José Luís Corral es uno de los autores españoles actuales de novela histórica más prolífico. Ha publicado novelas ambientadas principalmente en la Edad Media, pero también nos ha hecho viajar literariamente a la Antigüedad y de la Edad Moderna.

Corral combina su actividad literaria con su ocupación como catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza. Es autor, asimismo, de libros de divulgación histórica como Historia de la pena de muerte (2004), Breve Historia del Temple (2006) o Una historia de España (2008) y de gran número de artículos de historia en diversas revistas. Además es colaborador habitual en medios de comunicación y revistas de divulgación y ha realizado diversas excavaciones arqueológicas.
Como curiosidad podemos comentar que asesoró a Ridley Scott en la realización, en el año 1992 de la película 1492. La conquista del paraíso.
La entrevista que os presentamos a continuación abarca principalmente sus dos últimas novelas, La prisionera de Roma (2011) ambientada en el siglo III d.C. y con Zenobia de Palmira como principal protagonista, y El Códice del Peregrino (2012), una obra de ficción e intriga histórica y policíaca sobre el robo del Códice Calixtinus en Santiago de Compostela el pasado mes de julio de 2011.
Profesor (catedrático) de historia en la Universidad, autor de una treintena de ensayos y libros de investigación histórica y de un gran número de artículos de historia, y escritor de éxito de novelas históricas… ¿En qué ámbito te encuentras más a gusto?
R: En todos esos trabajos me siento bien, pero cada vez me atrae más la enseñanza directa con los alumnos, utilizando los viejos métodos, ahora un tanto relegados, de la conferencia y el contacto con ellos. Pero escribir novelas me encanta, casi se ha convertido en una necesidad.
El Oriente romano y el siglo III d.C. no son escenarios habituales en la novela histórica más comercial, y menos en el ámbito español. ¿Por qué Zenobia y por qué Palmira?
R: Porque hace cuatro años visité Palmira, en Siria, en compañía de José Calvo Poyato, el gran novelista e historiador español, y me fascinaron las ruinas de esa ciudad del desierto. Recuerdo un amanecer prodigioso en medio de las ruinas que me empujó a escribir “La prisionera de Roma”.
El siglo III d.C. y el periodo de la Anarquía militar quedan muy lejos de los omnipresentes (en el cine, en la televisión, en la literatura, en el teatro…) emperadores Julio-Claudios. Háblanos un poco de tu visión sobre el periodo.
R: Es una época apasionante porque confluyen varias circunstancias extraordinarias: el caos y la crisis en el Imperio, las incursiones bárbaras en todas las provincias, el auge del cristianismo, el declive y decadencia del Imperio… Es una época en la que parecía que Roma se iba a venir abajo pero pese a los augurios contrarios todavía logró resistir dos siglos más. Y además, el siglo III es un vacío literario y de historias, por lo cual el novelista tiene más campo para imaginar.
En la novela, Zenobia nos es mostrada como una mujer exuberante y hermosa pero a la vez culta y con grandes ambiciones políticas. ¿Una excepción en la historia y en una época dominada por hombres?
R: Así es como la describen los pocos textos que hablan de ella. Zenobia debió de ser una mujer extraordinaria, pero al final fue rea de su propia ambición. No obstante, su condición femenina fue en este caso una ventaja, pues su belleza y su decisión deslumbraron a los hombres que la conocieron.
En la novela queda patente un “supuesto” parentesco entre Zenobia y Cleopatra, ¿dos mujeres con un destino parecido?
R: Zenobia ordenó escribir una genealogía en la que se hacía descendiente de la mítica reina de Egipto. Y sí, ambas sucumbieron de una forma similar aunque su historia no es paralela. Cleopatra se unió a Julio César y luego a Marco Antonio y al lado de ambos jefes romanos quiso mantenerse al frente de Egipto. Zenobia luchó contra Roma para crear un imperio nuevo en el que ella sería la soberana, para luego dejarlo a su hijo Wabalato.
Palmira se ubica histórica y geográficamente entre dos grandes mundos, entre dos grandes culturas, entre dos grandes imperios, como lo fueron el romano y el persa. Palmira, y su soberana Zenobia, tienen que vivir, en tu novela, en un frágil equilibrio entre estos dos enemigos, aunque depende, en gran medida, del comercio caravanero entre ellos. ¿Un contexto algo difícil, no?
R: Palmira era la ciudad más rica y opulenta del mundo porque estaba entre los dos imperios más formidables del siglo III, el romano y el persa. Pero a la vez esa fue su perdición. Roma necesitaba el sometimiento de Palmira para mantener asentada la frontera oriental ante los sasánidas, y los persas ambicionaban conquistar Palmira como cabeza de puente para asaltar las posiciones romanas en Siria y la costa del Mediterráneo oriental, y en esa situación, Palmira tenía las de perder.
En la novela hay un importante espacio para el amor: el principal el de Zenobia hacia su ciudad y la pasión amorosa entre ella y su general Giorgios; pero también el enamoramiento de Zabdas por su soberana o la relación entre Kitot y la esclava Yarai; sin embargo en el libro está poco presente la violencia, en un periodo caracterizado por ella. ¿Por qué?
R: En la historia ha habido violencia, pero no todo el tiempo está dominado por la violencia. Los cronistas del mundo antiguo, y de la Edad Media, han resaltado los hechos bélicos y sangrientos sobre todos los demás, y por eso da la impresión de que se vivía inmerso en un mundo en permanente conflicto. Pero los momentos de paz, o al menos de tregua, fueron mucho más abundantes que los de guerra, si no la vida hubiera sido imposible.
Un elemento importante de la novela es la ciudad de Palmira (Tadmor), su ambiente populoso y comercial, sus calles, su población, sus murallas, y el oasis y las palmeras de las que toma su nombre. ¿Una gran ciudad sede de un efímero imperio?
R: Una ciudad que debió de alcanzar los 50.000 habitantes, aunque algunos dan cifras mucho mayores, era en el siglo III una gran ciudad. Su ubicación en la ruta de las caravanas de Mesopotamia a Siria la erigió en un emporio comercial formidable, una meca del comercio y del lujo. En Palmira vivían los mejores comerciantes de su tiempo, allí se servían las mejores comidas y se vestían los más lujosos atuendos. Si pudo poner en pie un imperio, aunque fuera efímero, fue gracias a que el tesoro de que disponían sus soberanos era tan ingente que pudieron reclutar un ejército capaz de hacerle frente a Roma y a Persia.
Numancia (2003) y La prisionera de Roma (2011), dos de tus novelas ambientadas en época romana, están narradas desde el punto de vista de los “enemigos” de Roma (íberos y palmirenos). ¿Te interesa este ángulo desde el que nos relatas la historia?
R: La perspectiva de los derrotados es más interesante que la de los vencedores, y además, los que vencen en la historia ya tienen suficientes cronistas a su servicio para resaltar sus gestas. En mis novelas me interesa mucho el mundo de los sentimientos, porque no suelen tratarse en los libros de Historia. Y los sentimientos de los vencidos son los más emocionantes.
¿Hay algún otro personaje o periodo histórico que te atraiga, que te gustaría tratar, sobre el que pudieras escribir una nueva novela?
R: Soy medievalista, pero me atraen todos los periodos históricos. Publicado ya “El códice del peregrino”, ahora estoy inmerso en una novela sobre el siglo XVI, periodo que nunca he tratado en mis anteriores novelas y que me está fascinando.
En el género de la novela histórica existe, actualmente, un gran número de publicaciones. ¿Es difícil para un autor español sobrevivir en un mercado tan activo y donde los autores internacionales tienen tanto peso?
R: A mí me parece un “milagro” cuando veo alguna novela mía en los anaqueles o sobre las mesas de algunas librerías. En este proceloso mundo de los escritores, nunca se sabe qué libro va a tener éxito, qué autor va a ser del gusto de los lectores, o qué tema va a atrapar al lector. Y además en España suele apreciarse más al autor extranjero que al nacional, y eso que tenemos verdaderos gigantes de la novela histórica europea como el propio Calvo Poyato, Eslava Galán o Maeso de la Torre.
En el año 1992 asesoraste al director Ridley Scott en la realización del film 1492: La conquista del paraíso. ¿Cuál de tus novelas crees que podría adaptarse o tiene un mayor perfil cinematográfico?
Cualquier texto, si cae en manos de un guionista profesional, puede convertirse en el guión para una película. En mi caso, Prodigius compró en 2007 los derechos de mi novela ¡Independencia! para llevarla al cine, y sobre ella elaboró un magnífico guión Michel Gaztambide, pero llegó al crisis económica y se detuvo la producción cuando ya estaban casi todo programado. Yo creo que mi novela El Cid puede ser una película, aunque el precedente de 1961 dirigido por Thomas Mann puede ser un freno, y por supuesto, si hubiera dinero para una gran superproducción, La prisionera de Roma. Pero la más reciente, El códice del peregrino, podría llevarse al cine perfectamente, porque esa novela es en sí un guión cinematográfico.
Si las novelas históricas tienen un público fiel y en continua expansión, las novelas de misterio e intriga histórica como El Códice del Peregrino se han convertido en un elemento importante en las novedades y en las ventas literarias. ¿Cuál crees que es la clave de su éxito?
R: No lo sé, nadie conoce la clave del éxito de una novela. Imagino que en el género de misterio lo que desea la gente es sumergirse en la trama para pasar un buen rato y olvidar, aunque sea por unas horas, las preocupaciones cotidianas.
En alguno de tus libros has sido más bien crítico con la bibliografía “pseudo-histórica” que explota temáticas como la relacionada con los “misterios de los templarios”. ¿Crees que en las novelas de misterio e intriga histórica se ha de cuidar la veracidad histórica a la hora de desarrollar la trama para no caer en estas “trampas”?
R: Cada autor es libre de escribir lo que quiera, faltaría más, pero el lector merece el máximo respeto, y es ahí donde yo critico a ese tipo de novelas que presentan una pura ficción como si se tratara de hechos reales. Y eso suele ocurrir en algunas novelas que se califican por sus editores de “históricas” pero que no lo son. Para fabular lo inverosímil ya está el género de ciencia ficción, que también tiene una legión de seguidores. Lo que no debe hacerse es confundir y engañar a los lectores.
¿Te sientes a gusto en el género del misterio histórico? ¿Es posible que, tras la publicación de Fulcanelli. El dueño del secreto (2008) y El Códice del Peregrino escribas más novelas de este tipo?
R: También lo hice con Fátima. El enigma de las apariciones (2009), donde invento una trama para intentar dar una explicación racional a los misterios de las apariciones que tuvieron lugar en 1917 en la localidad portuguesa de Fátima. La historia está llena de misterios y de enigmas y no renuncio a seguir con nuevas novelas en esa línea.
Los orígenes del cristianismo y los misterios vinculados con la figura, la vida y las enseñanzas de Jesucristo han generado, últimamente, mucha bibliografía. ¿Por qué crees que en una época tan “moderna” (incluso tan postmoderna) como la nuestra interesan tanto estos temas?
R: Porque el cristianismo ha vivido en una permanente convulsión ya que es una religión fundada por san Pablo sobre un dogma sorprendente y novedoso en la historia de la religiones: el nacimiento de un niño que es el hijo de Dios y a la vez Dios mismo. Ese misterio sí que es insuperable, por eso ha atrapado a tantos seguidores y tantas discusiones.
¿Crees, como historiador, que poseemos una imagen fidedigna de la figura de Jesucristo? ¿O crees que la historia o la Iglesia se han encargado de “distorsionar” la imagen de uno de los personajes que mayor repercusión han tenido en la historia de Occidente? ¿Podemos conocer al auténtico Jesucristo?
R: Nunca podremos llegar comprender por completo la figura de Jesús de Nazaret, porque desde el momento mismo de su muerte todo han sido prejuicios sobre su vida y su obra. Y por ello, el desenfoque ha sido permanente. En estos días estoy pensando en la elaboración de un ensayo en el que acercarme a Jesús como si se tratara de la biografía se h ser humano más, desprovisto del aura divina con la que ha sido rodeado.
Parece que es habitual en este tipo de novela, la presencia de una pareja de investigadores (hombre y mujer) protagonista. Tú la desdoblas en El Códice del Peregrino y tenemos una pareja que lleva a cabo el robo y otra que lo investiga. ¿Esto te permite desarrollar una visión más amplia sobre la sustracción ficticia del Códice?
R: Esas dos parejas me permiten establecer varios diálogos entre ellos y así poder explicar algunas cuestiones de un modo más directo. En el caso de los dos ladrones puedo dejar que hablen de sus sentimientos y sus miedos entre ellos, y en el caso de los policías que se intercambien información y opiniones obre el caso. Creo ese recurso literario da bastante juego.
¿Crees que un nuevo robo como el del Códice Calixtinus es posible? ¿Las medidas de seguridad que protegen muchas de las obras de nuestro patrimonio histórico y artístico son las adecuadas?
R: No sólo pienso que es posible, sino que puede volver a ocurrir en cualquier momento. El robo de obras de arte es un problema a escala mundial. Cada día se roban obras de arte en todo el mundo y España no es una excepción. Además disponemos de un patrimonio extraordinario que requeriría de muchas más medidas de seguridad, y no sólo de alarmas y vigilancia, sino también de educación y cultura.
Intriga, robos, misterio, actualidad, investigación policial, Jerusalén en el siglo I d.C., luchas por el poder en la Edad Media, los restos del apóstol Santiago, ¿Alguno de estos ingredientes temáticos destaca sobre los otros en tu novela?
R: He intentado mezclar todos esos momentos y situaciones y relacionarlos de un modo coherente en la novela. La trama es compleja, pero estoy muy satisfecho con el resultado, y más teniendo en cuenta que la he escrito en cinco meses.
¿Qué crees que puede haber sido del Códice Calixtino en realidad?
R: No lo sé. Pero conforme pasa el tiempo y al ver que el manuscrito no aparece, temo que lo tenga en su poder un coleccionista, y en ese caso no se recuperará en muchos años. Aunque deseo que se reintegre pronto a su lugar en el archivo de la catedral de Santiago.
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Jorge Pisa Sánchez (Culturalia)