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Crítica teatral: Cremats, en el Teatre Apolo.

cremats_2Nunca va mal, al menos eso creo yo, ir al teatro para ver una comedia, un lapso de tiempo en el que el espectador se olvida de sus penurias exteriores (al teatro) y se lo pasa en grande con los pequeños y grandes dilemas existenciales de aquellos que se agitan sobre el escenario. Si a esto le sumamos un texto cómicamente embarullado, situaciones propicias para arrancar al público continuas carcajadas y la presencia sobre el escenario de Guillermo Toledo, integrante durante varias temporadas del elenco de 7 Vidas, seguramente la mejor serie cómica producida en la televisión española, está todo preparado para asegurar el divertimento en el patio de butacas.

«Mónica recibe una llamada de su marido, Jordi, que le dice que no lo espere para comer y, de paso, que la deja porque ha iniciado una relación con una alumna de la facultad. Mónica, desesperada, llama su suegra para que hable con Jordi y haga que se lo repiense. Mientras espera la llegada a casa de este, Mónica recibe la desagradable visita de Rashid, un criminal sin escrúpulos, que pretende robar todo lo que encuentre y, aprovechando la ocasión, abusar sexualmente de ella. Pero la situación da un vuelco cuando Mónica le hace una propuesta mucho más atractiva: ayudarla a matar a Jordi, para cobrar el seguro. El plan es perfecto y la venganza está servida».

Cremats es una típica comedia de sofá, elemento muy presente en el escenario, en la que casi nada es lo que parece y donde todo está preparado para excitar las vísceras humorísticas del espectador a medida que avanza la representación: Una pareja en el punto de ruptura; una suegra metomentodo dispuesta a mediar en el asunto; un ladrón de pacotilla que se saca un sobresueldo como gigoló y una póliza de seguro que puede solucionar la vida de todos aquellos involucrados en la trama.

Cremats_1Peña Carulla construye, de esta forma, un texto de comedia clásico y vibrante preparado para hacer las delicias de todos. Si bien no todo acompaña como debiera a la intención del autor y director. Lo primero y primordial el casting, que solo acierta, de momento, en un 50%. A un lado tenemos a la pareja protagonista Mónica (Tilda Espluga) y Jordi (Guillermo Toledo) que no acaban de sacarle todo el jugo cómico a sus roles. Por otra parte hallamos a Isabel (Maife Gil) y Rashid (Isaac Alcayde) que aquí sí, y aunque como secundarios, proveen a la representación de los mejores gags y provocan las mayores explosiones de risa por parte del público.

A la obra además le cuesta arrancar, extendiéndose demasiado la introducción, aunque gana enteros a medida que la representación avanza para alcanzar un torbellino final arrebatador. Les puedo asegurar que he presenciado pocas tramas cómicas tan embrolladas y con tantos giros como los que nos ofrece Cremats. Un texto de ingeniería vodevilesca escrito por Peña Carulla, al que él mismo como director no parece saber sacarle toda la química necesaria. Algo que puede y debe mejorar con el avance de las representaciones. Por otro lado la acción toca el tema de la enfermedad y de la muerte de una forma algo superficial, que sin duda puede rozar la sensibilidad íntima de algunos espectadores. Algo que habla tanto a favor como en contra de la obra.

Cremats es una buena comedia de situación, aunque podría serlo mejor. Peña Carulla y el elenco de la obra tienen los recursos necesarios para sacarle mucho más a un texto de comedia a veces brillante. De momento debemos quedarnos con una comicidad algo desbravada, salvada en gran parte por un texto muy acertado, un desarrollo in crescendo y una actuación de secundarios que proveen a la obra de gran parte de su punch humorístico.

«Cremats» se representa en el Teatre Apolo hasta el próximo 22 de febrero de 2015.

Dramaturgia y Dirección: Roger Peña Carulla
Reparto: Tilda Espluga, Guillermo Toledo, Maife Gil e Isaac Alcayde
Diseño de Escenografía: Carles Pujol
Diseño de iluminación: Raúl Martínez
Diseño de vestuario: Eulàlia Miralles

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 18:00 y a las 20:30 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: 15 – 24 €
Idioma: catalán y castellano
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Bartolomé encadenado, en el Teatre Grec.

PROJECCIO_CARA-1_2_El pasado 18 de julio llegó al Teatre Grec Bartolomé encadenado, una de las producciones más significativas del Festival tanto por el tema que trataba como por la forma en la que lo hacía, una oda tragicómica que reflexionaba sobre la crisis económica y sus graves consecuencias sociales escrita por José Sanchis Sinisterra, dirigida por Antonio Simón Rodríguez e interpretada por Lluís Soler, Manel Barceló, Maria Molins, Tilda Espluga, Montse Vellvehí, Bernat Quintana, Xavier Ruano y un nutrido grupo de 14 jóvenes graduados del Institut del Teatre.

En ella hallamos a Bartolomé encaramado a un pilar inacabado de un puente que la crisis económica ha dejado a medio construir. Bartolomé está acabado, la crisis ha consumido sus reservas económicas, físicas y vitales y ha decidido suicidarse en un espacio público para que todo el mundo sea consciente de los monstruos provocados por el trance económico que vive su país y gran parte de la órbita europea. Debajo de Bartolomé y alrededor de la base del pilar, se congrega un circo mediático y social, tanto aquellos que quieren ayudar a Bartolomé a cumplir sus deseos, como los medios que se desplazan hacia allí para dar cobertura a la noticia e incluso la autoridad competente que intentará poner orden en la situación.

Sanchis Sinisterra es el encargado de dar inicio a un nuevo proyecto en el marco del Grec en el que cada año un autor presentará una pieza teatral sobre un tema actual, utilizando los principios formales del teatro griego. Y en este caso ha contado con la ayuda de Simón Rodríguez en una propuesta que aunque atrayente visualmente y, evidentemente actual en el tema que analiza, la crisis económica omnipresente de la cual aún sufrimos sus amargas consecuencias, resulta bastante vacía con respecto a los asuntos sobre los que trata.

El modelo a partir del que se crea la obra es el del Prometeo encadenado, tragedia griega en la que el titán Prometeo, que favorece el conocimiento y la civilización de los hombres en detrimento de los dioses, es castigado por Zeus, una leyenda que se transmuta en la versión escénica de los hechos que llevaron al jubilado griego Dimitris Khristulas a suicidarse en abril del año 2012 delante del Parlamento griego debido a la situación de indigencia a la que le condenaba la crisis económica griega.

Por desgracia, Bartolomé encadenado es una obra de titulares periodísticos, en los que el texto no va más allá de las ideas, contundentes, eso sí, que aquellos pueden contener y que, si lo pensamos bien, ya conocemos, aunque solo sea por el «machaconismo» de los medios de comunicación. Así en Bartolomé encadenado se habla acerca de la crisis económica, de la actuación del Estado y de las fuerzas de seguridad, del papel de los medios de comunicación, del poder detrás del poder, de la pasividad de parte del cuerpo social ante las vejaciones provocadas por la crisis, de la actitud ominosa de parte de la juventud… Aunque, y como les decía, sin la más mínima intención de profundizar en estos temas, que aunque actuales e importantes, digo yo, importantísimos, quedan en agua de borrajas tras haber acabado la función, no conociendo el espectador mucho más de lo que ya intuía cuando ocupaba su asiento al inicio de la función.

COR_I_TORRE_2_El aspecto visual de la obra sí que destaca algo más que el contenido. Bartolomé nos es presentado como un antiguo anacoreta, o más concretamente como un estilita, uno de aquellos ermitaños que vivieron en época medieval sobre columnas, como símbolo de su rechazo a la sociedad materialista. La representación está estructurada, en parte, como una obra clásica griega, en la que los actores interactúan con una especie de coro conformado por los jóvenes graduados del Institut del Teatre, y nos hace revivir, en parte, como sería una obra representada durante la antigüedad. Además el espectáculo hace uso de un potente audiovisual, que acompaña al desarrollo de la obra y que impacta en el público en más de una ocasión.

La obra está cocinada con dos ingredientes principales: la tragedia de la situación que vive Bartolomé y que le ha forzado a acabar con su vida de forma pública y la comedia que se desarrolla a su alrededor y en la que los periodistas, la familia y el grupo de jóvenes, que dan forma al coro y a veces al cuerpo de danza, intentan mostrar al público algunas de las flaquezas de nuestra sociedad occidental. La obra, sin embargo, en su avance va derivando poco a poco hacia una especie de drama familiar que debilita en parte su potencia narrativa.

En Bartolomé encadenado destacan sobre las demás las interpretaciones tanto de Lluís Soler, el hacedor de la situación que nos narra el espectáculo y la breve actuación de Manel Barceló, que da vida a uno de los secuaces del poder invisible de los mercados. Maria Molins interpreta a una periodista que se verá afectada por lo que está pasando sobre y en los aledaños de la plaza escenario de los acontecimientos; Tilda Espluga y Bernat Quintana encarnan a dos policías muy peculiares; Montse Vellvehí interpreta a una alocada aspirante a periodista y finalmente Xavier Ruano encarna a un cámara que sigue a Molins alrededor del mundo proveyendo al público de la cadena de las imágenes de los conflictos que cubren como periodistas, y es el protagonista, seguro, de uno de los speechs con más fuerza que se oyen a lo largo de la representación.

Bartolomé encadenado representa, así, una promesa escénica que va perdiendo fuelle a medida que avanza la representación y que se salva por lo actual de su contenido y por el trabajo de los actores que dan vida a los personajes en liza, aunque el desarrollo de la obra no sea tan competente ni trascendente de principio a final. Esperemos, pues, que este proyecto escénico dentro del Festival Grec de Barcelona se vigorice algo más en futuras ediciones.

«Bartolomé encadenado» se representa en el Teatre Grec del 18 al 20 de julio del 2014.

Autor: José Sanchis Sinisterra
Dirección: Antonio Simón Rodríguez
Intérpretes: Lluís Soler, Manel Barceló, Maria Molins, Tilda Espluga, Montse Vellvehí, Bernat Quintana y Xavier Ruano
Coros: Arnau Armengol, Ramon Bonvehí, Carles Calabuig, Laura Calvet, Anna Farriol, Ana Roche, Alberto Ruiz, Ivan Giménez, Alicia Lorente, Anna Massó, Marina Mulet, Ariadna Pastor, Laia Pastor y Andrea Portella
Escenografía: Ramon Simó
Vestuario: Irantzu Ortiz
Espacio sonoro: Lucas Ariel Vallejos y Damien Bazin
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Jorge Pisa Sánchez

“L’Accident” de La Companyia Ipsilamba: Tragedia celestial

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Según tenemos entendido, las víctimas de un accidente mortal se marchan al Otro Mundo con un souvenir nada desdeñable: Por su mente cabalgan endiabladamente los recuerdos más intensos de su ya extinguida vida. Cuando el afectado es alguien tan distinguido como Albert Camus, parece ser que valdrá la pena asistir a ese desfile final de emociones personales. O no. Decídamoslo al final de esta crónica.

Ahora es el momento de presentar a los ángeles de la guarda que emergen como primera consecuencia palpable del trágico acontecimiento: formando una encantadora pareja, la dulce y graciosa Antònia (Nies) Jaume y el vigoroso Jacob Torres “practican slalom por la galaxia” camusiana. Y lo hacen de un modo simpático, cómplice e inocente. Con ello, restan dramatismo al automóvil despedazado que ha sido el cascarón del que han podido salir al mundo exterior. Su empeño en instruir la causa de decidir si el finado Camus debe instalarse en el Cielo o no se adueña del estupor del público. Y Carme Cané, dramaturga, pone en boca de dichos narradores resultones la encomiable responsabilidad de ganarse la confianza del respetable.

A medida que estos investigadores inmaculados (o casi: porque beben con fervor) aceptan su misión, el mundo “extranjerizante” del atormentado Albert va desplegándose e intenta agitar lo que se presenta como verdaderas alas del espectáculo a través de la sucesión de episodios vitales y fragmentos de sus obras emblemáticas. En ellos, un Xavier Ripoll demasiado enfático asume en voz alta (y cavernosa, una de las grandes bazas del actor) su identidad de ciudadano preocupado por la injusticia social, empeñado en llevar la coherencia de su pensamiento político a las últimas consecuencias y sufriendo sin medias tintas los efectos de la desilusión. Para ello, se desdobla en Camus y en sus criaturas más inquietantes y cuenta, además, con la colaboración de una a veces magnética, otras chirriante Tilda Espluga (sensual como María Casares, letal como revolucionaria).

La obra se accidenta entonces progresivamente porque va tomándose cada vez más en serio lo que pretende contar: su naturaleza, que al inicio se caracterizaba por una prometedora liviandad y por la creación de un espacio propio, va endureciéndose más y más para acabar convertida en un alegato pretencioso glosando la figura del creador protagonista. Las graciosas plumas angelicales son aplastadas lamentablemente por el discurso plúmbeo, que impide el vuelo de este trabajo.

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Un ángel guardador accidentado

Aun así, los recursos destinados (y servidos con exquisita mano por CaboSanRoque) a elevar esta propuesta parcialmente insólita resultan muy acertados a la hora de ofrecer cierta cohesión al conjunto: el automóvil en el que se produce la tragedia con que se inicia la acción luego será sala de juzgado y hasta nido de pasión y salón de baile íntimo; la música enriquece el tono trágicocomico y el impecable vestuario dota a las figuras escénicas de una elegancia inusual. Todo ello, junto con la personalidad de Torres, el acelerado monólogo sobre el fútbol estupendamente interpretado por Jaume, y el sugerente desenlace sobre el verdadero origen de esos ángeles narradores, habría lucido mucho más con una dramaturgia menos pretenciosa y una dirección de actores más ajustada.

Como conclusión, formulo una pregunta personal: ¿Existe Dios finalmente? No esperemos a averiguarlo después del accidente porque quizás ya no lleguemos a tiempo de conocerle.

Por Juan Marea

L’ACCIDENT
Del 4 al 7 de julio
Teatre Lliure
Espai Lliure
Passeig de Santa Madrona, 40-46, de Barcelona
Duración: 75’
Idioma: catalán
http://grec.bcn.cat/es/programa/l%E2%80%99acciden

Dramaturgia y dirección: Carme Cané (incluye la adaptación de textos de Albert Camus; con la colaboración en la dirección de Rosa M. Sardà)
Intérpretes: Tilda Espluga, Antònia (Nies) Jaume, Xavier Ripoll y Jacob Torres
Música, escenografía y vestuario: CaboSanRoque
Diseño de iluminación: Jordi Pascual (Ninyato)- STEM, SCCL
Vídeo: Jordi Crusats
Ayudante de dirección: Ariadna Castedo