“L’Accident” de La Companyia Ipsilamba: Tragedia celestial

Image                                      Todo empieza con el fin.

Según tenemos entendido, las víctimas de un accidente mortal se marchan al Otro Mundo con un souvenir nada desdeñable: Por su mente cabalgan endiabladamente los recuerdos más intensos de su ya extinguida vida. Cuando el afectado es alguien tan distinguido como Albert Camus, parece ser que valdrá la pena asistir a ese desfile final de emociones personales. O no. Decídamoslo al final de esta crónica.

Ahora es el momento de presentar a los ángeles de la guarda que emergen como primera consecuencia palpable del trágico acontecimiento: formando una encantadora pareja, la dulce y graciosa Antònia (Nies) Jaume y el vigoroso Jacob Torres “practican slalom por la galaxia” camusiana. Y lo hacen de un modo simpático, cómplice e inocente. Con ello, restan dramatismo al automóvil despedazado que ha sido el cascarón del que han podido salir al mundo exterior. Su empeño en instruir la causa de decidir si el finado Camus debe instalarse en el Cielo o no se adueña del estupor del público. Y Carme Cané, dramaturga, pone en boca de dichos narradores resultones la encomiable responsabilidad de ganarse la confianza del respetable.

A medida que estos investigadores inmaculados (o casi: porque beben con fervor) aceptan su misión, el mundo “extranjerizante” del atormentado Albert va desplegándose e intenta agitar lo que se presenta como verdaderas alas del espectáculo a través de la sucesión de episodios vitales y fragmentos de sus obras emblemáticas. En ellos, un Xavier Ripoll demasiado enfático asume en voz alta (y cavernosa, una de las grandes bazas del actor) su identidad de ciudadano preocupado por la injusticia social, empeñado en llevar la coherencia de su pensamiento político a las últimas consecuencias y sufriendo sin medias tintas los efectos de la desilusión. Para ello, se desdobla en Camus y en sus criaturas más inquietantes y cuenta, además, con la colaboración de una a veces magnética, otras chirriante Tilda Espluga (sensual como María Casares, letal como revolucionaria).

La obra se accidenta entonces progresivamente porque va tomándose cada vez más en serio lo que pretende contar: su naturaleza, que al inicio se caracterizaba por una prometedora liviandad y por la creación de un espacio propio, va endureciéndose más y más para acabar convertida en un alegato pretencioso glosando la figura del creador protagonista. Las graciosas plumas angelicales son aplastadas lamentablemente por el discurso plúmbeo, que impide el vuelo de este trabajo.

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Un ángel guardador accidentado

Aun así, los recursos destinados (y servidos con exquisita mano por CaboSanRoque) a elevar esta propuesta parcialmente insólita resultan muy acertados a la hora de ofrecer cierta cohesión al conjunto: el automóvil en el que se produce la tragedia con que se inicia la acción luego será sala de juzgado y hasta nido de pasión y salón de baile íntimo; la música enriquece el tono trágicocomico y el impecable vestuario dota a las figuras escénicas de una elegancia inusual. Todo ello, junto con la personalidad de Torres, el acelerado monólogo sobre el fútbol estupendamente interpretado por Jaume, y el sugerente desenlace sobre el verdadero origen de esos ángeles narradores, habría lucido mucho más con una dramaturgia menos pretenciosa y una dirección de actores más ajustada.

Como conclusión, formulo una pregunta personal: ¿Existe Dios finalmente? No esperemos a averiguarlo después del accidente porque quizás ya no lleguemos a tiempo de conocerle.

Por Juan Marea

L’ACCIDENT
Del 4 al 7 de julio
Teatre Lliure
Espai Lliure
Passeig de Santa Madrona, 40-46, de Barcelona
Duración: 75’
Idioma: catalán
http://grec.bcn.cat/es/programa/l%E2%80%99acciden

Dramaturgia y dirección: Carme Cané (incluye la adaptación de textos de Albert Camus; con la colaboración en la dirección de Rosa M. Sardà)
Intérpretes: Tilda Espluga, Antònia (Nies) Jaume, Xavier Ripoll y Jacob Torres
Música, escenografía y vestuario: CaboSanRoque
Diseño de iluminación: Jordi Pascual (Ninyato)- STEM, SCCL
Vídeo: Jordi Crusats
Ayudante de dirección: Ariadna Castedo

“Cap al tard” en La Villarroel: Pasión y absenta frente al espejo

F56rus_023Una copa por el arte de la vida

Anochece en Barcelona. Y un espejo la recorre. Para destacar su parte más íntima. Sin prisas y sin apenas ganas. Porque da mucha pereza. Y es que nuestro guía no siente que se pueda hacer de otro modo. Por lo pronto, ya nos aclara de antemano que nos recibe en un café y, con él, estamos invitados a bostezar.

Se muestra entrañable invitándonos a beber absenta; pícaro al suspirarnos mujeres; irónico si habla de asuntos de estado; trascendente cuando intenta describir qué es el Modernismo; concienzudo a la hora de decidir qué conduce a la vida y también preciso señalando qué mortifica mientras tanto.

En cada paso de su discurso, tras cada nuevo ímpetu por iniciar la siguiente reflexión, un intelectual carismático, un artista que transita del viejo cascarrabias al sátiro bienestante, del vividor demagogo al entregado creador. Todos ellos para ser uno mismo: Santiago Rusiñol, genio, figura y ocurrente confidente.

Irrumpe desde detrás del espejo Ramon Madaula, actor dispuesto a resplandecer proyectando la imagen del genuino pintor y escritor. Llega henchido de un dinamismo contagioso y reparte con generosidad constantes destellos de ternura (“Me gusta acariciar mis tristezas.”) y desafío (“¡El equilibrio es la muerte!” proclama) sin asomo de afán de protagonismo. Sus carcajadas las quisiéramos en la misma mesa en la que nos tomemos una copa; sus alaridos nos llevarían a querer frenarlos por temor a que nos regañara el dueño del local. Y su pasión por la vida “escuchando los ruidos de la soledad” y también por el arte, entendido como búsqueda irrefrenable, la necesitamos en nuestro acontecer diario.

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El hombre y su atardecer cotidiano

Siendo honestos del todo, revelemos ahora las otras dos claves de esta pequeña joya que brilla sin artificios en La Villarroel: Erik Satie, compositor y amigo a muy corta distancia, traído aquí para la ocasión por las voladoras manos de Marc Garcia Rami sobre un piano. Aquellas que se deslizan suavemente entre el discurrir vehemente de Rusiñol, la versatilidad manifiesta de Madaula y el deleite agradecido del público; aquel que al sonar completa la atmósfera onírica, íntima y acogedora de la propuesta escénica.

Y un párrafo especial para la quinta pasajera. Breve, que no anda por la labor de figurar: Sílvia Munt, velando muy cerca por que este “atardecer” se funda en nuestra sensibilidad con la hermosura de su sencillez, con la eficacia de su transparencia, con la contundencia de su condición de “tranche de vie” deliciosamente equilibrada por el apunte biográfico en primera persona. Y en lo que a nosotros respecta, con la seguridad de que amanecerá un poco mejor después del espectáculo.

Por Juan Marea

La Villarroel
http://www.lavillarroel.cat/
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/Villarroel,87 de Barcelona
“CAP AL TARD Proses autobiogràfiques de Santiago Rusiñol”

Del 2 al 27 de julio
Horario: martes, miércoles, jueves y viernes, a las 21 h; sábado a las 18.30 h y a las 21 h
Precios: general, 18 € (posibilidad de descuento)
Dirección: Sílvia Munt
Actor: Ramon Madaula
Músico: Marc Garcia Rami
Dramaturgia: R. Madaula
Escenógrafo y figurinista: Xavier Millán
Ayudante de escenografía: Sebastian Schmidt
Diseño de luces: Pep Gàmiz y Arnau Julian

Crítica teatral: El veneno del teatro, en el Teatre Romea.

El veneno del teatroEl Festival Grec ha llegado a Barcelona y con él el calor y el colorido sobre los escenarios de la ciudad condal, con una programación, la de este año, en la que está muy presente la reivindicación social y en la que se han hecho hueco algunas propuestas transgresoras e innovadoras.

Uno de los primeros estrenos del festival lo constituye El veneno del teatro, obra escrita por Rodolf Sirera, adaptada por José María Rodríguez Méndez y dirigida por Mario Gas que nos propone una reflexión sobre la profesión del teatro y nos remite a un debate siempre existente entre la veracidad y la simulación sobre el escenario.

Nos hemos de situar en una gran sala de recepción de una lujosa mansión. Allí, el actor de teatro Gabriel de Beaumont lleva más de una hora esperando a que un enriquecido y presuntuoso marqués le reciba. Tras una pequeña disputa con el extraño mayordomo Gabriel es finalmente recibido por el potentado, que lo ha citado con la voluntad de que interprete un texto escrito por él y que ahonda en la muerte de Sócrates, allá a finales del siglo V a. C. época en la que agonizaba junto a él el modelo de ciudad-estado griega. Gabriel enardecido por la singular proposición acepta el encargo sin sospechar los oscuros propósitos de su anfitrión.

La propuesta de Sirera/Gas nos guía hacia uno de los grandes qués del teatro, la necesidad de la simulación y del artificio para conseguir construir la realidad que se consume encima del escenario. ¿Puede ser una obra de teatro algo más que una suma de impostura y técnicas de actuación que tratan de asemejarse o de copiar a la realidad en la que vivimos?

big_Pase_El_Veneno_del_teatro.Foto_Jaime_Villanueva_0006El texto de Sirera, escrito en 1993, profundiza sobre esta cuestión llevando la representación teatral hasta el límite de sus posibilidades, mostrándonos una situación tensa y angustiosa regada por lo sombrío de la misma, en una propuesta que recuerda en algunos momentos a una obra como La huella, adaptada para el cine por Joseph L. Mankiewicz en el año 1972 e interpretado magistralmente por Laurence Olivier y Michael Caine, en el que el juego entre la verdad y la mentira estaban muy presente. Mario Gas, por su parte, dirige la obra con mano firme pero con la flexibilidad necesaria para que fluyan las personalidades de sus actores protagonistas.

El veneno del teatro nos propone, en un contexto más actual, una reflexión sobre la capacidad de dominio que una minoría adinerada, encarnada en el personaje del marqués, dispone para obligar a aquellos sus inferiores, en este caso un simple pero afamado actor de teatro, a hacer aquello que sus caprichos morales y estéticos le apetecen. Una situación esta que se puede trasladar fácilmente a la actualidad en la que se agiganta cada vez más el dominio sintomático de los ricos sobre los pobres a medida que los mercados y los poderes financieros imponen sus designios sobre la sociedad.

La obra se construye, por otra parte, a partir de una escenografía exigua pero contundente que crea un espacio sobrio y lúgubre, como lo es la trama que se representa sobre el escenario, sintetizada a su vez por las interpretaciones de los argentinos Miguel Ángel Solá y Daniel Freire, cuyo trabajo potencia el tono hiriente de una representación que se convierte en un tour de force entre ambos actores.

Una propuesta, en definitiva, indicada para reflexionar sobre el teatro y sobre la agonía que se transfigura a lo largo de su representación, de la que, no olviden, solo queda una semana de representación.

«El veneno del teatro» se representa en el Teatre Romea del 2 al 13 de julio de 2013.

Autor: Rodolf Sirera
Versión: José María Rodríguez Méndez
Dirección: Mario Gas
Reparto: Miguel Ángel Solá y Daniel Freire
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: Antonio Belart
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo
Diseño de sonido y música original: Orestes Gas
Producción: Concha Busto Producción, Teatros del Canal, CLECE y MAJI

Horario: de martes a sábado a las 20:30 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: de martes a jueves 24 – 30 €; de viernes a domingo 26,5 – 31,5 €.
Idioma: castellano
Duración: 65 minutos

Escrito por Jorge Pisa Sánchez

“Alma i Elisabeth” en la Sala Muntaner: aves enjauladas piando por ser fénix

¿Cuáles son los límites con los que podemos perfilar a una persona? ¿Nos basta nuestra percepción desde la mirada atenta y la estrecha convivencia?

¿Cómo afrontamos los propios límites, aquellos que atropelladamente superponemos día a día sobre nosotros mismos?

La historia de Alma y Elisabeth podría ser una muestra de estas preguntas que aún no contestaré.

Ambas mujeres aceptan conocerse aislándose del ruido mundano y sembrando un terreno en el que solo ellas esperan recoger frutos.

La primera es una vulgar enfermera invitada en dicha relación a aprovechar la ocasión de sacar ese protagonismo que su vida mediocre le negaba de una forma no necesariamente caprichosa.

La segunda, una reputada actriz teatral cuya última excentricidad (con permiso de una crisis existencial más que sospechosa) es la decisión de enmudecer para los demás aunque sus gemidos y murmullos le demostrarán que a menudo podemos prescindir de la comunicación verbal.

Magda Puyo construye una jaula teatral y encierra en ella a dos actrices prestigiosas para que puedan piar con cierto alboroto.

Fuera resplandece el desgarrador texto que Ingmar Bergman parió para su película “Persona” y que también le sirvió para exorcizar sus demonios. En él plantea la dualidad del ser humano (aquello que uno es irremediablemente porque los demás así lo deciden; frente a aquello que uno difícilmente llegará ser porque subyace sepultado en lo más profundo de uno mismo) y la posibilidad de compensar ese desequilibrio tomando de los que se acercan lo que no se nos suele dejar desarrollar.

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                                   Contigo cerca voy a ser yo.

Los barrotes son la concreción para la ocasión de este diálogo para actriz dicharachera (excesiva Marta Marco, cuyo histrionismo dificulta la progresión de su personaje de cenicienta a madrastra) y actriz cuasimuda (insuficiente Mònica López, que con su etérea composición diluye la soberbia de la diva a la que debe reivindicar).

Y, entre la prisión y la libertad, la atmósfera inquietante con que Puyo logra rociar el escenario. Su apuesta por un tono ambiguo entre lo onírico (vaporosos bastidores; finísimo telón que presenta a la enferma social y acaricia después a las dos sufridas heroínas; las gigantescas apariciones proyectadas de la doctora que introduce la historia interpretada exquisitamente por Vicky Peña) y lo poético (bellísimos cara a cara visuales entre los dos personajes centrales cuando se funden en uno; espeluznantes gritos de la actriz silente que no salen de su garganta sino del alma) cubre de fascinación la platea. Y abriéndonos paso a este intrigante retrato metafísico, la directora de la propuesta combina con acierto el tratamiento de la imagen, los efectos sonoros que transmiten eficazmente la angustia de la historia y la dosificación del suspense (a pesar de cierta tendencia a la aceleración sobre todo en los momentos más intensos de parlamento). Con todo ello, mitiga parcialmente los desequilibrios en la dirección de sus actrices y recrea oportunamente la intención de Bergman de “penetrar los rincones más ocultos de la mente y convertir las sensaciones en imágenes”.

¿Hablábamos de límites al principio? Pues no los convoquemos, que acuden sin llamarlos. También para permitirnos descubrir si les dejaremos decir la última palabra sobre nuestro entusiasmo vital.

por Juan Marea

Sala Muntaner
c/ Muntaner, 4 de Barcelona
http://www.salamuntaner.com/inicio
Del 26 de junio al 28 de julio
70 minutos
Horario: de miércoles a sábado, a las 21 h; domingo, a les 19 h.
Precios: miércoles y jueves, 18 €, viernes, sábado y domingo: 20 € (descuentos: Carnet Jove, Carnet Bibliotecas Municipales, mayores de 65 años, suscriptores de La Vanguardia, Carnet  Club TR3SC

 

Dirección: Magda Puyo
Autor: Ingmar Bergman
Adaptación: Magda Puyo y Victòria Szpunberg
Intérpretes: Mònica López, Marta Marco y Vicky Peña
Imagen: Alfonso Ferri
Vestuario: Mariel Soria
Diseño de iluminación: Quico Gutiérrez
Diseño de sonido: Lucas Vallejos