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Crítica teatral: El Rei Lear en el Teatre Lliure

El pasado 17 de diciembre regresaba El Rei Lear al Teatre Lliure, una de las producciones de mayor éxito programadas el año pasado, dirigida por Lluís Pascual e interpretada, entre otros, por Núria Espert, Jordi Bosch, Míriam Iscla, Teresa Lozano, Ramon Madaula, Julio Manrique y David Selvas.

Una propuesta que aunque radia una brillante energía, contenida en el texto de Shakespeare y en el talento sin discusión del elenco, muestra algún que otro desencuentro. La obra se centra, como es sabido, en otra historia trágica que tiene como fondo las relaciones de familia, el orgullo y el odio, y algunos de los personajes más icónicos de la «marca Shakespeare».

La producción del Lliure optó el año pasado por dar un giro de género a la propuesta al elegir a la gran Espert para interpretar al gran Lear, hecho este que debía resaltar, si cabe, una historia ya brillantemente trágica. Espert aporta a su personaje una riqueza y una experiencia no alcanzable por otros actores y/o actrices, si bien, y esta es una opinión obviamente personal, la interpretación de la Espert no acaba de ajustarse a lo insigne y aborrecible del personaje. Como si la producción fuera consciente de ello, Espert se rodea por un equipo de actores y actrices de primera, que envuelven el desempeño de la veterana actriz con su propio trabajo actoral, potenciando de esta forma el esplendor de la obra. El elenco de “champions” está liderado por Jordi Bosch y Ramon Madaula, a los que arropan a su vez actores más jóvenes como Míriam Iscla, Julio Manrique y David Selvas.

El rei Lear_1Debemos, sin embargo, realizar un punto y aparte para destacar entre todas la actuación de Teresa Lozano, que se distingue con un brillo especial en su interpretación del buzón de Lear, y que sorprende en varias ocasiones por su frescura, su veteranía e incluso su desempeño musical.

A la interiorización de la obra tampoco ayuda, y esta es otra, claro está, opinión personal, la escenografía minimalista de la representación. En este caso se ha optado por un escenario central acotado a lado y lado por 2 plateas. Si bien, no existe un mínimo elemento de situación escenográfico, a excepción de diversas plataformas que se elevan o descienden a voluntad, consiguiendo que la acción de la obra transcurra en un espacio modelable, sí, pero que no enriquece el desarrollo de la acción y obliga a los actores y actrices a entrar y salir constantemente por las puertas de acceso del público, haciéndole difícil al espectador concretar el avance de la trama.

Aún así, la programación de El Rei Lear permite al público adulto más versado en la obra de Shakespeare, interesarse por la plasmación y la innovación relacionadas con una de las tragedias más famosas del autor, mientras que al más joven le puede atraer la reflexión sobre la familia y la gestión de la vejez, una cuestión muy viva en la sociedad en la que vivimos. A lo que se suma la confirmación, sorprendente para algunos, de la presencia de exabruptos violentos en la dramaturgia shakesperiana.

El teatro mueve, en el interior de los espectadores, toda una serie de fibras y vísceras difíciles de cuantificar. El Rei Lear nos permite poner muchas de ellas en movimiento, ya sea por el recuerdo de alguna que otra representación de la obra, por ver de nuevo sobre los escenarios a Nuria Espert, o por contemplar el trabajo actoral de un elenco que, seguro, muy pocas producciones se pueden permitir.

El rei Lear” se representa en el Teatre Lliure Montjuïc hasta el 31 de enero de 2016.

Autor: William Shakespeare
Dirección: Lluís Pasqual
Reparto: Aleix Albareda, Jordi Bosch, Jordi Collet, Laura Conejero, Rafa Delgado, Núria Espert, Míriam Iscla, Jordi Llovet, Teresa Lozano, Ramon Madaula, Julio Manrique, Òscar Rabadan, Andrea Ros y David Selvas
Traducción: del inglés: Joan Sellent
Versión: Lluís Pasqual
Escenografía: Lluís Pasqual y Alejandro Andújar
Vestuario: Alejandro Andújar
Caracterización: Eva Fernández
Iluminación: Pascal Mérat
Dirección musical: Dani Espasa
Sonido: Roc Mateu
Producción: Teatre Lliure

Horarios: de martes a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 19:00 horas y domingos a las 18:00 horas
Precio: 29 € / 22 € día del espectador / disponibilidad de descuentos
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 40 minutos (primera parte) / 20 minutos (pausa) / 1 hora (segunda parte)

NOTA CULTURALIA: 7
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Fedra, en el Teatre Romea.

image El teatro es, como ya saben, una suma de emociones: las sufridas por los autores y directores, que se transportan a través del texto y de las interpretaciones de los actores hacia un público que las recibe con el objetivo de cerrar él mismo su significado. Y si hablamos de pasiones, seguramente pocos las han sabido plasmar de forma tan brillante como los autores clásicos, aquellos que en los inicios del teatro supieron captar sus raíces vitales y comunicarlas de forma apasionada, no tan solo a los públicos de entonces, sino también a los futuros.

Y uno de sus frutos más representativos es, seguramente, Fedra, obra adaptada en 1677 por Racine a partir de las tragedias de Eurípides y Séneca, y que nos muestra las fatales consecuencias de la pasión enfermiza y descontrolada de una mujer que afectan trágicamente a todos aquellos que la rodean.

«Fedra, enamorada de su hijastro Hipólito y empujada por su confidente, Enona, confiesa su pasión. Herida por el rechazo de Hipólito, ella no puede esconder sus sentimientos ante su esposo y rey de Atenas, Teseo. Azotada por un profundo sentimiento de culpa, Fedra se adentra en un infierno personal. Su pasión desbordante e irrefrenable la conducirá, a ella y al resto de personajes, a un trágico destino».

Con la Fedra de Racine, dirigida por Belbel y acompañada por un nutrido cuerpo de contrastados actores y actrices, asistimos al atropello de pasiones, deseos y tumultos que tan del gusto era de los antiguos, y que a los espectadores del siglo XX les queda, puede, algo lejos, si no es en lo que se refiere a la creatividad artística, la puesta en escena y el registro de las interpretaciones. En el caso que nos toca, no todo está a la misma altura.

image(6)Hablemos primero de una puesta en escena que alcanza unos altos valores estéticos, con un escenario que comunica con la platea y que nos muestra un territorio desolado, como los sentimientos y los efectos de las pasiones que se desarrollarán sobre él, iluminado por la mortecina luz de una gran esfera solar que se irá eclipsando, como indicando la fatalidad de la acción, y un juego de luces que provee a la obra de un tamiz casi apocalíptico. Sobre este inquietante escenario es donde falla una parte importantísima de la obra, que no es otra que el de las interpretaciones y con ellas la dirección. Aunque el reparto de actores y actrices es magnífico, solo hay que citarlo para darse cuenta de ello (Emma Vilarasau, Mercè Sampietro, Lluís Soler, Xavier Ripoll y Jordi Banacolocha entre otros), algo no funciona. Vilarasau compone una interpretación demasiado impostada y artificial, que le roba magnificencia a su papel, primordial en la obra. Su yerro solo es equilibrado, en parte, por la actuación de otros actores, como Soler, Banacolocha o Ripoll, que sí que saben impregnar sus intervenciones con la soberbia e intensidad que el texto y las pasiones que este mueve se merecen.

Hay que ser conscientes, por otra parte, de que la interpretación de la obra se embellece, a la par que se dificulta, con la plasmación de los originales versos alejandrinos escritos por Racine, adaptados por el propio Belbel, que parecen aún no asumidos en la declamación por los actores, algo comprensible la noche del estreno, y que a veces complica la comprensión de un texto riquísimo y complejo por sí mismo.

De todo ello podemos resumir que, si bien la forma es muy bella, al espectáculo le falta precisión y aroma interpretativos. Esperemos que su propia desenvoltura en el tiempo sea lo necesariamente corregidora para llegar a la simbiosis dramática que requiere el espectador, no por otra Fedra nos habla de las pasiones, en este caso la amorosa y la sexual, del sentimiento de culpa, del amor no correspondido, de los tabús que acompañan a la civilización y de las consecuencias trágicas de nuestros hechos, sean estos los que sean, algo que desde siempre y por siempre acompañarán al ser humano en su singladura existencial.

Así, pues, a la Fedra de Belbel y Vilarasau le queda aún recorrido por hacer. Esperemos que lo alcance y nos muestre la radiación que un trágico elaborado en las manos de Eurípides y Séneca, urdido en la pluma de Racine y adaptado en el Romea en este siglo XXI se merece.

«Fedra» se representa en el Teatre Romea del 20 de enero al 15 de marzo de 2015.

Autor: Jean Racine
Traducción y dirección: Sergi Belbel
Reparto: Emma Vilarasau, Mercè Sampietro, Lluís Soler, Xavier Ripoll, Jordi Banacolocha, Queralt Casasayas y Gemma Martínez
Escenografía: Max Glaenzel
Iluminación: Kiko Planas
Vestuario: Mercè Paloma
Espacio sonoro: Jordi Bonet
Caracterización: Toni Santos
Producción: Teatre Romea

Horarios: de martes a sábado a las 20:30 horas y domingos a las 18:00 horas.
Precio: 18 – 28 €
Duración: 2 horas y 15 minutos
Idioma: catalán
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Mar i cel, al Teatre Victòria

Mar_i_Cel

Quaranta anys no es fan cada dia, i la companyia Dagoll Dagom ha decidit celebrar les seves quatre dècades damunt els escenaris recuperant l’espectacle que més fama els ha donat en tot aquest temps: Mar i cel, un muntatge estrenat l’any 1988 –amb l’adaptació que Xavier Bru de Sala va fer del text original d’Àngel Guimerà, amb música d’Albert Guinovart–, reposat el 2004 i que, ara, torna per tercera vegada renovat i amb una acurada versió al Teatre Victòria per a delit dels aficionats al gènere musical, grans i petits units per la història d’amor prohibit entre un jove musulmà (Saïd, interpretat per Roger Berruezo) i una noia cristiana (Blanca, Ana San Martín) a la Mediterrània del segle XVII.

Prenent com a punt de partida l’expulsió dels moriscos de l’any 1609, l’obra situa Saïd i els seus homes, un grup de pirates obligats a buscar-se la vida pel món després de que els arrabassessin les seves terres, viatjant sense rumb preestablert en el seu majestuós vaixell amb un grup de presoners cristians, entre ells Blanca, una delicada jove a punt de casar-se. Aviat, però, començaran els conflictes entre els mateixos pirates, incapaços d’arribar a un acord sobre què fer amb els captius, amb Saïd tractant de mantenir la seva autoritat entre els seus companys al mateix temps que veu com l’aversió que sent vers Blanca va deixant pas a l’amor.

Malgrat un inici fred en què l’argument avança fent tentines, Mar i cel guanya en intensitat a partir del darrer tram del primer acte, quan apareix el conflicte interior dels seus protagonistes, educats en l’odi al desconegut i que es veuen arrossegats, irremeiablement, cap a una tràgica història d’amor en què la religió és l’obstacle a salvar, sí, però on també hi ha lloc per a les intrigues, les traïcions i els enfrontaments més insospitats. D’altra banda, l’obra compta amb un excel·lent repartiment coral, amb Berruezo i San Martín acompanyats d’uns cantants magnífics que, alhora, són autèntics acròbates capaços de convertir el vaixell en la seva particular sala d’entrenament, i en què destaquen Pep Cruz com a Joanot –el mateix paper que ja va interpretar en el muntatge de 1988–, Xavi Lite (Hassen) i Júlia Jové en la pell del fidel Idriss. Tanmateix, cap d’ells no podrà fer ombra al veritable protagonista de la història, l’imponent vaixell pirata, una espectacular nau que es mou per l’escenari amb efectivitat i desimboltura, i que el públic premia merescudament amb una enorme ovació final.

Aquesta versió actualitzada resol amb imaginació els diferents entrebancs de logística a què s’enfrontaven els seus responsables per tal de representar una navegació en alta mar convincent; en aquest sentit, les projeccions permeten mostrar el palau on es signa el decret d’expulsió dels moriscos o les cases incendiades d’on fuig el petit Saïd, mentre que la il·luminació juga un paper essencial a l’hora de crear imatges de gran bellesa, com ara situar la nau sota un immaculat cel estrellat o reproduir la tempesta a què s’enfrontaran els viatgers.

Per tot això resulta evident que Dagoll Dagom sap crear musicals de factura impecable, els avalen quaranta anys de trajectòria triomfal, però el gran encert de Mar i cel, ara ja convertit en un clàssic del musical català, és haver aconseguit popularitzar les seves cançons entre el seu públic potencial, que arriba al Teatre Victòria completament entregat a la causa, predisposat a gaudir dels temes més coneguts de l’espectacle; així, no és d’estranyar que les interpretacions de “Per què he plorat?” i, sobretot, l’“Himne dels Pirates” siguin els moments més celebrats pels espectadors.

Mar i cel es representarà al Teatre Victòria a partir del 20 de setembre de 2014.

Autor: Xavier Bru de Sala
Direcció: Joan Lluís Bozzo
Compositor musical: Albert Guinovart
Intèrprets: Roger Berruezo, Ana San Martín, Pep Cruz, Xavi Lite, Júlia Jové, Xavi Fernández, Toni Viñals, Mireia Dolç, Rubén Yuste, Elena Tarrats, Víctor Arbelo, Xavi Navarro, Marc Vilavella, Lucía Torres, Dídac Flores, Clara Moraleda, Paula Vives, Raúl Grau, Luís Moya, Dimas Bozzo
Càsting i ajudant de direcció: Miquel Periel
Ajudant de direcció: David Pintó
Direcció musical: Joan Vives
Escenografia i vestuari: Montse Amenós, Isidre Prunés
Ajudants vestuari: Carlota Ricars, Maria Albadalejo
Ajudant d’escenografia: Josep Carreras
Disseny d’il·luminació: Albert Faura
Disseny de so: Roc Mateu
Disseny d’audiovisuals: Joan Rodón
Caracterització: Eva Fernàndez

Horaris: dijous, a les 20:30 hores; divendres, a les 21:30 hores; dissabte, a les 17:30 hores i a les 21:30 hores; i diumenge a les 18:00 hores
Preu: de 29 € a 45 €
Idioma: català
Durada: dues hores, amb descans de deu minuts

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Escrit per: Robert Martínez