tía de Rosita, preocupada por el infortunado destino de su sobrina y el de toda la familia; Mercè Aránega ofrece el contrapeso cómico de la tragi-comedia al encarnar a la sirvienta, la cual ha trabajado desde hace tanto tiempo en la casa que se considera un miembro más de la familia. El resto de papeles están interpretados por Joan Anguera, Marta Betriu, Enric Cambray, Oriol Genís, Laura Guiteras, Mireia Llunell, Enric Majó, Victòria Pagès, Alba Pujol, Candela Serrat y Albert Triola.
De esta forma, y como decía al principio, Doña Rosita nos provee de una ficha arqueológico-teatral que nos habla de la sociedad española de finales del XIX y principios del XX y de lo difícil y a veces cruel que podía ser la presión social, sobre todo en una capital de provincia que vivía atenazada entre el peso inerte de la costumbre y las promesas del avance tecnológico y científico que anunciaban los nuevos tiempos. Una pugna que ya presagiaba el infortunio para España, Europa y el mundo entero.
Una ocasión para contemplar el arte poético con el que Lorca retrataba el mundo femenino y la capacidad del Nacional de hacer suyo un clásico, castellano en este caso, del que se apodera acto a acto, para mostrarnos la a veces trágica situación de la mujer en el pasado. Una mirada que nos convencerá, seguro, de lo mucho que han cambiado las cosas desde entonces, aunque el horizonte social en el que vivimos en la actualidad tampoco puede considerarse el mejor para las mujeres y los hombres que lo habitan.
«Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores» se representa en el TNC del 27 de febrero al 6 de abril de 2014.
Autor: Federico García Lorca
Dirección: Joan Ollé
Reparto: Joan Anguera Mercè Aránega Marta Betriu Enric Cambray Carme Elias Oriol Genís Laura Guiteras Mireia Llunell Enric Majó Nora Navas Victòria Pagès Alba Pujol Candela Serrat y Albert Triola
Música original: Paco Ibáñez
Movimiento: Andrés Corchero
Escenografía: Sebastià Brosa
Vestuario: Míriam Compte
Iluminación: Lionel Spycher
Sonido: Damien Bazin
Caracterización: Núria Llunell
Producción: Teatre Nacional de Catalunya
Horarios: miércoles y viernes a las 20:00 horas; jueves a las 17:00 horas; sábados a las 17:00 y a las 21:30 horas (excepto el sábado 1 de marzo a las 20:00 horas) y domingos a las 18:00 horas.
Duración: 1 hora y 45 minutos.
Idioma: castellano
Precio: 28 €; tarifa 50% y tarifa especial 24 €.
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Jorge Pisa Sánchez