Es siempre difícil iniciar la crítica de un libro, y más si es uno tan atípico a la producción del autor que lo escribe o a la imagen que de él tenemos. Y más, todavía, si este autor es Stanislaw Lem y nos ofrece una locuaz e inquietante visión del mundo y de las realidades que lo componen.
Mucho de todo esto lo posee El hospital de la transfiguración, una obra cuyo ritmo tranquilo permite al lector emprender un recorrido por los infiernos, y más concretamente por aquellos situados en el interior de un sanatorio mental (el que da nombre a la novela) en la Polonia invadida por las fuerzas nazis.
El hospital de la transfiguración nos propone un viaje en el tiempo, y no al futuro, como es habitual en Lem, sino al pasado, a sus primeros escarceos como autor y en la historia de su país, Polonia. La novela se inicia con el trayecto en tren que Stefan Trzyniecki, joven médico recién licenciado, realiza para acudir al entierro de un familiar en su pueblo natal. Una situación incómoda y extraña que le hace sentir fuera de lugar. Aún así, y tras celebrarse la ceremonia, Stefan se reencuentra con un antiguo compañero de estudios que le ofrece trabajo en el sanatorio mental de Bierzyniec. Stefan, algo desubicado, acepta la propuesta de su amigo en un momento, poco más allá del año 39, en el que Polonia ha sido invadida por el ejército alemán y el infierno de la Segunda Guerra Mundial ha iniciado su desbordamiento por el viejo continente, y en breve por todo el mundo.
Stefan inicia su trabajo en el sanatorio en el que descubrirá tanto a los enfermos como a los doctores especialistas y los métodos que allí utilizan, todo un catálogo de tratamientos y procedimientos que, en algunos casos, rayan la irracionalidad e incluso la brutalida. No se olviden, empero, que la novela nos sitúa en la primera mitad del siglo XX.
La transfiguración a la que hace referencia el título de la obra se puede referenciar a diversas realidades: el traspaso de la cordura a la locura, estados mentales y espirituales que, como veremos, no están excesivamente alejados; la transfiguración del protagonista marcada por el conocimiento de la realidad; la transformación del mundo y la degradación política y militar que comportó el último gran enfrentamiento mundial…
Lem nos presenta un fresco histórico de la época donde se permite, ya en una forma embrionaria y que daría grandes resultados en el futuro, reflexionar sobre el hombre y la bestia, si bien es difícil, a veces, diferenciar quién es quién. En este lienzo su protagonista se transfigurará (y nosotros de su mano) al conocer la esencia de la humanidad. En algunos casos son terribles las condiciones y las técnicas médicas que, de tanto en tanto, el autor nos detalla y el comportamiento de algunos doctores que se preocupan más de su propio avance profesional que de los mismos enfermos. A la par veremos como la locura es, a veces, una defensa ante la crueldad y la pobreza en una época en la que la vileza y la inhumanidad se extendían peligrosamente.
Lem nos narra su historia, sin embargo, con una gran naturalidad y frescura, propia solo de una mano (joven) que en el futuro dominaría la técnica literaria como un domador domina a una fiera en el circo. Su sencilla narración del día a día en el sanatorio y de la actividad médica se complementa con la descripción de los internos y de sus situaciones y desvaríos. Aunque Lem no se centra en los detalles ominosos sino que lo que le importa es la esencia del hombre, del loco encerrado y del loco que no lo está. Le interesan las personas, las situaciones, y el devenir del hospital y de una realidad que poco a poco se iría consumiendo en la hoguera de la historia.
El mundo externo al hospital también estará presente en la relación que mantendrá Stefan con los partisanos polacos o en el capítulo final en el que la locura nazi y su obsesión por la perfección aria afectará de forma catastrófica a la actividad del sanatorio. Si bien este último capítulo queda algo alejado de la línea general del libro, que nos muestra un componente algo más reflexivo y humanista.
Uno de los aspectos más interesantes de la novela es la relación que Stefan establece con uno de los internos del hospital, el poeta Sekulowski, que como alma pensadora, reflexiva y creadora, está internada en el centro, uno no sabe bien si por el miedo que todas las sociedades sienten por lo extraño o por la locura propia de la poesía y el pensamiento. La relación entre Stefan y Sekulowski prefiguran, sin duda, los grandes debates morales, históricos y científicos que Lem desarrollará en novelas posteriores y que lo llevan a reflexionar sobre los límites del hombre a la hora de comprenderse a sí mismo y de entender el mundo y nos permite ser conscientes de su escepticismo sobre el presente (para nosotros el pasado) y el futuro de la humanidad.
Sin duda El hospital de la transfiguración deja notar, también, las grandes presiones que sufrió el autor durante su redacción, ya que no olvidemos que fue escrito en el año 1948 bajo la férrea censura comunista soviética instalada en el bloque oriental europeo tras la derrota del nazismo, si bien no fue publicada hasta el año 1956 y después de haber sufrido varias reescrituras.
Aún así, El hospital de la transfiguración representa un buen ejemplo de lo que Lem puede transmitir a través de los manchones de tinta negra que ensucian el fondo blanco de las hojas de sus libros y nos permite reflexionar sobre el mundo y sobre lo humano, y sobre la especial e intrínseca relación que existe entre ambos elementos que se dan forma mutuamente en una relación inquebrantable y orgánica.
El Hospital de la transfiguración es un viaje, el que iniciamos con el protagonista en su trayecto en tren al entierro familiar, y que proseguiremos a través de un mundo rasgado por la barbarie, la de la medicina, la de la locura, la de la guerra y la de la aniquilación, para que nos hagamos las preguntas ¿Quién está más loco? ¿Qué nos ha llevado a la locura? y la más importante aún y la que más miedo nos puede provocar ¿Hemos dejado atrás la locura del siglo XX, sin duda alguna la centuria más salvaje y monstruosa de la historia humana, o está latente en cada uno de nosotros, esperando tan solo a que las condiciones sean las adecuadas para que su fuerza destructiva y creadora a la vez aflore de nuevo? A eso, sin duda, tendrán que responder ustedes mismos, aunque para hacerlo dispondrán de la guía que les proporcionará la maestría de Lem y el acierto de la editorial Impedimenta, que, sin duda ha hecho blanco en la diana a la hora de traducir por primera vez al castellano la que se considera la primera obra literaria del autor. Todo un acierto…
Título: El hospital de la transfiguración
Autor: Stanislaw Lem
Traducción: Joanna Bardzinska
Año de publicación: 2008
ISBN: 978-84-935927-6-9
Encuadernación: Rústica
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 331
Precio: 21,95 €
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez
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