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Crítica literaria: El Guardián de los niños, de Johan Theorin, Roja & Negra (Random House Mondadori).

El guardían de los niñosEs curioso (y descriptivo) como el éxito de un autor, de un libro o de una saga de ellos puede originar o potenciar el desarrollo de un género literario. Algo así como lo que ha conseguido Cincuenta sombras de Grey con su nicho temático o lo que hizo Dan Brown con su novela El Código Da Vinci, abriendo paso a una avalancha de títulos que han ocupado su espacio propio siguiendo la estela marcada por sus predecesores. De la misma forma el exitazo que representó Milenium, la trilogía de novela policiaca escrita por Stieg Larsson, ha propiciado no tan solo la vigorización de la literatura de tinte negro a nivel mundial, sino también la publicación en otros idiomas de obras de compatriotas suyos.

Este es el caso de la novela que nos ocupa hoy, El Guardián de los niños, de Johan Theorin, un claro ejemplo del auge y la calidad del género en tierras nórdicas. Theorin nos propone una obra de intriga y extrañezas, en la que el escenario principal es una clínica psiquiátrica, un ambiente inmejorable para ambientar una novela del género.

Todo comienza con una oferta de trabajo como cuidador en la escuela infantil del psiquiátrico Santa Patricia, en Valla, institución conocida con el apelativo de Santa Psico. A ella se ha apuntado Jan Hauger, lo que le llevará a ser contratado como nuevo monitor. La escuela forma parte de un proyecto innovador que pretende facilitar el contacto entre padres e hijos como terapia beneficiosa para la recuperación de los internos en el psiquiátrico, entre los que se hallan algunos de los psicópatas más célebres del país. Aunque Jan no ha optado a este puesto de trabajo por lo innovador del asunto ni porque le apasionen los niños, sino porque quiere entrar en contacto con uno de los reclusos, una persona muy importante para él. Una vez que Jan comience a trabajar en la escuela del centro descubrirá que las medidas de seguridad no lo son tanto y que no es el único allí que pretende ponerse en contacto con los internos.

Johan-Theorin
Johan Theorin

La trama de la novela se desarrolla, pues, en una pequeño localidad nórdica, aunque su contexto topográfico principal será el centro psiquiátrico, la escuela infantil adyacente y los pasillos y recovecos que unen ambas instalaciones. La trama nos remite, además, a una historia de obsesiones, y de mentes que no han sabido asimilar de forma apropiada sus vivencias, y que por ello, como almas en pena, se ven obligadas a revivir de una forma u otra episodios del pasado, ya sean estos momentos de alegría o de dolor y pena.

De ahí que la acción de la novela se desarrolle en tres hilos temporales diferentes que hacen referencia a la vida de Jan, el protagonista principal de la trama: la actualidad, en la que Jan comienza a trabajar en la escuela infantil de Santa Patricia; el periodo en el que estuvo él mismo recluido en un centro psiquiátrico para adolescentes y la época en la que Jan trabajó en otra escuela infantil y en la que vivió un hecho importante para su vida, y para la historia que Theorin nos narra.

El autor desarrolla la acción de la novela como si de un puzle o rompecabezas (y nunca mejor dicho) se tratara, en el que nos irá proveyendo una a una de las piezas necesarias para que vayamos componiendo y comprendiendo la trama, sin impedir, claro está, que seamos avasallados, de tanto en tanto, por alguna sorpresa que marcará el desarrollo de la acción.

El estilo del autor es cotidiano y franco, al menos todo lo franco que le permite la estructura narrativa por él escogida, sin florituras innecesarias, e interesado tan solo en el avance de la historia aunque esta tenga que progresar en tres frentes temporales a la vez. Y, como les dije, uno de los componentes principales de la novela será el centro psiquiátrico, del que iremos conociendo, también poco a poco, sus esterilizados pasillos y oscuros recovecos, gracias a las malsanas obsesiones que habitan a sus anchas en la mente estigmatizada de diversos de los protagonistas.

Así, pues, podríamos clasificar la novela como un thriller hospitalario ya que se desarrolla en gran parte en uno de ellos; una novela negra, ya que su trama tiene mucho que ver con asesinatos y asuntos relacionados con la actividad policiaca y también como un thriller plagado de obsesiones, en el que se nos muestran bien a las claras los perniciosos efectos que los episodios vividos y mal digeridos del pasado tienen en el comportamiento humano, sobre todo aquellos experimentados en la infancia y la adolescencia, y como el miedo y el anhelo de cumplir nuestros propios sueños (o pesadillas) puede llevarnos a protagonizar episodios dignos de aparecer en una novela negra de un autor sueco, ¿o acaso no lo creen así?

Título: El guardián de los niños
Autor: Johan Theorin
Editorial: Mondadori
Fecha de publicación: 7 de junio de 2012
Colección: Roja & negra
ISBN: 9788439725800
Nº de páginas: 528
Formato: tapa blanda / 140 x 215 x 23 cm.
Precio: 18,90 €
Precio ebook: 12,99 €
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Escrito por Jorge Pisa Sánchez

Crítica literaria: El Hospital de la transfiguración. Stanislaw Lem, editorial Impedimenta.

Es siempre difícil iniciar la crítica de un libro, y más si es uno tan atípico a la producción del autor que lo escribe o a la imagen que de él tenemos. Y más, todavía, si este autor es Stanislaw Lem y nos ofrece una locuaz e inquietante visión del mundo y de las realidades que lo componen.

Mucho de todo esto lo posee El hospital de la transfiguración, una obra cuyo ritmo tranquilo permite al lector emprender un recorrido por los infiernos, y más concretamente por aquellos situados en el interior de un sanatorio mental (el que da nombre a la novela) en la Polonia invadida por las fuerzas nazis.

El hospital de la transfiguración nos propone un viaje en el tiempo, y no al futuro, como es habitual en Lem, sino al pasado, a sus primeros escarceos como autor y en la historia de su país, Polonia. La novela se inicia con el trayecto en tren que Stefan Trzyniecki, joven médico recién licenciado, realiza para acudir al entierro de un familiar en su pueblo natal. Una situación incómoda y extraña que le hace sentir fuera de lugar. Aún así, y tras celebrarse la ceremonia, Stefan se reencuentra con un antiguo compañero de estudios que le ofrece trabajo en el sanatorio mental de Bierzyniec. Stefan, algo desubicado, acepta la propuesta de su amigo en un momento, poco más allá del año 39, en el que Polonia ha sido invadida por el ejército alemán y el infierno de la Segunda Guerra Mundial ha iniciado su desbordamiento por el viejo continente, y en breve por todo el mundo.

Stefan inicia su trabajo en el sanatorio en el que descubrirá tanto a los enfermos como a los doctores especialistas y los métodos que allí utilizan, todo un catálogo de tratamientos y procedimientos que, en algunos casos, rayan la irracionalidad e incluso la brutalida. No se olviden, empero, que la novela nos sitúa en la primera mitad del siglo XX.

La transfiguración a la que hace referencia el título de la obra se puede referenciar a diversas realidades: el traspaso de la cordura a la locura, estados mentales y espirituales que, como veremos, no están excesivamente alejados; la transfiguración del protagonista marcada por el conocimiento de la realidad; la transformación del mundo y la degradación política y militar que comportó el último gran enfrentamiento mundial…

Lem nos presenta un fresco histórico de la época donde se permite, ya en una forma embrionaria y que daría grandes resultados en el futuro, reflexionar sobre el hombre y la bestia, si bien es difícil, a veces, diferenciar quién es quién. En este lienzo su protagonista se transfigurará (y nosotros de su mano) al conocer la esencia de la humanidad. En algunos casos son terribles las condiciones y las técnicas médicas que, de tanto en tanto, el autor nos detalla y el comportamiento de algunos doctores que se preocupan más de su propio avance profesional que de los mismos enfermos. A la par veremos como la locura es, a veces, una defensa ante la crueldad y la pobreza en una época en la que la vileza y la inhumanidad se extendían peligrosamente.

Lem nos narra su historia, sin embargo, con una gran naturalidad y frescura, propia solo de una mano (joven) que en el futuro dominaría la técnica literaria como un domador domina a una fiera en el circo. Su sencilla narración del día a día en el sanatorio y de la actividad médica se complementa con la descripción de los internos y de sus situaciones y desvaríos. Aunque Lem no se centra en los detalles ominosos sino que lo que le importa es la esencia del hombre, del loco encerrado y del loco que no lo está. Le interesan las personas, las situaciones, y el devenir del hospital y de una realidad que poco a poco se iría consumiendo en la hoguera de la historia.

El mundo externo al hospital también estará presente en la relación que mantendrá Stefan con los partisanos polacos o en el capítulo final en el que la locura nazi y su obsesión por la perfección aria afectará de forma catastrófica a la actividad del sanatorio. Si bien este último capítulo queda algo alejado de la línea general del libro, que nos muestra un componente algo más reflexivo y humanista.

Uno de los aspectos más interesantes de la novela es la relación que Stefan establece con uno de los internos del hospital, el poeta Sekulowski, que como alma pensadora, reflexiva y creadora, está internada en el centro, uno no sabe bien si por el miedo que todas las sociedades sienten por lo extraño o por la locura propia de la poesía y el pensamiento. La relación entre Stefan y Sekulowski prefiguran, sin duda, los grandes debates morales, históricos y científicos que Lem desarrollará en novelas posteriores y que lo llevan a reflexionar sobre los límites del hombre a la hora de comprenderse a sí mismo y de entender el mundo y nos permite ser conscientes de su escepticismo sobre el presente (para nosotros el pasado) y el futuro de la humanidad.

Sin duda El hospital de la transfiguración deja notar, también, las grandes presiones que sufrió el autor durante su redacción, ya que no olvidemos que fue escrito en el año 1948 bajo la férrea censura comunista soviética instalada en el bloque oriental europeo tras la derrota del nazismo, si bien no fue publicada hasta el año 1956 y después de haber sufrido varias reescrituras.

Aún así, El hospital de la transfiguración representa un buen ejemplo de lo que Lem puede transmitir a través de los manchones de tinta negra que ensucian el fondo blanco de las hojas de sus libros y nos permite reflexionar sobre el mundo y sobre lo humano, y sobre la especial e intrínseca relación que existe entre ambos elementos que se dan forma mutuamente en una relación inquebrantable y orgánica.

El Hospital de la transfiguración es un viaje, el que iniciamos con el protagonista en su trayecto en tren al entierro familiar, y que proseguiremos a través de un mundo rasgado por la barbarie, la de la medicina, la de la locura, la de la guerra y la de la aniquilación, para que nos hagamos las preguntas ¿Quién está más loco? ¿Qué nos ha llevado a la locura? y la más importante aún y la que más miedo nos puede provocar ¿Hemos dejado atrás la locura del siglo XX, sin duda alguna la centuria más salvaje y monstruosa de la historia humana, o está latente en cada uno de nosotros, esperando tan solo a que las condiciones sean las adecuadas para que su fuerza destructiva y creadora a la vez aflore de nuevo? A eso, sin duda, tendrán que responder ustedes mismos, aunque para hacerlo dispondrán de la guía que les proporcionará la maestría de Lem y el acierto de la editorial Impedimenta, que, sin duda ha hecho blanco en la diana a la hora de traducir por primera vez al castellano la que se considera la primera obra literaria del autor. Todo un acierto…

Título: El hospital de la transfiguración
Autor: Stanislaw Lem
Traducción: Joanna Bardzinska
Año de publicación: 2008
ISBN: 978-84-935927-6-9
Encuadernación: Rústica
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 331
Precio: 21,95 €

Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Crítica teatral: Locas, en el Versus Teatre.


Como viene siendo habitual el duro y sofocante mes de agosto que vivimos en la turística ciudad de Barcelona viene a ser refrescado por la actividad de dos teatros, el Versus Teatre y el Teatre Gaudí, que mantienen su programación teatral en un mes donde el resto de la oferta teatral se desvanece, algo así como si se derritiese por el calor, dejando a la ciudad condal huérfana en este ámbito cultural.

Es así que la voluntad de los equipos directivos de ambos teatros nos dan la oportunidad de plantearnos poder ir a ver una obra de teatro en un período del año en el que las playas y el “jolgorio nocturno” campean a sus anchas por las calles barcelonesas.

Y este es el caso de Locas, estrenada en el Versus Teatre el pasado 2 de agosto y que se mantendrá en cartelera hasta el 14 de este mismo mes. Una obra que viene avalada por una muy buena acogida por parte del público y la prensa en los escenarios madrileños y que nos permite sumergirnos en el mundo de la locura y atravesar esa débil línea que separa la cordura de la locura y que es a veces un límite tan débil que no podemos siquiera distinguirlo y, consecuentemente, diferenciar aquello sano de aquello no sano en el funcionamiento de la mente de los individuos.

Locas inicia su acción en lo que parece ser una sala de espera donde dos pacientes esperan su turno para entrar en la consulta del psicólogo. Las dos son mujeres muy diferentes: la primera es una ama de casa que posee una vida familiar vacía en la que tanto su marido como sus hijos ya no necesitan de sus “servicios domésticos”. Una vida que se replica automáticamente cada 24 horas y en la cual su razón de ser ha dejado, desde hace tiempo, de tener algún valor. La segunda es una mujer de negocios responsable del recto y beneficioso avance de cuatro empresas. Una mujer estresada que ha sustituido la vida familiar por una vida empresarial que está ahogando su existencia. Ambas mujeres se conocerán en la consulta del psicólogo mientras las máscaras existenciales de ambas se irán disolviendo, lo que nos permitirá conocer algo mejor el drama humano que se esconde detrás de muchas vidas que rozan la alienación en la sociedad en la que vivimos.

Locas es un espectáculo teatral de pequeño formato con voluntad de experimentar sensaciones de gran formato. Una obra que más que un argumento trepidante incide en las situaciones temperamentales que podemos reconocer muchas veces como muy cercanas. Una obra de opuestos que, como decía antes, nos permite reflexionar sobre lo que presumiblemente está sano de lo que no lo está. Y sobre cuales son las causas de todo ello, si es que existe alguna.

Una breve introducción “audio-histórica” sobre la mente y sus trastornos nos permite conocer a las dos mujeres protagonistas en la obra. Ello requiere sobre todo una inversión en las interpretaciones de las dos actrices Ángeles González Cuerda y Maribel Jara que nos dejan claro desde un buen principio lo opuesto de sus personalidades: A una mujer “triunfadora” en su vida profesional se le enfrenta una mujer derrotada por su vida familiar. Dos opciones de vida (de las muchas que existen) viviseccionadas a lo largo de los 75 minutos de duración del espectáculo.

Locas, además, desarrolla el juego de los opuestos hasta el final de la obra con algún que otro giro que nos muestra que no todo lo que parece verdadero lo es, y es aquí donde entra de pleno el juego de máscaras individuales que caracteriza a las sociedades y más concretamente a la occidental que, atrofiada en ella misma, genera un sistema de pantallas, de ocultaciones y de espejos que hacen difícil, muchas veces, poder seguir adelante con la propia existencia.

La obra analiza un tema, el de la locura (y por opuesto, el de la cordura) de una forma ágil y sugestiva aunque a veces le falta algo de ritmo y parece entrar en un estado en el que la trama no avance. Las interpretaciones nos permiten visualizar la “forma” de la locura, cosa que no quiere decir, ni mucho menos, que el escenario se llene de desvaríos, chillidos y decibelios, sino todo lo contrario. En las palabras, en los silencios y en los movimientos de las actrices notaremos la esencia del trastorno, bien conocido por el autor y director de la obra, José Pascual Abellán, tras varios años de experiencia como profesor de educación especial. Aún así la obra peca de “golpe-efectismo” en un argumento que de ninguna forma lo necesita. Una concesión al cine y a las historias de misterio que no tiene cabida en la obra.

Aún así Locas nos permite un acercamiento desde el punto de vista de la tragicomedia hacia un mundo que aunque parezca muy alejado de nosotros está mucho más cercano de lo que debiera, motivado, claro está, por un modelo de sociedad ejemplar, siempre que formemos parte de aquel uno por ciento de la población que, aún estando en crisis, disfruta y goza de su existencia atando a sus mascotas con collares hechos de billetes. Perdón, me equivocaba, que estos también pueden llegar a sentirse amenazados por la locura de vivir en el interior de un entramado social que busca y se desvive por conseguir el beneficio económico y menosprecia el beneficio de la salud, el mental y el de las emociones, algo de lo que no se puede extraer nada provechoso.

Locas” se representa en el Versus Teatre del 2 al 14 de agosto de 2011.

Dirección y dramaturgia: José Pascual Abellán
Reparto: Ángeles González Cuerda y Maribel Jara
Codirección: Doriam Sojo
Música original: José Francisco Giménez
Escenografía: Joaquín Román / Teatro A Cuestas
Producción: Teatro A Cuestas
Coordinación vestuario: Jonatan Mármol

Horarios: de martes a sábado a las 22:30 y domingos a las 20:30 horas.
Precio: 16 €
Idioma: castellano
Duración de la obra: 75 minutos
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez