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Crítica teatral: Idiota, a la Sala Muntaner

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En els darrers temps la popularitat de Jordi Casanovas s’ha consolidat gràcies a la seva trilogia sobre la identitat catalana, un merescudíssim reconeixement al seu talent, cert, però molts espectadors enyoràvem la vessant més fosca dels seus inicis, la de comèdies negres com Un home amb ulleres de pasta i la celebrada Sopar amb batalla. Potser l’autor de Vilafranca del Penedès també trobava a faltar la diversió dels primers anys i per això ara ha recuperat l’esperit d’aquelles peces a Idiota, un joc pervers sobre la nostra societat actual on les riallades estan assegurades malgrat la tensió a què són sotmesos els protagonistes, un muntatge estrenat a la Sala Muntaner que ja s’ha convertit en tot un èxit de públic i crítica.

La funció enfronta dos personatges de personalitats oposades (esplèndids Anna Sahun i Ramón Madaula, ella impassible i decidida a assolir els seus objectius, ell amb una excel·lent vis còmica fins ara desconeguda) mitjançant un plantejament aparentment simple: ella és una psicòloga alemanya al capdavant d’un experiment en què s’estudiaran els patrons de pensament d’un pobre home sense gaires llums, l’amo d’un karaoke en crisi asfixiat pels deutes bancaris. Enlluernat per la promesa de rebre uns diners que li solucionarien aquesta delicada situació, l’home accepta participar en el projecte amb molta alegria i un punt d’inconsciència perquè tan sols haurà de resoldre uns problemes de lògica, però el procés no serà tan fàcil i quan se n’adoni potser ja serà massa tard…

Estructurada a partir d’una premissa discutible –l’home aguditza l’enginy quan és sotmès a una pressió extrema–, l’obra és un nou exemple de l’habilitat narrativa de Casanovas per oferir un caramel que, quan és desembolicat, perd qualsevol indici de dolçor i es torna enverinat: aquí presenta un text maliciós que s’inicia com una comèdia inofensiva, amb enginyoses rèpliques i contrarèpliques dels protagonistes que arrencaran les rialles del públic, però aquest clima distès mutarà en desesperació i angoixa en un moment determinat; a partir d’aquest gir dramàtic l’espectador serà testimoni d’un compte enrere terrorífic en què sorgirà la part més fosca de l’ésser humà, i on els dos personatges miraran d’imposar la seva voluntat a l’altre sense miraments.

Idiota és una reflexió magnífica sobre el nostre paper d’espectadors passius incapaços de prendre decisions, a més d’una seriosa advertència vers la nostra societat: ens tracten com idiotes, ens manipulen diàriament, però la possibilitat de rebel·lar-nos encara és a les nostres mans; així, a la Sala Muntaner podreu veure una història senzilla que es complica minut a minut i que us glaçarà el somriure quan menys us ho espereu, una recomanació obligada amb una conclusió evident: ¡d’ara endavant llegiu bé els contractes que signeu!

Idiota es representarà a la Sala Muntaner fins al 14 de juny de 2015.

Autor i direcció: Jordi Casanovas
Intèrprets: Ramón Madaula, Anna Sahun
Escenografia: Enric Planas
Disseny de llums: David Bofarull
Disseny de so: Damien Bazin
Disseny de vídeo: Joan Rodón
Vestuari: Irantzu Ortiz
Ajudant de direcció: Marc Angelet
Direcció de producció: Carles Manrique
Direcció tècnica: Xavier Xipell “Xipi”
Distribució: Elena Blanco
Fotografia: Marc Bordons
Disseny gràfic: Ladyssenyadora
Fotografia espectacle: Josep Aznar

Horaris: dimecres, dijous, divendres i dissabte a les 20:30 hores; i diumenge a les 18:30 hores
Preu: de 18 € a 20 €
Idioma: català
Durada: una hora i vint minuts

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Escrit per: Robert Martínez

Second chance: Al galop, en el Teatre Akadèmia.

al-galop_cartell448-451Si les he de ser sincero la obra Al galop me interesó inicialmente por dos razones. La primera por ver a Carme Elias defendiendo un personaje y una propuesta muy diferentes a las que estoy acostumbrado a ver de ella. Y la segunda por conocer el Teatre Akadèmia, una sala escénica que inició su andadura en marzo del 2010 y a la que aún no había tenido la ocasión de asistir. Y la oportunidad era de las que prometían un goce teatral de gran intensidad.

Al galop nos propone un biopic de la vida de Diana Vreeland, columnista y editora de la sección de moda de revistas como Harper’s Bazaar y Vogue, en la que ella misma se nos ofrece como cicerone narrativo. La obra da inicio con el regreso de la protagonista de un largo viaje por Europa, tras haber sido despedida como redactora jefe de la revista Vogue. Diana está preparando una importante cena con amigos y conocidos para esa misma noche, en la que quiere dar un último empujón a su carrera profesional. Aún así tendrá tiempo para compartir algo de tiempo con los espectadores en el salón de su piso en Nueva York y narrarnos su peculiar experiencia vital y profesional.

Al galop es un espectáculo de muchas estrellas, tanto en la elección de la temática, como en la presentación del espectáculo y, por supuesto, por la caracterización y la interpretación de Carme Elias, su única protagonista. Con los ingredientes propios de una obra de pequeño formato, el público recorre no solo la vida, o mejor dicho, los recuerdos, de una gran dama de la moda, sino también la época en la que vivió. De esta forma el espectáculo nos permite rememorar el mundo de la primera y parte de la segunda mitad del siglo XX, justo hasta el momento en el que Vreeland fue despedida en Vogue, desde el punto de vista de la moda y de una visión chic de la realidad.

La representación se lleva a cabo de una forma muy próxima en la que el espectador mantiene una conversación muda con Vreeland, en donde nos hablará de su infancia, de su familia, de la relación con su marido, de sus primeros flirteos con las revistas, de su actividad profesional y de su situación emocional tras el despido en Vogue.

_dra6779jpg-12513Carme Elias se convierte, así, en Vreeland, salvando con dificultad la diferencia de edad entre la actriz y el personaje en el momento en el que se sitúa temporalmente la obra, y nos recibe en un escenario transformado en el barroco y decadente salón del piso que aquella atesoraba en Nueva York. Un trabajo de escenografía excelente que nos transmite la singularidad del personaje. Sobre él Elias se transforma y realiza un auténtico tour de force no solo para convertirse en un espíritu libre y batallador como era el de Vreeland, sino para echarse sobre sus espaldas la representación del espectáculo. Y Elias lo hace muy bien, magníficamente bien, ayudada por el excelente texto escrito por Mark Hampton y Mary Louise Wilson y dirigido por Guido Torlonia, que le sabe dar al espectáculo y a la interpretación de Elias el toque íntimo, tragicómico y elegante que la obra necesita.

Así pues las ensoñaciones y los recuerdos de la Vreeland se irán entretejiendo con la triste realidad que la rodea: un despido ¿injustificado?; una cena con visos de ser un fracaso y una serie de relaciones afectivas que evidencian que el personaje protagonista lo dio todo por su visión de la vida y por su trabajo como columnista y editora de moda en algunas de las revistas más importantes del momento y, lo más importante, que aún no ha tirado la toalla y que está dispuesta a rehacer su carrera cueste lo que cueste.

La obra nos traslada además, a los escenarios glamurosos de las soft-comedies americanas, aunque en este caso algo más tupidos y barrocos, en las que personajes como Frank Sinatra, Dean Martin, Rock Hudson o Doris Day nos mostraban unas vidas apacibles y despreocupadas, acompañadas de algunas de las melodías de más éxito de aquellos años. Una vinculación esta que se constata en la obra cuando Elias – Vreeland hace sonar en el tocadiscos uno de los temas de Sinatra, permitiendo a La voz apoderarse durante unos breves instantes del escario el Teatre Akadèmia. Un verdadero deleite escénico y musical.

Al galop es una pequeña joya teatral que pueden gozar hasta el próximo 25 de mayo y que nos permite conocer la vida de una fashion-maker que vivió una vida intensa y acalorada; y nos vuelve a demostrar el magnífico trabajo escénico de Carme Elias, a la que cuesta ver en personajes principales en el teatro, pero que demuestra un adn interpretativo de primer orden.

«Al galop» se representa en el Teatre Akadèmia del 6 al 25 de mayo de 2014.

Autores: Mark Hampton y Mary Louise Wilson
Dirección: Guido Torlonia
Intérprete: Carme Elias
Traducción: Joan Sellent
Diseño de escenografía: Ramon B. Ivars
Diseño de vestuario: Andrés Andreu
Diseño de iluminación: David Bofarull
Caracterización: Eva Fernández

Horarios: de miércoles a sábado a las 20:30 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: miércoles y jueves 18 €; de viernes a domingo 22 €. disponibles decuentos.
Idioma: catalán.

Crítica teatral: Terra de ningú, en el TNC.

_DSC3561_EditEl estreno de un Pinter siempre es una buena ocasión para ir al teatro sobre todo si en su puesta en escena hallamos el despliegue de medios del TNC y a actores de la talla de Josep Maria Pou y Lluis Homar sobre el escenario, y más si nos hallamos ante una de sus obras más inquietantes, como es el caso de Terra de ningú, una reflexión existencial repleta de interrogantes y reservas.

Terra de ningú nos presenta una situación, claustrofóbica por momentos y arcana en muchos otros. La acción da inicio de forma abrupta, como si en verdad la representación ya hubiera comenzado antes de presentarla al público. De repente vemos entrar a dos personas, las cuales parece que acaban de conocerse hace poco. La conversación que mantienen está marcada por lo extraño de la misma y regada extensamente con alcohol. Una charla extraña a la que parece que el público no puede acceder del todo, excepto a través de sus pinceladas de poesía y de sus toques de humor.

El espacio donde se desarrolla la acción es el majestuoso salón de la casa de uno de ellos. El invitado, Spooner (Lluís Homar), que no comparte el mismo nivel social que su anfitrión, Hirst (Josep Maria Pou), un literato enriquecido gracias al éxito, lo ha seguido hasta allí. Su diálogo es interrumpido en algún momento por los amigos/secretarios/criados del primero, Briggs (David Selves) y Foster (Ramon Pujol). Ambos parecen no estar complacidos con la irrupción del extraño en la casa. Al final el alcohol deja fuera combate al anfitrión que debe abandonar la sala ayudado por uno de sus criados.

Spooner se ha quedado a dormir, no sabemos por qué, encerrado en el salón de la casa. Después se almorzar volverá a encontrarse con su anfitrión, esta vez sobrio, que lo confunde con un antiguo amigo de juventud (bien, puede que en verdad lo fuera). Y da inicio una nueva conversación en la que la poesía, la ofensa, la caballerosidad y el alcohol vuelven a ser sus componentes. Todo ello en lo que parece ser una tierra de nadie.

_DSC3592_EditTerra de ningú nos presenta una situación, una atmósfera, que parece que está fuera de la realidad. Un espacio ocupado por varias personas que parece que no tiene substancia, como no la tienen los pensamientos o la memoria. En él, estas cuatro personas interactúan y conversan entre ellas aunque parece que nada de ello tenga demasiado sentido, como si el espacio colmase de irrealidad a todo lo que pasa o existe en él. De aquí que podamos decir que la obra, dirigida por Xavier Albertí, nos adentra, gracias a su asombroso texto, en un limbo misterioso del que al espectador le costará salir o hallar un sentido cierto o al menos real. Algo con lo que el autor, Pinter, jugó conscientemente.

Terra de ningú, parece así, un juego escénico, una composición en el que los fantasmas, los miedos y los anhelos de Pinter toman forma, aunque tenue y borrosa, como con la voluntad de mostrarnos tan solo una parte de su interior, una que ciertamente no podamos discernir del todo, como una invitación a poner de nuestra parte lo que no hallamos sobre el escenario.

La adaptación de Albertí está hecha con el buen gusto propio del TNC. Un espacio, el salón de la casa que parece flotar en un limbo intangible, en el que la interpretación de sus cuatro protagonistas, Lluís Homar, Josep Maria Pou, Ramon Pujol y David Selvas es tan estática e incorpórea como un texto de este tipo requiere. En ellas, como no podría ser de otra forma, destacan las de Pou, como el anfitrión alcoholizado que parece haber perdido el rumbo de una vida malograda por el éxito, y resplandece la de Homar, que construye un personaje sórdido e indescifrable del cual nunca acabaremos de conocer cuáles son sus intenciones. Pujol y Selvas encarnan a los dos amigos/criados que residen en la casa con una relación cuyos flecos tampoco llegaremos a conocer nunca.

Tras Taxi… Al TNC! el Teatre Nacional de Catalunya encamina su programación hacia un horizonte teatral que suma enteros con la elección de Terra de ningú, de Harold Pinter, una obra inquietante que traslada al espectador a un mundo entre la realidad y el sueño, por una senda que si bien puede parecer dificultosa consigue dirigir la mirada del público hacia la esencia del teatro y al examen que este puede hacer de sí mismo.

«Terra de ningú» se representa en el TNC del 17 de octubre al 24 de noviembre de 2013.

Autor: Harold Pinter
Dirección: Xavier Albertí
Reparto: Lluís Homar, Josep Maria Pou, Ramon Pujol y David Selvas
Traducción: Joan Sellent
Escenografía: Lluc Castells
Vestuario: María Araujo
Iluminación: David Bofarull
Producción: Teatre Nacional de Catalunya

Horarios: de miércoles a sábado a las 20:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: de 11,5 a 23 €
Duración: 1 hora y 40 minutos (sin entreacto)
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Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: Una història catalana, en el TNC.

Foto_historia_catalana_12_13_cartellA_David_Ruano_TNCEl TNC recupera Una història catalana, una obra de Jordi Casanovas estrenada durante la temporada 2010/2011 dentro del marco del Projecte T6 en la clausurada temporalmente Sala Tallersel primer capítulo de la trilogía con la cual el autor analiza la realidad catalana desde los tiempos de la transición al periodo de la Cataluña post-olímpica.

Parece, pues, que la buena fortuna de Casanovas y de la sala FlyHard alcanza a todas las propuestas que emanan del espacio en cuestión. No solo diversos espectáculos estrenados en la sala han alcanzado a representarse en otros teatros, entre ellos Smiley en el Club Coliseum o La terra oblidada en la Sala Atrium, sino que el Lliure y el TNC apuestan por los textos escritos por Casanovas, como en el caso de Pàtria, cuyas representaciones se prorrogaron en el Teatre Poliorama o la obra a la que hace referencia esta crítica, Una història catalana, escrita y dirigida por el propio Casanovas, que disfruta de una segunda vida actualizada, como si hubiera alcanzado la mayoría de edad, en la Sala Gran del TNC.

Una història catalana realiza un análisis del pasado reciente de la historia de Catalunya, a través de un triple encuadre: Un pueblo de montaña del Pallars que quiere aprovechar la llegada de la democracia y la modernidad para desarrollar económicamente la región; la experiencia sur-americana de un revolucionario catalán en Nicaragua y la voluntad de un quinqui barcelonés de apartarse de la ilegalidad y convertirse en un «honrado» hombre de negocios. Las tres historias, que en un principio nos pueden parecer independientes, se irán entrelazando a medida que avanza la obra, para llevarnos a un final combinado que prefigura el drama de la Catalunya actual.

Foto_historia_catalana_12_13_9_A.HerreraA_David_Ruano_TNCCasanovas, fiel a su estilo creativo, construye un texto adherido, como una segunda piel, a la realidad cotidiana del momento en el que están ambientadas las tres historias. Si en Pàtria intentaba examinar el contexto social y político que ha llevado a la convulsa situación que vive Cataluña en la actualidad, en su intento de desprenderse de todos los males pretendidamente ocasionados por el dominio español ejercido desde Madrid, Una història catalana pretende analizar el trayecto que ha llevado a ello. En este caso no desde un punto de vista político sino desde un enfoque más cotidiano, el experimentado por la gente de a pie, por aquellos que como decía el ex-presidente Pujol «viven y trabajan en Catalunya«.

Por eso el abanico de personajes y realidades de la obra es amplio: los habitantes de un pueblo de montaña aferrados a mitos, costumbres y odios ancestrales; la actividad revolucionaria de un emigrante catalán en Latinoamérica o las ansias de enriquecimiento e integración de los emigrantes y de los hijos de emigrantes de origen español que llegaron a Cataluña a partir de la década de los años 60. Unas historias personales que, como en la vida real, se mezclan, se entrelazan en su quehacer diario, construyendo una realidad social, económica y política compleja que desafía las visiones monolíticas de políticos (y no políticos) de uno y otro bando que se obstinan en no querer ver la realidad plural y diversa que muestra Cataluña en la actualidad.

Casanovas desarrolla, pues, su propuesta a partir de una actuación coral en la que los diez actores y actrices que componen el reparto de la obra irán adoptando identidades diferentes en relación a la triple contextualidad escénica que posee la obra. Todo ello enmarcado en un escenario totalmente vacío y oscuro que se iluminará y amueblará dependiendo del episodio al que corresponde en cada momento la representación. Así, pues, las interpretaciones de cada uno de los actores son tan diversas como las realidades que encarnan, que se basan también, en las diferencias idiomáticas, desde el catalán cerrado de los habitantes de un pueblo de montaña, el castellano hablado por un revolucionario catalán en Nicaragua o el catalán/castellano propio de un inmigrante español criado en el barrio de la Mina de Barcelona.

Foto_historia_catalana_12_13_12A_David_Ruano_TNCLa obra consta de tres actos y dos pausas que suman un total de casi tres horas de representación. Una estructuración escénica que posibilita la existencia de un final del segundo acto memorable (de los más impactantes a los que uno ha asistido) por la deconstrucción de la realidad escénica que comporta y por el uso del tema The Ecstacy Of Gold, del muchas veces insuperable Ennio Morricone, que le transmite al momento un clímax avanzado y que introduce musicalmente la crueldad que reinará en la última parte de la obra.

Casanovas, sin embargo, crea una obra demasiado larga que peca, además, justamente en su parte final, de un desarrollo algo extravagante que desbarata el realismo que marcaba, en gran medida, el avance de la obra, en favor de un desenlace tipo western, que sorprende y desconcierta al mismo tiempo. Un final que fuerza, incluso, al espectador a cambiar de perspectiva, oséase, de butaca, como si de esta forma se materializara la transmutación que sufre la obra que se está contemplando.

Una obra, pues, que impacta por momentos pero que pierde fuelle a medida que avanza su representación, debido, sobre todo, a la hipérbole de su tramo final, que recuerda en parte al hiperdramatismo de Sopar amb batalla, otra de las obras de Casanovas estrenada en el Versus teatre, y que nos muestra, al menos en parte, la naturaleza de la dramaturgia del autor.

Si bien, Una història catalana apuesta por una acertada presentación de los variado de la realidad social e histórica catalana, pierde parte de su sentido en su plasmación textual y escénica. Hará falta, para una valoración final del proyecto estructurado, como saben, en una trilogía, esperar a ver su tercera entrega que llevará el título de Vilafranca, y que sin duda marcará lo acertado de un propósito difícil e incierto, aunque bienintencionado.

«Una història catalana» se representa en la Sala Gran del TNC del 27 de febrero al 7 de abril de 2013.

Autor: Jordi Casanovas
Dirección: Jordi Casanovas
Reparto: Lluïsa Castell, David Marcé, Pep Cruz, Borja Espinosa, Andrés Herrera, Alícia Pérez, Vicky Luengo, Lurdes Barba, David Bagés y Mariona Ribas
Escenografía: Sebastià Brosa y Elisenda Pérez
Vestuario: Albert Pascual
Iluminación: David Bofarull
Sonido: Damien Bazin y Roc Mateu
Caracterización: Lucho Soriano
Asesoramiento lingüístico: Noëlia Motlló (OLLPP-UdL) y Ramon Sistac (OLLPP-UdL)
Producción: Teatre Nacional de Catalunya

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:00 horas; sábados a las 21:30 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: de 19,05 a 38,09 €

Duración de la obra:
Primera parte: 1 hora
Entreacto: 10 minutos
Segunda parte: 1 hora
Entreacto: 20 minutos
Tercera parte: 50 minutos