Eduardo Galeano es un trovador que detecta la injusticia social dándole forma de hermoso cuento; y después la denuncia gritando versos, consiguiendo sustituir la trascendencia con que habitualmente discurren dichos temas por la descripción emocionante del día a día de la miseria cotidiana.

Lluís Danés llama oportuno a la puerta de Galeano y le pide que alce su voz para convertirse también en juglar de sus propias reflexiones. Y abre un escenario que, cómplice de las palabras de Eduardo, prolonga el espíritu de sus pensamientos. Se trata de un espacio que nos recuerda un teatrillo de feria distinguible entre las brumas de lo onírico, abandonado al engullirlo la oscuridad y flanqueado a lado y lado por tres músicos.
Bienvenidos a “Wasteland”. O mejor dicho: desechados en “Wasteland”. Solo falta ahora identificar las criaturas que poblarán este mundo, que son las que el Mundo con mayúsculas desecha sin piedad de su paraíso de exceso capitalista y progresiva insensibilidad. Manolo Alcàntara, esforzado mimo, pronto cae desconcertado en el escenario para darse por aludido. Y al ser admitido en él como portavoz de los “nadie” y “ninguno” descartados por no aportar ya nada a la sociedad de consumo, empieza a experimentar cómo pudo sentirse Adán después de probar el fruto del conocimiento, cómo perdió a Eva al escurrirse de sus pobres dedos, el aprendizaje de conseguir sus propios alimentos, su transmutación en fiera prehistórica y su desaparición final cuando otro llega a tomarle el relevo. La angustia de su personaje, Alcàntara la combate con la ternura de sus gestos; el desconcierto que siente al no entender qué se espera ahora de él, Alcàntara lo aprovecha para jugar a estremecerse y a emular, e intentar escapar para volver inevitablemente al mismo lugar en el que quedó atrapado. Rodeado de títeres macabros que representan el colectivo de desfavorecidos y el horror de no saber cómo aliarse, también el canto lírico representará la alienación.

Muy cerca del escenario, Xavi Lloses, Adrià Bauzó y Oriol Aymat deciden con habilidad reforzar la atmósfera enrarecida y entrañable que respiran los atribulados personajes. Y lo hacen interpretando la música de Lluís Llach que fluye en un registro íntimo cuando presenta el panorama escénico y adopta unos ecos más grandilocuentes cuando se trata de enfocar la crueldad que ha llevado a la aparición de este vertedero hiperpoblado de víctimas paralizadas. Concierto exquisito para que la historia salga de su ostracismo temático y argumental.
Lluís Danés, al fin y al cabo, nos muestra ensamblando todos los elementos escénicos cuán bella puede ser la pesadilla de vivir al ahogarse uno en medio de la Globalización, la magia del sufrimiento que conlleva sobrevivir, la ilusión de la lucha. Y de paso homenajea el circo y los títeres eligiendo uno y otros como plataformas muy adecuadas para manifestarse contra tanto sinsentido porque acentúan el infantilismo y lo aplican a la crítica descarnada.
Salimos del Mercat de les Flors y respiramos aliviados al recordar aquella máxima de Galeano: “El mundo es eso. Un montón de gente, un mar de fueguitos.” Danés nos ha insistido que es hora de avivar nuestra llama.
por Juan Marea
WASTELAND
http://grec.bcn.cat/programa/wasteland
Del 17 al 20 de julio
Mercat de les Flors
Plaza de Margarida Xirgu, 1, de Barcelona
Precio: 24 €
Horario: 22 h
En castellano
Duración: 75 minutos
Dirección, dramaturgia y escenografía: Lluís Danés (con textos de Eduardo Galeano)
Intérpretes: Manolo Alcàntara y Mayú Heitmann
Música original: Lluís Llach
Músicos: Xavi Lloses, Adrià Bauzó y Oriol Aymat
Ayudante de dirección y movimiento: Anna Marín
Máscaras: Martí Doy
Luces: Joan Teixidó “Teixi”
Sonido: Oriol Farran «Estu» y Carles Xirgo
Vestuario: Santamandra Produccions