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Crítica teatro: Immunitat, en La Villarroel

Como no podría ser de otra forma ya que forma parte de su ADN, el teatro se atreve, con Immunitat, a analizar las experiencias que todos y todas hemos vivido durante estos dos últimos años afectados por la pandemia, resultando un ejercicio de crítica y provocación escrito y dirigido por Jordi Casanovas e interpretado por Òscar Muñoz, Mercè Pons, Javier Beltrán, Vicenta Ndongo, Ann Perelló  y Borja Espinosa.

“Seis personas son convocadas para participar en un muestreo demográfico.  Se busca mejorar la gestión política en el caso de la llegada de futuras crisis. Estas personas son reunidas en una sala, les han asignado una cifra y les han dado una cajita con dos pulsadores: uno verde y otro rojo. La inteligencia artificial les preguntará cómo quieren actuar en cada uno de los casos que se les plantee y estas personas deberán votar si están a favor o si están en contra. Aparentemente muy sencillo. Aparentemente muy fácil de resolver. Pero hay un problema. Todas las decisiones se deberán tomar por unanimidad. Todos han de votar lo mismo”.

Casanovas nos vuelve a poner en situación con un tipo de obra que le gusta especialmente, en la que la tensión entre los protagonistas irá creciendo a medida que la representación progresa. Y es que la pandemia y su gestión han generado conflictos entre instituciones y personas y entre los ciudadanos mismos, elemento este que nutre la dramaturgia de la obra.

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Seis personas desconocidas (en verdad seis números) que participan en un muestreo demográfico, en el que una inteligencia artificial les va a hacer una serie de preguntas mientras los participantes estarán encerrados en una habitación sin poder salir de ella. De lo insólito de algunas de las preguntas y de la interacción entre los diversos personajes se irá generando una tensión creciente.

La obra analiza muy apropiadamente y con un estilo de thriller o intriga cómo vivimos todos y cada uno de nosotros esos días, aún no tan lejanos, de confinamientos, restricciones, sacrificios y muerte. ¿Cómo nos comportamos durante los días más duros de la pandemia? ¿Fuimos conscientes del sacrificio de los demás? ¿Seguimos las normas dictadas por las autoridades? ¿Cómo gestionaron la crisis nuestros y nuestras políticas? ¿Y las autoridades médicas? Y si me apuráis, ¿Qué es la democracia o qué uso hacemos de ella?

Todo esto irá generando un in crescendo de tensión entre los personajes que irá llevando a la obra por unos derroteros cada vez más insoportables, lo que nos permitirá finalmente descubrir quienes son los participantes del experimentos demoscópico y por qué están allí.

Casanovas acierta de nuevo con una propuesta que suma intriga, dramatismo y responsabilidad social y que nos permite reflexionar sobre la pandemia, su gestión y en cómo nos comportamos nosotros mismos durante la crisis epidémica provocada por la Covid-19. El texto de Casanovas es sólido y directo y crea una serie de situaciones incómodas a veces pero creíbles y que rozarán, estoy seguro, la sensibilidad de los y las espectadoras asistentes.

La propuesta también acierta en el casting de actores y actrices. Todos y todas tienen su momento, sobre todo cuando cada uno de ellos y ellas irán descubriendo sus identidades, componiendo una actuación coral a veces muy tensa, en un espacio escénico, esto es, la sala en la que se reúnen los participantes en la consulta, que nos traslada a un género de ciencia ficción.

Por todo ello, hemos de felicitar a Casanovas y a La Villarroel por atreverse a plantear una propuesta actual, provocativa y polémica por lo a flor de piel de las reflexiones y los hechos que trata la obra, que han marcado y marcarán, sin duda, la vida de todos y de todas.

«immunitat» se representa en La Villarroel del 2 de julio al 7 de agosto de 2022.

Autoría y dirección: Jordi Casanovas
Reparto: Òscar Muñoz, Mercè Pons, Javier Beltrán, Vicenta Ndongo, Ann Perelló , Borja Espinosa, Carla Tovias
Escenografía: Albert Pascual, Carles Piera
Iluminación: Sylvia Kuchinov 
Sonido: Enric Viñeta
Caracterización: Anna Rosillo
Vestuario: Albert Pascual, Goretti
Producción: La Villarroel Produccions y Grec 2022 – Festival de Barcelona

Horario y precios: Web La Villarroel
Duración: 90 minutos
Idioma: Catalán
HOTA CULTURALIA: 8
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Somni americà, en el Teatre Lliure.

cartel_somni_america_baja_resolucion_con_grafismoSi hay algo impuesto de forma ultrajante y abrumadora en la sociedad occidental en la que vivimos es la omnipresente idea del éxito, el que debe alcanzar cualquier persona en la vida arriesgándose, sino, a ser considero por los demás un desdichado o, algo incluso peor, un fracasado. El Lliure nos ofrece, con el estreno de Somni americà, una reflexión sobre el sueño americano, una ilusión originada en la década de los años 20 en los Estados Unidos y que ha cristalizado con el paso de los años en nuestro mundo occidental.

«Les Antonietes y La Kompanyia Lliure se han unido para emprender la travesía de los grandes autores dramáticos norteamericanos del siglo XX. En América todo el mundo puede triunfar, si no le despiertan del sueño. ¿Pero qué ocurre con todos los que rechazan este sueño de éxito individual y persiguen un sueño más pequeño y colectivo, a medida, un sueño en el que creer sin la necesidad de estar eternamente dormidos? ¿Existe un lugar para ellos en nuestro mundo?»

Somni americà representa un mix de la obra de varios autores americanos, entre ellos Erskine Caldwell, Woody Guthrie, Arthur Miller, Eugene O’neill, Ben Reitman, William Saroyan, John Steinbeck y, sobre todo, Tennessee Williams, por lo que el resultado escenográfico no puede ser otro que diverso y multifocal. Tarrasón, el director, especializado últimamente en la creación de proyectos escénicos a partir de la versión de las obras de autores clásicos como Withman, Ibsen o Chejov, apuesta en un nuevo esfuerzo creativo que permite al público observar las similitudes entre la época en la que vivimos, marcada en los últimos años por la crisis, los recortes y el regreso del capitalismo «puro y duro» y la realidad socioeconómica de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos. Pero en su intento, válido en la coyuntura actual, Tarrasón y, bajo sus órdenes, los actores y actrices de La Kompanyia Lliure y Les Antonietes, no acaban de lograr, por desgracia, el éxito completo.

01.21111Somni americà es una obra coral basada, más que en una historia o una trama, en una situación como suspendida en el tiempo, en la que las convicciones y los personajes creados por los autores antes citados regresan al escenario reanimados por los tiempos en los que vivimos. De ahí que todo parezca inmóvil y que el espectador no tenga nunca la sensación de que la obra avance. No solo eso, sino que la creación ampliamente coral del espectáculo comporta que el público no llegue a conocer realmente los motivos y la auténtica naturaleza de los personajes, lo que provoca un efecto de superficialidad en el relato. Sabremos, pues, lo que une a todos los personajes, esto es, la idea de fracaso y de incapacidad ante un mundo exterior al que temen y que amenaza con acabar con ellos tal como son, aunque no podremos indagar mucho más al respecto.

A favor de la obra, sin embargo, vale la pena remarcar el esfuerzo interpretativo de los componentes de La Kompanyia Lliure i Les Antonietes, que proveen al proyecto de su elemento más destacado, y en el cual es difícil señalar a unos sobre otros. Por otra parte, aunque la escenografía encaja con la historia que se nos cuenta, su disposición extendida no permite al público observar grácilmente el natural desarrollo de la acción y los personajes. A la obra, además, le falta algo de ritmo, sobre todo al conectar un microrelato con el siguiente, lo que provoca que haya momentos en los que el espectador bien bien no sepa dónde mirar.

Aunque alguno de los ingredientes de la obra puede no estar todo lo bien que debiera, Somni americà provoca en el espectador una reflexión emotiva acerca del fracaso, tanto del propiamente americano que se nos muestra sobre el escenario, como del que podemos llegar a experimentar nosotros mismos. La obra nos habla, también, de los sueños, aquellos que poseemos y aquellos que tuvimos alguna vez, y que nos acaban convirtiendo en las personas que realmente somos. Unos sueños que deberíamos mantener siempre vivos fueran cuales fueran las circunstancias que nos rodean en el mundo exterior.

¿Dónde se refugian, pues, aquellas almas que, por una razón o por otra, quedan truncadas debido a las exigencias emocionales, económicas y sociales que nos impone la vida? Seguramente en espacios suspendidos como el creado por Tarrasón en el escenario del Lliure de Gracia.

«Somni americà» se representa en el Teatre Lliure de Gràcia del 29 de enero al 1 de marzo de 2015.

Obra creada a partir de la obra de: Caldwell, Woody Guthrie, Arthur Miller, Eugene O’Neill, Ben Reitman, William Saroyan, John Steinbeck y Tennessee Williams
Autoría y dirección: Oriol Tarrasón, La Kompanyia Lliure y Les Antonietes
Reparto: Pep Ambròs, Laura Aubert, Paula Blanco, Javier Beltrán, Annabel Castan, Mireia Illamola, Pol López, Arnau Puig, Bernat Quintana, Mima Riera y David Verdaguer
Imagen y escenografía: Assad Kassab
Vestuario: Maria Armengol
Caracterización: Ignasi Ruiz y Montse Sanfeliu
Iluminación: Iñaki Garzón
Sonido: Roger Julià
Asesora de movimiento: Fátima Campos

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: 23 € / Descuentos disponibles
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 35 minutos
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Jorge Pisa

Crítica teatral: El caballero de Olmedo, en el Teatre Lliure.

cartel_el caballero de olmedo_LliureA veces uno se sorprende de la vigencia que en la actualidad tienen los clásicos en el teatro, y más en una sociedad conectada y virtual como la nuestra en la que lo nuevo y lo creativo priman sobre cualquier otro concepto. Para constatar este vigor el Teatre Lliure programa desde el pasado 14 de marzo El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, una tragicomedia romántica en verso adaptada a los nuevos tiempos por Lluís Pascual y a la que da vida sobre el escenario la unión de fuerzas de La Kompanyia Lliure y la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico de Madrid.

Pascual realiza una nueva incursión en una obra que ya representara en el año 1992 en la Cour d’Honneur del Palacio de los Papas de Avignon. Ahora hace regresar el texto al Lliure y lo libra de toda su magnificencia escénica para proponernos un espectáculo de carácter minimalista. La idea es presentarnos un tablao flamenco sobre el cual los jóvenes actores y actrices de ambas compañías nos relatan la funesta historia de don Alonso y doña Inés. Imagínense, un espacio tan solo ocupado por diversas sillas es el ecosistema escénico sobre el que en todo momento veremos a los actores, de pie o sentados, dependiendo de si están actuando en ese momento o no. Una opción que fuerza al espectador a crear para sus adentros y de la nada todo el aparato escénico virtual y nos muestra, tan solo, el texto y las interpretaciones, dejando también el vestuario en un mix de prendas actuales y clásicas para aclimatar la representación.

Pascual y el Lliure han intentado de esta forma deshacerse del velo de clasicismo del texto original y acercarse a un público más joven, o al menos más actual, a través de la puesta en escena y del buen hacer de dos compañías jóvenes, todo ello acompañado por la veteranía actoral de Rosa María Sarda, que interpreta a la alcahueta Fabia, y la música y el cante de origo de Pepe Motos y Antonio Sánchez.

Así, pues, con este ropaje escénico todo o casi todo se reduce a las interpretaciones, en las que podemos observar algo parecido a dos frecuencias: una más castiza y pura, la que hace la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y en la que destaca la interpretación de Francisco Ortiz, y una más contemporánea infundida por los miembros de La Kompanyia Lliure en la que cabe destacar las interpretaciones de Javier Beltrán como Don Alonso y Mima Riera como Doña Inés, a la par de la caracterización de Pol López como Tello, que si bien impacta por la dicción andaluza de su personaje, provoca que parte del texto no acabe de entenderse por el público. A lo que se sema el trabajo de Rosa María Sardà que reina sobre todos los actores por su gracejo, su veteranía y que además realiza tareas de conductora de la obra.

escena_el caballero de olmedo_LliurePor otra parte Pepe Motos y Antonio Sánchez potencian el toque poético de la obra con una música y percusión de corte flamenco que encaja a la perfección con la escenografía creada para la obra. Algo que no se llega a conseguir del todo con la utilización en la parte final del audiovisual, en el cual se nos muestran las formas del sol, de la luna y de la Tierra, símbolos a interpretar libremente por el público. La obra original se enriquece, además, con la interpretación de un tango por parte de David Verdaguer a estilo de entremés teatral entre acto y acto y que adapta la historia de desamor de El Caballero de Olmedo.

Pascual ha cortado y retocado el texto original, adecuando el contenido de la obra a los tiempos menos «clásicos» en los que vivimos, y ha pretendido sacar hierro a una historia ambientada en la primera mitad del siglo XVII. Y lo ha conseguido con nota si consideramos el nivel de los aplausos que recibe la obra tras su final. Si bien su propuesta obliga al espectador, y sobre todo a aquel que no conoce la historia, a esforzarse de veras para acabar de dar forma al relato en su fuero interno, algo que seguro se convierte en una barrera de entrada al público más joven, bastante ausente en la representación.

No esperen, pues, demasiado tiempo para comprobar qué pueden hacer Lluís Pascual y dos jóvenes compañías de teatro, asistidos por Rosa María Sardà y por la música de Pepe Motos, con una obra de Lope de Vega, ya que solo estará en cartelera hasta el próximo 13 de abril. Una cita con el pasado que seguro que les parecerá muy moderna.

«El caballero de Olmedo» se representa en el Teatre Lliure del 14 de febrero al 13 de abril de 2014.

Autor: Félix Lope de Vega
Dirección Lluís Pasqual
Reparto: Laura Aubert, Javier Beltrán, Paula Blanco, Jordi Collet, Carlos Cuevas, Pol López, Pepe Motos, Francisco Ortiz, Mima Riera, Antonio Sánchez, Rosa Maria Sardà, David Verdaguer y Samuel Viyuela González
Adaptación: Lluís Pasqual a partir de la versión de Francisco Rico
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Lluís Pasqual y Fernando Ayuste
Dirección musical: Dani Espasa
Música y arreglos flamencos: Pepe Motos
Producción: Teatre Lliure y Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21 horas y domingos a las 18 horas.
Precios: 29 €; 22 € (miércoles y sábado por la tarde, días del espectador); 24,50 € con descuento
Idioma: castellano
Duración: 1 hora y 20 minutos sin pausa
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Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: La revolució no serà tuitejada, en el Teatre Lliure Gràcia.

cartell_revolucioEl Lliure de Gràcia se pone manos a la obra esta temporada para proporcionarnos varios mordiscos de realidad con La revolució no serà tuitejada, el primer proyecto escénico de La Kompanyia construido a partir de textos de los dramaturgos Jordi Casanovas, Guillem Clua i Pau Miró. La nueva propuesta del Lliure nos permite quitarnos los ropajes más ceñidos y explorar la evolución de nuestras vidas y de nuestra sociedad marcadas ambas por el uso de la tecnología, la difuminación de los límites de casi todo y por las ansias de revolución atrapadas en el fondo del alma humana.

Tres han sido los autores que han dado forma al texto, Casanovas, Clua i Miró, y visto el resultado parece que más que crear un espectáculo teatral unitario han preferido ensamblar ideas particulares a lo largo de la representación, dando forma a una sucesión de micro-obras íntimamente relacionadas con la forma en la que el teatro más actual y atrevido se desarrolla en la actualidad. Así, pues, La revolució no serà tuitejada está formada por diversas micro-historias que poco tienen que ver, a veces, las unas con las otras y que abarcan desde la irrealidad del espíritu de revolución clásico en nuestra sociedad hiper-tecnificada; la opresión que ejerce una multinacional cualquiera sobre la voluntad de sus jóvenes trabajadores; el relato de una historia de amor ambientada en la Guerra Civil Española o el esfuerzo de un genio para comunicarse con los demás.

De esta forma, más que hablarnos de la revolución, la obra nos obliga a mirar hacia la realidad que nos rodea y que nos subyuga con una miríada de pequeños premios que envuelven la opresión cotidiana con la dulzura del bienestar. Con este objetivo en mente los miembros de la Kompanyia se mueven por un escenario central rodeado de filas de butacas, como para permitir una mejor observación por parte del público, en un espacio que comienza siendo un Apple Store cualquiera pero que se va transformando para convertirse en el trasfondo de cada una de las historias, todas ellas ligadas de alguna forma con la tecnología, de allí la elección para iniciar la representación de un monstruo corporativo como Apple, una de las empresas que más han contribuido a dar forma al mundo digital e hiper-comunicativo en el que vivimos.

08.0444La obra al estar constituida de micro-relatos, se desarrolla de forma rápida y nos permite contemplar el buen hacer de una compañía de teatro que suma a su juventud las ganas de hablarnos de tú a tú mirándonos directamente a los ojos, eliminando de su repertorio el artificio o la simulación. De nuevo, y creo que esto se está convirtiendo en un latiguillo fácil en mis reseñas, los actores, como los autores, realizan un trabajo coral, saliendo y entrando en escena a necesidad. Todos ellos destacables por la cercanía y la credibilidad de sus actuaciones, aunque yo destacaría de entre ellas el espejismo revolucionario y la llaneza laboral encarnada por Pol López; la composición de Laura Aubert que apunta maneras y muchas, y el esfuerzo interpretativo de Javier Beltrán que sobresale por el realismo con la que encarna al genio discapacitado.

El global, sin embargo, pierde fuerza debido a la excesiva disparidad de las historias narradas, que hace difícil encontrarle un común denominador a la obra y que fuerza excesivamente al espectador a intentar hallar un sentido a la sucesión de acontecimientos que se desarrollan sobre el escenario. Si bien, si consideramos las edades de los directores, nacidos en la década de los 70, y la de los de los actores, todos ellos sorprendentemente pertenecientes a la década de los 80, podemos intuir que las formas de hacer y de disfrutar del teatro están cambiando, sobre todo en relación a los más jóvenes, y esta es una forma de captar la atención de un público que lee micro-textos en internet; visiona micro-videos en youtube y al que le pueden interesar las micro-obras de teatro que tanto éxito tienen en la actualidad, si nos fijamos en el creciente número de compañías y teatros que las ofertan.

Nuevos tiempos y nuevas formas que avanzan, como no, de la mano de la tecnología, y que nos confirman, que el sentir humano evoluciona muchas veces a partir de los avances tecnológicos, unos obviándolos por banales y poco útiles, y otros haciéndolos suyos y dando un paso adelante. La pregunta es: ¿Eres tú de los primeros o de los segundos?

«La revolució no serà tuitejada» se representa en el Teatre Lliure Gràcia del 3 al 27 de octubre de 2013.

Creación y dirección: Jordi Casanovas, Guillem Clua y Pau Miró
Reparto: Laura Aubert, Javier Beltrán, Paula Blanco, Pol López, Mima Riera y David Verdaguer
Escenografía: Enric Planas
Vestuario: Berta Riera
Caracterización: Àngels Salinas
Iluminación: David Bofarull (a.a.i.)
Sonido: Roc Mateu
Producción Teatre Lliure

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precios: 29 €
22 € (miércoles y sábados por la tarde, días del espectador)
24,65 € con descuento
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 20 minutos sin pausa

Espectáculo recomendado por el Servei Educatiu del Teatre Lliure

Crítica teatral: “Paisaje sin casas” de La Virgueria: Mirando hacia nosotros mismos

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La ventana de delante no oculta.

Contemplar un paisaje puede causarnos placer. Como asistir a un espectáculo teatral. También la observación de un panorama nos puede inquietar. Como comprobar que una propuesta escénica aborda el lado más sórdido de nuestro entorno. Incluso darse de bruces con unas vistas desoladoras nos empujará a tomar conciencia de que las cosas no van bien.

La Virgueria, compañía que tiene como pulmón derecho el compromiso social y como pulmón izquierdo el nadar a contracorriente, enmarca su paisaje plantando en un suelo poético y minucioso unos personajes que aspiran a transmutar su condición de antihéroes en figuras que sobrevuelen con arrojo la miseria en que se hallan empantanados.

Aleix Fauró, diseñador de esta estampa honesta y bienintencionada, desperdiga en el escenario a unos actores esforzados y muy voluntariosos para que las proclamas del autor Pablo Ley se conviertan en clamor escénico.

Pero ocurre que es tanto el detenimiento del dramaturgo recreando su discurso en la descripción de la frustración existencial de sus personajes como morosa la narración de su quehacer diario que este “Paisaje” no solo no tiene “casas”, sino que además arrastra a su aridez la calidez que los personajes reclaman a gritos.

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 ¿Y si pasamos a la acción?

Y vayamos más allá de los efectismos de esta propuesta, como son la simpatía que suelen despertar en nuestra burguesa complacencia el retrato de los más desfavorecidos; o una escenografía realista que reproduce hasta el último detalle de una estancia doméstica.

Si nuestra mirada es clara y decidida, distinguirá el atractivo de comprobar que lo verdaderamente relevante en el aspecto dramatúrgico es la definición de los protagonistas a partir de su actitud de cronistas: uno de ellos (resultón Carles Gilabert) relatando hasta el último detalle sus andanzas de delincuente como “copiloto” aplicado de un compañero que nunca aparece; el otro (vulnerable Javier Beltrán), asintiendo y apostillando lo injusto que es este mundo del progreso para los que no pueden avanzar por veredas de consumismo.

Y luego está ese mundo exterior del que tanto hablan, que destripan y retuercen con puños de pasividad alarmante, y que les devoraría sin piedad en cuanto abandonasen su acomodada plática. Todo ello ejemplificado maravillosamente por Eduardo Telletxea (sugerente, contenido y verosímil) cuando irrumpe en escena episódicamente. La rudeza de su físico; lo parco de su expresión verbal y la resistencia a apalancarse de la criatura que le toca encarnar dinamizan el espectáculo y permiten también entrever lo rico que hubiese sido este “Paisaje” en el caso de haber dejado de lado la pretenciosidad de su discurso y si, además, sus protagonistas pudiesen expresarse sin tanto artificio literario y pose intelectual.

La vida, al fin y al cabo, es como insiste y persiste uno de los personajes: hurtar la lata de atún, cargar con ella como preciado tesoro y, sobre todo, dar buena cuenta de ella después.

por Juan Marea

Teatre Lliure
Plaza Margarida Xirgu, 1 de Barcelona
del 24 de abril al 11 de mayo
dramaturgia: Pablo Ley
dirección: Aleix Fauró
intérpretes: Javier Beltrán, Carles Gilabert y Eduardo Telletxea
espacio escénico: Ian Gehlhaar
iluminación: Andreu Romaní
en castellano
duración: 80 minutos (sin pausa)
horarios: de miércoles a viernes, 21 h; sábados, 21.30 h
precios: 12€ (anticipada), 15€ (1 hora antes en taquilla); descuentos: alumnos de interpretación (10% descuento); miembros de la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña (1 entrada a 6€ y 50% de descuento para acompañante) 

Crítica teatral: “Gairebé” de la Companyia Sense Padrí: Romeo y Julieta comparten cisterna.

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Ella y él, casi una pareja

Ocupamos los servicios de hombres de un lugar de paso, refugio de un par de cuerpos castigados por el afecto apresurado, alivio para dos almas enterradas en proyectos de vida que no pueden concretarse.

El pasado fin de semana en La Nau Ivanow, fàbrica de creació de Barcelona, la Companyia Sense Padrí llenó de pintadas sus paredes escénicas mientras que apenas tres escalones separaban el cielo (el lavabo de marras) del infierno (el mundo exterior) para la pareja atascada compuesta por Javier Beltrán y Elisabet Vallès bajo la mirada poco higiénica de Carles Algué.

Casi un “tour de force” entre dos perdedores que no logra dejarnos exhaustos. Porque su historia, casi la crónica de una redención de la marginalidad social a través del imprevisible y temido amor, discurre por los carriles convencionales del melodrama desarraigado generacional y romántico contemporáneo (la permanente sombra deDanny y Roberta” de Shanley).

Es tanto el empeño del Algué escritor de buscar la empatía del público que no permite que el espíritu de su obra se propague por la sala. El texto propone su trama a base de ir juntando los encuentros y desencuentros de los dos protagonistas, enfrentando la oposición de caracteres (retraído él, descarada ella; apasionado él, paralizada ella) y situándolos en un espacio íntimo y a la vez en continuo peligro de la agresión social externa.

Solo entre urinarios seremos.
Solo entre urinarios seremos.

Tampoco el Algué director encuentra el camino adecuado para salvar los escollos dramatúrgicos a la hora de guiar a sus actores: sus interpretaciones (esforzadas pero poco verosímiles) a duras penas se apartan del estereotipo. Y la gran baza de esta propuesta escénica, su ambientación en un lugar tan proclive a la emoción furtiva y al efluvio de necesidades primarias, es desaprovechada al obligar a aquellos a ausentarse continuamente del campo de visión del espectador cuando practican las acciones que más nos los habrían podido acercar por su tentadora cotidianeidad.

A pesar de todas estas limitaciones mencionadas, el espectáculo consigue fluir intermitentemente cuando los actores interaccionan con naturalidad en el espacio: las pintadas de ambos citando al Shakespeare más habitualmente socorrido, que podrían haber resplandecido entre insinuaciones soeces y proclamas coyunturales si no fuesen meros recursos escénicos contextuales; los cambios de vestuario de la insinuante heroína; los arrebatos de ira de él levemente ejecutados sobre la pared; la utilización del lavamanos como punto de encuentro irresistible de ambos. Y también la música, esa hermosa pieza delicada que suena cada vez que ella decide jugar a reconocer tímidamente su sensibilidad.

Casi casi. Pero no desfallezcamos.

del 12 de abril al 14 de abril de 2013

Dirección y dramaturgia: Carles Algué
Intérpretes: Javier Beltrán y Elisabet Vallès
Iluminación: Arantza Flores
Espacio sonoro: Dani Carles
Escenografía: Mònica Gálvez
Música: Håvard Enstad

Horarios: viernes y sábado a las 21h; domingo a las 19h
duración: 70 minutos
venta de entradas: 12€ /Amics de la Nau: 50% + 1 consumición gratuita
(Telentrada y 1h antes en taquilla)

por Juan Marea

Crítica teatral: Dos punkis i un Vespino, al Teatre Gaudí de Barcelona

S’apropa la Nit de Nadal, un esdeveniment en què és gairebé obligat sopar en família, en un ambient de concòrdia i sense tenir en compte les discrepàncies entre cunyats, germans, etc. que durant l’any els han separat sense remei. Però no tothom viurà aquesta nit en pau i harmonia: alguns fugiran dels multitudinaris banquets per celebrar l’ocasió d’una manera diferent, tal i com ens proposa Dos punkis i un Vespino al Teatre Gaudí de Barcelona, una història nadalenca en què quatre personatges sense gairebé res en comú es veuran obligats a entendre’s durant aquesta freda nit de desembre.

En una benzinera, perduda enmig del no-res, l’empleat del torn nocturn dorm damunt del mostrador sense sospitar que aquella no serà la nit plàcida que anuncien les nadales. La seva tranquil·litat es veu interrompuda quan dos punkis entren a l’establiment amb la intenció de passar-hi la nit, ja que la Vespino en què viatjaven no ha suportat la duresa del trajecte –ni el pas dels anys– i els ha abandonat abans d’arribar a la ciutat. L’enfrontament entre els dos joves i el gasoliner, que no vol problemes amb els seus superiors, anirà en augment fins l’aparició d’una noia que, plorosa, també buscarà refugi a la benzinera.

Original i divertida, a estones vodevilesca, Dos punkis i un Vespino presenta un conte de Nadal allunyat dels clixés habituals, amb un text intel·ligent que qüestiona la felicitat, sovint irreal, que sembla imprescindible en aquestes dates; l’obra demostra que a la Nit de Nadal també podem trobar personatges solitaris, sense fortuna ni cap mena d’esperit nadalenc. Pels quatre joves aquesta és una nit com qualsevol altra, fins i tot l’empleat de la benzinera, el més assenyat de tots, es resisteix a ajudar els dos punkis, vençut per la por i superat pels esdeveniments, oblidant la solidaritat característica d’aquests dies. A més l’obra serveix per criticar la hipocresia d’una part de la societat, en aquest cas la família de Carol, quan arriba la Nit de Nadal, moment en què l’important és la unitat familiar, i per això no entenen la irada reacció de la noia envers el seu promès.

Marilia Samper i Llàtzer Garcia, els autors del text, també posen de manifest les diverses formes d’encarar la vida d’aquests personatges: per un costat estan els dos punkis que viuen al marge del capitalisme, lluny dels convencionalismes, són uns nòmades del segle XXI, nihilistes de vida lliure sense obligacions ni lligams i que només accepten el lema de l’originari moviment punk: “no hi ha futur”; d’altra banda, i amb una vida diametralment oposada a la dels dos germans, trobem el gasoliner, un personatge sotmès al sistema, pusil·lànime, amb una existència marcada per la por fins que coneix els dos joves i la seva manera de viure sense complexes. Així Samper i Garcia utilitzen el conflicte entre aquests dos estils de vida per muntar algunes de les escenes més còmiques de la funció.

Javier Beltrán (Ray) i Oriol Casals (Jota) són els punkis del títol, dos esperits lliures que només es tenen l’un a l’altre –bé, i la seva vella Vespino– i que s’esforcen en demostrar, al món i a ells mateixos, que es pot viure d’una altra manera: Beltrán exerceix de líder, és el germà gran i les coses es fan com ell decideix, mentre que Casals –amb un magnífic talent per la màgia– el segueix amb fidelitat i admiració, i fins aquella nit no qüestiona cap de les decisions d’en Ray. Muguet Franc és Carol, la noia fràgil i desorientada que, ofegada per la pressió familiar, fuig de casa sense tenir clar quina direcció prendre. Però és Xavi Francès el veritable triomfador de l’obra, ell és el gasoliner gris, anònim i una mica babau, que protagonitza les escenes més agraïdes i hilarants, com la seva defensa aferrissada del bitterkas –senzillament magistral– o la declamació del poema de Nadal que recita amb la il·lusió pròpia d’un nen.

Avalada pel premi al millor projecte d’escenificació de l’Institut del Teatre 2010, Dos punkis i un Vespino és una excel·lent proposta per escalfar motors de cara a les festes nadalenques, una esbojarrada representació que provocarà els riures del públic més seriós i que està especialment recomanada per als espectadors que vulguin assistir a una Nit de Nadal gens habitual.

Dos punkis i un Vespino es representarà al Teatre Gaudí de Barcelona del 10 de novembre de 2011 al 15 de gener de 2012.

Dramatúrgia: Marilia Samper i Llàtzer Garcia
Direcció: Marilia Samper
Intèrprets: Javier Beltrán, Oriol Casals, Muguet Franc i Xavi Francès
Companyia: La Brava
Escenografia: Enric Planas
Vestuari: Gimena González Busch
Il·luminació: Jordi Berch
Fotografies: Alba Lajarin
Producció: Xevi Gómez

Horaris: de dijous a dissabte a les 21:00 hores i diumenge a les 20:00 hores
Preu: 18 €
Idioma: català
Durada: una hora i quinze minuts

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Escrit per: Robert Martínez Colomé

 

Estrena teatral: Dos punkis i un vespino al Teatre Gaudí de Barcelona

El Teatre Gaudí de Barcelona estrena Dos punkis i un vespino, una original proposta de la companyia La Brava que mostra les desventures de quatre personatges que es veuen forçats a conviure, durant unes hores, en una benzinera durant una gèlida nit de Nadal.

En una nit tant especial com és la de Nadal, quan les llars s’omplen de famílies cantant nadales i deixant de banda velles disputes, dos joves punks pateixen una averia a la seva moto enmig del no res; tots dos són nòmades per convicció, les seves pertinences caben en una motxilla i viatgen contínuament en una vella vespino que, justament aquella nit, no resisteix més el pas del temps i els abandona a meitat de camí.

La freda climatologia obliga els nois a buscar refugi en una benzinera, on coneixeran al treballador del torn de nit del local i a una misteriosa noia. D’aquesta manera els quatre acabaran per descobrir-se a ells mateixos i entre ells mentre esperen que es faci de dia entre rialles, cops de puny, trucs de màgia i molts bitterkas.

La Brava és la responsable de Dos punkis i un vespino, una obra gamberra i punk que va guanyar el premi al millor projecte d’escenificació de l’Institut del Teatre 2010 i que, mitjançant l’humor, ens farà reflexionar sobre la valentia de saber escollir quin és l’autèntic camí que hem de seguir, cadascun de nosaltres, a la vida, una representació dirigida per Marilia Samper i interpretada per Javier Beltrán, Oriol Casals, Muguet Franc i Xavi Francès.

Dos punkis i un vespino es representarà al Teatre Gaudí de Barcelona del 10 de novembre de 2011 al 15 de gener de 2012.

Dramatúrgia: Marilia Samper i Llàtzer Garcia
Direcció: Marilia Samper
Intèrprets: Javier Beltrán, Oriol Casals, Muguet Franc i Xavi Francès
Companyia: La Brava
Escenografia: Enric Planas
Vestuari: Gimena González Busch
Il•luminació: Jordi Berch
Fotografies: Alba Lajarin
Producció: Xevi Gómez

Horaris: de dijous a dissabte a les 21:00 hores i diumenge a les 20:00 hores
Preu: 18 €
Idioma: català
Durada: 1 hora i quinze minuts