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Crítica teatral: Un jeta, dos jefes, en el Teatre Victòria.

cartel un jeta dos jefesEn el año 2010 descubrí la obra teatral de Goldoni cuando se representó en el Teatre Romea El cafè, que adaptaba el texto de La bottega del caffè, compuesta en el año 1750 por el dramaturgo veneciano. Sin duda un hallazgo digno de mencionar en una reseña. El año pasado tuve, además, la ventura de disfrutar con la acertadísima versión de Feréstecs que programó el Teatre Lliure, una forma magnífica de gozar del teatro fastuoso y afiladamente cómico de Goldoni. Desde entonces cualquier estreno o adaptación de sus obras es para mí una cita inexcusable y, al mismo tiempo, una promesa de entretenimiento garantizado. Con esa ilusión asistí al estreno de Un jeta, dos jefes en el Teatro Victòria y puedo asegurar que mis expectativas no fueron defraudadas.

En la producción de Un jeta, dos jefes, estrenada el pasado 16 de enero, podemos observar la participación de varias manos. La primera, claro está, la historia original escrita por Goldoni; la segunda la actualización y dirección británica llevada a cabo por Richard Bean y Alexander Herold respectivamente y la tercera una puesta en escena de la mano de Anexa y Paco Mir, lo que provee al espectáculo, en parte, de un ascendiente «made in» Tricicle, que se nota en varios momentos de la representación. Una mezcla que acaba dando como resultado un vodevil o comedia de enredo con una alta graduación humorística.

«Despedido de su banda, Dino se convierte en guardaespaldas de Mario. Pero Mario es en realidad María usurpando la identidad de su germano muerto, asesinado por su prometido Sebastián… Dino aprovecha la oportunidad de trabajar al mismo tiempo para Sebastián. Pero con el fin de evitar ser descubierto tendrá que mantener a sus dos “jefes” lejos el uno del otro… ¿Sencillo, no?«

Como pueden ver el enredo y los efectos cómicos del mismo están servidos con una sinopsis de este tipo. Tenemos enfrente, por tanto, una comedia que adopta, desde el principio, un ritmo desenfrenado y que tiene todos los elementos para hacerles pasar un muy buen rato.

elenco dos jetas un jefeUna propuesta construida a partir de la actuación de un grupo de actores en la que sobresale por encima de todos la interpretación de Diego Molero, que se convierte, así, en el acierto clave para el éxito de la obra, y cuyo esfuerzo se ve recompensado al final de cada función. A Molero le acompaña un elenco compuesto por Mireia Aixalà, Jofre Borràs, Josep Maria Gimeno, Toni González, Anna Gras, Maria Lanau, Miner Montell, Miquel Ripeu y Xavier Serrat que se dejan la piel para provocar las continuas carcajadas del público asistente. La obra, además, consigue romper en varios momentos el límite impuesto por la cuarta pared e interaccionar con el público, generando algunos de los momentos más hilarantes de la representación y alguna que otra sorpresa enmascarada.

La dirección de Alexander Herold conecta con la adaptación de Mir y favorece el desarrollo de unas formas a veces muy cercanas a la slapstick comedy, adecuadas para una representación a veces alocada de este tipo y que lucen, por ejemplo, en la escena de la comida en el restaurante, proveyéndo a la obra de un ritmo trepidante y de algunos toques de producción de cuño madrileño, a lo que se suma una construcción de escenografía cariñosamente clásica que recuerda otros tiempos. Además la obra utiliza los tiempos muertos entre acto y acto no solo para distraer al público con actuaciones musicales interpretadas por el Amélie Angebault Quartet sino también para urdir ante el telón mini-representaciones cómicas llevadas a cabo por el propio elenco de la obra. Tampoco le faltan elementos de cercanía al actuar algunos de los personajes en catalán, ya que la obra está ambientada en una región mediterránea sin identificar allá por los años 60.

Así, pues, Un jeta, dos jefes es un divertimento teatral, pero uno muy particular destinado, por tanto, a un público concreto que no es otro que aquel que quiera librarse, al menos durante las dos horas y media que dura la obra, de los problemas cotidianos y disfrutar del sentido del humor del maestro Goldoni, adaptado a una mentalidad más moderna por Bean y avecinado espacial y teatralmente por el buen hacer de Alexander Herold y Paco Mir.

«Un jeta, dos jefes» se representa en el Teatre Victòria hasta el 30 de marzo de 2014.

Autor: Carlo Goldoni
Dirección: Alexander Herold
Adaptación: Richard Bean
Adaptación: Paco Mir
Reparto: Diego Molero, Mireia Aixalà, Jofre Borràs, Josep Maria Gimeno, Toni González, Anna Gras, Maria Lanau, Miner Montell, Miquel Ripeu y Xavier Serrat
Música: Amélie Angebault Quartet
Escenografía, Diseños y Vestuario: Jordi Bulbena
Iluminación: Ignasi Morros
Caracterización: Toni Santos
Producción: ANEXA

Horarios: miércoles y jueves a las 20:30 horas; viernesa a las 21:30 horas; sábados a las 18:30 y a las 22:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: de 23 a 35 €
Duración: 2 horas y 20 minutos
Idioma: castellano y catalán
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Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: No et vesteixis per sopar, en el Teatre Condal.

Llega al teatre Condal No et vesteixis per sopar, una comedia en la que la infidelidad y las mentiras se apoderan del escenario. Un vodevil de alto voltaje interpretado por Mingo Ràfols, Àngels Bassas, Jordi Díaz y Mònica Glaenzel.

Como no podía ser de otra forma el Condal acoge el estreno de una de las comedias más elaboradas de las que se van a representar en la cartelera barcelonesa esta temporada que justo comienza. No et vesteixis per sopar es un puzle teatral en el que la infidelidad, la pasión y la mentira, sobre todo la mentira, se imponen de principio a fin. Un texto que ya interpretaran Joan Pera, Amparo Moreno, Àngels Aymar y Carles Canut en la década de los 90.

Se acerca el fin de semana en casa de Bernat (Mingo Ràfols) y Júlia (Àngels Bassas), una joven pareja a la que parece que la vida le va bien. Si no fuera porque Bernat quiere aprovechar la visita que Julia va a hacer a su madre para pasar el fin de semana con Susanna (Marta Valverde), su amante. Su coartada será la estancia en casa, también, de Robert (Jordi Díaz), un amigo común de la pareja, que es, al mismo tiempo el amante de Júlia. Esta cambiará repentinamente de planes al saber de la llegada de Robert, lo que afectará, lógicamente, a los planes de Bernat que había contratado, incluso, los servicios de una cocinera, Suzette (Mònica Glaenzel), para pasar una velada inolvidable. La llegada de Robert, Susanna, Suzzete y las bajas pasiones que mueven a Bernat y Júlia harán que la noche se convierta en un auténtico infierno, donde la mentira y el deseo obligarán a todos ellos a mentir para alcanzar sus objetivos.

Como ven el show tiene todos los ingredientes de un vodevil, aunque lo que hace destacar a la comedia escrita por Marc Camoletti (autor de obras como Per molts anys, Boeing-Boeing o Sexe i Gelosia) y dirigida por Roger Peña Carulla es la potencia de su construcción argumentativa, repleta de los tópicos de las comedias “de infidelidad” de este tipo, pero elevados a la enésima potencia. Se lo prometo, no creo haber visto ninguna obra teatral en la que la “albañilería argumentativa” esté tan vigorosamente desarrollada y en la que no pase un solo minuto en el cual las mentiras, los cambios de identidad y los consecuentes giros en el desarrollo de la acción, necesarios para sustentar las falsas identidades de todos los protagonistas, no se desarrolle un poco más.

El ingrediente cómico, pues, de la obra reside en la inventiva y en lo laborioso de su argumento, que posee un ritmo in crescendo a o largo de la representación. El inicial cambio de planes de Júlia, motivado por la respuesta a una llamada telefónica, obligará al resto de los protagonistas a ir modificando poco a poco la realidad (y la mentira) de sus identidades, dando lugar a un sinnúmero de equívocos, re-situaciones y carcajadas constantes, que sustituyen a las continuas puertas que se abren y se cierran en una comedia de tresillo o vodevil al estilo. Un hecho que, incluso, los propios personajes reconocerán a lo largo de su actuación.

Y esta es la originalidad de todo el asunto. Y lo que obligará al público asistente a estar muy atento a todo aquello que se dice y que se hace sobre el escenario. No et vesteixis per sopar es un tour de force para el público y para los actores, aunque en el buen sentido de la palabra. Una seductora artesanía argumental que provocará continuos golpes de humor en el público.

Si bien, lo atinado de la trama no se compagina del todo con el acierto del casting. Es este el elemento que impide explotar al 100% el potencial de la obra. Y esto no es debido a la falta de profesionalidad de los intérpretes que tejen la actuación sobre el escenario, sino, creo yo, a un traspié en la elección de los actores y las actrices en cuestión. La obra necesita, para explotar todas sus posibilidades, unos protagonistas con una elevada vis humorística, algo que no comparte la totalidad del casting. Mientras que Jordi Díaz (Robert) realiza una interpretación cómica a veces algo artificiosa, Mònica Glaenzel, la cocinera que deberá mutar de personalidad innumerables veces a lo largo de la trama, es la única que mantiene un pulso humorístico apropiado al papel que interpreta, y nos hace recordar su actuación en la serie Plats Bruts. Las interpretaciones de Mingo Ràfols (Bernat) y Àngels Bassas (Júlia) no destacan precisamente por su comicidad, aunque se esfuercen en ello, y junto a Marta Valverde, la poco sofisticada amante de Bernat, denotan un carrera teatral más propia de otros géneros.

Todo un hándicap que no permite a No et vesteixis per sopar alzar el vuelo y llegar a las cotas de hilaridad y humor que su delicado y enérgico entramado argumental podrían hacerle alcanzar, y que acaba dejando una sensación como la que provoca montarte en una atracción de feria que funciona a medio gas. Aunque es posible y deseable que el propio recorrido de la obra pueda corregir esta situación.

Pero lo escrito no ha de ser un inconveniente para ir a ver No et vesteixis per sopar. Los gustos son tan variados como las experiencias personales de cada uno de nosotros, y donde yo digo, o mejor dicho, escribo A, ustedes pueden oír, o leer, B. ¿Saben que es lo mejor de todo esto? Que solo podrán comprobar si acierto o me equivoco en la crítica de la obra yendo a ver una representación de la misma, y dejándose envolver por una de las tramas argumentales más rebuscadamente cómicas de las que se representarán en Barcelona a lo largo de esta temporada. Y si quieren pueden hacer algo mejor. Después de ver la obra pueden dejar un comentario a esta reseña, ya sea para llevarle la contraria al que estas líneas escribe o para dar su propia opinión del espectáculo. Seguro que así conseguiremos dar una visión más real y variada de la obra, ¿no lo creen ustedes así?

No et vesteixis per sopar” se representa en el Teatre Condal desde el 19 de septiembre al 25 de noviembre de 2012.

Autor: Marc Camoletti
Versión catalana y dirección: Roger Peña Carulla
Reparto: Mingo Ràfols, Àngels Bassas, Jordi Díaz, Mònica Glaenzel, Marta Valverde y Òscar Kapoya
Escenografía y attrezzo: Roger Peña
Vestuario: Eulàlia Miralles
Iluminación: Raúl Martínez
Movimientos coreográficos: Esther Luengo
Banda sonora: Miguel Perez
Caracterización: Toni Santos
Producción y Distribución: PINKERTON PRODUCCCIONS

Horarios: miércoles y viernes a las 21:00 horas; jueves a las 18:00 y a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y a las 21:30 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: de 28,50 a 32 €.
Duración de la obra: 1 hora y 50 minutos
Idioma: catalán.

Escrito por Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: El Apagón (Black Comedy) en el teatre Condal.


El Teatre Condal estrenó el pasado 30 de noviembre El apagón, una de las grandes comedias vodevilescas del teatro inglés del siglo pasado escrita por Peter Shaffer, dirigida por Yllana e interpretada por Gabino Diego, Eva Santolaria, Aurora Sánchez, Diego Molero, Paco Churruca, Ramón Merlo, Ana Arias y Ledicia Sola.

Brindsley (Gabino Diego) es un joven escultor prometido con Carol (Eva Santolaria). Esta noche es especial para él pues vendrá a su estudio un reputado coleccionista de arte interesado en su obra. Además conocerá, mal que le pese, al padre de su novia. Para impresionarlos a ambos la feliz pareja ha tomado prestados los muebles y las obras de arte de un vecino que está de viaje, con la intención de devolverlas una vez finalizada la velada. Por desgracia un inesperado apagón lo trastocará todo y puede que arroje una nueva luz a su vida.

El apagón tiene un arranque visual muy original que se mantiene durante toda la función: la acción da inicio con el escenario a oscuras, mientras que los actores (Diego y Santolaria) de desplazan y actúan sobre él sin aparentes problemas. Cuando se produzca el apagón se encenderá la iluminación del escenario para el público, y al mismo tiempo desaparecerá en la trama teatral. Si bien nosotros podremos ver perfectamente que está pasando en cualquier momento, los actores estarán a oscuras y nos convertiremos en auténticos voyeurs de situaciones y comportamientos normalmente escondidos a la luz del día.

Una buena idea que hace que de verdad se sienta el apagón. El espectador observa como se mueven torpemente los protagonistas en la “oscuridad”. Una situación difícil que obliga a los intérpretes a moverse por la casa tropezando y (supuestamente) sin verse. Esto último consiguen transmitirlo los actores con un gran esfuerzo interpretativo y no pudiendo fijar la mirada en sus interlocutores cuando hablan entre ellos porque, claro, no se ven.

El apagón no deja de ser la típica comedia de enredos. Un vodevil a la vieja usanza aunque aquí las puertas han sido sustituidas por las idas y venidas de la luz, gracias a la presencia de mecheros y linternas. El versátil escenario de la obra recuerda una de las páginas del comic “13 Rue del Percerbe” del genial Ibáñez, pues nos muestra de una forma muy similar la casa de la pareja, en donde podemos ver el comedor, la cocina, el lavabo, el dormitorio y la azotea, todo en el mismo decorado. Una buena y aprovechada escenografía a la que se le saca mucho partido y en la que acabarán sucediéndose escenas simultaneas, que entrelazadas, provocan la risa del espectador. En eso consiste en parte un buen vodevil, en acción desmadrada y equívocos constantes. y El apagón los tiene.

Gabino Diego interpreta al sempiterno joven simpático con salidas a lo Woody Allen, que hará malabares para ir arreglando los continuos problemas y líos que se sucederán durante el apagón y que pueden acabar con su carrera e incluso con su pareja. En este aspecto destacan los esfuerzos que Brindsley (Diego) tendrá que realizar “a oscuras” para devolver los muebles “tomados prestados” a su vecino tras la vuelta prematura del mismo. Eva Santolaria es también ya una veterana (y joven) actriz y se nota. Sabe cambiar a diferentes registros y estados emocionales muy rápidamente, de dulce y melosa, a enérgica, a furiosa, y a histérica como si nada. Una actuación que recuerda su papel en la longeva serie de televisión Siete vidas. Ellos son los dos pilares de la función, pero en toda comedia que se precie los papeles secundarios son importantes y en ésta destacan por sus muy buenas interpretaciones. Diego Molero esta soberbio en su papel de Harold, el vecino algo amanerado y coleccionista de antigüedades, al igual que Aurora Sánchez, la metomentoda y atrevida vecina Miss Furnival, una mujer faltada de amor, que provocará no pocas risas a lo largo de la noche y que nos enseñará como podemos llegar a compórtanos cuando nadie nos ve, sobre todo si nos dejamos llevar por los “divertidos” estragos del alcohol. Para añadir más tensión tenemos al padre de la novia, un severo Paco Churruca que encarna a un estricto y malhumorado coronel. A ellos se suma el pobre operario de la compañía eléctrica enviado para solucionar el apagón, que se ve arrastrado por los acontecimientos y al que da vida Ramón Merlo. En la última media hora la entrada de Clea (Ana Arias), la antigua novia de Brindsley, brillará y destacará con luz propia en esta oscuridad.

La obra se cierra con un tinte algo surrealista y es que a Gabino Diego no se le puede dar una guitarra… Aunque El apagón sea una comedia nos permite darnos cuenta de que, si bien un apagón es triste, a veces lo necesitamos para que nuestras vidas cambien.

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El apagón (Black Comedy)” se representa en el teatro Condal del 23 de noviembre de 2011 al 8 de enero de 2012.

Autor: Peter Shaffer
Dirección: Yllana (Joseph O’Curneen)
Adaptación: Joseph O’Curneen y Luis Colomina
Reparto: Gabino Diego, Eva Santolaria, Aurora Sánchez, Diego Molero, Paco Churruca, Ramón Merlo, Ana Arias y Ledicia Sola
Escenografía: Anna Tusell
Vestuario: Anna Tusell y Felype R. de Lima
Iluminación: Juanjo Llorens
Producción ejecutiva: Verteatro y Smedia

Horarios: miércoles a las 21:00 horas; jueves a las 18:00 y a las 21:00 horas; viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y a las 21:00 horas y domingos y festivos a las 18:30 horas.

FUNCIONES ESPECIALES:

6 de diciembre a las 18.30 horas
8 de diciembre a las 18.30 y a las 21.00 horas
22 de diciembre a las 21.00 horas

FUNCIONES ESPECIALES NAVIDAD:

24 de diciembre no hay función
25 de diciembre a las 18.30 y a las 21.00 horas
26 de diciembre a las 18.30 y a las 21.00 horas
29 de diciembre a las 21.00 horas
31 de diciembre a las 22.00 horas
3 de enero a las 21.00 horas
5 de enero no hay función
6 de enero a las 18.30 y a las 21.00 horas

Precios: miércoles y jueves 25 €; viernes, sábado, domingo y festivos 29 €.

PRECIOS ESPECIALES NAVIDAD:

25 de diciembre, 34 €
26 de diciembre, 34 €
31 de diciembre, 42 €
1 de enero, 34 €
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Escrito por: Taradete

Crítica teatral: Els bojos del bisturí

Y se alzó el telón. La temporada 2011-2012 dio comienzo en el Teatre Condal el pasado 16 de septiembre. Especializado en obras cómicas, este año el teatro ha iniciado la temporada, como no podía ser de otra manera, con un texto de uno de los grandes autores cómicos del siglo XX, Ray Cooney; así, los responsables de la sala del Paral•lel han adaptado It runs in the family, la han traducido como Els bojos del bisturí y han confiado en Àngel Llàcer, declarado amante del género, para que dirija la primera propuesta de la temporada.

Esta comedia de enredo gira alrededor del doctor Guillem Salgado, un médico que se prepara para vivir una jornada memorable: por fin será él el encargado de leer la conferencia inaugural del congreso de neurología que organiza su centro de trabajo, el Hospital del Mar. Salgado se encuentra en su despacho, ultimando su discurso, cuando una visita inesperada hará que la que iba a ser una jornada grande en un día especial, Sant Jordi, se convierta en un alocado disparate en el que tomarán partido una antigua amante del doctor y su hijo, su esposa, su fiel compañero en el hospital, la enfermera-jefe, un sargento de los Mossos d’Esquadra y algún que otro enfermo del hospital.

Els bojos del bisturí mantiene la estructura del clásico vodevil, con puertas que se abren y se cierran a gran velocidad, personajes que corren por todo el escenario, numerosos equívocos para ocultar una infidelidad pretérita, excesiva histeria colectiva, etc. Sin embargo, el secreto para que un vodevil tenga éxito radica en la capacidad para sorprender al espectador; por desgracia, aquí los diferentes sketches son bastante previsibles (era tan sólo cuestión de tiempo que hicieran su aparición en escena dos hombres uniformados con el minivestido de enfermera sexy), apenas un par de situaciones llegan a sorprender realmente (memorable, eso sí, el zapateao que se marca Verdaguer, pura comicidad hecha intérprete), algo que podría deberse a la época en la que fue escrita, la década de los 60, así que muchos gags no han resistido el paso del tiempo y han quedado ya obsoletos: el tipo de humor que genera ver una persona persiguiendo a otra, dando vueltas alrededor de una mesa, es un humor de cine mudo que hemos visto tantas veces con anterioridad que, en pleno siglo XXI, ya está superado. Además, esta adaptación alarga excesivamente y sin rubor alguno las diversas situaciones de enredo, provocando una progresiva pérdida de interés por parte del espectador, y también inserta momentos difícilmente justificables, como cuando los actores interrumpen su actuación para interpretar a capela varios fragmentos de canciones, situaciones tan repetitivas que producen cierta incomodidad en el espectador.

Ray Cooney, Àngel Llàcer, David Verdaguer y Enric Boixadera ya se habían citado antes en el Teatre Condal, donde coincidieron, de forma exitosa, en la representación de La doble vida d’en John, sin embargo, los paralelismos entre ambas acaban aquí, ya que aquélla resultaba mucho más divertida y sorprendente, algo que, en Els bojos del bisturí no se debe achacar, en modo alguno, a los intérpretes de la obra: es una lástima que nombres con tanto talento para la comedia como David Verdaguer, Susanna Garachana, Enric Boixadera o Àngel Llàcer queden tan limitados por un texto que ha quedado anticuado y que, probablemente, si se hubiera conseguido hacer una adaptación más moderna y actualizada, si se hubiera conseguido mantener una mayor regularidad en el ritmo de la acción, sin duda arrancaría mayores carcajadas en el público. El espectador reirá, sí, pero con muchísimo menos entusiasmo del que un buen vodevil representado por estos grandes cómicos debería asegurar.

Els bojos del bisturí se representará en el Teatre Condal del 16 de septiembre al 20 de noviembre de 2011.

Dirección y dramaturgia: Àngel Llàcer
Título original: It runs in the family
Autor: Ray Cooney
Traducción: Jordi Prat
Intérpretes: Joan Negrié, David Verdaguer, Cristina Solà, Maria Ribera, Susanna Garachana, Pau Ferran, Òscar Muñoz, Enric Boixadera
Escenografía: Miguel Montes
Iluminación: Àlex Aviñoa
Vestuario: Míriam Compte
Espacio sonoro: Jose Miguel Pérez
Caracterización: Àngels Salinas
Movimiento escénico: Marta Bayarri

Horarios:
de martes a viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y las 21:30 horas, y domingos a las 18:30 horas.
Precio: 25-29 €
Idioma:
catalán.
Duración: 1 hora y 30 minutos (sin entreacto)

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Escrito por: Robert Martínez Colomé

Crítica teatral: Sopar per a dos

El Almeria Teatre finaliza su programación de temporada con la programación de seis espectáculos durante la segunda quincena de julio dentro del IV Festival Romano de Barcelona Barcino’10.
Seis espectáculos de diverso formato que incluyeron cine, teatro, danza y zarzuela. Este último género representado con la escenificación durante los días 22, 23, 24 y 25 de julio de Sopar per a dos, una pequeña zarzuela catalana escrita por Narcís Campmany i Pahissa y musicada por Joan Rius en el año 1876.

Y hemos de viajar un poco en el tiempo para explicar las sensaciones vividas durante su representación. Una pequeña traslación temporal de unos 130 años, año más año menos, ya que uno tuvo la sensación de hallarse en otro lugar y en otro siglo. Me pareció estar presente el día del estreno original de la obra, allá por la segunda mitad del siglo XIX, y haber sido llevado al teatro de Gracia por un carromato tirado por caballeriza, acompañado por una joven hiladora de la que seguramente estaba muy enamorado. Estábamos disfrutando de un día de fiesta, seguramente de un domingo, y ella había insistido en ir al estreno del vodevil.

Esta es sin duda la sensación que se tiene cuando uno va al teatro a experimentar la zarzuela, o mejor dicho, la “sarsuela” catalana de la mano del Teatre Joventut de l’Hospitalet y del Almeria Teatre. Un espectáculo de bajo presupuesto, seguramente; con un cartel desconocido para el gran público, posiblemente; pero con una gran calidad tanto en el espacio recreado, como en el estudio de la obra, en las voces y en las interpretaciones de los componentes de la compañía.

Sopar per a dos es un vodevil, una zarzuela, casi un entreacto, como las que eran gustadas en la época, pero llevado a escena con un preciosismo propio de las grandes voluntades. Todo en el parece pasado. El escenario, los vestidos, las canciones, la forma de interpretar y de cantar, todo parece pasado, y esto no es un desprecio si este es el objetivo de toda la producción.

Sopar per a dos es sin duda un ejemplo de ejemplaridad. Uno disfruta al poder revivir, solo de vez en cuando, el teatro que se construía y se representaba antes. Olvidémonos de modernismos, de abstracciones sin sentido y de la voluntad de actualizar algo propio del pasado. Sopar para dos nos revela y nos revalora el teatro hecho por nuestro abuelos, ¡¡que digo yo!!, el hecho por nuestros bisabuelos o tatarabuelos, y nos lo trae a la Barcelona post-moderna del siglo XXI, tal y como se hacía antes, como se sentía antes y como se gozaba antes.

Aquí radica el secreto de su éxito. Ir a ver Sopar per a dos es hacer arqueología teatral, ahora que un programa como Sota terra consigue altas cotas de audiencia en la televisión. Aunque en este caso el guión está bien hecho, bien interpretado y, como no podía ser de otra forma en la Zarzuela, bien cantado.

Es aquí donde reluce el trabajo interpretativo y cantoral de su elenco: Mª Teresa Vert, Marta Valero, Ferran Campabadal y Josep Jarque y el esfuerzo de investigación que la puesta en escena de la obra ha comportado y en el que han trabajado, seguro intensamente, Viviana Salisi y Artur Arrannz.

Por cierto, se me olvidaba decir algo sobre el argumento: Como cualquier buena zarzuela vodevilesca su trama es tan clara como sencilla. En la Barcelona de finales del siglo XIX nos hallamos en la mansión de una medianamente joven pareja, la cual, por lo que parece, no mantienen una gozosa y armoniosa relación: Mientras el marido simula ir al entierro de un antiguo amigo, con el objetivo de pasar la tarde con uno de sus amores, la mujer aprovecha para ir al teatro, aunque verdaderamente su intención en verse con su amante. En este campo de batalla sentimental y amatoria la criada de la casa aprovechará para invitar a su novio a una cena en casa de sus amos. Los problemas darán inicio cuando el señor tenga que abandonar indeseada e involuntariamente a su amante cortejada y se presente en la casa para disponerse a cenar. Como es normal toda una serie de equívocos, enredos y situaciones cómicas se darán cita cuando la señora, el señor, la criada y su novio se encuentren en la mansión.

Un argumento que, sin duda alguna, nos ha de recordar a la zarzuela, al vodevil y a un teatro musical concebido y hecho en otra época y que el Almeria Teatre nos traslada a nuestro tiempo de sofocos, crisis, y modernismo desmesurado.

“Sopar per a dos”
se representó en el Almeria Teatre del 22 al 25 de julio de 2010.

Música: Joan Rius
Letra: Narcís Campmany i Pahissa
Intérpretes: Mª Teresa Vert, Marta Valero, Ferran Campabada
Investigación, adaptación y dirección: Viviana Salisi y Artur Arrannz
Iluminación: Roger Egea
Vestuario: Dress Art, Sastreria teatral
Producción: Teatre Joventut de l’Hospitalet

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Jorge Pisa Sánchez

Publicado originalmente en http://www.indienauta.com