Llegado el Festival Grec de Barcelona, que se celebra desde finales del mes de junio y a lo largo del mes de julio, es lo acostumbrado en este site reseñar alguna de las propuestas que el macroevento teatral del verano en la ciudad condal nos ofrece.
Y este año iniciamos la crítica del festival con una propuesta diferente: El poema de Guilgamesh, rei d’Uruk, que se representó en el Teatre Grec del 2 al 4 de julio. Una obra especial porque adapta escénicamente uno de los mitos más antiguos de la humanidad, que no es otro que el Gilgamesh, rey de Uruk, héroe legendario de la mitología sumeria de principios del III milenio a.C. Un mito muy antiguo que ha realizado un trayecto muy largo en el tiempo para llegar al festival. Un trayecto con aciertos y desaciertos ya que una propuesta de este tipo representa un esfuerzo más bien atípico en el teatro.
Oriol Broggi, su director, de la mano de Jeroni Rubió Rodon, han optado por un formato que bascula entre la representación coral y el estilo de cuentacuentos. De esta forma, la interpretación del personaje principal, Gilgamesh, se lleva a cabo de forma colectiva, entre diversos actores a medida que avanza el relato. Actores que irán transmutándose a sí mismos para dar forma a los personajes principales del mito. De ahí que la obra recuerde en algo a las representaciones en la Grecia clásica, en la que el coro grupal formaba parte importante de la narración escénica. Esta opción provee a la obra, además, de un elemento de fábula o leyenda que enlaza muy bien con la naturaleza del relato épico original.
Al grupo actoral principal, integrado por Màrcia Cisteró, Toni Gomila, Sergi Torrecilla, David Vert y Ernest Villegas, se suman otros actores que dan vida a otros personajes más particulares de la trama, como Clara Segura, Lluís Soler, Marta Marco o Ramon Vila, y que aportan un carácter más fogueado al elenco.
La adaptación, sin embargo, adolece de un ritmo algo lento. Uno llega a la conclusión de que las adaptaciones de los clásicos han de adoptar, obligatoriamente, un ritmo lento y mayestático para ensalzar su naturaleza justamente de «clásico». En el caso que nos interesa, podríamos dividir la representación en dos secciones: la primera, que narra la juventud heroica de Gilgamesh, el encuentro con Enkidu, su compañero de aventuras, y las primeras gestas heroicas, padece de un ritmo más lento que hastía, seguro, a parte del público. La segunda parte, por el contrario, en la que Gilgamesh tras la muerte de Enkidu inicia la búsqueda de la inmortalidad, mejora en mucho el ritmo del relato, que lo direcciona correctamente hacia el final heroico del mismo. Una sección esta que a través de la historia del Diluvio, nos permite ver las afinidades entre las diferentes mitologías humanas de los pueblos antiguos.
La escenografía ha optado por mostramos un suelo de arena, a imitación de un un desierto o la orilla de una playa, lo que nos permite ubicar correctamente la narración en un ambiente del Próximo Oriente Antiguo (Mesopotamia) o en la ribera del Mediterráneo. La escenografía se potencia con la utilización de efectos visuales que hacen aparecer el mar sobre el escenario. Por último el relato está acompañado por la música a través de guitarra presente sobre el escenario y que nos remite también a las mismas coordenadas geográficas.
No es otro elemento que el ritmo el que hace vacilar la valoración de la obra. Si bien la interpretación coral es un acierto en relación a la naturaleza épica del relato original y la dirección de Broggi hace fluir correctamente la sustancia mitológica sobre el escenario, el ritmo en algunos momentos, sobre todo en la primera parte, y la constante iteración de la representación, hace que el relato se ralentice por momentos.
Aún así, El poema de Guilgamesh, rei d’Uruk alcanza el notable como propuesta escénica y como oportunidad para viajar y/o conocer los mitos más antiguos de la humanidad, que nos pertenecen un poco a todos nosotros, y que solo por eso valen la pena ser conocidos, relatados y trasladados al siglo XXI.
«El poema de Guilgamesh, rei d’Uruk» se representó en el Teatre Grec del 2 al 4 de julio de 2018
Dirección: Oriol Broggi
Versión: Jeroni Rubió Rodon
Coreografía: Marina Mascarell
Interpretación: Màrcia Cisteró, Toni Gomila, Sergi Torrecilla, David Vert, Ernest Villegas, Marta Marco, Clara Segura, Lluís Soler y Ramon Vila
Coro de actores y actrices: Carles Algué, Marc Artigau, Gina Barbeta, Anna Castells, Babou Cham, Clara de Ramon, Jordi Figueras, Lídia Figueras, Joan Garriga, Marissa Josa, Anna Juncadella, Dani Klamburg, Oscar Muñoz, Marc Rius, Pau Roca, Marià Roch, Xavi Ruano, Enric Serra, Marc Serra, Montse Vellvehí y un caballo
Interpretación musical: Yannis Papaioannou
Vestuario: Daphna Munz
Iluminación: Quico Guitérrez (A.A.I.)
Sonido: Damien Bazin
Producción: Grec 2018 Festival de Barcelona y La Perla 29
Duración: 1 hora y 55 minutos
Idioma: catalán
NOTA CULTURALIA: 7
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Jorge Pisa