El Lliure de Gràcia se pone manos a la obra esta temporada para proporcionarnos varios mordiscos de realidad con La revolució no serà tuitejada, el primer proyecto escénico de La Kompanyia construido a partir de textos de los dramaturgos Jordi Casanovas, Guillem Clua i Pau Miró. La nueva propuesta del Lliure nos permite quitarnos los ropajes más ceñidos y explorar la evolución de nuestras vidas y de nuestra sociedad marcadas ambas por el uso de la tecnología, la difuminación de los límites de casi todo y por las ansias de revolución atrapadas en el fondo del alma humana.
Tres han sido los autores que han dado forma al texto, Casanovas, Clua i Miró, y visto el resultado parece que más que crear un espectáculo teatral unitario han preferido ensamblar ideas particulares a lo largo de la representación, dando forma a una sucesión de micro-obras íntimamente relacionadas con la forma en la que el teatro más actual y atrevido se desarrolla en la actualidad. Así, pues, La revolució no serà tuitejada está formada por diversas micro-historias que poco tienen que ver, a veces, las unas con las otras y que abarcan desde la irrealidad del espíritu de revolución clásico en nuestra sociedad hiper-tecnificada; la opresión que ejerce una multinacional cualquiera sobre la voluntad de sus jóvenes trabajadores; el relato de una historia de amor ambientada en la Guerra Civil Española o el esfuerzo de un genio para comunicarse con los demás.
De esta forma, más que hablarnos de la revolución, la obra nos obliga a mirar hacia la realidad que nos rodea y que nos subyuga con una miríada de pequeños premios que envuelven la opresión cotidiana con la dulzura del bienestar. Con este objetivo en mente los miembros de la Kompanyia se mueven por un escenario central rodeado de filas de butacas, como para permitir una mejor observación por parte del público, en un espacio que comienza siendo un Apple Store cualquiera pero que se va transformando para convertirse en el trasfondo de cada una de las historias, todas ellas ligadas de alguna forma con la tecnología, de allí la elección para iniciar la representación de un monstruo corporativo como Apple, una de las empresas que más han contribuido a dar forma al mundo digital e hiper-comunicativo en el que vivimos.
La obra al estar constituida de micro-relatos, se desarrolla de forma rápida y nos permite contemplar el buen hacer de una compañía de teatro que suma a su juventud las ganas de hablarnos de tú a tú mirándonos directamente a los ojos, eliminando de su repertorio el artificio o la simulación. De nuevo, y creo que esto se está convirtiendo en un latiguillo fácil en mis reseñas, los actores, como los autores, realizan un trabajo coral, saliendo y entrando en escena a necesidad. Todos ellos destacables por la cercanía y la credibilidad de sus actuaciones, aunque yo destacaría de entre ellas el espejismo revolucionario y la llaneza laboral encarnada por Pol López; la composición de Laura Aubert que apunta maneras y muchas, y el esfuerzo interpretativo de Javier Beltrán que sobresale por el realismo con la que encarna al genio discapacitado.
El global, sin embargo, pierde fuerza debido a la excesiva disparidad de las historias narradas, que hace difícil encontrarle un común denominador a la obra y que fuerza excesivamente al espectador a intentar hallar un sentido a la sucesión de acontecimientos que se desarrollan sobre el escenario. Si bien, si consideramos las edades de los directores, nacidos en la década de los 70, y la de los de los actores, todos ellos sorprendentemente pertenecientes a la década de los 80, podemos intuir que las formas de hacer y de disfrutar del teatro están cambiando, sobre todo en relación a los más jóvenes, y esta es una forma de captar la atención de un público que lee micro-textos en internet; visiona micro-videos en youtube y al que le pueden interesar las micro-obras de teatro que tanto éxito tienen en la actualidad, si nos fijamos en el creciente número de compañías y teatros que las ofertan.
Nuevos tiempos y nuevas formas que avanzan, como no, de la mano de la tecnología, y que nos confirman, que el sentir humano evoluciona muchas veces a partir de los avances tecnológicos, unos obviándolos por banales y poco útiles, y otros haciéndolos suyos y dando un paso adelante. La pregunta es: ¿Eres tú de los primeros o de los segundos?
«La revolució no serà tuitejada» se representa en el Teatre Lliure Gràcia del 3 al 27 de octubre de 2013.
Creación y dirección: Jordi Casanovas, Guillem Clua y Pau Miró
Reparto: Laura Aubert, Javier Beltrán, Paula Blanco, Pol López, Mima Riera y David Verdaguer
Escenografía: Enric Planas
Vestuario: Berta Riera
Caracterización: Àngels Salinas
Iluminación: David Bofarull (a.a.i.)
Sonido: Roc Mateu
Producción Teatre Lliure
Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 17:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precios: 29 €
22 € (miércoles y sábados por la tarde, días del espectador)
24,65 € con descuento
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 20 minutos sin pausa
Espectáculo recomendado por el Servei Educatiu del Teatre Lliure
Cuando llegué al teatro para verla, estaba espectante…quería saber qué escondía ese atractivo título….
Cuando salí del teatro para ir a por mi moto….la buscaba mientras reflexionaba que ese atractivo título le quedaba grande…
Aunque hay actuaciones que amenizan muy favorablemente la obra, bajo mi punto de vista, le falta algo de fuerza al contenido…