MENNINA, La nueva diva de la música pop cantante, presenta el próximo 29 de junio su primer álbum 360º WORLD TOUR en la Sala Bikini de Barcelona de la mano de Jorge Pinos, fundador y presidente de JEP Entertainment Group, reconocido agente de artistas de Los Ángeles entre los que destacan Jon Secada, Christian Castro, Shakira y Madona entre otros.
MENNINA es sinónimo de glamour, magia, modernidad, contemporaneidad, sensualidad, versatilidad, innovación y sutileza. Fuerza y coraje le dan el carácter de Diva. Su imponente y cuidado vestuario con corsés, faldas abultadas y complementos de última generación, junto a una formación de auténticos músicos y bailarines serán los ingredientes de una puesta en escena espectacular.
Las Meninas de Velázquez, sirvió de inspiración para el nombre de esta cantante nacida en Sabadell, el cual encierra el concepto de nuestra MENNINA actual y a la que como el cuadro, sigue planteando incógnitas. Su estilo musical se caracteriza por los acompañamientos de guitarra flamenca fusionada con los sonidos más orgánicos. Dotes de percusión mediante tradicionales castañuelas unidas al taconeo propio español mezclado con toques frescos de loops más internacionales. No se pueden olvidar sus brillantes y a la vez sutiles cuartetos de cuerda y sinfonías clásicas.
MENNINA no estará sola. Contará con la participación y asistencia sorpresa de reconocidos artistas españoles que quieren brindarle todo su apoyo en su prometedora carrera.
En los próximos meses, MENNINA se embarcará en una gira promocional que la llevará por Europa, Latinoamérica y Estados Unidos.
La presentación de su disco 360º WORLD TOUR se celebrará en un único concierto en la Sala Bikini, cuyos beneficios irán destinados a la Associació Catalana Síndrome X Frágil.
Las entradas para el concierto único de presentación de su disco 360º World Tour están a la venta en las taquillas de Sala Bikini www.bikinibcn.com, TRESC y ATRÁPALO.
Concierto presentación del álbum 360º World Tour de Mennina. Espacio: Sala Bikini Día: 29 de junio de 2011 Hora: 21:30 Precio: 10 € y venta anticipada 8 €
El siglo XII vivió el nacimiento del caballero templario, un guerrero que formaba parte de la orden militar fundada por Hugues de Payens en Jerusalén (1118) con la finalidad de auxiliar a los pelegrinos que visitaban los Santos Lugares, y cuya indumentaria era un característico manto blanco con una gran cruz roja. Los templarios fueron claves en la ambición expansionista del Occidente medieval, así que no es de extrañar que su figura fuera susceptible de interés por parte de aquéllos fascinados por las contiendas medievales; éste es el caso de Jonathan English, director que ha otorgado el protagonismo absoluto de su último filme a uno de esos caballeros, Templario, ficción que toma como punto de partida el asedio histórico al castillo de Rochester por parte del rey de Inglaterra Juan I.
Inglaterra, año 1215. Humillado tras ser obligado a firmar la Carta Magna en la que perdía buena parte de sus privilegios, el rey Juan I no acepta su derrota frente a los nobles del país, así que, ávido de sangre y venganza, recluta un ejército de mercenarios daneses con el fin de escarmentar a aquéllos que han osado enfrentarse a él. De esta manera, uno a uno irán cayendo los castillos gobernados por sus enemigos, pasando a sus habitantes por el frío metal de su espada. ¿A todos? No: un valeroso templario logra escapar con vida de la masacre, y se unirá, así, a un pequeño grupo de rebeldes comandados por el barón Albany, quien encontrará en el castillo de Rochester el lugar estratégico para pararle los pies al iracundo rey, iniciando un agotador y sangriento asedio.
La época medieval siempre ha tenido un halo de misterio seductor para quienes se han interesado por ese extraordinario período histórico. No obstante, a menudo se cae en el error de ofrecer una visión preciosista del momento, y en pocas ocasiones una película logra transmitir cómo eran en realidad esos tiempos: una época dura, sucia, a menudo violenta, a veces castigada por crueles gobernantes sin compasión hacia sus súbditos. Éste no es el caso de Templario: English logra hacer creíble este viaje a la Inglaterra del siglo XIII, una tierra gélida e inhóspita, de cielo plomizo, en la que sobrevivir al día a día era el único objetivo, y sin escatimar escenas sangrientas. En este sentido, el uso de una fotografía gris y un nervioso estilo de filmar los enfrentamientos, cámara en mano para involucrarse en la acción hasta el punto de acabar salpicada de sangre, son todo un acierto que consigue implicar al espectador en la trama.
El reparto de Templario lo encabeza James Purefoy como el caballero que regresa de Oriente buscando la paz en su tierra y se encuentra en medio de la revuelta, con una actuación correcta, aunque excesivamente hierática (mantiene el mismo rictus serio a lo largo de todo el metraje, sin apenas matices), al que acompañan Kate Mara como la joven y hermosa esposa del señor de Rochester (papel que defiende con solvencia el veterano Derek Jacobi) que hace temblar las firmes creencias del templario (a pesar de la poca química existente entre ambos); no obstante, Paul Giamatti es la sorpresa del filme dando vida al megalómano rey Juan I, una iluminada interpretación para la que probablemente se inspiró en el Nerón de Peter Ustinov.
A pesar de utilizar algunas pequeñas licencias cinematográficas (qué fácil resulta empuñar una espada por parte de unas frágiles mujeres), Templario es un correcto ejercicio de cine histórico, una entretenida propuesta para aquellos espectadores con ganas de revisar una contienda que resultó clave en el devenir de la historia de Inglaterra.
Templario se estrenará en nuestros cines el 22 de julio de 2011.
Título: Templario / Ironclad Director: Jonathan English Intérpretes: James Purefoy, Kate Mara, Paul Giamatti, Derek Jacobi, Jason Flemyng, Brian Cox, Aneurin Barnad País: Coproducción Reino Unido y EE UU Duración: 121 minutos
____________________ Escrito por: Robert Martínez Colomé
És evident que, en l’actualitat, la música cantada en català està vivint un dels seus moments més dolços: en els darrers anys s’han consolidat nombrosos grups de qualitat, com els Mishima, al mateix temps que han aparegut noves i sorprenents formacions, com Els Amics de les Arts, mentre que d’altres estan experimentant una inesperada segona joventut, com Els Pets. Tot això ha fet que els nous treballs d’alguns d’aquests grups s’hagin convertit en esdeveniments celebrats amb extraordinària passió pels seus fidels seguidors, fins al punt de fer-los encapçalar les llistes de vendes a nivell estatal. Si fa unes setmanes això era el que passava amb els Manel i el seu nou disc, més recentment s’ha viscut un fenomen similar amb Lamparetes, el darrer treball dels illencs Antònia Font, el primer disc del grup mallorquí amb material nou en cinc anys (el darrer, Coser y cantar, era una revisió amb arranjaments d’orquestra clàssica d’alguns dels seus majors èxits).
Imatge promocional d’Antònia Font
Lamparetes conté catorze cançons amb ritmes ben variats, des de mitjos tempos com els d’ Es far de Ses Salines fins a altres més alegres (Sospitosos), i per descomptat lletres de tornades i cors molt divertits, com ja és característic en el seu pop galàctic. El single de presentació d’aquest treball és Clint Eastwood, tot un homenatge, no només a l’actor de Sant Francisco i les seves nombroses pel•lícules, amb mencions especials als seus darrers films com a director, sinó sobretot a aquella manera de fer que el mateix Eastwood representa, és a dir, aquells homes durs amb cert aire a western que tot sols s’enfronten a mil i un perills.
Els Antònia Font són un dels grups més originals i amb més talent de la seva generació, i per aquest motiu no és d’estranyar que, d’una crisi d’inspiració, en puguin treure una cançó tant singular i divertida com Me sobren paraules; o que siguin capaços de cantar amb accent estranger per glosar tots aquells encants que tenen a ses illes (Islas Baleares); també hi ha lloc per a retre homenatge a antics exploradors i aventurers d’altres èpoques (Pioners); fins i tot una bonica història d’amor, passada pel seu particular filtre, i utilitzant els Modern Talking com a banda sonora de fons, es converteix en l’extraordinari himne que és Calgary 88.
Com en els altres treballs, Pau Debon posa veu a les lletres de Joan Miquel Oliver, encarregat també de fer les fotos del llibret que acompanya el CD, uns textos on evidentment hi ha una forta presència del mar i els seus elements més característics, ja siguin ones, barques, fars o pobles de pescadors, que conviuen amb elements més propers a la cultura pop, com ara les diverses cites cinematogràfiques, amb els canons de Navarone i Don Vito Corleone compartint protagonisme amb els diversos personatges d’Eastwood, fins i tot podria funcionar com un peculiar retrat generacional, on conviuen les cintes de cassette i altres «coses modernes» amb la música d’aquells gloriosos anys 80 –Atlantis is Calling (S.O.S. for Love)-.
Els Antònia Font estan en plena forma, han tornat amb més ganes que mai, i el seu públic ho celebra, tal i com va quedar demostrat en el concert de presentació de Lamparetes, una actuació que va fer petit el Casino de l’Aliança del Poble Nou i d’on, com no podia ser d’altra manera, en van sortir triomfants.
Títol: Lamparetes Autor: Antònia Font Edició: Robot Innocent Companyia Discogràfica Distribució: Discmedi
Més informació: www.antoniafontoficial.com
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Escrit per: Robert Martínez Colomé
En los últimos tiempos los EE UU viven con una desmesurada obsesión el estreno de sus películas: todos los esfuerzos publicitarios van encaminados a conseguir una estratosférica recaudación en su primer fin de semana en los cines e imponerse así al resto de novedades de la semana, algo que casi siempre logran los grandes blockbusters firmados por directores puramente made in Hollywood. Sin embargo, no siempre sucede así: por primera vez un estreno fulgurante lleva la firma de un autor catalán, Jaume Collet-Serra, quien logra enganchar al espectador con su desconcertante thriller Sin identidad, filme que protagonizan Liam Neeson y Diana Kruger en una trepidante huida por las calles de Berlín.
Liam Neeson
El doctor Martin Harris y su esposa Elizabeth aterrizan en Berlín para participar en un importante congreso científico. Llegados al hotel, Harris comprueba que ha extraviado su maletín. Por desgracia para él, de camino hacia el aeropuerto su taxi sufre un accidente y cae al río. Resultado: el doctor queda en coma por cuatro días, periodo tras el cual comprobará, horrorizado, que otro le ha suplantado su identidad, le ha robado su vida, apropiándose de todo cuanto era suyo, incluida su mujer. Sin el apoyo de las autoridades alemanas, que no le creen, y perseguido por unos asesinos que pretenden hacerle callar, Harris deberá iniciar una angustiosa carrera por recuperar su existencia, con la única ayuda de Gina, la taxista sin papeles que le salvó la vida en el río.
Sin identidad es la adaptación libre de la novela La doble vida de Martin Harris, de Didier Van Cauwelaert, un relato que se centra en el drama existencial del protagonista y su crisis de identidad, con un resultado más contenido que el que ofrece este filme. Explica Collet-Serra que siempre se ha preguntado, no sin temor, qué sucedería si uno se despierta un buen día y otro le ha usurpado la vida. Éste es el punto de partida de Sin identidad, cómo resolver esa situación con el agravante añadido de encontrarse en un país desconocido y sin la ayuda de nadie, ni siquiera de su esposa. Con estas premisas el director catalán teje un intrincado argumento que pone en serios aprietos a su protagonista (un excelente Liam Neeson en un papel alejado al que nos tiene acostumbrado), que inicia una angustiosa cuenta atrás para salvar su vida y, a su vez, demostrar quién es en realidad.
En la película encontramos referencias a las clásicas películas de espionaje junto a elementos del thriller más habitual, con buenas dosis de acción y carreras en coche por la gran ciudad. En este sentido, Berlín (elegida por el director en lugar de París, la ciudad en la que se desarrollaba la acción en la novela original) se muestra como un lugar inhóspito al protagonista, su atmósfera gélida y sus edificios sucios y grises no le serán de gran ayuda, incluso podríamos añadir que mantiene un paralelismo con la situación del protagonista: se trata de una ciudad que en el pasado estuvo dividida en dos y que, por esta razón, en la actualidad aún padece una importante crisis de identidad. Asimismo, si un nombre planea sobre la película como influencia es el de Alfred Hitchcock: el mismo Collet-Serra admite su admiración por el director británico, y por ello utiliza una forma de narrar similar a la suya (de hecho, el mismo Hitchcock admitía que prefería desvelar en los primeros compases del metraje el conflicto para tener la complicidad del público; aquí, apenas transcurren cinco minutos cuando se produce el accidente que marcará el destino del protagonista).
Diana Krueger
El secreto del éxito de Sin identidad radica, no sólo en su complejo argumento ni en el magnífico planteamiento por parte de Collet-Serra, ni siquiera en su oscura fotografía, sino también en la elección de sus protagonistas: Liam Neeson ejerce de héroe de acción con credibilidad, sin que su madurez sea un hándicap para su cometido, logrando desde el primer instante que el espectador establezca empatía con él; Diana Kruger ejerce de perfecto contrapunto femenino al protagonista, tan bella como valiente en las escenas de acción, en una nueva demostración de su talento; en papeles menores, aunque de vital importancia, encontramos a Frank Langella y Bruno Ganz; pero si un nombre destaca entre el resto es el de January Jones, elegida para encarnar a la hermosa y glacial esposa de Harris, un personaje envuelta en misterio y que es un sugerente homenaje a aquellas mujeres de espectacular melena rubia tan delicadas como elegantes que solían protagonizar las películas de Hitchcock (sí, Hitchcock otra vez).
Así, su excelente combinación de thriller y misterio, con un trepidante y ambiguo argumento plagado de constantes sorpresas que mantienen al espectador en tensión hasta el desenlace final, hacen de Sin identidad una de las opciones más entretenidas y de mayor calidad que en estos días podemos encontrar en nuestros cines.
Título: Sin identidad / Unknown Director: Jaume Collet-Serra Intérpretes: Liam Neeson, Diana Kruger, January Jones, Bruno Ganz, Frank Langella, Aidan Quinn, Olivier Schneider País: EE UU Duración: 113 minutos Distribuidora:Warner Bros.
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Escrito por: Robert Martínez Colomé
Un año más buena parte de la profesión cinematográfica se ha dado cita en la Costa Azul para celebrar la LXIV Edición del Festival de Cannes. En esta ocasión, el encargado de inaugurar el festival ha sido Woody Allen con su última película, Midnight in Paris, su particular visión de la capital francesa a partir de los ojos de su protagonista, un escritor norteamericano de turismo por la ciudad y fascinado por el París de los años 20.
Gil es un guionista de Hollywood de viaje con su prometida, Inez, y los padres de ella por la capital francesa. La intención del joven, un idealista romántico, es abandonar su trabajo para centrarse en la publicación de su primera novela, y, a pesar de las reticencias de su pareja, cree firmemente que París sería el lugar perfecto en el que instalarse e iniciar así su carrera como escritor. Una noche, paseando sin rumbo por la ciudad, y justo cuando las campanadas marcan la medianoche, un vetusto coche se detiene a su paso y sus ocupantes le invitan a conocer aquel París que, hasta ese instante, únicamente residía en su imaginación, un viaje que le sumirá en una profunda desazón que le hará replantear su existencia.
Woody Allen mantiene su frenético ritmo de estrenar una película por año, un ritmo discutible, a tenor de las tibias repercusiones que sus últimos filmes tuvieron. Sin embargo, en esta ocasión, Midnight in Paris ha resultado una agradable sorpresa para todos aquellos que creían que ya no tenía nada más interesante que añadir a su filmografía: sin ser una obra maestra (para ello quizás ya es tarde, pero siempre nos quedarán sus películas más clásicas), resulta una interesante y divertida historia, una fábula sin pretensiones que permite al espectador conocer el París actual y el París de los años 20, aquella ciudad en permanente ebullición creativa, punto de encuentro de innumerables artistas que buscaron refugio en ella a principios del siglo XX.
Midnight in Paris juega con la eterna cuestión de si cualquier tiempo pasado fue mejor, fruto de nuestra imaginación y de nuestra capacidad para idealizar un período de tiempo determinado, en este caso el París bohemio de la década de 1920, un ejercicio interesante pero fácil de desmontar: el mismo Gil afirma que en el pasado no encontraríamos las medicinas a las que estamos acostumbrados en la actualidad, un simple hecho que por sí mismo invita a dejar para la imaginación los viajes en el tiempo.
En ese viaje que lleva a cabo Gil podremos disfrutar de aquel fascinante París de elegantes fiestas, una ciudad al compás del acordeón y en cuyos cafés solían reunirse artistas acompañados de un buen vino o una copa de absenta para compartir ideas, unas mentes privilegiadas que Allen convierte en personajes que desfilan uno tras otro por su película, escritores como Hemingway o T. S. Elliot, el matrimonio formado por Scott y Zelda Fitzgerald, el músico Cole Porter, el torero Belmonte, el fotógrafo Man Ray, el cineasta Luís Buñuel (a quien el protagonista sugiere el argumento de El ángel exterminador ante la incredulidad del propio Buñuel) o pintores de la talla de Picasso y Dalí (un inconmensurable y surrealista Adrien Brody).
Owen Wilson es el espléndido protagonista de esta historia, Gil, un escritor en crisis que bien podría tratarse del álter ego de Allen tantas veces interpretado por él, un novelista algo torpe, de balbuceo habitual y aire despistado que vive ensimismado con sus fantasías sobre la capital francesa y sus personajes más conocidos, y que en sus paseos nocturnos acaba enamorándose de Adriana, musa de Picasso que toma prestadas las sensuales maneras de Marion Cotillard. El tercer vértice de este atípico triángulo es Rachel McAdams, la irritante prometida del protagonista, mientras que Michael Sheen es el contrapunto a Wilson, un profesor sabelotodo que mantendrá un divertido pulso intelectual con Gil. Aunque quizás el papel que más expectación había generado entre el público era el de la guía que acompaña a los turistas, un breve papel que defiende de forma aséptica y sin estridencias la primera dama francesa, Carla Bruni.
A pesar de caer en algunos tópicos parisinos y de recrearse en bellas estampas de París al servicio de su nueva función como guía para turistas (los dos primeros minutos del metraje son totalmente gratuitos), Woody Allen consigue crear con Midnight in Paris una hermosa historia, divertida, a ratos hilarante, que arranca espontáneos aplausos en el espectador y que hará olvidar sus fallidas últimas películas.
Título: Midnight in Paris Director: Woody Allen Intérpretes: Owen Wilson, Rachel McAdams, Marion Cotillard, Michael Sheen, Lea Seydoux País: EE UU Duración: 100 minutos
——————————————– Escrito por: Robert Martínez Colomé
No hay cineasta en el mundo cuya obra haya sido analizada de manera más minuciosa en innumerables libros como Alfred Hitchcock. El maestro, poseedor de una de las filmografías más poderosas de la historia fue, a su vez, el director que mejor supo vender su propia imagen. Ya desde sus primeras películas se ocupó de que los espectadores jugaran a descubrirle en ingeniosos cameos, creó una caricatura en forma de silueta a modo de logo mercantil, concedía entrevistas (preferiblemente gráficas o en shows televisivos), participaba en los avances comerciales de sus films, produjo y presentó sus propias series de televisión… Físicamente, no hay ningún otro profesional en lo suyo tan identificable. “Hitch” era una marca. Se le reconocía por dominar el suspense, pero también por representar él mismo al propio género, con su oronda figura y su manera pausada de hablar enfatizando los chistes macabros. Quizás, en las artes, su caso pueda ser comparable al de Salvador Dalí quien, por cierto, llegó a colaborar con nuestro protagonista en 1945 para la película “Recuerda”, diseñando las secuencias oníricas. En definitiva, la cosa se trataba de una combinación en la que participaba un producto artístico muy bien valorado por crítica y público y un creador conocedor, sospecho que conscientemente, de habilidades para vender su trabajo a través de sí mismo. Una mezcla perfecta cuando el artífice y el producto son de primera calidad.
Por supuesto, no podemos obviar las biografías en las que se ha pretendido recrear su vida personal, o incluso las referencias a las particulares filias y fobias que pueden detectarse en sus trabajos (el miedo a la policía y a ser encerrado en una cárcel injustamente, la adoración por determinado tipo de mujeres…). Tanto se ha visto y escrito que parece casi imposible descubrir facetas o aspectos nuevos sobre él. Personalmente, tengo por volúmenes de cabecera, tratándose de uno de mis directores predilectos, dos títulos imprescindibles: como estudio de su obra, el que está considerado el mejor libro sobre cine jamás escrito, el firmado por François Truffaut con el título “El cine según Hitchcock”, en el que se transcriben sus entrevistas con el director de “Vértigo”. En el plano biográfico, “La cara oculta del genio”, de Donald Spoto que, sin ser un texto definitivo, ofrece una visión retrospectiva muy completa de sus peripecias vitales.
A esos dos, habría que sumarle ahora el “libro-objeto” “Los tesoros de Alfred Hitchcock”. Se trata de un artefacto lujosamente presentado en gran formato y que resulta atractivo por varios motivos que, de manera feliz, han propiciado un reencuentro fascinante con el querido personaje.
El primero y fundamental: El autor. Laurent Bouzereau es un respetable documentalista y, me permito decirlo, el mejor director de “making-off’s” (documentales sobre producciones y rodajes cinematográficos). Conocido por los aficionados, en especial a partir de la comercialización de DVD’s con contenidos extra, Bouzereau se ha convertido en el experto que ha añadido valor a las ediciones especiales, con piezas que, en ocasiones, han superado en metraje a los propios films. Es, entre otros, el productor de los contenidos que acompañan a las películas de Steven Spielberg y, claro está, ha dedicado también esfuerzos para recuperar los recuerdos de los compañeros del “mago del suspense” que siguen vivos, con el fin de incluir la mayor cantidad de información en los “Cómo se hizo” de sus principales títulos. Sumar a ello el estudio pormenorizado de cada cinta le ha permitido, además, tener una visión en conjunto mucho más completa al elaborar los escritos que conforman la base de este ensayo.
Laurent Bouzereau
Otra cuestión importante es el enfoque. Sabedor de que prácticamente está todo dicho y que resulta difícil abordar una trayectoria tan conocida sin caer en la repetición, Bouzereau se ha inclinado por mostrarnos las principales características de lo que se entiende por el estilo “hitchcokiano”, marcado por ciertas reglas muy reconocibles e imitadas por otros cineastas. El libro está dividido en capítulos que describen esos elementos que conforman el estilo creado por el británico, las señas de identidad con las que perfeccionó un arte que se hizo el más popular del siglo XX: Los falsos culpables y antihéroes, las mujeres (a ser posible rubias, ya saben), los villanos y, por supuesto, el famoso “toque Hitchcock”, que se compone de varias características: un férreo guión; una estructura narrativa sorprendente incluyendo el uso del “macguffin” (término inventado por él, que se refiere a algo que hace avanzar la trama sin que, en realidad, tenga ninguna importancia para la película -algo así como una excusa argumental-); un equipo solvente que le permitiera no tener que asistir al rodaje (“es lo más aburrido de hacer una película”, decía); y, de manera muy especial, emplear técnicas de filmación diferentes en cada proyecto. Hitchcock llegó a hacer infinidad de experimentos visuales y sonoros para remarcar los momentos cumbres de su carrera, desde ser pionero en el 3D (“Crimen perfecto”, 1954) a filmar toda una película en un solo plano (“La soga”, 1948); proyectar, junto al diseñador Saul Bass, una secuencia de tres minutos con cincuenta planos y más de setenta ángulos de cámara (me refiero, claro está, al asesinato de la ducha en “Psicosis”, 1960); crear una tensa, larguísima y trepidante secuencia final de doce minutos sin diálogo, tan solo con la música de la “Storm Cloud Cantata” de Walter Benjamín interpretada en el Royal Albert Hall (“El hombre que sabía demasiado”, 1954); montar una secuencia de acción sin ni siquiera música (la de la avioneta en el desierto para “Con la muerte en los talones”, 1958); presentar otra película sin nada de música pero con sonidos electrónicos a cargo de Bernard Herrmann (“Los pájaros”, 1963); o hacer que el espectador contemple lo difícil que puede llegar a ser matar a alguien (lo hizo en “Cortina rasgada”, de 1966, con una secuencia portentosa que supera los cuatro minutos en la que la víctima, naturalmente, se resiste a ser asesinada). En cada proyecto, Hitchcock se comprometía con esos detalles y aún hoy resulta asombrosa la alegría con la que colocaba la cámara en los lugares más insospechados para ofrecer otro punto de vista al espectador. Todos estos aspectos, deteniéndose en sus representaciones más reconocibles, hacen del libro una guía interesante sobre lo que nos legó Hitchcock, su manera de utilizar el cine para explicar historias.
Pero el peso del volumen, y nunca mejor dicho, lo encontramos en el material gráfico. Y aquí destacaré que, sin la colaboración de los herederos, en especial de Patricia Hitchcock que firma el prólogo, no hubiera sido posible contemplar, por primera vez, fotos familiares y de rodaje que nos permiten descubrir el lado humano del director. De hecho, se nos indica que es el primer libro realizado con autorización expresa de la familia. La edición, en este sentido, es espléndida. Y no queda otra que felicitar a Libros Cúpula por haber respetado el formato original que contiene, para deleite de los coleccionistas, documentos facsimilares presentados en “páginas-sobre”. Así, tendremos en nuestras manos su certificado de nacimiento y el de matrimonio fielmente reproducidos; un telegrama dirigido en 1940 a David Selznick; unas notas extraídas de un bloc con membrete del barco Queen Mary, en las que detalla las cualidades más relevantes que debe tener una buena película; también encontramos storyboards, fragmentos de guiones manuscritos, bocetos de vestuario… Como ya indica el título, auténticos tesoros que hacen del ejemplar una deliciosa caja de sorpresas.
Quizás no descubrirán nada que no sepan, pero el libro de Bouzereau les permitirá recordar pasajes maravillosos de la historia del cine, detectar elementos que pudieran revelarles sincronías entre la vida del director y sus películas, volver a admirar a las grandes estrellas de Hollywood y disfrutar como niños con esas sorpresas que contienen sus páginas de color dorado, fragmentos de la vida de uno de los hombres más influyentes de la cultura del siglo pasado.
Nueva exposición de la obra del ilustrador Daniel Suárez Pérez en el Café de las estrellas, visitable hasta el próximo 15 de julio de 2011.
Daniel Suárez Pérez es licenciado en Ciencias de la información, rama de imagen y sonido, por la Universidad Complutense de Madrid. Inicia su trayectoria profesional como realizador de videos y locutor en videos profesionales.
Ha trabajado como dibujante en varias series de animación tanto españolas (Las tres mellizas, Juanito Jones, Los reinos del arco iris) como extranjeras (El oro del Rhin, producida por la BBC; Billy y el gato, La magia del árbol lejano, o el spot Coyote, de la Warner Bros.) y realizando ilustraciones para varias entidades y publicaciones.
Ha trabajado, asimismo, para Filmoteca Española, tanto en el museo del cine, catalogando diseños de decorado de películas como en la sección de fondos fílmicos, llevando a cabo labores de restauración digital de films. Ha trabajado también para la Biblioteca Nacional, clasificando e informatizando el fondo de carteles de dicha entidad. Ha realizado diversos trabajos de diseño gráfico y maquetación.
Ha realizado su primer corto de dibujos animados y tiene otros en proyecto.
Ha realizado varias exposiciones tanto individuales como colectivas (28 Salón Internacional del Cómic en Barcelona, I Semana Gótica de Madrid, XIV Festival Internacional de Jazz de Ciudad Lineal…).
Es autor de un libro con sus ilustraciones titulado Dibujando pasiones, a la venta en librerías especializadas (Ocho y medio, Madrid Comics, etc.)
Es miembro de la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid (APIM) y de la Asociación de Autores de Comic de España (AACE).
La exposición se puede visitar en el Café de las estrellas, en la calle Martín de los heros, 5 de Madrid.
El Versus Teatre también nos ofrece una programación doble este mes de junio, antes de la llegada de su programación más estival del mes de agosto. Cavalls salvatges no m’arrancarien d’ací, una historia sobre el crecimiento personal de la juventud perdida en el mundo del bienestar y la sobreprotección; y Anguilas, un monólogo de Andrés Cavallín, colaborador habitual del colectivo Comediants, sobre la memoria y la emigración.
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Cavalls salvatges no m’arrancarien d’ací, Cía. Cavalls.
Emili es un joven de veintidós años que vive solo con su hermana mayor, desde que perdieron a la madre en un accidente de tráfico (al padre nunca llegó a conocerlo), en una ciudad pequeña de provincias la cual vivió un pasado industrial esplendoroso, pero que ahora sobrevive en decadencia. Emili tiene una novia de “buena familia”, Laura, que estudia filosofía en la Universidad.
Su vida es segura y sencilla, pero él siente que se está perdiendo algo dentro de tanto bienestar. Él es un chico bastante retraído que nunca ha tenido muchos amigos y que ha vivido las más grandes aventuras a través de los libros. No ha tenido experiencias fuertes y directas con el mundo, a causa, también, de la influencia de su hermana que lo ha sobreprotegido. Emili ve que la relación con su novia va directa al compromiso y se siente ahogado, como sí caballos salvajes trotaran dentro de su pecho y lucharan para salir. Necesita vivir, tener experiencias, saber cómo es la vida fuera de la jaula donde vive para tener la información suficiente para poder elegir un tipo de vida. Por lo tanto, Emili quiere romper con su vida anterior pero no sabe como, hasta que conoce a Graciela, una chica rica, huérfana de madre también, que tiene una relación con su padre muy especial y opresora. Emili huye de casa, dejando a su hermana perdida y a su novia dolida, para vivir y buscar la cura de su tedio, junto a Graciela, pero lo que él no sabe es que las mujeres de su “familia” también empezarán un viaje hacia el conocimiento de ellas mismas.
Esta es una historia de juventud y revolución. Más bien, es una historia de cómo se tienen que hacer traiciones y concesiones para continuar creciendo sin perder la ganas de vivir y no morir intentándolo. Es una obra rabiosa y de cómo la rabia se tiene que apagar para poder recorrer la vida sin abrasar los campos por los cuales se anda. Pero también, es el cuento de como la rabia no tiene que morir del todo para enfrentarse contra las injusticias y la resignación.
“Cavalls salvatges no m’arrancarien d’ací” se representa en el Versus Teatre del 7 al 29 de junio de 2011.
Dirección y Dramaturgia: Víctor Sánchez Rodríguez
Reparto: Albert Pérez Hidalgo, Mima Riera, Laura Pla, Núria Gómez y Cinta Moreno
Escenografía, vestuario e iluminación: Nadia Balada, Aurora Moreno e Isabel Velasco
Compañía: Cavalls
Horarios: martes y miércoles a las 21:00 horas. Precio: 12 €. Idioma: catalán Duración de la obra: 1 hora y 30 minutos.
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Anguilas, de Andrés Cavallin.
El actor argentino Andrés Cavallin, integrante y colaborador habitual del colectivo Comediants, llega al Versus Teatre para presentar un espectáculo con voz propia. Una historia personal, íntima y autobiográfica pero sobre todo una comedia sobre las peripecias de un viajero, un inmigrante que desde su infancia en Río de la Plata hasta su dedicación teatral en tierras catalanas, ha acumulado una infinidad de experiencias que nos acercará con una grotesca y divertida comedia sobre la memoria, la identidad y la inmigración.
Seis relatos que nos acercan desde sus primeros recuerdos de los inmigrantes europeos que trabajaban a La Pampa, hasta su viaje disparatado a Italia en busca de sus raíces y su experiencia ya a tierras catalanas. Un viaje desde la infancia en el Rio de la Plata, Hasta el presente en la cordillera litoral de Cataluña.
Verduras: son el recuerdo de los inmigrantes europeos que trabajaban en la Pampa, y lo que aprendió de ellos. Lo que descubrió con el tiempo.
Anguilas: es un niño perdido en medio del campo, hundido en el fango, que nos cuenta sus ilusiones, sus promesas y esperanzas.
Las fotos: excusa autobiografía para rescatar, lo bueno y lo malo del pasado, para justificar la partida.
La Parentella: es un viaje disparatado a Italia, en busca de sus raíces.
Babilong Falling: un espiritual cantado aquí en Cataluña, y a 10.000 kmde distancia.
El chalequito de lana: es un recuerdo lejano que impacta en la actualidad, una jugarreta del destino.
“Anguilas” se representa en el Versus Teatre del 3 al 26 de junio de 2011.
Autor y Director: Andrés Cavallín Compañía: Andrés Cavallín Intérprete: Andrés Cavallín
Horarios: de jueves a sábado a las 21:00 horas y domingos a las 19:00 horas. Precio: 16 €. Idioma del espectáculo: castellano. Duración: 60 minutos.
Hace poco se estrenaba en el Teatre Riereta¡Oh, Itimad, Itimad!, el nuevo espectáculo teatral de la Cia. Les Maniquís, escrito y dirigido por Iván Romero, una nueva apuesta por un teatro de “género distópico” (o anti-utópico) que reflexiona sobre la sociedad actual situando la trama argumental es un futuro oscuro y autoritario.
Culturalia inicia una nueva sección de entrevistas con una conversación “telemática” mantenida con Iván Romero, parte del alma de Cia. Les Maniquís, en la que nos habla de su carrera, de sus proyectos, del teatro, y de paso, y como buen autor distópico, reflexionamos sobre el presente y el futuro.
¿Cuál es el origen de ¡Oh, Itimad, Itimad!? ¿Por qué ¡Oh, Itimad, Itimad!?
La chispa me la dio un programa de televisión: Generación Ni-Ni. Lo emitían en La Sexta, en Prime Time. Me enganchó. Era telebasura. Generación Ni-Ni se basaba en seguir a una serie de adolescentes problemáticos que ni estudiaban, ni trabajaban. Sus actitudes, sus reacciones ante las dificultades, sus conversaciones… me parecieron material sensible de primera calidad. Se percibía en ellos el fracaso de nuestra sociedad y la crisis de valores por la que atraviesa Occidente. En “Normas para el parque humano” el filósofo Peter Sloterdijk hace un repaso de la decadencia del humanismo desde el siglo XIX hasta la actualidad y sugiere que éste ha muerto, que ha perdido la batalla contra la tecnología y el progreso. Lo importante es no cuestionarse absolutamente nada, ser una pieza más en el engranaje tecnócrata, un ladrillo más en el muro (Another Brick in the Wall, Roger Waters).
El porqué de ¡Oh, Itimad, Itimad! es porque, si no la montaba este año, sería incapaz de montarla más tarde. Tengo una hija de seis meses y cuando le veo esos ojitos tan vivos me niego a sentir que no hay futuro. Así que era ahora o nunca. Con sus errores y con sus aciertos.
¿Cuál ha sido la respuesta del público y de la crítica?
¡Uf! Hemos tenido cinco pases y las sensaciones han sido muy diferentes. Por lo general el público se mantiene en tensión. La ciencia-ficción distópica implica cierto distanciamiento con el personaje. Esa disociación está buscada. ¡Oh, Itimad, Itimad! no pretende que empatices con los personajes de buenas a primeras, ni que sientas lo mismo que ellos. Simplemente se trata de entrar o no entrar en el juego. En Urna 321 el discurso era más suave porque los personajes no estaban tan locos, y porque el tema, el mundo de la estética, la obligación de mantenerse siempre joven y la democracia autoritaria de las multinacionales (partidos-empresas), le daba cierto colorido a la historia. ¡Oh, Itimad, Itimad! es una historia de desterrados, no hay salida y la tensión dramática es mayor. Todo ocurre en el mismo lugar. Aún así, me he llevado una gran sorpresa. Pensé que el espectáculo funcionaría mejor en espacios grandes pero no es así. Cuando noté más conexión con el público fue en los pases del Teatre Riereta. La proximidad del espectador ayuda mucho. Críticas ha habido de todos los colores, buenas y malas. De todas se ha de sacar algo, digo yo. Benditas sean. Que se hable de ¡Oh, Itimad, Itimad! me gusta. Sea para bien o para mal, pero que se hable. Cía. Les Maniquís monta obras para que la gente piense, se entretenga y critique, por supuesto. Tengo cinco guiones de largometraje en mi cajón de los cuales no se ha dicho nunca nada porque son inertes, no existen (el guión no tiene valor como obra literaria si no se rueda la película). Ojalá que de alguno se llegue a hablar algún día. Hay uno que va por buen camino. Crucemos los dedos.
Como buena obra distópica ¡Oh, Itimad, Itimad! nos presenta un esbozo de un futuro amenazador, restrictivo y autoritario para la humanidad. ¿Crees que nos dirigimos hacia algo parecido?
Los actores de ¡Oh, Itimad, Itimad!
El 1% de la población mundial controla los medios de producción y sus beneficios son desorbitados. El resto sobrevive. Si ese 1% quiere seguir manteniendo su posición algo debe hacer, digo yo. Es de cajón. Por eso mismo se endurecen las leyes, se controla el espacio público hasta límites insospechados –todavía no lo han conseguido porque sencillamente es imposible-, los mossos d’esquadra parten piernas como los Dialogadores en ¡Oh, Itimad, Itimad!, los despidos se abaratan a una velocidad vertiginosa, la conciencia de clase ha desaparecido casi por completo, los medios de comunicación obedecen a la voz de su amo, los servicios públicos se privatizan y se produce cultura como mero entretenimiento. Pensar por ti mismo no es bueno. Si a lo largo del siglo XX se han criticado desde el mundo capitalista los regímenes comunistas por ser uniformes, de pensamiento único y por restringir la individualidad, se da la paradoja de que el sistema neoliberal pretende exactamente lo mismo, obtener una masa “bienpensante”, controlada y subyugada a una élite. Si bien en los países comunistas –los pocos que quedan- esa élite es el partido único, aquí la conforman una serie de tecnócratas, banqueros y demás rémoras. La democracia liberal ha fracasado. Los gobiernos no gobiernan, gobiernan las multinacionales y su cuadrilla de estadistas. El bipartidismo es una muestra clara de dictadura de mayorías. Cada uno de los dos partidos que se alternan en el poder en España lleva consigo a sus empresarios afines. Pero confío en que esto cambie. Soy optimista. Ha nacido una nueva forma de movilización, incontrolable de momento, la red y la telefonía móvil. El movimiento 15M acaba de surgir. Algo tarde, sí. Pero la semilla ya está sembrada.
¿Son nuestros sueños la última propiedad privada de la que podremos disponer en el futuro?
No lo creo. Hay un lavado de cerebro tremendo. Los sueños se asocian directamente a lo material. El otro día leí en no se que diario que un tipo había vendido su riñón para obtener un I-Phone. La publicidad se mete en el subconsciente colectivo de la gente. Se hacen estudios de mercado muy concienzudos. Mac Donald’s, por ejemplo, basa su campaña en atraer el consumo infantil. Es muy fuerte. He trabajado en publicidad de forma casual y de hecho introduzco spots en todas mis obras. Me gusta mezclar lenguajes. En Urna 321 aparece un anuncio de antidepresivos llamados NES (No estés solo). En ¡Oh, Itimad, Itimad! destaca el anuncio de un resort-asteroidal llamado Itimad. Todos se han creído la mentira de Itimad. Excepto Chandra que, cuando cae en la cuenta de la manipulación, es demasiado tarde y ya nadie la cree. La crisis en la que estamos metidos viene provocada en cierta medida por el materialismo. Gente sin formación, del extrarradio, vestidos de pingüinos, cambiando de móvil cada quince días, cobrando comisiones millonarias por pisos vendidos, con tres coches, piso, segunda y hasta tercera residencia… Muchos de ellos ahora van a comedores sociales.
Urna 321 nos mostró una sociedad que seguía las normas estipuladas en el futuro y a varios personajes que se negaban a seguirlas (querían tener hijos, gozar del amor…). ¡Oh, Itimad, Itimad! nos muestra cuál es el resultado de oponerse a las directrices impuestas desde arriba. ¿Habrá un tercer capítulo de la saga? ¿Cómo será?
De momento estoy escribiendo un monólogo en la misma línea que Urna 321. Lo presentaremos en septiembre, si todo va bien, en Madrid, en el Microteatro Por Dinero. Se trata de un monólogo de 15’ aprox. interpretado por Núria Granell. Una microbra. Con esto seguramente cerraremos el tríptico de ciencia-ficción. Tengo un proyecto esbozado, también de ciencia ficción. Me gustaría jugar con estructuras narrativas diferentes. Siempre me he sentido atraído por la estructura de cajas chinas, historias cortas superpuestas pero, en vista de las dificultades que hemos tenido con Urna 321 y ¡Oh, Itimad, Itimad! creo que lo mejor sería aparcar el proyecto. La estructura de cajas chinas implica en el espectador un juego peligroso porque muchas de las historias no cierran nunca y eso es perturbador. Si encima construyes mundos a priori completamente alejados de la realidad, el público se despista más. Así que, casi con toda seguridad, dejaré el material (dibujos, esbozos, notas y fichas de personajes) en el cajón. Otro motivo es el dinero. No puedo financiar más locuras distópicas. ¡Sólo tengo pérdidas! Sin dinero para levantar un proyecto como el que tengo en la cabeza es un suicidio seguir.
Uno de los personajes principales de ¡Oh, Itimad, Itimad! Jan, es un joven caprichoso al que sus padres han educado permitiéndole y concediéndole todo aquello que ha querido. ¿Una crítica a la sociedad y a la educación actual en el mundo Occidental?
Jan es un hijo despótico y mutilador.
El sistema educativo de éste país es un fracaso. Ver a dos chavales, un martes a las 10 de la noche, borrachos perdidos, tirados en un vagón de metro, es una imagen desoladora. La verdad es que no hay opciones. Si te instruyen en un programa informático que dentro de un año o quizás diez en el mejor de los casos, acaba siendo obsoleto, ¿para qué te formas? La evolución del ser humano, como especie, va a un ritmo mucho más lento que la evolución tecnológica. De qué me sirve a mí saber el funcionamiento del código binario si no se ni redactar una carta. Si las humanidades se aparcan, si la comprensión lectora es deficiente, la especie humana acaba en el abismo. Antes muchos chavales querían ser médicos o bomberos o profesores. Ahora muchos quieren ser famosos, salir en la tele y ya está. Jan no está alejado de nuestra sociedad. Es un producto del desquicie de la vida en la Nave Nodriza. Ésta no es más que un reflejo de nuestras vidas pero exagerado, pasado de vueltas. Es más, Jan se proyecta en la Nave Nodriza como un Ofreciente. Él, si volviera algún día –caso imposible- querría ser el dominante, el que da los vales de compra al resto de desgraciados consumidores.
Dibujas, además, toda una serie de personajes vacíos que necesitan, para seguir adelante, la dirección de un carácter superior, que hallan en la Concienciadora Shani. ¿Las personas, la sociedad, necesita siempre del lideraje y de la supervisión, de alguien o de algo que la guíe y la obligue?
Sí. La vida está abierta al misterio. Hay cosas que no se pueden explicar científicamente. Es ahí donde el fenómeno religioso juega un papel importante. No soy quién para juzgar la fe de nadie. La fe es fe y la ciencia es ciencia. Son dos líneas paralelas, sin puntos en común. Lo que sí se puede cuestionar, de todas todas, es la institucionalización del fenómeno religioso, la falacia de la iglesia y sus dogmas. En ¡Oh, Itimad, Itimad! están las dos vertientes: la razón, encarnada por el Instructor Ravi y la mística, encarnada por la Concienciadora Shani. Pero se da la paradoja de que los dos predican lo mismo: el Código General de Nave. Lo que me lleva a la conclusión, extrapolándolo a la realidad, de que la institución eclesiástica acabará devorada por el leviatán neoliberal y terminará por difundir sus propias premisas, si no lo está haciendo ya. Hace unos años, la iglesia irlandesa, con el afán de adquirir nuevos acólitos, usó la famosa imagen del Che como icono de Jesucristo. ¿Marqueting? ¿Publicidad? ¿Desesperación? Shani escoge la opción de Concienciadora para sacar adelante a su hermana Shukra al quedarse huérfanas. ¿Realmente siente lo que siente o es una impostora? Muchos sacerdotes, ¿sienten a Dios o son unos impostores? El caso de Ravi es más curioso aún porque pasa de ser racional, instruyendo a Jan en el Código como si de un profesor de ética se tratara, a venderlo como el Mesías, el Redentor. Desgraciadamente, gran parte de la sociedad, necesita líderes. Y estos están todos en la televisión: presentadores, modelos, concursantes… Al final, parafraseando al poeta Omar Jayyam: “El mundo es un grano de color en el espacio. La ciencia de los hombres es pasajera.”
¿Cuál es el futuro que te gustaría describir en tus obras? ¿Vamos hacia él?
Una anarquía serena. Sin pistolas. Sin líderes venerados como a dioses. Una anarquía constructiva, colaboracionista, participativa, ecológica, sin ejército, sin banderas, sin fronteras, basada en el respeto mutuo. Una educación que no se base en la competitividad. Una sanidad pública y universal. Dejar de ver a viejitos buscando en los contenedores de basura. Desmontar la idea de crecimiento como progreso. La especie humana necesita decrecer. Borremos de nuestro vocabulario la palabra progreso. Cuánto daño hace esa palabra. Obviamente no vamos hacia ese mundo, pero quizás, algún día, nos podamos acercar. Quiero ser optimista. Debo serlo.
¿Cuáles son tus próximos proyectos? ¿Creo que me hablaste también de una novela?
A parte de Cía. Les Maniquís estoy con un monólogo y con el guión de un documental. No puedo desvelar mucho más. Tampoco hay financiación. Es como si estuviera siempre bailando en el filo de la navaja. ¡Uf! ¿Si supieras la cantidad de veces que se me pasa por la cabeza dejarlo todo? Respecto a la novela, necesito estabilizarme un poco para poder escribir con calma. Con el estómago lleno se escribe mejor.
¿Nos puedes hablar un poco de la historia de la compañía y de vuestra forma de trabajar? ¿Cuál es vuestro proceso creativo?
Una escena de Urna 321
Bueno, pues la compañía nace a finales de 2009. En realidad es una asociación cultural. El origen de todo es cosa de Núria Granell. Nos conocemos desde el 2002 más o menos. ¡Uf! ¡Cómo pasa el tiempo! Mientras yo estudiaba guión y dirección cinematográfica en el CECC, ella estudiaba interpretación en el Col·legi de Teatre. Por aquellos años intentamos fundar una compañía. Bueno, más bien continuar la que ya tenía Núria, Cia. Pendencias, si no recuerdo mal. Pero el grupo estaba blando, apenas si teníamos experiencia y la cosa naufragó a las primeras de cambio. Yo seguí con mi camino, centrado en el guión de cine y ella en el suyo, en el teatro. Ella siempre me decía de cambiar, de dar un paso hacia el teatro, pero a mí me costó mucho, soy muy cabezota. Le tengo mucho respeto al teatro y aún sigo sintiéndome como un intruso en la materia. Durante el verano de 2009 terminé Urna 321 y en cuanto Núria leyó el texto pusimos a punto la maquinaria. Hicimos un grupo: Karina Gomila, Aina Tomàs, David Blanco y Jared Grange y pudimos estrenar en el Auditori de la Farinera del Clot (23/1/10). Ahora la compañía la formamos: Núria Granell, Aina Tomàs y un servidor. Del elenco de Urna 321 repiten en ¡Oh, Itimad, Itimad!David Blanco, en el papel de Ravi y Núria Granell, en el de Chandra. Llevar a cabo ¡Oh, Itimad, Itimad! ha sido complicado. Y más teniendo en cuenta el bajísimo presupuesto del que partíamos. La ciencia ficción normalmente es cara pero con bastante ingenio se pueden solventar muchas cosas. Por ejemplo, el huevo o mini-cápsula de Jan ya estaba a medio hacer antes de empezar a escribir el texto. Contar con Javi Chamizo en la escenografía fue un gran acierto. Él también se encargó de la puesta en escena de Urna 321. Es muy imaginativo, un talento. Los bocetos de vestuario son cosa mía, los patrones son de Aleix Molinero y el trabajo de corte y confección lo llevaron a cabo Lorena Gómez y Gladys Castorseno. Un trabajo impecable, sobresaliente. En el apartado de interpretación ya tuvimos más problemas. Los ensayos empezaron en octubre del año pasado pero a partir de enero tuvimos varias bajas para un mismo personaje, Shani. La última en entrar fue Noelia Izquierdo a pocos meses del estreno. Es el mismo problema de siempre, al no tener presupuesto, los actores se han de buscar la vida y se van a mitad de proceso o bien no se quieren comprometer.
Yo parto de la idea de que el actor es inteligente, creativo y con criterio. No soporto al actor que no opina, que no aporta, que se considera un muñequito del director y mimetiza consignas a pies juntillas. En este aspecto he tenido mucha suerte, la verdad. Oriol Roca está enorme en su papel de Jan, Núria Granell y David Blanco, los padres de la criatura, hacen un trabajo realmente interesante, ellos mismos han buscado esa locura, esa histeria que emanaba del texto. Las hermanas Shani y Shukra, Noelia Izquierdo y Maialen F. Boncompte, aportan esa chispa necesaria a la obra, son una revelación. Todos, sin excepción, han creado ellos solos sus personajes. Yo apenas doy consignas, les guío un poco y ya está. Lo importante es disfrutar del trabajo, que todos participen.
¿Qué es el teatro para Cia. Maniquís?
Ensayo de ¡Oh, Itimad, Itimad!
El teatro es ese gusanito en la tripa justo antes de una función. Es un medio artístico y de comunicación directo, en tiempo real, orgánico. Yo personalmente vengo del mundo del cine y he notado cierta diferencia entre ambos mundos. El ambiente del cine es más snob, las relaciones laborales son mucho más difíciles y la censura es brutal. Un guión de cine, hasta llegar a producirse, pasa por cientos de modificaciones. Algunas acertadas, otras son simplemente censura, autocensura. Que si eso no funcionará, que si lo otro hay que suavizarlo, ahora esto me lo cambias porque lo va interpretar fulano de tal y ya sabes que… Mediocridad. Mediocridad es lo que al final se llega a producir. Es una lástima. La autocensura es mutilación. En el teatro me siento libre. Hago lo que quiero y eso no tiene valor. De todas formas adoro el cine y seguiré trabajando en guiones siempre y cuando me los paguen, claro está.
¿Por qué el género distópico en vuestras producciones teatrales? Un género, por otra parte, poco trabajado en el teatro en general, ¿no?
Pues sí. Yo todavía no he visto ningún espectáculo igual, la verdad. Alguien tenía que hacerlo. Hemos aprendido mucho, tanto en Urna 321 como en ¡Oh, Itimad, Itimad! Somos diferentes y eso está bien. Pero tenemos que seguir trabajando. No sé si nos conviene continuar en la misma línea. Ya veremos.
Utilizáis también un estilo de comedia en vuestras producciones, ¿algo que os aleja un poco del género?
Sí. Nos aleja del género en cierta medida. Buscamos un sello propio, una forma diferente de contar historias distópicas. No queremos hacer un 1984 de Orwell porque eso ya está hecho. Queremos aportar nuestro granito de arena al género, sin más. Y para ello, qué mejor que añadir un poco de sentido del humor a la cuestión. La comedia es la mayor de las tragedias. Uno se ríe del más desgraciado, siempre. De todas formas, el humor que desprende ¡Oh, Itimad, Itimad! es cruel, cínico. Nada que ver con la comedia tradicional.
¿Cuáles son vuestros referentes al trabajar en este género?
Las novelas de narrativa distópica en general (1984, de Orwell; Un mundo feliz, de Huxley; Fahrenheit 451 de Bradbury…). Por otro lado, El juego de Ender de Scott Card también me influyó mucho. Pero lo que más me ha influido, sobretodo en ¡Oh, Itimad, Itimad! fue el descubrimiento de un cómic maravilloso, sencillamente genial: “Historias de taberna galáctica” de Josep Maria Beà. A él le debo muchas ideas y reflexiones. Conecto muchísimo con sus historietas, sus dibujos y su forma de entender el futuro. Interesantísimo.
Barcelona es un buen escenario para el teatro de producción propia / de pequeño formato? ¿Halláis apoyo por parte de los teatros y las administraciones?
No. Son todo problemas. El primero: el espacio. Buscar local de ensayo es una tarea muy complicada a no ser que alquiles un local, pero para eso has de tener presupuesto. A más cerca del centro quieres ensayar (centros cívicos), más difícil te lo ponen. Hay algunos cuchitriles en centros cívicos que tienes que pagar la hora de ensayo a tres o cuatro euros. El segundo: el idioma. No pienso traducir ningún texto mío al catalán para que me den lugar de ensayo. ¿Estamos locos? Esto me ha sucedido. Soy catalán y tengo muchas cosas escritas en catalán (Urna 321, por ejemplo) pero si el texto esta en castellano se hace en castellano. Ojalá supiera inglés. Hay algo que me molesta mucho, si yo fuera de Logroño, por ejemplo, a muchos no les importaría que presentara mis proyectos en castellano pero al ser de aquí, parece que haya gente que se sienta ofendida. Yo soy producto de la inmigración de los años sesenta y cada vez veo más claro que el fenómeno de la integración que nos venden desde arriba es una falacia. ¿Integración? A mi barrio no llegó el metro hasta el 90, ¿dónde estaban los políticos que ahora hablan de ejemplo de integración? Todavía recuerdo a Jordi Pujol en un concierto de Los Chunguitos en Santa Coloma, eso sí que es dantesco, como diría Pedro Piqueras. El tercero: subvenciones. Si no eres nadie, si no tienes a nadie relativamente famoso en el elenco… pocas opciones tienes. El idioma y los temitas estrella de las instituciones (integración-racismo-malos tratos), hacen el resto. ¿Cómo vamos a pedir una subvención con ¡Oh, Itimad, Itimad!? Ni se nos pasó por la cabeza. Actualmente ensayamos en el C. Cívic Bon Pastor y estamos la mar de contentos. Nos han tratado muy bien y nos ayudan en todo. El futuro de esta ciudad está en las periferias. El centro está totalmente prostituido. Barcelona es una ciudad que tanto te da, tanto te quita. Es la apariencia en estado puro. Los teatros de la ciudad funcionan igual. Has de ser muy machacón. Ir detrás continuamente. Menos mal que está El Teatro Riereta, el Llantiol, el Ateneu Popular 9 Barris y la posibilidad de entrar en la Mostra de Teatre de Barcelona, si no, las posibilidades de estrenar un espectáculo, para alguien que empieza, son prácticamente nulas.
Habéis sido seleccionados en la Mostra Teatre Barcelona v.2.0 organizada por el Teatre del Raval. ¿Una oportunidad?
Sí. Un sitio más donde presentar la obra. Si no fuera por la Mostra ahora tendríamos un bolo menos en nuestro currículum. Has de luchar por cada bolo a muerte. Conseguir diez bolos es increíble. Un éxito total. ¿Vale la pena? Es la eterna lucha de David contra Goliat. La Mostra está muy bien pero agota. Llevar a gente al teatro lleva mucho desgaste. Tus amigos pueden venir a una función pero no repetirán. Llega un momento en el que el concurso, que durante las primeras fases va por afluencia de público y votación, deja de tener sentido. ¿Cómo voy a tirar de amigos a cada eliminatoria que pase? Es muy difícil. Aún así estamos muy contentos de haber participado.
El Teatre Gaudí Barcelona presenta una doble programación para este mes de junio: Teoría de catástrofes, una tragicomedia que aborda la responsabilidad de la sociedad frente a los desastres naturales y el reestreno de Buenos Aires, un recorrido por los estragos de la actual crisis económica y de valores de la sociedad occidental.
———————————————————————————————————- Teoria de catàstrofes, de Cía.Teatre Gaudí.
Teoria de catàstrofes es la tragicomedia de un ingeniero ante la caída de un puente de autovía tras un aguacero. Un hombre cara a cara con el desastre, con la responsabilidad, con las víctimas… Un hombre, su amigo y una chica anónima ante el abismo.
Un hombre que, claro, se cree inocente. Él no entiende que la naturaleza pueda ser tan descarada y vaya en contra de su precisión técnica, de su trayectoria inmaculada, de su honestidad personal. Pero la naturaleza, cuando cambia el paisaje y lo llena de víctimas, no está para hostias. Al igual que el tsunami del Japón no perdona a los sabios que han construido las centrales nucleares ni la sociedad que las ha financiado.
Quizás en realidad no somos tan inocentes. Y, cuando aparece la catástrofe, queda en evidencia nuestra ignorancia, nuestra debilidad y, sobre todo, nuestra falta de escrúpulos. Sí. Jugamos a la ruleta rusa a cambio de unas migajas de bienestar. Como dice Woody Allen al final de su lúcida Delitos y faltas somos la suma de nuestras elecciones y, quizás, la única esperanza ante cosas tan imprevisibles, tan injustas… es que algún día las generaciones futuras lo vean más claro que la nuestra.
“Teoria de catàstrofes” se representa en el Teatre Gaudí Barcelona del 20 de mayo al 26 de junio de 2011.
Autor: Toni Cabré
Director: Moisés Maicas
Intérpretes: Laura Aubert, Abel Coll y Óscar Intente
Espacio escénico y Diseño de luces y de sonido: Pep Gàmiz
Imágenes: Albert Casanovas
Compañía: Cia.Teatre Gaudí
Horarios: de jueves a sábado a las 20:45 horas y domingos a las 19:30 horas. Precio: 18 €. Duración: 1 hora y 30 minutos. Idioma: catalán.
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Buenos Aires, de Cía Obskené.
Buenos Aires. Un profesor de física desocupado, una agente inmobiliaria, una aspirante a pintora y un galés conviven a la fuerza para poder salir de sus respectivas decadencias.
Tres personajes afectados por una crisis económica feroz y un galés que huye de una terrible vivencia intentan desesperadamente salir de la crisis creando un plan para estafar la NASA y hacerse millonarios. Sin quererlo ni entenderlo, el plan se transforma en una esperanza para cada uno de los personajes. Una comedia ácida e inteligente en un momento donde la realidad nos ha dejado sin plano B. Una trama hilarante con un globo de helio, una gallina, un fax a la NASA, una maleta-bar, una cumbia, una pistola a la que le falta una bala…
Buenos Aires nos atrapa en unos tiempos en que la ilusión del éxito, de la prosperidad, del dinero se diluye hasta dejarnos huérfanos, igual que a los cuatro personajes de la obra que se acaban juntando. Buenos Aires es dualidad, opuestos y neurosis. Una comedia y un drama a la vez. Un punto de vista costumbrista que mira al extranjero, o bien, un extranjero que presenta un cosmos costumbrista cómo si se tratara de lo más exótico del mundo. Buenos Aires se contextualiza en una Argentina en crisis, no lejos de la actual crisis europea. Es un diálogo entre el norte y el sur, entre sueño y realidad. Un diálogo con muchas lenguas, traducciones e interpretaciones diferentes.
“Buenos Aires” se representará en el Teatre Gaudí Barcelona del 14 al 29 de junio de 2011.
Dramaturgia: Rafael Spregelburd
Dirección: Ricard Soler
Intérpretes: Constanza Aguirre, Angel Inzunza, Andrea Madrid, Marina Tarrats y Sergi Torrecilla
Espacio escénico: Ricard Soler y Josep Carreras
Iluminación: Ricard Soler
Horarios: martes y miércoles a las 20:45 horas. Precio: 18 €. Idioma: castellano Duración de la obra: 70 minutos.