Siempre es grato escribir sobre una novela histórica, y más si su autor es León Arsenal, escritor especializado en este género y responsable de La boca del Nilo (Edhasa, 2005), una de las novelas históricas más impactantes que uno haya leído en los últimos tiempos. El pasado 2012 Arsenal publicó, también en la editorial Edhasa, la que es ahora su penúltima obra, Última Roma, un título que sugiere al potencial lector la idea de gran relato que solo la historia y las novelas que tratan de ella puede generar.
«Año 576. Roma ha caído, pero quedan hombres dispuestos a restaurar su poder. En Hispania combaten visigodos, suevos, la antigua nobleza romana, viejas tribus indígenas… En el norte de la península, un senado de terratenientes planea unirse al imperio de Oriente. Hacia allí viaja Basilisco, funcionario imperial, acompañado de caballería pesada al mando de Mayorio. Ambos sueñan con la Renovatio Imperii, la restauración de Roma. También acude desde la Suevia una columna de britones. Con ellos viaja Claudia Hafhwyfar, que tiene un sueño recurrente desde niña: la de un jinete que viene a ella a través de inmensidades desérticas. El rey godo Leovigildo debe actuar a su vez para salvar a su reino. La guerra es inevitable y en ese escenario, con todo en la balanza, se decidirá el futuro de Roma e Hispania«.
Última Roma es un intento, por parte de Arsenal, de trasladar a época tardoantigua y visigoda los éxitos literarios que le acompañan desde hace años. Y es un intento destacable en algunos aspectos, pero incierto en otros. Lo primero por lo que se le ha de valorar es por arriesgarse, de forma consciente, tal y como nos lo indica el mismo autor en el prólogo de libro, a ambientar su historia fuera de los ambientes más conocidos de la historia, lo que supone una osadía aunque también conlleva dejar al lector algo (o muy) desorientado en la lectura. De esta forma, la novela nos presenta un contexto histórico bastante desconocido para la mayoría que nos descubre la historia de la Spania bizantina, la Suevia y la presencia de britones, habitantes de la Britania romana que emigraron, tras la llegada a las islas de los invasores germánicos, al territorio del noroeste de la península Ibérica
León Arsenal
Además, y esto puede ser negativo para muchos lectores, los eventos narrados en la novela no contienen, podríamos decir, ningún hecho destacable en sí, o al menos identificable, por lo que la decepción del lector puede aumentar, sobre todo si observamos la portada del libro y su pomposo título.
En relación a la trama y los personajes, Arsenal sabe crear el contexto novelesco en el que los diversos personajes y poderes se unirán con el objetivo de frenar el avance visigodo en la Península. Si bien en algunos momentos le falta credibilidad a la historia, ya que uno tiene la sensación de que el autor deforma demasiado lo poco que se conoce del periodo histórico para desarrollar la trama de su novela. De esta forma algo ficticia, el lector descubre la existencia de los britones en la Península; el débil equilibrio de las fuerzas bizantinas en el sur o la existencia de territorios que, como la provincia deCantabria (una realidad histórico-política no del todo identificada por los historiadores), permanecían autónomas políticamente en un momento en el que no existía una clara soberanía sobre los territorios peninsulares, algo que el visigodo Leovigildo se esforzaría en remediar.
La historia nos es narrada por Arsenal de forma coral y episódica y nos presenta esa idea de final tan característica de la época en la que sitúa la trama, y como algo característico en él, nos la relata de una forma literaria atractiva, con unos personajes con los que el lector se puede identificar y con los que se puede poner de su lado en su esfuerzo por frenar el avance visigodo y dotar al poder imperial bizantino de nuevos bríos en Occidente. Un relato que, además, nos puede recordar el mundo artúrico, como el propio Arsenal ha reconocido.
Posiblemente los personajes más cautivadores de la novela sean los miembros del bandon de caballería pesada comandado por Mayorio, el último reducto, si bien caído en desgracia, de la otrora potencia militar bizantina. Arsenal, además, destaca a la hora de relatarnos las batallas en las que el bandon participa a lo largo de la trama, seguramente algunos de los momentos en los que mejor luce la pluma del escritor.
Conscientes de las posibles dificultades del lector a la hora de hacerse con el contexto histórico y los personajes de la novela, Edhasa ha decidido, muy sabiamente, incluir toda una serie de códigos QR, hasta un total de 24, que redirigen al lector a toda una serie de material multimedia que le permitirá comprender mejor una época algo oscura para la mayoría. Todo un acierto este que convierte la novela histórica en un elemento de aprendizaje. Asimismo el libro incluye dos mapas históricos, que aunque pueden situar geográficamente al lector, podrían ser mucho más ilustrativos.
Última Roma es un intento por explotar un periodo no habitual en las novelas históricas y menos en las escritas por autores españoles, aunque le falta el brillo que suelen aportan los hechos o los personajes destacados de la historia. Una novela que nos acerca al pasado de una península Ibérica que navegaba lenta pero inexorablemente hacia su estructuración medieval.
Título:Última Roma Autor:León Arsenal Editorial:Edhasa Formato: Tapa dura c/sobrecubierta | 15 x 23.3 cm Páginas: 640 Precio: 26 € Fecha edición: 7 de noviembre de 2012
No es demasiado habitual, al menos que yo sepa, que las novelas históricas de autores españoles tengan continuación, al estilo de los escritores o de las literaturas anglosajona o italiana. Este, sin embargo, es el caso de la novela De buitres y lobos escrita por Francisco Galván, de la que ya publicamos la crítica en Culturalia y de la que existe una secuela, El tesoro de Vulturia, ambas editadas por Algaida. La extrañeza aún es mayor si consideramos que la época en la que están ambientadas ambas novelas, la visigoda, no es la habitual en la novela histórica hispana.
Francisco Galván ha escrito una segunda entrega que engrandece los horizontes históricos de la primera. Si esta la podíamos considerar como una historia de capa y espada, en El tesoro de Vulturia el aspecto histórico está mucho más desarrollado y el horizonte narrativo se ensancha al incorporar un panorama político que abarca el Mediterráneo occidental.
Pero vayamos por lo primero. La acción de la novela se ubica, de nuevo, en las cercanías de Vulturia. Allí se ha establecido pacíficamente la colonia de leprosos que auxilió a los visigodos Wulfric y Sigebert en la anterior aventura. Últimamente algunos de sus miembros y diversos comerciantes han sido asesinados en las cercanías de la ciudad, lo que ha hecho que su actividad comercial se haya resentido. Cecilio, el líder de la colonia de leprosos, acude a pedir ayuda a Wulfric, desconociendo que existen misterios e intereses en Vulturia que superan, sin duda, su entendimiento. Por su parte Tarbalés, descendiente del linaje real alano, pretende viajar a Hispania con el objetivo de descubrir su verdadero origen, ligado a unos extraños tatuajes que muestra en uno de sus brazos.
El tesoro de Vulturia amplía, como decía, considerablemente el horizonte geográfico que nos mostraba la primera novela. Si esta se centraba principalmente en el ámbito hispano y eludía ampliamente el contexto político internacional de la época, El tesoro de Vulturia intenta dar la vuelta a este hecho implicando mucho más el horizonte mediterráneo en su trama. De esta forma el argumento de la novela avanza a partir de diversos focos de acción: los asuntos comerciales de Marpesio Silicio en Italia; la situación política en el África vándala; los luctuosos acontecimientos que acontecen en Vulturia; la iniciación mágica que Valentia, la esposa de Wulfric, recibirá de la mano del Boseildún o las propias aventuras que vivirá Wulfric, en un momento en el que los visigodos se están apoderando de los últimos reductos imperiales en la Península. Una variedad de subtramas que con el avance de la novela se irán unificando en una sola, entonces sí, presidida por la acción del propio Wulfric.
El autor reutiliza para esta segunda entrega a muchos de los protagonistas y secundarios de la primera novela, como el malvado y ruin obispo de Segovia, Boseildún, Valentia, la comunidad de leprosos liderada por Cecilio o el comerciante sin escrúpulos Marpesio Silicio. Con ellos y con otros de nueva creación consigue hilvanar una trama que finaliza en cierta forma lo acaecido en la primera novela, con lo que el lector se puede sentir más ligado a la trama general de la saga. Esta polivisión del argumento también provoca que los protagonistas principales de la primera novela, Wulfric y Sigebert, pierdan presencia, sobre todo el segundo, y que el ingrediente de política internacional gane espacio, haciendo de esta entrega una novela histórica con más fundamento. Otra de las mejoras de la novela es que nos muestra más de cerca el enfrentamiento militar entre visigodos y romanos, con la toma, por ejemplo, de la ciudad de Valencia por lo primeros, un aspecto este muy diluido en la primera entrega.
El estilo del autor continúa siendo ameno y asequible y provee a la historia de un cierto nivel de intriga, vinculado al tesoro al que hace referencia el título de la novela y a los asesinatos en el interior de la comunidad de leprosos de Vulturia, a lo que se suma un elemento de misterio y fantasía relacionado con los poderes “mágicos” de Boseildún o la extraña relación entre los lobos, Wulfric y su hijo recién nacido, algo que se me apetece muy apropiado para la época.
El tono de la acción, sin embargo, sigue siendo algo ingenuo, no tanto en la descripción de los asesinatos y los malvados sino en el retablo que el autor nos presenta de los “buenos” de la historia, que parece demasiado candoroso para la época en la que está ambientado y que le resta algo del realismo histórico que demanda una novela de este tipo.
El tesoro de Vulturia es una oportunidad para enriquecer y finalizar una historia que comenzó en la anterior novela y que concluye, hasta nuevo aviso, en esta entrega, por lo que está especialmente recomendada a aquellos a los que les interese la época y a los lectores que gozaron con las aventuras vividas por el héroe Wulfric en De buitres y lobos.
Título:El tesoro de Vulturia Autor: Francisco Galván Editorial:Algaida Formato: Tapa dura | 17 x 24 cm. Páginas: 528 Fecha de publicación: Mayo 2010 ISBN: 9788498774559
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Como ya sabéis Culturalia sigue muy de cerca, más bien dicho, todo lo que puede, el género de la novela histórica, en el que intenta, aunque a veces no lo logre, estar al día de las novedades o reseñar obras interesantes al respecto. La sección pretende, como también sabéis, dar una visión amplia y diversa del asunto, que aunque centrada en el mundo antiguo, intenta huir de los periodos más manidos por los autores del género.
De ahí que hallará interesante la publicación por parte de la editorial Algaida de De buitres y lobos, una novela escrita por Francisco Galván, autor con experiencia en el género, ambientada en época tardo-antigua, protagonizada por visigodos y con una trama que así, inicialmente, se podría catalogar como perteneciente al género de la novela histórica negra o de misterio.
La novela nos sitúa por aquello del año 470 en la corte visigoda de Burdigala (Burdeos). Eurico pretende conquistar el resto de Hispania que aún no está bajo dominio germano, en un momento en el que el poder romano está allí casi extinto, reducido a la zona nororiental de la Tarraconense. Sin embargo han surgido algunos problemas en el territorio peninsular dominado por los visigodos: han desaparecido diversos niños y jóvenes hispanos y se acusa a los germanos de realizar rituales demoníacos con ellos y practicar el canibalismo. Esta situación, que obstaculiza el avance visigodo, va a ser investigada por Wulfric, un hombre de confianza de Eurico y héroe visigodo reverenciado, que será auxiliado por Sigebert, un miembro de la guardia personal del rey.
La acción de la novela da inicio, así, en Burdigala, la capital goda, en la que los dos protagonistas principales se conocerán y donde les será encomendada la misión. Tras ello seguiremos a los protagonistas en su camino desde Burdigala a Pompaelo (Pamplona), una ciudad recién dominada por los visigodos, y Segovia. Así, pues, la novela nos muestra un lienzo de la Hispania tardo-antigua, justo en ese momento en el que periclitaba el poder de Roma pero antes de que los visigodos fueran los amos de la península. Un periodo histórico interesantísimo y sorprendente y muy poco tratado en la novela histórica.
Aun así, la novela de Francisco Galván la podríamos incluir más que en este género en el de las aventuras con base histórica, esto es, en el de aquellas obras en las que el contexto histórico-político cumple el papel de marco en el que se desarrolla la acción protagonizada por personajes mayoritariamente ficticios. Aparte de esto los grandes hechos y los grandes personajes quedan bastante en un segundo plano. Por otra parte Galván está más interesado en relatarnos la interacción, y la desconfianza a veces, existente entre los conquistadores visigodos y los hispanos, todo ello esmaltado por unos personajes y unas aventuras con rasgos propios de la novela juvenil de aventuras.
Un elemento importante de la novela, como de otras muchas del género, es la relación amorosa que mantendrán el godo Wulfric y la romana Silvia Valentina, la hija de un leñador hispano, que materializa por sí misma la posterior unión entre visigodos y romanos que llevaría a protagonizar el siguiente capítulo de la historia hispana.
Aunque podríamos considerar De buitres y lobos como una novela histórica de aventuras, también encontramos elementos de misterio o thriller histórico, relacionado con la investigación llevada a cabo por Wulfric y Sigebert sobre las desapariciones y la acusación de canibalismo vertida por algunos hispanos, incentivados por la Iglesia, sobre los visigodos, consideraros estos últimos, no olvidemos, herejes arriamos por la población católica hispana. Es en este contexto en el que veremos más claramente, aunque no demasiado, el contexto político del momento, en el que los intereses visigodos, los imperiales y los de la corte constantinopolitana se harán algo más diáfanos.
El estilo de la obra es amable y nos proporciona una visión plácida de un época y de unos personajes que, seguramente, no lo fueron tanto, algo muy relacionado con el intento de convertir a los visigodos, unos personajes y un pueblo cargados por el público general de juicios y pre-juicios negativos, con matices positivos y, a ser posible «civilizados», elementos que observamos en la caballerosidad al estilo medieval de Wulfric y la cordialidad glotona y sensual de su compañero Sigebert, una excusa, esta última, para acercarnos un poco más al arte culinario de la época.
Así, pues, la novela se desarrolla con un estilo sencillo, sin demasiados altibajos, y sin salirse de las coordenadas establecidas por su autor, salvo al final de la historia donde la acción se descarrila para adoptar mayor velocidad. Todo ello, claro está, mezclado en diversos momentos con una narración al estilo de la literatura de «capa y espada».
De buitres y lobos es una novela amable y nos muestra una historia sin grandes pretensiones, con la voluntad simplemente de hacernos pasar un buen rato, y lo consigue, sobre todo por permitirnos conocer, de forma literaria, un poco más el día a día de una época tachada de oscuridad y barbarie por el apriorismo histórico generalizado. De nuevo una lectura ideal para aquellos que durante las vacaciones opten por refrescarse literariamente y zambullirse en un periodo histórico tan desconocido como apasionante.
Y a todos aquellos a los que que les guste la propuesta les recuerdo que Galván es el autor de una segunda parte, El tesoro de Vulturia, en la que los personajes de la primera entrega se ven involucrados en una nueva aventura histórica. Esperamos poder reseñar la novela lo antes posible.
Título:De buitres y lobos Autor:Francisco Galván Editorial:Algaida Colección: Algaida Literaria Páginas: 576 Publicación: Junio de 2011 Formato: tapa blanda bolsillo Precio: 8,00 € ISBN: 978-84-9877-649-2
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Don Rodrigo y la batalla de Guadalete. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez
Muerte del rey Ervigio. Égica, rey de los godos.
Égica (687-702)
El día 14 de noviembre del año 687 d.C. el rey godo Ervigio moría, su sucesor, aceptado por la alta nobleza sería Égica, que era el esposo de su hija Cixilo. Égica sería coronado en Toledo el 24 del mismo mes, ocupaba un ducado provincial y era una de las ocho personas con más poder en todo el reino. El nuevo rey pretendía fortalecer su posición regia y la de su familia, incrementando la nueva estructura protofeudal del Estado visigodo. Para todo lo que antecede son necesarias las purgas y confiscaciones entre la siempre levantisca nobleza goda. La tensión social se incrementa por las noticias, que cuentan, con pelos y señales, el avance nefasto del Islam en Ifriqiyâ. El 11 de mayo del año 688 d.C., convoca un concilio general en Toledo, donde se decidió que siempre primaría el interés general de los pueblos hispanos, frente al de una determinada familia en particular. Se ordena al rey que se comporte con justicia con la familia del rey fallecido Ervigio, su suegro le había obligado a jurar solemnemente, que defendería a sus familiares frente al Estado godo hispano y además los había dotado de importantes patrimonios fundiarios. Obispos y nobles del concilio XV, obraron en concordancia con la clase política que conformaban, luchando por mantener la necesaria cohesión frente al monarca, evitando la discordia interna. En este concilio se examinaron las acusaciones de herejía del papa Benedicto II, contra el escrito enviado por los obispos del concilio XIV de Toledo: los obispos decidieron reafirmarse en sus concepciones teológicas e incluso amenazaron a Roma con un cisma.
El rey repudió a su mujer Cixilo, rompiendo con los sectores de la nobleza más próximos a Ervigio. En el concilio de Zaragoza, 1 de noviembre del año 691 d.C., el rey Égica intentó poner freno al incremento del patrimonio de los obispos, que convertían en esclavos personales a los libertos eclesiásticos; asimismo las viudas de los reyes deberían ingresar en el convento, inmediatamente después del fallecimiento del rey.
Conjura contra el rey Égica. Afianzamiento político de Égica.
Hasta tal punto llegó la crispación, que se gestó una conjura masiva contra él, incluso participó en la misma el metropolitano toledano, Sisberto. La represión regia fue muy dura y el rey comenzó a afianzarse frente al sector nobiliario que le cuestionaba. En el concilio XVI de Toledo del año 693, el rey Égica acentúa el carácter sacro de la realeza, lo que de facto permitía al rey intervenir en los asuntos eclesiásticos. Descubierto el complot, el obispo Félix de Sevilla pasará a Toledo, el obispo Faustino de Braga a Sevilla y a la sede hispalense se trasladará el metropolitano Félix de Oporto. El cesaropapismo y los deseos de centralización eclesiástica visigoda son evidentes.
El rey Égica consiguió de los metropolitanos hispanos, la renovación de las penas canónicas contra todos aquellos que profanasen el juramento de fidelidad, maquinando algo contra el rey o la nación; solo el perdón era potestad regia. Se volvían a pronunciar las conclusiones del concilio VI de Toledo; el rey consiguió también el apoyo de la Iglesia hispana para su familia, una vez hubiese fallecido. El concilio XVI redactó una declaración de fe sobre la protección de los patrimonios eclesiásticos rurales frente a la rapacidad de los obispos; también se dictaminó sobre las buenas costumbres y el problema hebreo. Égica realizó una nueva legislación, que pretendía fortalecer su rol como individuo y como rey godo de Hispania. Para evitar las conjuras de la nobleza, intentó refrenar los lazos de dependencia entre los hombres de la Hispania goda, prohibió las vinculaciones mediante juramento entre los nobles, laicos o eclesiásticos, salvo el de fidelidad al rey o el que se debería emitir en un juicio para la defensa de los propios intereses; de esta forma Égica trataba de cortar todos los vínculos formales o jurídicos que se estaban creando entre la nobleza goda.
El reino visigodo de Toledo.
Prohibió el acuerdo previo, pre-sentencia, en los juicios ante el rey o ante cualquier juez del reino. Para lograr todo lo que pretendía decidió fortalecer su base económica y social, debilitando lo máximo posible la de sus enemigos. Égica intentó reforzar el ejército regio con los libertos fiscales manumitidos por orden regia: la ausencia de alguno a la llamada del rey, revocaría la libertad concedida. El arma terrible de las confiscaciones fue utilizada por Égica de forma sobresaliente para los intereses del trono. El clérigo anónimo, que en el año 754 relató el reinado del susodicho rey, lo define como «hic Gohtos acerva morte persequitur«. A los nobles condenados a muerte., se les confiscaron sus propiedades y perdieron sus puestos palatinos.
La violencia contra la nobleza comenzó, tras el frustrado golpe de estado del metropolitano Sisberto. Repuso la antigua disposición del rey Chindasvinto de prohibir que los dueños pudiesen matar a esclavos. En el año 702, promulgó una nueva y pormenorizada ley sobre los esclavos fugitivos, responsabilizando a las comunidades campesinas, en relación a la ocultación de esclavos huidos. Las malas cosechas, con las consiguientes hambrunas, debieron ser muy frecuentes. En el año 639, una epidemia de peste bubónica produjo estragos entre la población de la Septimania; existiría un rebrote cíclico en los años 707 y 709.
Concilio XVII de Toledo. Las leyes contra los hebreos.
Las catástrofes sociales de los años citados con anterioridad, anunciaron las nuevas y más brutales medidas contra los hebreos; ya en el concilio toledano-XVI se prohibió a todo hebreo, la realización de cualquier tipo de negocio con los cristianos, godos e hispano-romanos; se les incrementó, además, los impuestos de todo tipo. El ataque definitivo llegó con el concilio XVII de Toledo, del 9 de noviembre del año 694. La razón aducida fue que los hebreos visigodos tramaban una sublevación general contra el rey Égica, apoyados por los judíos norteafricanos: 1º) Se confiscaron todos los bienes de los hebreos no conversos, los cuales se entregaron a nobles adictos, 2º) Se convertía a los judíos en esclavos y se les dispersaba por todo el reino; sus nuevos amos se comprometían a no dejarles practicar sus ritos, y 3º) En Septimania y las Clausuras pirenaicas, los pocos hebreos que sobrevivieron tras la peste, quedaron a disposición de los gobernadores. El reino visigodo estaba viviendo, lo que se considera la aparición de los cuatro jinetes apocalípticos: el hambre, la peste, la envidia (que se subraya con las querellas intestinas entre la nobleza goda) y la guerra (contra los francos y los sarracenos, presionando por el norte y por el sur); se explica, claramente, entonces el decreto del concilio XVII toledano en relación con las letanías mensuales para pedir la remisión de los pecados del reino de los godos. Se incrementa el número de suicidios, ya que se pensaba que el Juicio Final de Dios era inminente.
Ocaso del reinado de Égica.
Del año 688 hasta el año 694, el rey godo Égica realiza tres campañas militares contra los francos, que resultan fallidas. Se rechaza, no obstante, un intento de desembarco por parte de la marina bizantina en Murcia; el vencedor sería el gobernador Teodomiro de Orihuela. En los últimos siete años, se vuelve a mencionar a la reina Cixilo, por lo que se puede interpretar como una reconciliación en el seno de la pareja real; el rey pretende cerrar fisuras nobiliarias a su alrededor. Égica asociará a su hijo Witiza al trono, en el año 694/695; buscará para ello el consenso y el apoyo de las noblezas laica y religiosa. de nuevo se produce una rebelión peligrosa, por parte de la nobleza, encabezada por el duque Suniefredo, a principios del siglo VIII; el susodicho noble conseguiría apoderarse de Toledo e incluso acuñaría moneda.
Witiza (702-710)
El rey Witiza en el trono toledano.
La revuelta ducal citada pudo ser domeñada, pero cuando Égica murió, en el año 702, su hijo Witiza creyó necesario cambiar, radicalmente, de política. En primer lugar repuso a los nobles castigados en sus puestos y les devolvió las posesiones confiscadas, quemó todas las cauciones que Égica les había obligado a firmar y les favoreció con nuevas donaciones. Witiza mejoró la fama de la monarquía, pero disminuyó la hacienda regia; los trientes del rey Witiza están disminuidos en peso y ley, siendo monedas de plata con baño de oro. El ambiente social está muy enrarecido, con bandas de esclavos fugitivos campando por sus respetos y los hebreos indignados por la represión de que eran objeto.
Roderigo en el trono godo hispano.
«Roderico, hortante Senatu, tumultuose regnum invadit» Tras un interregno de seis meses, se apoyó el alzamiento al trono (por parte de la nobleza meridional y occidental) del duqueRodrigo de la Bética, el cual tenía fama de ser un buen guerrero. Su ascenso al trono tuvo las características de un complot, por parte de la facción de sus partidarios; la oposición nobiliaria laica y eclesiástica hubiese preferido, como monarca, a algún familiar del rey fenecido, ya que entre ellos se encontraba el conspicuo obispo de Sevilla, Oppas, hermano del propio rey Witiza. La inevitable y subsiguiente guerra civil, conllevó la aparición en las regiones orientales (valle del río Ebro, Levante, Cataluña y Septimania) de otro soberano llamado Akhila II (hijo de Teofrastro y nieto del rey Chindasvinto), del que se desconoce el parentesco que pudiese tener con el rey Witiza (éste sería responsable del asesinato de Fafila, que era el padre de Pelayo y de la ceguera de Teofrasto, hijo del rey Chindasvinto).
La batalla de Guadalete.
Los witizianos entraron en contacto con el gobernador de Ceuta, Olián-Julián (el rey Rodrigo se había prendado, en Toledo, según la leyenda de su hija Florinda «La Cava»), el cual había entregado en el año 709, esa fortaleza bizantina a los musulmanes, «ob causam fraudis filiorum Uitizani sarraceni ingressi sunt Spaniam; Sarraceni evocati Spanias ocupant«. La decisión de atravesar el estrecho de Gibraltar se tomó por parte de Musa ben Nusayr, walí de Kairwan, con la ineluctable autorización del Khalifa al -Walid en Damasco, al que se le prometió un botín abundante. A finales de abril del año 711, mientras el rey Roderigo combatía a los vascones cerca de Pamplona, el gobernador de Tánger, Tariq ibn Ziyad, desembarcaba en Algeciras y saqueaba la Baja Andalucía. El rey godo acudió a su encuentro; la batalla decisiva tuvo lugar el 19 de julio del año 711, a orillas del río Guadalete-Wadilakka y se prolongó durante más de una jornada; el ejército godo estaba comandado por el propio rey, le acompañaban la nobleza visigoda del momento y sus clientes armados.
El río Guadalete
En el momento álgido del combate, cuando la todopoderosa caballería goda estaba dominando claramente la situación, los parientes de Akhila II, que comandaban las alas del ejército visigodo, se pasaron al enemigo; con esta traición no conseguirían la corona, pero si mantener la propiedad sobre las tres mil alquerías del patrimonio real del rey Witiza. «Filii uero Vuitizani, invidia ducti eo quod Rudericus regnum patris eorum acceperat callide cogitantes, missos nuntios ad Africam mittunt, sarracenis in auxilium petunt, eosque nauibus aduectus Yspaniam intromittunt«. El propio rey Rodrigo encontró la muerte en el campo de batalla; su cadáver fue llevado a enterrar, por sus fideles, a la ciudad de Viseo.
Los hijos de Witiza se acomodaron a la nueva situación y, por medio del pacto subscrito con el Khalifa de Damasco, se repartieron el patrimonio regio. Akhila se instaló en Toledo; Olmundo en Córdoba; Ardabasto en Sevilla y llegaría a ser conde de los cristianos en Al-Andalus. Tariq marchó entonces, sobre Écija-Astigi, a la cabeza de sus doce mil berberiscos, donde derrotó, no sin un grandísimo esfuerzo bélico, a los fieles del rey Rodrigo reagrupados y sin traiciones previas (mandadas las tropas godas por un sobrino del rey Rodrigo, llamado Bancho). Los hebreos enviaron a sus delegados y rabinos, para ofrecerle su colaboración. Los witizanos colaboraron con Tariq en la tarea, fundamental, de eliminar a la élite dirigente visigoda de la facción rodericiana derrotada.
En el verano el año 712, desembarcó Musa ben Nusayr en Tarifa; su ejército de 18.000 hombres contaba con algunos de los sucesores (tabi`un) del profeta Mahoma. Aquellas tropas traían consigo las viejas reyertas entre qaysíes y yemeníes, que habían ensangrentado el desierto arábigo. Tras tomar Sevilla, Carmona y Alcalá de Guadaira, marchó sobre Mérida, que fue tomada el 30 de junio del 713, los restos de la milicia goda opusieron tenaz resistencia y el botín fue satisfactorio. Con anterioridad, el 5 de abril del año 713, el conde Teodomiro de Murcia había firmado un acuerdo con las nuevas autoridades sarracenas; éstas le ratificaron en su dominio otorgándole plena autonomía para sus súbditos y comprometiéndose el godo, al pago de tributos. Musa llegó a Toledo en los meses invernales de los años 713 y 714, y fue la capital del Islam en Hispania (España y Portugal).
Musa acuñó sueldos de oro, con la frase coránica en lengua latina de: «In nomine Dei non Deus nisi Deus solum non Deus alius«. Su hijo, Abd al Aziz, se casaría con la reina-viuda Egilona y sería considerado el primer emir de la Hispania musulmana. Musa dominaría (año 713) con la ayuda de su hermano Abd Allah una nueva revuelta de la población de Hispalis-Sevilla. En el año 714, Tariq y Musa, que tenían una aguda enemistad entre ellos, hasta tal punto que cuando se encontraron por primera vez, en Toledo, el liberto norteafricano recibió insultos tales como llamarle perro e incluso le agredió con el bastón de mando, estaban en Zaragoza cuando les alcanzó el mensajero Mugith, enviado por el Khalifa de Damasco al Walid, con las órdenes tajantes y perentorias de que regresaran a Damasco para rendir cuentas pormenorizadas de la campaña hispánica. Antes de acatar las órdenes del Khalifa, Musa realizó una gran campaña por la calzada del Ebro; en Tudela el conde godo Casio y su hijo Fortún se convirtieron al Islam, como clientes del Khalifa.
El rey don Rodrigo tras la batalla del Guadalete según el pintor francés Eugene Delacroix (1833)
Por la vía romana que enlazaba Calahorra con León-Legio, llegaron a la que sería, en el devenir del tiempo, la caput regtni del Regnum Imperium Legionensis en el alto-medievo, luego Asturica Augusta-Astorga, Villafranca del Bierzo y Lucus Augusti-Lugo. El nuevo Khalifa Sulayman fue sumamente ingrato con ellos e incluso envió a uno de sus sicarios para asesinar, en el mes de marzo del año 716, en la mezquita de Sevilla a Abd al-Aziz. Su cabeza fue enviada a Damasco. El sobrino de Musa, Ayyub ben Habib al-Lajmí sería el jefe interino de lo conquistado, hasta que en el mes de agosto del año 716, fue enviado, desde Kairwan, un gobernador con nombramiento ya ortodoxo, al Hurr ben Abd al-Rahmán al-Thaqafi; los Omeyas convertían Hispania en una de las provincias de su imperio. El país se denominaría, a partir de entonces, bilad al-Andalus. Los tres o cuatro millones de habitantes hispánicos serían dominados por un auténtico ejército de ocupación. En el límite del año 725, ya no existía ni sombra del poder centralizador toledano de la monarquía visigoda hispánica. es muy probable que los godos no tuviesen, en los primeros momentos, tras su derrota en Guadalete, una idea clara de lo que había significado esa debacle y la futura importancia del desastre bélico del rey Roderigo, por la traición de los witizanos. «Hecha y cumplida la traición propuesta, pactada y comprada, ya no es menester ni necesario el traidor ejecutor». A partir de este triste instante, la Hispania (España y Portugal) visigoda había desaparecido del devenir histórico medieval; serían los astures y los godos, fieles al rey Rodrigo, los que tomarían la antorcha de la reconquista en Covadonga (año 722).
BIBLIOGRAFÍA:
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Como ya dije en otro lugar, hace unos años, y no tantos, era muy fácil ir a una librería y hallar una gran cantidad de novedades en la sección de novela histórica. Uno podía escoger entre un viaje a la bulliciosa, cosmopolita y dominadora Roma de finales de la República e inicios del Imperio; a la democrática y cultural Atenas del siglo V a.C., a la tenebrosa y salvaje (aunque menos) Edad Media; al siglo de Oro de la historia patria, que no fue ni tan dorado ni tan patrio o a los inicios de la Edad Contemporánea plagados de las vicisitudes democráticas y reformistas de las cuales somos herederos en la actualidad. Esto era una tarea fácil. Y lo sigue siendo en la actualidad. Lo difícil era encontrar novelas históricas (y a poder ser de calidad) ambientadas en suelo hispano, o lo que es lo mismo, que uno no se viera obligado a viajar sobre el lienzo literario a capitales de otros países y naciones para disfrutar de una buena aventura ambientada en el pasado. Por ventura este hecho se ha ido corrigiendo en los últimos tiempos y ahora es cada vez más habitual hallar esta doble posibilidad de viaje literario en el tiempo (sin tener que escoger un destino geográfico muy lejano) en la mayoría de las librerías, si no en todas.
Esta presentación me sirve para introducir la reseña de Viriato, Iberia contra Roma, de Joao Aguiar, una novela que, seguro, ha tenido un acrecentado aumento de sus ventas al ser el protagonista de su trama el héroe de una de las producciones televisivas de más éxito de esta temporada en Antena3, Hispania la leyenda. Así, pues, creo que esta es una buena ocasión para hablar un poco sobre la novela de la que la editorial EDHASAha publicado una edición de bolsillo en el año 2010.
Pues bien, lo que primero he de decir es que el título nos puede llevar «un poco» al engaño. Es decir, que el protagonista de la novela no es propiamente Viriato, sino un joven llamado Tongio, descendiente de un príncipe brácaro depuesto y expulsado de sus dominios a mediados del siglo II a.C. Es a través de este personaje que Joao Aguiar nos presenta la historia de la Lusitania indígena, aquella que se vio obligada a enfrentarse, liderada por el caudillo Viriato, a la amenaza romana.
Así, pues, La primera parte de la novela nos narra los orígenes y la adolescencia del joven brácaro crecido y educado en la ciudad de Gades. Aquí veremos los lazos familiares y sociales de una familia de mercaderes afincada en esa ciudad de cuño fenicio y como la desgracia se apodera de la familia debido a la presencia y a la dominación romana.
La segunda parte del libro y la más amplia, realiza un recorrido a lo largo del conflicto entre romanos y lusitanos. Bien pronto Tongio y sus camaradas se verán atraídos hacia la órbita del héroe lusitano, al que apoyarán en su tremendo y angustioso enfrentamiento con Roma. Es a partir de aquí donde Viriato será uno de los protagonistas de la novela, aunque no el único, ya que, como he dicho antes, la historia nos es narrada a través de los recuerdos de uno de sus partidarios. Podemos, pues, dar un giro a la perspectiva habitual desde la que se nos narra, habitualmente, la historia de Roma. Si normalmente son las legiones, los tribunos, los gobernadores y los generales romanos los que protagonizan las hazañas de conquista relatadas en las obras ambientadas en la época, en esta ocasión podemos darle la vuelta. Serán los romanos los enemigos y los lusitanos los protagonistas en primera persona.
La novela de Joao Aguiar es interesante y original (hemos de pensar en el año en que se publicó) aunque en algunas ocasiones no sea muy fiel a los acontecimientos, en un doble sentido. El primero, y posiblemente el que más afecte a la novela, es el poco desarrollo que el autor realiza sobre determinados sucesos y acontecimientos. Esto es, la poca descripción, o más bien breve descripción, de batallas y enfrentamientos históricos, o la escasa construcción de algunos de los personajes, como es el caso de Viriato. La técnica indirecta del relato (a través de Tongio, uno de sus hombres de confianza) no permite conocer muy bien ni muy de cerca al verdadero héroe de la historia, a Viriato, ya que nos topamos con él cuando ya es un guerrero hecho que lidera una hueste de jinetes, por lo que no podemos conocer íntimamente al rebelde, algo debido, en parte, seguro, al desconocimiento histórico sobre los orígenes de Viriato, algo patente en las fuentes. Aunque, sin embargo, para eso está la literatura, para suplir con imaginación «y decoro» las lagunas de la historia.
El segundo es la «incorrecta» interpretación de algunos de los hechos históricos del momento, lo cual es debido, sin ningún tipo de duda, a la formación del propio Aguiar, periodista, no historiador. De aquí un error como la interpretación que hace Aguiar de la duración de los mandatos de los gobernadores romanos, la cual normalmente se extendía, en esta época, a lo largo de dos años, el primero como pretor y el segundo como propretor, hecho que permitía al gobernador destinado a unas provincias tan peligrosas como las hispanas obtener experiencia y valía en su toma de decisiones (algunas veces dramáticas y luctuosas), al mismo tiempo que posibilitaba al Senado romano reducir a la mitad el coste del envío de un nuevo gobernador inexperto cada año y el reclutamiento de nuevas tropas para la ocasión.
Aun así, Viriato, Iberia contra Roma es lo que su título indica. Hallaremos en la novela un relato de las batallas, de las victorias y de las derrotas de uno de los caudillos indígenas que más se esforzó por defender la libertad de los lusitanos ante el avance romano. Aguiar nos muestra el conglomerado de pueblos, tribus y ciudades que componían el ambiente indígena en la península Ibérica; conoceremos su organización social, sus creencias, sus formas de vida y el trasfondo humano de una historia conocida en sus grandes personajes por casi todos pero desconocida en sus concretos por la mayoría. Nos montaremos en una cabalgadura literaria y nos uniremos a uno de los enemigos más famosos a los que tuvo que hacer frente el que un día llegaría a ser el majestuosos imperio de los romanos y veremos cuan desesperada y estéril pudo ser la resistencia ante su avance.
Por eso, por la óptica que toma la historia, por el protagonismo que en ella tiene la historia de España (aunque en esos momentos aún no se pudiera hablar de España) y por la gloria y el lirismo que pueden llegar a poseer las batallas perdidas (y la de Viriato fue una de ellas) la novela se convierte en una buena opción si uno quiere dedicarse un rato a gozar de un relato «de aventuras históricas» aunque el global de la obra no sea el mejor que se pudiera haber conseguido. Una buena ocasión, en resumen, para conocer un poco más al protagonista de uno de los episodios más famosos de la historia de Hispania (la resistencia de los lusitanos de Viriato) y, por que no, al protagonista de uno de los éxitos televisivos de la temporada, ahora que, si no me equivoco, se están rodando los nuevos capítulos de la segunda temporada.
Título: Viriato. Iberia contra Roma. Autor: Joao Aguiar Editorial: Edhasa Fecha de publicación: noviembre 2010 Colección: Narrativas históricas Páginas: 336 Formato: 640 g 15 x 23 cm Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta y punto de lectura Precio: 22 €
Después de nueve entregas de Hispania la leyenda llegamos al desenlace de la primera temporada de la serie con un episodio que consiguió reunir a 3.376.000 espectadores delante del televisor y del que vamos a pasar, a continuación, a resumir su argumento.
Ha sido en el campamento romano donde se ha centrado gran parte de la trama de este capítulo. Si bien creíamos que Marco había sido envenenado por Galba nos hemos dado cuenta de que tan solo había sido adormilado por el pretor, que ha pretendido castigarle a él y a su mujer Claudia a lo largo del capítulo por su traición. La entrega de Viriato por parte de Cesáreo con el objetivo de éste de recuperar a su hijo Darío, ha permitido que casi todos los rebeldes se concentraran, en contra de su voluntad, en el campamento legionario.
Cuando todo parecía perdido para la causa indígena, Viriato apresado y torturado, Sandro y Paulo encarcelados y Héctor crucificado, las tropas lusitanas (que no hispanas!!) se han concentrado para atacar al ejército romano, lideradas por Cesáreo y el resto de caudillos lusitanos. En el interior del campamento la acción no ha cesado en ningún momento: enfrentamientos gladiatoriales entre los cautivos lusitanos, intentos de asesinato, torturas al fiel Marco y por fin, casi en el último momento, la rebelión de la legión en contra de Galba y a favor de su general.
Todo estaba preparado para que se produjera el enfrentamiento final (de la temporada) entre romanos y lusitanos que se ha llevado a cabo en dos escenarios. Mientras que el grueso de la lucha se ha producido en el campo de batalla, un pequeño grupo de lusitanos ha liberado a Viriato y a sus hombres. La victoria final ha sido para el bando lusitano y se ha conseguido gracias a una astuta táctica militar de los indígenas y tras la llegada al campo de batalla de Viriato con el estandarte de la legión, prueba de que el campamento romano había sido tomado y de la muerte del propio Galba.
El intento de asesinato de Galba
Como podemos observar en este último capitulo de la temporada la tensión ha incrementado por momentos centrándose en los preparativos militares del enfrentamiento entre lusitanos y romanos. La ocasión no ha sido la mejor para estos últimos, ya que en el campamento romano se ha producido una rebelión en contra del pretor y general Galba, como sabemos ya, un hecho algo común en la larga historia romana. Es así, que mediando un conflicto interno en la legión, no podía ser, ni mucho menos, el mejor momento para enfrentarse con el enemigo. La sedición se ha producido, además, en el momento en el que los soldados han sido testigos de la humillación de Marco, su oficial superior.
En el apartado más dramático he de alzar una crítica airada ante la rápida recuperación tanto de Marco como de Viriato tras las torturas de las que han sido objeto. O son superhombres o es un nuevo “error” el hecho de que después de haber sufrido una cruel y dura tortura ambos se hayan recuperado apresuradamente de sus heridas, que hubieran acabado, sin duda, con la vida de más de un hombre.
Ha sido interesante ver como se ha organizado una especie de combate de gladiadores entre los cautivos lusitanos en el campamento legionario. Un elemento tan característico de la cultura romana que hemos visto en diversas películas ambientadas en la antigüedad. Una escena parecida se puede ver en Espartaco, de Stanley Kubrick (1960), en la que los gladiadores rebelados hacen combatir entre ellos a dos senadores “capturados” como venganza ante el estado de esclavitud al que se habían visto sometidos. En la serie el enfrentamiento gladiatorial está organizado como espectáculo para levantar la moral de las tropas en horas bajas tras la detención y atropello del general Marco.
Pasaremos ahora a considerar un poco más detenidamente el enfrentamiento armado entre romanos y lusitanos que, y como viene siendo habitual en el “cine de romanos” al uso, no se ha plasmado de la forma más correcta en el aspecto histórico. Una batalla en la Antigüedad no es, como estamos acostumbrados a ver, un tumulto alocado en el que millares de soldados, sin orden alguno, luchen en combates singulares y fuera de formación, como hemos visto en el capítulo del martes pasado. Al contrario, el éxito o el fracaso de un ejército radicaba, las más de las veces, en el mantenimiento de las formaciones cerradas de hombres (legiones, cohortes, manípulos) durante el choque armado, por lo cual tan solo se luchaba entre las primeras líneas de ataque de ambos ejércitos y no de la forma desparramada que hemos visto en la reconstrucción de Hispania, en la cual aunque el ejército romano si que estaba ordenado inicialmente en el campo de batalla, el lusitano no, lo que ha llevado, en el momento del choque, a un desperdigamiento militar en el que las líneas y las formaciones se han acabado diluyendo hasta su total desaparición. Es sabido, que la reconstrucción histórica de una batalla es difícil y compleja, y no daría lugar a los “heroicos” combates personales que hemos visto protagonizados por Darío, Paulo o Sandro. Aunque no estaría mal que en alguna ocasión se intentara mostrar de una forma algo más correcta e histórica un enfrentamiento de este tipo, que daría a la película, documental o capítulo una solidez “histórica” desconocida en el género. De nuevo una pena!!
La derrota romana
Más ridícula ha sido la entrada de Viriato en escena a caballo portando el estandarte de la legión, hecho que ha “paralizado” la batalla. Algo insólito e increíble en un momento en que millares de hombres están luchando. Si un caso la llegada de Viriato con la insignia romana podría provocar miedo en los soldados enemigos, los cuales, como pasó en muchas ocasiones, podían huir, entonces, del campo de batalla, momento aprovechado, normalmente, por el ejército vencedor para perseguir y diezmar al enemigo. Pero la llegada de Viriato no puede paralizar a unos rivales que, por lo que hemos ido viendo a lo largo de las diferentes entregas de la serie, se odian y desprecian ampliamente. El único aspecto “histórico” de esta escena es la importancia que los legionarios romanos daban a sus insignias y estandartes militares a los que se rendía un culto casi divino, y que representaba casi un icono sagrado para la supervivencia de la legión.
Como podemos ver, aunque la tensión dramática del episodio ha ido creciendo a lo largo del mismo, dirigiéndonos hacia un desenlace inesperado por todos, la corrección histórica del mismo ha seguido las huellas de las entregas anteriores, primando la trama argumental sobre la veracidad. Hecho que podemos comprobar en uno de los diálogos finales del episodio, en el que un lusitano indica a Darío y los suyos que Cartago ha sido tomada por los romanos, lo que hace prever, en próximas entregas, que la presencia militar romana en la península Ibérica ha de incrementar, quedando libre el Senado romano de enviar legiones a África.
Pues bien, ese comentario solo puede hacer referencia a la toma y destrucción de la ciudad de Cartago por parte del ejército romano en el año 148 a.C. Sin embargo la historia nos dice que Galba fue nombrado gobernador en Hispania Ulterior durante los años 151 y 150 a.C. y regresó a Roma en el año 149 a.C., donde fue acusado ante el Senado por sus actos de gobierno en la provincia. Así, pues, como la mala noticia llegada de África para los pobres lusitanos es anunciada poco después de que Galba sea acuchillado por su mujer Claudia en el campamento romano y dado por muerto, aunque verdaderamente no lo esté, y el pretor aún está en Hispania (es decir, al final de su mandato, o lo que es lo mismo, a finales del 150 a.C.) podemos observar como la caída de Cartago se ha avanzado dos años en la historia. Todo un alarde para los guionistas de la serie!!
Tendremos que esperar algunos meses para ver nuevos capítulos de Hispania la leyenda, ya que como decía al inicio de esta reseña, la novena era la última entrega de esta primera temporada. Así, pues, para acabar este breve análisis haré mención de una de las frases más acertadas e históricas que se han pronunciado en este capítulo, y que no es otra que la que le dice Marco a Viriato antes de la batalla final arriba mencionada: “Roma no se irá de estas tierras”. Y no lo hizo, y por ello Roma formó parte, a partir de entonces, de la historia de España y forma parte, de una manera u otra, en nuestro día a día, ya que el legado romano es parte de la base de nuestra civilización, con todo lo bueno y todo lo malo que esto conlleve.
Aprovechando la inminnete llegada de Sus Majestades los Reyes de Oriente y que Antena3 ha decidido realizar un pequeño descanso en la emisión de los capítulos de la serie Hispania, la leyenda, aquí os reseñamos algunas obras de referencia con las cuales podréis conocer mejor la figura de Viriato y la época en la que vivió. Un grupo de obras que van desde la novela histórica hasta los estudios históricos que seguro que hará las delicias de los seguidores de la serie.
Excelente estratega y líder carismático, Viriato ha pasado a la historia envuelto en los ropajes del mito. Poco después de sobrevivir a la horrible matanza ordenada por el pretor Galba, a mediados del siglo II a. C., este héroe milenario -apodado por algunos «Rómulo de Hispania»- comenzó su andadura como jefe de un grupo de guerreros lusitanos y dedicó su vida a hostigar al ejército romano, supliendo la inferioridad numérica y técnica de sus tropas con grandes dosis de astucia: convirtió la llamada «guerra de guerrillas» en una perfecta maquinaria de lucha y sus tácticas revolucionaron para siempre la concepción de la estrategia militar. Sus continuas victorias sobre el poderoso ejército imperial terminaron con un acuerdo de paz, por el que el Senado romano reconocía su condición de «rey de los lusitanos». Sólo la traición de tres de sus colaboradores más cercanos conseguiría poner fin a la exitosa carrera política y militar del héroe, cuyas magníficas exequias fueron el preludio de múltiples leyendas inmortales.
Fruto del análisis riguroso de las fuentes antiguas y de la revisión de los distintos mitos que han adornado la trayectoria de Viriato a lo largo de los siglos, el historiador Mauricio Pastor, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Granada, nos ofrece en estas vibrantes páginas no sólo la biografía definitiva de uno de los grandes héroes de la historia de la península Ibérica, sino también el retrato de una época y un mundo en permanente convulsión, así como las pruebas inequívocas de que el valor de unos pocos puede hacer tambalear hasta al más arrogante de los imperios.
Breve Historia de Hispania narra la llegada de Roma a la península Ibérica y la creación en su territorio de las primeras provincias romanas fuera de Italia. Se describen los episodios más apasionantes de la conquista romana, las grandes transformaciones que sufrió la península, los personajes que fraguaron su historia, el esplendor que alcanzaron las provincias hispanas bajo dominio romano y las causas que, a partir del siglo IV d.C., iniciaron la decadencia del poder de Roma no solo en Hispania sino en todo el Occidente mediterráneo y que posibilitó el establecimiento en su suelo de los diferentes reinos germánicos.
Título: Breve Historia de Hispania
Autor: Jorge Pisa Sánchez ISBN: 9788497637688 Formato: 13×19 cm Encuadernación: Rústica con solapas Páginas: 256 Fecha de publicación: Septiembre 2009 Precio: 9,95 €
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Viriato, de Joao Aguiar, editoriales Quinteto y Edhasa
La epopeya del caudillo lusitano que intentó unir a todos los pueblos de Iberia contra el invasor romano. Una trepidante historia de batallas, amores y traiciones. La novela que convirtió a Aguiar en un autor de referencia de la literatura portuguesa.
Hispania, entre 150 y 75 a.C., es la auténtica protagonista de esta excelente novela que marca la lucha de resistencia contra el poder romano encabezada por Viriato.
Viriato ha pasado a la historia sobre todo como el defensor de un mundo que corría el riesgo de morir asfixiado por el poderío romano; el mundo en que se hunden las raíces más profundas de Portugal y España. Y es ese mundo, entonces en declive, el que con asombrosa fuerza y dramatismo evoca esta novela
Título: Viriato Autor: Joao Aguiar Editorial: Edhasa Fecha de publicación: noviembre 2010 Colección: Narrativas históricas ISBN: 9788435005876 Precio: 20,90 €
Celtiké, 147-130 a. C). Representación dialogada de algunos momentos de la vida de un hombre al que los celtas dieron «Las virias», sólo concedido a los héroes- y los romanos reconocieron como «Amicus populi romani» -sólo concedido a los reyes-.
Título: Viriato, rey de los celtas Autor: M. D’Obrheravt Editorial: Celya. Encuadernación: Tapa blanda ISBN: 9788496482166 Año de publicación: 2006 Precio: 9,99 €
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Hispania antigua, de Domingo Placido, editorial Crítica-Marcial Pons
Este primer volumen de los doce de que consta la Historia de España dirigida por los profesores Fontana y Villares nos presenta la Hispania Antigua en su unidad y su diversidad, en la dinámica diacrónica de una larga época repleta de cambios, desde los límites con la Prehistoria hasta los inicios de los reinos cristianos. El profesor Domingo Plácido inicia su exposición con los pueblos que describen las fuentes grecolatinas y con las colonizaciones de griegos y fenicios, para abordar la conquista romana desde la exigencia de que «historia local» e «historia universal» aparezcan como un todo. «Sin duda, nos dice el autor, a partir de las guerras púnicas la historia de la Península Ibérica es parte de la historia de Roma», y por ello analiza con todo rigor una doble proyección: la de los itálicos en Hispania y la de los hispanos en la guerra y en la administración del Imperio
Título: Hispania Antigua. Historia de España vol. 1 Autor: Domingo Plácido Editor: Critica-marcial pons Fecha de publicación: mayo 2009 Colección: Historia de España 1 ISBN: 9788474239157 Precio: 33 €
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Hispania, de Gonzalo Bravo, editorial La Esfera de los libros
Desde que Escipión el Africano desembarcó en Ampurias en el año 218 a.C. para combatir a los cartagineses hasta la caída del Imperio Romano occidental, en 476 d.C., la península Ibérica estuvo ligada estrechamente a los destinos de Roma. Más de seiscientos años de historia compartida, muchas veces turbulenta, en los que Hispania se convirtió en uno de los ejes principales del Mediterráneo.
Aníbal, los Escipiones, Viriato, Catón, Sertorio, Pompeyo, César, Augusto, Séneca, Trajano, Adriano o Teodosio son algunos de los grandes personajes vinculados de una forma u otra con Hispania. Mientras que Mérida, Zaragoza, Tarragona, Sevilla, Cádiz, León, Lisboa o Lugo forman parte de las grandes urbes cuyos orígenes se remontan a la presencia de las legiones romanas.
Gonzalo Bravo ofrece una visión rigurosa y completa de la romanización de la Península. Con gran amenidad, logra sumergir al lector en la conquista, no siempre pacífica, de los pueblos autóctonos; analiza la evolución de los sistemas políticos, la integración de las religiones, el desarrollo del comercio con el resto del Imperio o la construcción de obras públicas y, en definitiva, la transformación de la sociedad hispanorromana, para dar vida a uno de los periodos más apasionantes de la historia de España y Portugal.
Título:Hispania Autor: Gonzalo Bravo Editorial: La esfera de los libros Fecha de publicación: agosto 2007 Colección: Historia Páginas: 408 Precio: 26 €
Los romanos llamaron Hispania a la península Ibérica, nombre derivado del topónimo I-sepha-im con el que la identificaron los fenicios; los bizantinos usarán Spania para referirse a ella, y con el tiempo acabará originándose el término moderno España. Esta prolongación toponímica es un ejemplo sutil del profundo arraigo de los patrones de toda clase que los casi siete siglos de presencia romana en la Península proporcionaron. Aunando el análisis del procedimiento de conquista e incorporación de Hispania en el amplio marco político y territorial dominado por Roma con el diseño de la dinámica económica y social inherente a dicho proceso, Pedro Barceló y Juan José Ferrer ofrecen en esta Historia de la Hispania romana una obra regida por un enfoque tan riguroso como moderno que está llamada a ser referencia indispensable en la materia.
Título: Historia de la Hispania romana Autores: Juan José Ferrer, Pedro Barceló Editorial: Alianza Fecha de publicación: enero de 2008 Precio: 13,5 €
El pasado miércoles 15 de diciembre Antena3 programó el último capítulo de este año (2010) de la serie Hispania la leyenda, que obtuvo el 24,1 % de la audiencia en el momento de su emisión, o lo que es lo mismo, 4.145.000 espectadores, que no es poco.
Sin embargo si que es poco lo que podemos comentar del capítulo en particular, ya que la mayoría de las subtramas iniciadas en entregas anteriores no han hecho más que seguir su evolución propia, sin aportar, eso sí, demasiadas novedades o cambios. Eso no significa que la tensión de la historia haya decrecido lo más mínimo, y el siguiente resumen nos lo mostrará.
En el campamento romano la situación entre Galba, su mujer Claudia y el legado Marco ha llegado a su clímax (casi) final, intentando la patricia asesinar a su marido con la ayuda de su amante y de su esclava Sabina. Un intento que, felizmente para Galba, no ha acabado en éxito. A esta actividad conspirativa se ha sumado, al final, una victoria romana sobre los hombres de Viriato, en la que han muerto o han sido hechos prisioneros todos sus seguidores, a excepción del propio Viriato. El golpe militar ha sido enorme, lo que ha obligado al rebelde a contactar con Césaro y el resto de régulos y caudillos lusitanos para organizar una acción militar conjunta contra las tropas de ocupación romanas.
Poco más es lo que se ha avanzado en la trama: Helena ha seguido mintiendo a su padre y a Alejo, su prometido, haciéndose pasar por una hija solicita y sumisa para ayudar a Viriato y a sus rebeldes, y los cautivos hispanos han sido encarcelados en la tienda de prisioneros del campamento romano de la que han intentado, o mejor dicho, intentan escapar. La única novedad ha sido el anuncio de la posibilidad de que la hija de Viriato, que se pensaba hasta ahora que había muerto en la matanza perpetrada por Galba, siga aún con vida en Roma, como esclava del hijo del pretor.
La crucifixión de algunos de los rebeldes lusitanos
En el octavo capítulo hemos presenciado la crucifixión de algunos de los rebeldes lusitanos de Viriato, y entre ellos a Héctor, el hermano de Sandro. Por fin después de que la amenaza de tal suplicio hubiera sido citada en diversos capítulos, hemos podido contemplar su puesta en acción. Aunque en este capítulo la utilización de tal castigo sea acertada, es decir, se aplica a rebeldes lusitanos, las conversaciones y amenazas aparecidas en otros capítulos en la que el propio Galba y su legado Marco se veían amenazados por un final tan aciago, son totalmente erróneas. La razón es que la crucifixión solo se reservaba a esclavos, piratas y a enemigos del Estado romano (como en el caso de la revuelta servil de Espartaco o los rebeldes judíos), no a los propios ciudadanos romanos, que estaban exentos de este castigo, aunque no de la pena capital. A los ciudadanos romanos se les exiliaba y se les castigaba de una forma más honorable, pero nunca se les ajusticiaba con la crucifixión, que además, era considerada una muerte poco honorable, ya que el cuerpo del finado quedaba deformado por los castigos previos y por la propia estancia en la cruz y, las más de las veces, no recibía sepultura. Aún así, y como comentaba, Galba y Marco nada han de temer por sufrir una muerte de este tipo (sobre todo el pretor) ya que en el caso de ser considerados traidores a Roma su muerte, como ciudadanos, de seguro, se realizaría de una forma menos “dañina” y más honorable. Por desgracia, pues, otro error de documentación de la serie!!
Por otra parte, y después de muchos ruegos, Viriato se ha decidido a solicitar la unión de los diversos reyezuelos lusitanos para enfrentarse a Roma. Esto solo se ha producido una vez que el líder rebelde ha perdido a todos (y digo a todos) sus hombres tras la localización de la base de operaciones de Viriato por parte de Marco. Así, pues, para el próximo año, hemos de esperar (y eso parece adelantar el avance del capítulo noveno) que la lucha entre lusitanos y romanos cambié de registro y nivel, y podamos ver como Viriato se convierte en un auténtico rebelde y deja atrás su experiencia robinhoodiana, que era la que hasta ahora había llevado a cabo. Hemos visto, pues, a los caudillos lusitanos reunirse en consejo y decidirse por la lucha, aunque la actuación de las tropas romanas, alertadas por Alejo, ha permitido a Galba controlar la situación y apresar, también, a los régulos lusitanos.
La conspiración de Marco ha sido descubierta
Ya por último mencionar algo que me ha parecido todo un acierto, aunque no tenga que ver con el trasfondo histórico sino con la dramatización de la serie. Y este acierto no es otra cosa que la conversación que han mantenido Héctor y Galba antes de que este último se decidiese por crucificar al lusitano. Héctor se ha referido a la matanza que Galba llevó a cabo con los lusitanos desarmados (en el primer capítulo de la serie), el episodio conocido como “la perfidia de Galba”. Aunque inicialmente ha aludido al asunto como “matanza” rápidamente el mismo Héctor ha rectificado sus palabras y ha hablado de batalla, para conseguir, de esta forma, ganarse la benevolencia del pretor. Aquí podemos ver como, las más de las veces, las palabras que se utilizan en un guión (o en una conversación) pueden estar cargadas de significación, a veces incluso más de la que el mismo emisor puede llegar a ser consciente. Y nos permite hacernos una idea, también (aunque solo sea en el ámbito de la ficción) de lo difícil que es a veces estudiar el pasado a través de las fuentes escritas, de las obras de historiadores y escritores, tanto griegos como romanos, que para hacer referencia a un capítulo de la historia pueden llegar a utilizar una series de palabras de las que, a veces, desconocemos su sentido concreto o completo, o tienen más de uno, o, y esto puede ser aún peor, puedes tener un significado muy personal y propio para el mismo autor, hechos todos que puede llegar a emplazar elevados obstáculos en la carrera de fondo de un historiador actual que estudie la época antigua, que utiliza unas fuentes de información escritas, además, en un idioma que no es el suyo.
Bien, dejaremos, si un caso, esta última reflexión, espero que no demasiado pesada, para otro momento y esperaremos a ver el próximo capítulo de la serie, que, como nos ha dejado bien claro Antena3, se emitirá en el año 2011, fecha que, aunque no lo parezca, no está excesivamente lejos.
Llegamos hoy, o más bien dicho el miércoles pasado, al penúltimo capítulo de Hispania la leyenda, que obtuvo una audiencia de 4.194.000 espectadores, y, no voy a abstenerme en mi opinión, que muestra una clara mejora en la calidad de la dramatización de la serie.
Vayamos, pues, con el resumen del capítulo. El pretor Galba ha ideado una nueva estratagema para hacerse con la cabeza de Viriato consistente en la infiltración de un antiguo gladiador llamado Leukón en las filas rebeldes con el objetivo de matar a su cabecilla. La actividad en el campamento romano no se ha limitado a esto ya que el propio Senado de Roma, alarmado de las noticias de alzamiento en Lusitania, ha enviado a un cuestor, en la persona del hermano de Marco, Cayo Octavio Cornelio, con la misión de recabar información sobre la auténtica situación del territorio.
Cayo ha iniciado las investigaciones no solo atendiendo a los informes aportados por Galba sino también interesándose por la opinión de los indígenas. A la cena mantenida con el pretor y con Alejo y Teodoro, ha sumado el testimonio de la esclava Nerea y finalmente ha realizado una visita al poblado de Caura, con el empeño de entrevistarse con su jefe. Tanta información solo podía repercutir en el descubrimiento de la política real desplegada por Galba en la provincia, y en el temor de éste de que aquélla llegase a Roma y acabara con su carrera, hecho que solo ha podido significar la muerte del cuestor, en manos de su propio hermano.
Leukón, ayudado por Héctor, ha fallado en su intentona de acabar con la vida de Viriato. Aunque la trama ha dado un giro inesperado al conocer Helena que su padre Teodoro fue quien delató a Bárbara, la hermana de Viriato, a los romanos, hecho que ha forzado a la primera a huir hacia el campamento rebelde y a Sandro a vengar la muerte de su mujer, en un retorno furioso a Caura para caer en lo que parece una nueva trampa preparada por Teodoro, Alejo y Galba.
Leukón intentará acabar con la vida de Viriato
Analicemos, ahora, algunos aspectos interesantes del capítulo. Una de las subtramas más interesantes del capítulo, y si se me permite, de la serie, ha sido la llegada del cuestor enviado por Roma para investigar la acción política de Galba. Lástima que el cargo de cuestor no tuviera esas tareas asignadas. En un principio el cuestor era un magistrado elegible relacionado con las finanzas y el control del erario público de la República, más que con la investigación política. Si un caso los gobernadores o pretores podían ayudarse en sus tareas de gobierno por un cuestor elegido por ellos mismos, pero en ningún caso era la especie de inspector que nos muestra la serie. ¡¡Otro error sumario de Hispania!! Aún así la llegada de Cayo Octavio nos ha dejado ver, sí, la realidad política tanto de Roma como de los gobernadores, que pretendían hacer carrera con unos “buenos resultados” alcanzados en la administración de sus provincias. No sé si lo llegaremos a ver, pero, como creo que ya dije, Galba fue acusado y juzgado por su actividad como pretor en Hispania tras llegar a Roma, aunque, y gracias a sus alianzas políticas, consiguió ser absuelto.
Por otra parte hemos visto al “cuestor” interesarse por la realidad de la gobernación de Galba hablando tanto con esclavos como con hispanos, algo que no nos tendríamos que creer demasiado, ya que los primeros casi no tenían valor como testigos en la ley romana, y los segundos no eran más que provincianos, muy por debajo del valor, el honor y los “contactos políticos” de un ciudadano romano como Galba. Sin embargo su “investigación” también nos ha dejado ver una escena de banquete romano, en la que hemos visto como los comensales se distribuían alrededor del triclinio formado por tres lechos encarados. La distribución no sería todo lo correcta que debería ser, ya que cada lecho era ocupado por un comensal, en cambio en la serie vemos como cinco comensales, todos ellos hombres, se distribuyen en los tres triclinios. Las mujeres están en un segundo plano, correcto para la época en la que se ambienta la serie, no olvidemos, en el siglo II a.C., aunque más tarde, en época imperial, las mujeres formarían también parte, y no poco activa, de los banquetes romanos.
Se ha vuelto a tocar el tema del comercio entre romanos y lusitanos, en el que tanto Teodoro como Alejo estaban muy interesados. No debemos olvidar, como también se dijo en algún otro lugar, que el dominio romano favoreció sobre todo, a las élites indígenas, representadas aquí por Teodoro y Alejo, que verían consolidada su posición social y económica con la llegada de Roma. De aquí que su colaboracionismo con Roma esté más que documentado en la época.
Sandro tiene sus dudas sobre la llegada de Leukón
También hemos visto, o se nos ha dejado notar, como el número de seguidores de Viriato ha ido aumentando, tanto que parece incluso que todos no caben en la cueva que les sirve de base de operaciones. Es de esperar que poco a poco su número ascienda hasta los miles de seguidores que secundaron al rebelde en su lucha contra Roma, y que podamos abandonar, alguna vez, el fondo “bosquíforo” en el que se ambienta la resistencia lusitana.
Podríamos, pues, decir, que si parece que la trama y los argumentos de la serie mejoran con el paso del tiempo, también se van acumulando más y más errores históricos en el devenir de la misma, y parece que la realidad se va alejando, un poquito más cada vez, de lo que conocemos como la historia de Viriato. Aún así, hay que tener en cuenta que la serie no está rodada como un documental para “ratas de biblioteca” y especialistas varios sino como un entretenimiento para un amplio público, y la mejora en la dramatización de la serie e incluso de las filmaciones de las escenas parece que van otorgando a Hispania la leyenda diversos méritos a tener e cuenta.
Un nuevo capítulo de la serie Hispania la leyenda y, como no, un nuevo análisis del mismo en Culturalia. Y así, como el que no quiere, podemos decir que sin duda, en el aspecto de interpretaciones y de realización, seguramente la de esta semana es la mejor entrega de las cinco que hemos visto. Pasaremos, pues, a resumir brevemente el capítulo.
Las primeras escenas de la quinta entrega nos muestran a un Viriato abandonando a los suyos tras la muerte de su hermana Bárbara. Parece que la dureza de la actividad romana ha acabado con la energía del líder rebelde. Sin embargo la inicial renuncia de Viriato generará algunos problemas de lideraje entre sus hombres, originados por la voluntad de algunos de ellos de ocupar su lugar. Por su parte Galba ha planeado una nueva estratagema: sus soldados han atacado diversas caravanas de comerciantes indígenas vestidos y armados como lusitanos, con el objetivo de hacer creer a todos que son los hombres de Viriato los culpables de tal agresión, haciéndole, así, perder apoyos entre la población lusitana.
En el campamento romano las cosas han empeorado entre Galba; Claudia, su mujer y Marco; el legado romano. Las noticias de la muerte del padre de Claudia y la posterior confirmación de que su marido ha estado involucrado en ella, ha empujado a ésta a intrigar abiertamente contra la vida de su propio esposo. La lucha entre el pretor y su esposa ha arrastrado, como siempre, a sus esclavas, Nerea y Sabina, e incluso a Marco, que tras las continuas ofensas de Galba hacia sus responsabilidades como legado militar y sus continuos errores, ha decidido sumarse a los esfuerzos de Claudia. Nerea ha podido por fin salir del campamento y ver a su prometido, Paulo, y ser la mensajera de Claudia para encontrarse con Viriato y pactar la muerte de su esposo durante la celebración de la fiesta de la fertilidad que se celebra en Caura.
Aquí, en el poblado, Teodoro ha proseguido maniobrando para hacerse con las riendas de Caura, en cuya actividad ha contado con la ayuda de su futuro cuñado Alejo, que ha demostrado desenvolverse muy bien ante la persona del pretor. El atentado contra Galba ha fracasado, hecho que ha provocado el arresto de Darío, que no se ha salvado de la muerte hasta el final del capítulo y la revelación de las estratagemas del pretor romano.
Alejo y Teodoro recriminando su actitud a Helena
Como era lógico de pensar Galba ha continuado maniobrando para conseguir vencer a Viriato, por lo que no es de extrañar su estratagema contra los comerciantes lusitanos. Una fechoría a pequeña escala que puede hacerle conseguir grandes triunfos. Su actitud hacia Claudia ha empeorado, sobre todo desde la muerte de su suegro. Como ya hemos dicho varias veces, el juego político entre el patriciado podía llevar a situaciones como esta, en la que las mujeres de la familia podían ser usadas como lazos políticos entre diversas familias nobles romanas, como fue el caso con César y Pompeyo y Augusto y Marco Antonio. En Roma no sería raro que las mujeres de las familias más ricas participaran también, conocieran e incluso fueran instigadoras de los asesinatos y complots políticos del momento.
El abandono momentáneo de Viriato ha tenido un peso dramático importante en el quinto capítulo y nos ha proporcionado dos asuntos de los que hablar. El primero es el lideraje entre los lusitanos. Con Viriato desaparecido las riñas entre sus hombres han tardado poco en aparecer, algo muy propio del lideraje personal que poseía Viriato. Sus hombres luchan con Viriato y bajo su autoridad, una vez desaparecida ésta, su desempeño comporta rivalidad entre sus hombres. El que demuestre ser más apto para sustituirlo obtendrá el éxito. No hemos de pensar, así, en el grupo rebelde de Viriato como en un estamento “oficialmente” organizado, con rangos férreamente establecidos, sino más como hombres y grupos de hombres que luchan bajo las órdenes se un caudillo, que los guía en su actividad de resistencia contra el dominio romano.
El otro aspecto a tener en cuenta es del sueño de Viriato, en el que hemos visto a las tres mujeres más importantes para él, su mujer, su hija y su hermana. La espiritualidad y trascendentalidad del sueño han sido muy bien conseguidos y nos muestra un aspecto que era muy real en la época: la importancia que se le daba a los sueños y a todo aquello sobrenatural que acompañaba la vida de los hombres y de las mujeres de la época, en la que la ciencia y el conocimiento científico del momento, como sabemos, aún no tenía explicación para todo.
El sueño de Viriato
La actitud de Galba ha provocado lo que se veía venir, la oposición y rebeldía de Claudia y, lo que es más importante aún, la sombra de rebelión entre sus tropas, personificada en la actitud de Marco. Este asunto era de vital importancia en el ejército romano, y, si se me permite, en todo ejército que exista. La actitud rebelde de una legión o de parte de ella podía hacer fracasar una campaña romana, y lo que es peor, acabar con la vida de su estado mayor. En la historia de Roma seria, por desgracia, algo muy común la rebelión y la usurpación política originada en los diversos cuerpos legionarios distribuidos sobre el territorio dominado por Roma. Un problema que no tan solo no pudo solucionar el Estado romano sino que, en parte, llevo a la caída de su poder en el siglo V d.C.
En referencia al poblado lusitano, en el capítulo del pasado miércoles hemos asistido a la representación de la “Fiesta de la Fertilidad”, la que parece peligrosamente parecida a la “fiesta mayor” de cualquier pueblo en la actualidad: Música, comida, divertimento en general… cosa bastante alejada del concepto de celebración en la antigüedad donde el culto a los dioses, los sacrificios y el hecho religioso dominaba por completo estas “festividades”. Un error de la serie, seguro, a la hora de documentarse y construir la trama del capítulo. Por otra parte, la presencia del gobernador romano en la “fiesta” es, como poco, bastante descabellada…
El verdadero culpable de los asesinatos de comerciantes
Por el contrario, la referencia a las leyes del Caura a la hora de juzgar y castigar a Darío, el hijo de Césaro, es un acierto. Roma no intentó, en ningún momento, ni en Hispania ni en ninguna otra provincia, asimilar y homogeneizar el territorio conquistado, sino que respetó, hasta cierto punto, las formas de vida y la organización política de los pueblos conquistados, solo eliminando aquello que se oponía a su poder indiscutible. Por eso las diferentes tribus y pueblos firmaban acuerdos o foedus con los generales romanos que les permitían mantener su “autonomía” hasta cierto punto. Tan solo las colonias creadas por Roma se organizaban a imagen de ella, aunque, aún así, siempre existían diferencias con la metrópolis. De ahí que la mención a las leyes del poblado sean correctas, unas leyes que tardarían, seguro, muchas décadas en desaparecer. Aunque el comportamiento “democrático” del consejo de Caura, y la presencia en él, según me ha parecido ver, de mujeres, es como mínimo anacrónico. La democracia, el derecho a expresar las opiniones libremente y la actividad representativa y “democrática” en un consejo ciudadano no pertenece, ni mucho menos, a la realidad política y social de los pueblos indígenas de la península Ibérica en la Antigüedad.
Aciertos y errores; errores y aciertos que iremos viendo a lo largo de las emisiones de los próximos capítulos de la serie, y que intentaremos desgranar y analizar aquí en Culturalia.
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