Crítica teatral: Locas, en el Versus Teatre.


Como viene siendo habitual el duro y sofocante mes de agosto que vivimos en la turística ciudad de Barcelona viene a ser refrescado por la actividad de dos teatros, el Versus Teatre y el Teatre Gaudí, que mantienen su programación teatral en un mes donde el resto de la oferta teatral se desvanece, algo así como si se derritiese por el calor, dejando a la ciudad condal huérfana en este ámbito cultural.

Es así que la voluntad de los equipos directivos de ambos teatros nos dan la oportunidad de plantearnos poder ir a ver una obra de teatro en un período del año en el que las playas y el “jolgorio nocturno” campean a sus anchas por las calles barcelonesas.

Y este es el caso de Locas, estrenada en el Versus Teatre el pasado 2 de agosto y que se mantendrá en cartelera hasta el 14 de este mismo mes. Una obra que viene avalada por una muy buena acogida por parte del público y la prensa en los escenarios madrileños y que nos permite sumergirnos en el mundo de la locura y atravesar esa débil línea que separa la cordura de la locura y que es a veces un límite tan débil que no podemos siquiera distinguirlo y, consecuentemente, diferenciar aquello sano de aquello no sano en el funcionamiento de la mente de los individuos.

Locas inicia su acción en lo que parece ser una sala de espera donde dos pacientes esperan su turno para entrar en la consulta del psicólogo. Las dos son mujeres muy diferentes: la primera es una ama de casa que posee una vida familiar vacía en la que tanto su marido como sus hijos ya no necesitan de sus “servicios domésticos”. Una vida que se replica automáticamente cada 24 horas y en la cual su razón de ser ha dejado, desde hace tiempo, de tener algún valor. La segunda es una mujer de negocios responsable del recto y beneficioso avance de cuatro empresas. Una mujer estresada que ha sustituido la vida familiar por una vida empresarial que está ahogando su existencia. Ambas mujeres se conocerán en la consulta del psicólogo mientras las máscaras existenciales de ambas se irán disolviendo, lo que nos permitirá conocer algo mejor el drama humano que se esconde detrás de muchas vidas que rozan la alienación en la sociedad en la que vivimos.

Locas es un espectáculo teatral de pequeño formato con voluntad de experimentar sensaciones de gran formato. Una obra que más que un argumento trepidante incide en las situaciones temperamentales que podemos reconocer muchas veces como muy cercanas. Una obra de opuestos que, como decía antes, nos permite reflexionar sobre lo que presumiblemente está sano de lo que no lo está. Y sobre cuales son las causas de todo ello, si es que existe alguna.

Una breve introducción “audio-histórica” sobre la mente y sus trastornos nos permite conocer a las dos mujeres protagonistas en la obra. Ello requiere sobre todo una inversión en las interpretaciones de las dos actrices Ángeles González Cuerda y Maribel Jara que nos dejan claro desde un buen principio lo opuesto de sus personalidades: A una mujer “triunfadora” en su vida profesional se le enfrenta una mujer derrotada por su vida familiar. Dos opciones de vida (de las muchas que existen) viviseccionadas a lo largo de los 75 minutos de duración del espectáculo.

Locas, además, desarrolla el juego de los opuestos hasta el final de la obra con algún que otro giro que nos muestra que no todo lo que parece verdadero lo es, y es aquí donde entra de pleno el juego de máscaras individuales que caracteriza a las sociedades y más concretamente a la occidental que, atrofiada en ella misma, genera un sistema de pantallas, de ocultaciones y de espejos que hacen difícil, muchas veces, poder seguir adelante con la propia existencia.

La obra analiza un tema, el de la locura (y por opuesto, el de la cordura) de una forma ágil y sugestiva aunque a veces le falta algo de ritmo y parece entrar en un estado en el que la trama no avance. Las interpretaciones nos permiten visualizar la “forma” de la locura, cosa que no quiere decir, ni mucho menos, que el escenario se llene de desvaríos, chillidos y decibelios, sino todo lo contrario. En las palabras, en los silencios y en los movimientos de las actrices notaremos la esencia del trastorno, bien conocido por el autor y director de la obra, José Pascual Abellán, tras varios años de experiencia como profesor de educación especial. Aún así la obra peca de “golpe-efectismo” en un argumento que de ninguna forma lo necesita. Una concesión al cine y a las historias de misterio que no tiene cabida en la obra.

Aún así Locas nos permite un acercamiento desde el punto de vista de la tragicomedia hacia un mundo que aunque parezca muy alejado de nosotros está mucho más cercano de lo que debiera, motivado, claro está, por un modelo de sociedad ejemplar, siempre que formemos parte de aquel uno por ciento de la población que, aún estando en crisis, disfruta y goza de su existencia atando a sus mascotas con collares hechos de billetes. Perdón, me equivocaba, que estos también pueden llegar a sentirse amenazados por la locura de vivir en el interior de un entramado social que busca y se desvive por conseguir el beneficio económico y menosprecia el beneficio de la salud, el mental y el de las emociones, algo de lo que no se puede extraer nada provechoso.

Locas” se representa en el Versus Teatre del 2 al 14 de agosto de 2011.

Dirección y dramaturgia: José Pascual Abellán
Reparto: Ángeles González Cuerda y Maribel Jara
Codirección: Doriam Sojo
Música original: José Francisco Giménez
Escenografía: Joaquín Román / Teatro A Cuestas
Producción: Teatro A Cuestas
Coordinación vestuario: Jonatan Mármol

Horarios: de martes a sábado a las 22:30 y domingos a las 20:30 horas.
Precio: 16 €
Idioma: castellano
Duración de la obra: 75 minutos
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Crítica literària: L’últim dia abans de demà, d’Eduard Márquez

¿Com reaccionaríem si, passats uns quants anys, ens retrobéssim amb qui havia estat el nostre millor amic fent de captaire? Aquesta és la qüestió que es planteja Eduard Márquez al seu darrer llibre, L’últim dia abans de demà, una novel•la tant curta com intensa, un còctel de records, amor a qui en el passat vam estimar i melangia vers temps millors, de lectura obligatòria, i que aconsegueix captivar des de la primera pàgina.

Un fet real va inspirar Márquez a l’hora d’escriure aquesta novel•la: la casualitat (el destí?) va fer que un dia es trobés al Portal de l’Àngel aquell qui 20 anys abans havia estat el seu inseparable company d’adolescència, el Robert de la novel•la, un amic a qui la vida havia maltractat fins a convertir-lo en rodamón. En la realitat, l’autor va observar-lo en la distància i, malgrat els anys transcorreguts, hi va reconèixer aquell noi amb qui va créixer, però va quedar tant impactat que va ser incapaç d’apropar-s’hi. Així, doncs, amb aquest llibre l’autor imagina què hauria passat si s’hagués presentat davant seu, com hauria estat el retrobament dels dos amics, al mateix temps que passa comptes amb el passat.

L'autor Eduard Márquez

L’autor utilitza aquesta trobada fortuïta amb el vell amic com a pretext per enfrontar-se al passat que l’ha portat fins a aquí, que coneixerem amb l’ús constant del flashback com a recurs; d’aquesta manera, el protagonista viatjarà del tràgic present al passat, recordarà els temps d’escola catòlica, amb estrictes capellans – al capdavant dels quals hi trobarem l’inoblidable hermano Estruch –, uns moments de repressió que contrasten amb la llibertat viscuda en l’època universitària, instants d’experimentació amb les drogues, el rock’n’roll i la irrupció de la Francesca entre els dos amics. En aquest viatge a mig camí entre el present i el passat també hi haurà temps per enfrontar-se al món adult, en què haurà de deixar de banda els vells somnis literaris i enfrontar-se a la crua realitat.

L’amistat amb el Robert, els flirtejos amb la Francesca, els capellans que van marcar la seva infància, la família tradicional que pretén marcar el futur del seu fill, 623 grams presents en gairebé cada pàgina, les imprevisibles conseqüències que té pel protagonista incorporar un estrany del passat (què en queda de l’amic?) en el present, són els principals ingredients d’aquesta deliciosa (i dura) història que Márquez presenta en format de novel•la curta, d’estil auster, amb una prosa mesurada al detall, pròxima a la poesia, un text curt, escàs, estructurat en breus paràgrafs que faciliten la ràpida lectura d’aquesta emotiva història, fidel al “menys és més” que preconitza l’autor. Tota aquesta simplicitat aparent emmascara una història colpidora no exempta d’esperança, on fins i tot hi ha lloc pel món oníric de les drogues amb què coquetejà el protagonista en el passat.

L’estiu és l’època ideal per fer-se amb els clàssics best-sellers, però també és un moment perfecte per recuperar aquells textos que se’ns han escapat durant la temporada; si vostè encara no ha descobert L’últim dia abans de demà, aquest és el moment ideal per fer-ho.

Títol: L’últim dia abans de demà
Autor: Eduard Márquez
Editorial: Empúries
Pàgines: 150
ISBN: 9788497876858

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Escrit per: Robert Martínez Colomé

 

Artículo: El emperador Didio Juliano. La subasta de un Imperio.

Didio Juliano

Son normalmente los grandes emperadores de Roma, aquellos que no solo gobernaron durante muchos años sino que realizaron una gran y diversa actividad política, los que atraen la atención tanto del gran público como de los historiadores acostumbrados a reconstruir sus vidas a través del estudio de una gran variedad de fuentes históricas que incluyen las obras de los autores antiguos, la arqueología, la epigrafía, la numismática…

A la sombra de estos gigantes se mueven (y se remueven) otra serie de personajes que, aunque nombrados también emperadores y a pesar de gobernar sobre las mismas ciudades y los mismos territorios en los que lo hicieron Augusto, Trajano, Marco Aurelio, Constantino o Teodosio no tuvieron la capacidad, la suerte o la destreza de emular el camino y las hazañas trazadas y realizadas por ellos.

Estos “otros” emperadores han sido desplazados de la historia y del conocimiento más general incluso por aquellos de sus semejantes que atemorizaron, sobresaltaron y ofendieron (esto siempre según las fuentes escritas partidistas, subjetivas y parciales) la autoridad y la dignidad de uno de los mayores imperios conocidos de la Antigüedad, y con él a una gran parte de su población, que sufrió los efectos de su malsana y perturbada actividad.

Este texto pretende analizar el breve reinado de uno de esos “otros” emperadores, de uno que gobernó Roma menos de tres meses (más exactamente dos meses y 5 días) y que alcanzó el poder imperial a través de una subasta, una simple puja organizada por la Guardia Pretoriana. Su nombre, Didio Juliano, seguro que no te sonará, aunque, como te decía antes, alcanzó la máxima dignidad que una persona podía conseguir por entonces, a finales del siglo II d.C., en el Imperio romano.

Nos disponemos, pues, a internarnos en el mundo regido por Roma y narrar brevemente cómo Didio Juliano accedió al poder y lo qué sucedió durante su corto aunque significativo reinado, con lo que podremos adquirir una visión más real y amplia de la historia de un Imperio que, aunque a veces no lo parezca, existió más allá de la dinastía Julio-Claudia y cuyo acontecer fue, en ocasiones, mucho más trágico y aciago de lo que el cine y la literatura nos puede hacer creer.

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Didio Juliano inició su carrera política durante el gobierno de Antonino Pío (138-161) y la continuó bajo el reinado de los últimos Antoninos, esto es, Marco Aurelio (161-180), Lucio Vero (161-169) y Cómodo (180-192), el final de un periodo considerado por diversos historiadores y especialistas como el más feliz y próspero que vivió el Imperio romano.

Fue, por otra parte, el gobierno de Cómodo y el escenario político que originó su muerte en el año 192 lo que permitió el ascenso al poder primero de Helvio Pertinax (193) y más tarde de Didio Juliano (193). Es por ello que iniciaremos estas páginas con el breve repaso al final del emperador Cómodo y con el relato del asimismo breve reinado de Pertinax, sin lo cual no podríamos entender, en su justa medida, la figura y el gobierno de Didio Juliano.

El final de Cómodo y el reinado de Helvio Pertinax.

Tras la muerte de Marco Aurelio en el año 180 a causa, seguramente, de la peste, le sucedió su hijo Cómodo (180-192), uno de los emperadores que con más mala fama ha llegado hasta nosotros, debido a la imagen que de él nos han transmitido las fuentes antiguas pro-senatoriales y, mucho más recientemente, a causa de la deformación narrativa que películas como La caída del Imperio romano (Anthony Mann, 1964) o Gladiator (Ridley Scott, 2000) nos han proporcionado de su reinado.

En consecuencia, lo que conocemos de Cómodo a través de los autores antiguos trascurre plagado de acontecimientos y situaciones presuntamente reprobables y propias de un comportamiento megalomaníaco, entre las que destacan diversas conspiraciones contra su persona (una de ellas tramada por Lucila, su propia hermana); delaciones, juicios y ejecuciones de un gran número de miembros de la clase senatorial; la delegación del poder imperial en manos de los favoritos del emperador, en muchos casos, según las fuentes, indignos de tal potestad; la oposición en el Senado y en el ejército a su persona; el condenable intento de sustituir el nombre de la ciudad de Roma por el de Colonia Comodiana e incluso la acusación de locura y de una voluntad manifiesta de autodivinización. Todo ello llevó a Cómodo a ser objeto de una última y certera conspiración que acabó con su vida la noche del 31 de diciembre del año 192, finalizando con él la dinastía antonina, que llevaba en el poder desde el año 98 d.C.

El emperador Cómodo.

Una vez muerto Cómodo, los principales instigadores de su muerte, el prefecto del pretorio Emilio Leto y el cubiculario o chambelán del palacio imperial Eclecto, ofrecieron el poder a Publio Helvio Pertinax, general de gran prestigio y de óptima reputación, que ejercía en aquellos momentos el cargo de prefecto de Roma, esto es, el encargado de mantener el orden en la ciudad.

Pertinax, del que los historiadores albergan dudas acerca de su posible participación en la conspiración que llevó a la muerte de Cómodo, tenía 66 años por aquel entonces. Era hijo de un liberto y había ejercido de joven como profesor de gramática. Más tarde desarrolló una amplia y provechosa carrera política que incluyó diversos destinos militares, el gobierno de varias provincias y el nombramiento como cónsul en dos ocasiones, en los años 175 y 192.

El nuevo emperador fue aclamado primero en el campamento pretoriano y confirmado más tarde en el Senado, no sin antes verse obligado a disipar ciertas dudas iniciales ante la nueva situación y sobre su futuro gobierno. Una de las primeras medidas que tomó el Senado tras el nombramiento de Pertinax fue la aprobación de la damnatio memoriae o condena de la memoria de Cómodo, lo que comportó la destrucción de sus estatuas y la eliminación de su nombre de todos los registros públicos.

Pertinax dispuso de muy poco tiempo para poner en práctica nuevas medidas políticas destinadas a afianzar el Estado tras el reinado de Cómodo y a consolidar su recién adquirida posición. Así, por ejemplo, sabemos que prohibió los procesos judiciales por traición iniciados contra los senadores; permitió el regreso a Roma a los exiliados políticos y restituyó el buen nombre de aquellos injustamente ejecutados durante el gobierno de su predecesor.

Para hacer frente a la ruinosa situación de las arcas públicas, el nuevo augusto se vio obligado a subastar las pertenencias de Cómodo que incluían, entre otras, sus “extravagantes” vestiduras, los carruajes imperiales, concubinas e incluso diversos bufones, en un momento en el que Pertinax tenía que hacer frente a grandes dispendios, que incluían los obligados donativos debidos al ejército y a la plebe por su ascensión al trono. Se esforzó, también, en mejorar la ley de la moneda de plata que había sido devaluada durante el reinado anterior; ideó un programa para impulsar la producción agrícola y eliminó diversos impuestos de aduana instituidos por su predecesor. Por último también intentó poner orden en las filas del Senado, aplicando una serie de medidas que provocaron malestar entre muchos de sus miembros.

De los pocos nombramientos que sabemos que realizó Pertinax destaca el de su suegro Flavio Sulpiciano como prefecto de la ciudad de Roma, cargo que el mismo Pertinax había ocupado antes de ser nombrado emperador y que, por ésta misma razón había quedado vacante.

Por desgracia para Pertinax, su relación con la Guardia Pretoriana, la fuerza militar más cercana a Roma y a la que el propio emperador debía, en parte, su nombramiento, fue deteriorándose con el paso del tiempo, llegando a producirse, incluso, dos tentativas conspiratorias organizadas en su contra des del mismo campamento pretoriano. Esta relación empeoró, tal como nos explica Dión Casio, historiador romano de origen minorasiático del siglo III, tras hacer evidente Pertinax, durante una reunión del Senado, la ingratitud de los soldados a los cuales había concedido, aseguró, el mismo donativo que emperadores predecesores tras su ascensión al trono, aunque los recursos económicos de aquéllos fueran superiores a los suyos. Parece ser que la aseveración del emperador no fue del agrado de los pretorianos, sobre todo si tenemos en cuenta que no era del todo cierta.

Poco después de este hecho, la Guardia Pretoriana organizó un nuevo motín en contra del emperador que, esta vez sí, pondría fin a su vida. El alzamiento se produjo el día 28 de marzo del año 193. Parece que Pertinax tuvo aún tiempo de enviar a Sulpiciano al campamento pretoriano para tranquilizar allí los ánimos. Aún así unos 200 o 300 soldados se dirigieron al palacio imperial donde se hallaba el emperador. Aunque inicialmente el arrojo y las palabras de éste pudieron aplacar el ánimo de los insubordinados, la voluntad de estos últimos acabó por prevalecer, iniciándose una escaramuza que acabó con la vida de Pertinax y con la de su chambelán Eclecto. Por el contrario, Leto, que también se hallaba en el palacio en aquellos momentos, consiguió escapar, según la Historia augusta, colección de biografías de diversos emperadores romanos escrita a finales del siglo IV, abandonando a su suerte al emperador.

La muerte de Pertinax tras 87 días de gobierno evidenciaba el poder que por aquel entonces poseía el ejército, en este caso más concretamente las cohortes pretorianas, ya que su favor o su desafección podían causar, como hemos visto, tanto el auge como la caída de un emperador.

La subasta del Imperio.

Los hechos se sucedieron rápidamente tras la muerte de Pertinax. Sulpiciano, que se hallaba como sabemos en el campamento pretoriano, trató de convencer a las tropas allí acuarteladas de que le proclamaran emperador tras conocer la noticia del asesinato de Pertinax. Parece, por el contrario, que los soldados no estaban muy convencidos a la hora de nombrar al suegro del emperador asesinado como nuevo augusto, por lo que algunos tribunos se dirigieron a la ciudad con el objetivo de hallar en ella a un candidato mejor. En su búsqueda hallaron a Didio Juliano, senador de larga carrera política que, junto a su yerno Cornelio Repentino, había acudido al Senado para atender a la reunión de la cámara que Pertinax había convocado poco antes de morir.

Aunque Juliano rechazó, en un principio, la púrpura que le ofrecían los tribunos, finalmente cedió a sus proposiciones y se dirigió hacia el campamento pretoriano, del que halló las puertas cerradas. Fue entonces cuando se produjo uno de los hechos más notorios y sorprendentes en la historia de Roma, la tristemente célebre subasta del poder imperial, que es, seguramente, el hecho más destacado del reinado de Didio Juliano.

Según parece éste no se amedrentó al hallar vedado su acceso al campamento. Consciente de lo que se decidía en su interior, no dudó en subirse a la muralla del cuartel pretoriano para recordar a los soldados allí reunidos lo peligroso que podía resultar para ellos la elección de Sulpiciano y escribió en una tablilla la promesa de que él restauraría el buen nombre del emperador Cómodo. La pugna por el poder del Imperio entre Sulpiciano y Juliano llevó al primero de ellos a ofrecer 20.000 sestercios por su nombramiento a cada uno de los soldados, a lo que Juliano respondió aumentando la puja en 5.000 sestercios más, según Dión Casio, gritando en voz alta la suma e indicándola con los cinco dedos de la mano en alto, una temeraria apuesta que le permitió, finalmente, ser reconocido emperador por los pretorianos la noche del 28 de marzo del año 193. Sin duda alguna este no era el mejor ejemplo que dar a las tropas ya que evidenciaba la dependencia del poder político con respecto al ejército o a una parte de él, que podía, así, nombrar y deponer emperadores a cambio de la promesa del pago de una determinada cantidad de monedas.

Sin embargo, no todo el trabajo estaba hecho. Una vez ganado el ejército, o al menos aquel más cercano a Roma, Juliano necesitaba ser reconocido emperador por el Senado, cámara que aunque había perdido gran parte de su poder real en esta época, aún era considerada un estamento de representación y de legitimidad capital en la política romana.

Así, pues, Juliano se dirigió al Senado escoltado por los propios pretorianos que, con el objetivo de presionar a los senadores, rodearon el edificio de la curia Julia donde se reunían, y en el que Juliano fue reconocido emperador con el nombre oficial de Marco Didio Severo Juliano.

La Curia Julia en Roma, lugar donde se reunía el Senado.

Fue la plebe de Roma, sin embargo, la que mostró un mayor descontento ante la proclamación de Juliano. Ya al día siguiente, el 29 de marzo, injurió al nuevo emperador en su camino al Senado, e incluso se atrevió a lanzarle piedras. Dión Casio nos informa de que la plebe acusó a Juliano de “ladrón del Imperio” y parricida, viéndose éste obligado al uso de la fuerza para acabar con aquella situación. No contenta con esto, la plebe se dirigió al Circo Máximo donde permaneció reunida toda la noche y durante el día siguiente, pronunciándose a favor de que Pescenio Niger, gobernador de la provincia de Siria, regresara a Roma con su ejército para asistirla.

Parecía, pues, que las cosas se le complicaban a Juliano desde un buen principio, aunque el nuevo emperador poseía una larga carrera al servicio del Estado que le convertía en una persona capacitada para tal nombramiento y que incluía el mando de una legión en Germania, la curatela de los alimentos en Italia y el gobierno de diversas provincias, entre ellas Bélgica, Dalmacia, Bitinia, África y Asia. Juliano era además uno de los miembros del Senado de mayor edad y rango. Aún así fue la forma en la que se había producido su ascenso al poder lo que desacreditó al nuevo augusto ante el resto de senadores, que aceptaron la situación, en gran medida, debido a la presión ejercida por los pretorianos, los causantes de la muerte de su predecesor Pertinax.

Fuera como fuese, la principal oposición ante el nombramiento como emperador de Juliano no se produjo en la ciudad de Roma sino en las provincias y más concretamente en aquellas donde estaban concentradas las legiones romanas. Como ya se había demostrado anteriormente, el verdadero poder no residía, entonces, en el Senado, en la ciudad de Roma o en las tropas pretorianas, sino en la amenaza que constituían los ejércitos provinciales que podían apoyar a sus generales en la lucha por el poder imponiendo, con la desnuda fuerza de las armas, a sus propios candidatos en aquellas ocasiones en las que la autoridad en Roma diera muestras de debilidad, como era ahora el caso tras la muerte violenta de dos emperadores, Cómodo y Pertinax. La situación no se hizo, pues, esperar, y no pasó demasiado tiempo para que aparecieran diversos pretendientes al “trono” imperial apoyados por sus respectivas legiones.

El primero de ellos fue Septimio Severo, gobernador de origen africano de la provincia de Panonia Superior, que fue proclamado emperador el 9 de abril del año 193 en Carnuntum (la actual Petronell-Carnuntum, en el noreste de Austria) y al que le apoyaban dieciséis legiones: las tres bajo sus órdenes y otras seis establecidas en las provincias de Moesia y Dacia, a las que se sumaron más tarde las legiones del Rin. Severo se presentó ante sus tropas como el vengador del difunto Pertinax.
Poco más tarde, Clodio Albino fue asimismo aclamado emperador en la provincia de Britania con el apoyo de las tres legiones establecidas allí y un gran número de fuerzas auxiliares.
El último en proclamarse emperador fue el propio Pescenio Níger, gobernador de la provincia de Siria, que lo hizo hacia finales de abril respaldado por las tropas orientales que sumaban un total de diez legiones.

La situación se complicaba para Juliano, sobre todo si tenemos en cuenta que para hacer frente a tales amenazas militares apenas contaba con el apoyo de los pretorianos, una fuerza que ascendía a unos 8.000-15.000 hombres que, con la muerte de Pertinax y el insólito nombramiento de él mismo como emperador demostraba la poca confianza que se podía depositar en ellos. Juliano no había llegado tampoco a decantar plenamente al Senado a su favor y mucho menos a la plebe, que había mostrado de forma clara su oposición al nuevo augusto.

Consciente de su precaria posición y a nivel de propaganda política, Juliano acuñó diversas series de monedas proclamándose Rector Orbis (‘regidor del mundo’) y manifestando la ‘unidad del ejército’ (Concordia militaris), unas afirmaciones, para su desgracia, bastante alejadas de la realidad.

Áureo de Juliano.

Más tarde, al llegar a Roma las noticias de la rebelión de las tropas en la provincia de Panonia, sin duda alguna la amenaza militar más cercana a la capital, el Senado, a instancias de Juliano,

declaró a Severo enemigo público, haciendo, seguramente, lo mismo con respecto a Níger. Juliano inició, además, las tareas para mejorar la defensa de la capital en el caso de que las tropas de Severo se dirigieran hacia ella. Para tal fin se sirvió de los pretorianos e incluso de los marineros de la flota de Miseno, la base naval romana establecida en la bahía de Nápoles.

reverso: leyenda Rector Orbis.

Juliano intentó, incluso, el reclutamiento con fines defensivos de los elefantes utilizados en los juegos y espectáculos de la ciudad de Roma. Sin embargo, tal y como nos informan nuestras fuentes, y en especial Dión Casio, que fue testigo presencial de los hechos, parece que ni los pretorianos ni los marineros se tomaron muy en serio sus tareas asignadas. Fue, además, imposible adiestrar a los elefantes para sostener sobre sus lomos las torres militares que tenían que dar cabida a los soldados.

La Historia Augusta nos indica que fue en estos momentos cuando Juliano ordenó la muerte del antiguo prefecto del pretorio, Leto, que había sido substituido en el cargo tras la muerte de Pertinax, y de Marcia, la concubina de Cómodo y una de las instigadoras de su asesinato, ya que sospechaba que aquél podía tomar partido por Severo.

Esta misma fuente nos informa de otras de las medidas que llevó a cabo Juliano con el objetivo de reconducir la situación en su favor. Una de ellas fue la concesión de una amnistía general a los soldados que habían tomado partido a favor de Severo, estableciendo, eso sí, una fecha límite para hacerla efectiva, de lo contrario ellos mismos serían declarados, también, enemigos públicos. Juliano nombró, además, a Valerio Catulino para que reemplazara en el cargo a Severo, provocando la sorpresa en el autor de su biografía en la Historia Augusta pues, como éste indica, el emperador actuaba “como si fuera posible sustituir a alguien que se había granjeado ya el favor del ejército”. Otra de las osadas medidas llevadas a cabo por Juliano fue el envío de Aquilio Felix, frumentarius (oficial de la “policía secreta” del ejército romano) especializado en el asesinato de senadores, con la misión de dar muerte al propio Severo.

Por su parte, éste último se dio prisa en iniciar su marcha hacia Italia y, aprovechándose de la aparente incapacidad de Juliano, alcanzó los pasos de los Alpes sin encontrar allí resistencia alguna, según Herodiano, historiador que vivió entre los siglos II y III d.C, porque Juliano no se atrevió a salir de la ciudad con las tropas pretorianas. Severo se adelantó también a su rival a la hora de conseguir el apoyo de la flota del Adriático estacionada en Rávena.

Por el contrario, los esfuerzos diplomáticos y militares llevados a cabo por Juliano no alcanzaban los resultados esperados, ya fuera por el fracaso en las negociones, como en el caso del envío de Vespronio Cándido a la frontera del Rin con el objetivo de conseguir el apoyo militar de las legiones allí establecidas, o por la deserción de diversos de sus emisarios, como fue el caso de la delegación senatorial enviada a Severo o la defección del mismo Aquilio Felix.

Juliano, consciente de su trágica situación, optó todavía por una nueva estratagema. Reunió de nuevo al Senado instándole a enviar a Severo una delegación constituida por sacerdotes, vestales y los propios miembros de la cámara en acto de súplica. La propuesta, sin embargo, fue rechazada tras el parlamento de Plaucio Quintilo, senador y augur, que según la Historia augusta objetó al propio Juliano que “no debería regir el Imperio un individuo que fuera incapaz de enfrentarse con las armas a su enemigo”, opinión a la que se sumaron la mayoría de los senadores.

La negativa del Senado a acceder a la solicitud de Juliano le obligó a elaborar un nuevo plan que contemplaba nombrar a Severo co-emperador. Para ello envió al prefecto del pretorio Tulio Crispino para hacerle llegar la propuesta a su rival, aunque fatídicamente éste fue interceptado por las tropas severianas y resultó, poco más tarde, ejecutado.

Imagen de Septimio Severo acompañado por su mujer, Julia Domna y sus dos hijos Caracala y Geta.

Severo, que ya poseía, según Herodiano, agentes en las cercanías y en el interior de la ciudad de Roma, escribió, de nuevo si seguimos la Historia augusta, a un gran número de personas en la capital y elaboró proclamas que fueron expuestas públicamente en su interior.

Nuestras fuentes nos informan de que llegado este momento y siendo tal la desesperación de Juliano, pues su propia vida le iba en ello, el emperador sucumbió ante la desazón, y llegó a realizar algún tipo de ritual que comportaba, según parece, sacrificios humanos.

Según la Historia augusta, “Juliano tuvo además la insensatez de utilizar a los magos para celebrar muchos ritos con los que pensaba aplacar el odio del pueblo o apaciguar la exaltación bélica de los soldados. En efecto, los magos sacrificaron algunas víctimas que no eran adecuadas para los ritos romanos y cantaron himnos profanos y Juliano hizo los ensalmos que, según las prescripciones, se hacen ante un espejo, en el que dicen que los niños ven el futuro, después de haber vendado sus ojos y haber pronunciado fórmulas mágicas sobre su cabeza, y en aquella ocasión se dice que un niño vio la llegada de Severo y la retirada de Juliano”.

Por su parte, Dión Casio nos informa de que Juliano “mató a muchos niños en un ritual mágico, creyendo que podría evitar algunas desgracias futuras si era capaz de conocerlas de antemano”.

Otra medida desesperada aunque con más fundamento político que la anterior, de la que también nos informa la Historia augusta, fue la nueva propuesta que Juliano presentó al Senado tras anular los anteriores decretos en relación al nombramiento de Severo como co-emperador y que contemplaba la llamada a las armas de los gladiadores de las escuelas de Capua y la decisión de compartir el poder con el viejo senador Claudio Pompeyano, general de Marco Aurelio y emparentado con este emperador al haberse casado en segundas nupcias con su hija Lucila. Pompeyano, que ya había rehusado la púrpura imperial al ofrecérsela Pertinax tras la muerte de Cómodo, volvió a rechazarla ahora aduciendo, de nuevo, su avanzada edad y “que tenía ya la vista cansada”.

Fue Severo el que dio el siguiente paso, solicitando a través del envío de cartas a los pretorianos el arresto de los responsables de la muerte de Pertinax, asegurándoles que si cumplían su requerimiento no tomaría ninguna represalia contra ellos. Los pretorianos, la base primordial del poder de Juliano, se declararon, entonces, a favor de Severo al responder positivamente a su solicitud e informando de ello al cónsul Silio Messala, que reunió de nuevo al Senado en el Ateneo, edificio construido por el emperador Adriano, e informó al resto de los senadores de la acción llevada a cabo por la guardia pretoriana. El Senado, consciente de la situación, condenó a muerte a Juliano, nombró emperador a Severo y deificó al asesinado Pertinax.

De la muerte de Didio Juliano, que se produjo el día 1 de julio del año 193, poseemos tres narraciones que, aunque muy similares, nos permiten conocer un poco mejor los últimos momentos de vida de este emperador, por lo que las reproduciremos íntegramente aquí.

Según Dión Casio, “Juliano fue asesinado mientras estaba descansando en el palacio imperial; sus únicas palabras fueron ‘¿Pero qué daño he hecho? ¿A quién he matado?’”.

Según la Historia augusta, “el Senado envió a unos individuos por cuya intervención, con la ayuda de un simple soldado, Juliano fue asesinado en Palacio, a pesar de que imploraba clemencia del César, es decir, de Severo […]. Severo entregó el cadáver a su esposa Manlia Escantila y a su hija, para que le dieran sepultura, y ellas le llevaron a enterrar a la tumba de su bisabuelo situada a cinco millas de la vía Labicana”.

Finalmente, según Herodiano: “Cuando el Senado supo que Juliano estaba tan asustado y que la guardia imperial lo había abandonado por temor a Severo, votó la muerte para Juliano y que Severo fuera proclamado emperador único. […] Entretanto un tribuno militar fue enviado a Juliano con la misión de matar al cobarde y miserable anciano que había comprado, así, con su propio dinero, un final tan desdichado. Fue encontrado solo y abandonado por todos y vergonzosamente, entre súplicas y lágrimas, fue ejecutado.

La Historia augusta, al final de la biografía dedicada a Juliano, nos ofrece una breve descripción del carácter de éste efímero emperador, que vale la pena, también, citar aquí como colofón.

“Se le echaron en cara a Juliano estos vicios: que había sido goloso y jugador, que se había entregado a los ejercicios gladiatorios y que todas estas pasiones las había adquirido de anciano, ya que durante su juventud jamás se le había acusado de ellas. Se le reprochó también su orgullo, aunque fue muy humilde, incluso cuando ejerció el poder. Por el contrario, fue muy afable en los banquetes, muy bondadoso ante las peticiones que le hacían y muy comedido respecto a la concesión de la libertad.

Vivió cincuenta y seis años y cuatro meses. Ostentó el poder imperial durante dos meses y cinco días. Se le reprochó principalmente que hubiera nombrado como lugartenientes suyos para gobernar la república a personas a las que tenía que haber controlado con su autoridad”.

La muerte de Juliano no supuso, sin embargo, la consolidación definitiva del poder de Severo, ya que una vez aquél estuvo fuera de combate aún tendría el nuevo hombre fuerte de Roma que enfrentarse a sus rivales Pescenio Níger primero y a Clodio Albino más tarde, no siendo hasta el año 197 cuando se impuso definitivamente a sus dos oponentes.

Lo que sí que dejaba claro la crisis política del año 193 (el año de los cinco emperadores) como antes habían demostrado los enfrentamientos militares originados tras la muerte de Nerón en el año 68 o el asesinato de Domiciano en el año 96, era que la principal fuente de poder ya no residía en Roma y mucho menos en el Senado que, aunque mantenía su prestigio como cámara en la que se reunía la aristocracia más rica y distinguida del Imperio, había perdido todas o la mayoría de sus atribuciones políticas reales y había quedado reducida a una herramienta administrativa que, aunque superior, dependía totalmente del emperador, el cual había ido apropiándose lenta per irremisiblemente del gobierno efectivo del Estado romano desde la época de Augusto.

El único estamento que mantenía su influencia en el acontecer político de Roma era, pues, el ejército, y sobre todo aquellas fuerzas concentradas en gran número en las fronteras del Imperio, que por su cuantía y su actuación bajo las órdenes de diferentes gobernadores provinciales, se podían convertir en el apoyo principal de cualquier general ambicioso que pretendiera la autoridad suprema.

La crisis del año 193 también dejaba claro el peligro que representaba la Guardia Pretoriana para aquél que detentaba el poder, que aunque menor, por el tipo de fuerzas de las que estaba constituida y de su número reducido, también se podía mostrar como una seria amenaza ante la autoridad del emperador. Su importancia residía en el hecho de ser las únicas fuerzas existentes en la provincia de Italia (establecidas en las afueras de la ciudad de Roma desde el reinado de Tiberio), condición que les otorgaba la capacidad de hacer y deshacer emperadores en base a sus propios intereses, como ya se había demostrado con la muerte del emperador Calígula y el nombramiento como augusto de su tío Claudio en el año 41 d.C., dos hechos en los que estuvo implicada la Guardia Pretoriana.

Didio Juliano pagaba así, con su vida, su atrevimiento político y dejaba claro para el futuro que a estas alturas de la historia de Roma se necesitaba algo más que el mero ofrecimiento de dinero y la realización de una más que digna carrera al servicio del Estado para optar a la más alta dignidad política del Imperio, premio reservado solo para aquellos que además de ello dispusieran de una amplia red de contactos y del apoyo de fuerzas militares capaces de secundar sus pretensiones a la púrpura imperial.

Entrevista radiofónica: EL EMPERADOR DIDIO JULIANO Y SU ASCENSO AL PODER (193 d.c.) – Luces en la Oscuridad

Fuentes primarias:

– Historia romana, Dion Casio.

– Historia del Imperio romano después de Marco Aurelio, Herodiano.

– Historia Augusta.

Bibliografía:

– Birley, A. R., Septimius Severus, The African Emperor, ed. Routledge, Londres, 1999.

– Bowman, A. K., Garnsey, P., Cameron, A. (editores), Cambridge Ancient History, The Crisis of Empire, AD 193-337, vol. 12, Cambridge University Press, Cambridge, 2008

– Fredouille, J-C., Diccionario de la civilización romana, ed. Larousse, Barcelona, 1995.

– Jerphagnon, L., Historia de la Roma antigua, ed. Edhasa, 2007.

– Potter, D. S., The Roman Empire at Bay AD 180-395, ed. Routledge, Londres, 2004

– Roldán Hervás, J. M., Historia de Roma, Ediciones Universidad de Salmanca, Salamanca, 1995.

– Roldán, J. M., Blázquez, J. M. y del Castillo, A., El Imperio romano (siglos I-III), col. Historia de Roma, ed. Cátedra, Madrid, 1989.

– Southern, P., The Roman Empire from Severus to Constantine, Routledge, Londres, 2001.
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Estrena cinematográfica: El caso Farewell, de Christian Carion

El próximo 5 de agosto llega a las pantallas de nuestro país la película El caso Farewell, una historia de intriga y espionaje basada en hechos reales, unos acontecimientos hasta ahora poco conocidos acaecidos a principios de la década de 1980, un film dirigido por Christian Carion y en cuyo reparto encontramos nombres tan conocidos como Diane Kruger, William Dafoe, Guillaume Canet y Emir Kusturica.

Fotograma de la película

El caso Farewell nos traslada al año 1981, aún en tiempos de la Guerra Fría, momento en el que el coronel de la KGB Grigoriev, desencantado con el gobierno de Brezhnev, decide contactar con un joven ingeniero francés en Moscú para entregarle unos documentos secretos, información de los detalles sobre la red de espionaje que la Unión Soviética tiene desplegada en los países occidentales; así da comienzo el caso de espionaje más importante de la Guerra Fría.

Dirigida por Christian Carion (director de Feliz Navidad y La chica de París), El caso Farewell cuenta con un amplio reparto, entre los que encontramos a Diane Kruger (Sin identidad), William Dafoe (Spider-Man), Niels Arestrup (Un profeta), entre otros actores, además de dos intérpretes conocidos principalmente por sus trabajos como directores: Emir Kusturica (Gato negro, gato blanco) y Guillaume Canet (Pequeñas mentiras sin importancia).

El caso Farewell se estrenará en nuestros cines el 5 de agosto de 2011.

Título: El caso Farewell
Título original: L’affaire Farewell
Nacionalidad: Francia
Año: 2010
Director: Christian Carion
Guión: Christian Carion, Eric Raynaud
Intérpretes: Diane Kruger, William Dafoe, Guillaume Canet, Fred Ward, Emir Kusturica, Alexandra Maria Lara, David Soul, Gary Lewis, Benno Furmann, Niels Arestrup, Ingeborga Dapkunaite, Dina Korzun, Alex Ferns, Philippe Magnan, Christian Sandstrom

Crítica teatral: Luces de bohemía, en la Biblioteca de Catalunya.


Ayer finalizaron en el espacio escénico de la Biblioteca de Catalunya las representaciones de la adaptación de la obra de teatro de Valle-Inclán Luces de Bohemia, un maravilloso ejemplo del esperpento literario, político y social de la España de principios del siglo XX y, también, de la España de inicios del siglo XXI.

Ciertas obras escritas se acaban convirtiendo a lo largo del tiempo, debido a diversos factores, en una referencia clásica para épocas posteriores que despliegan la amplitud de su mirada para, de vez en cuando, fijarla en sus páginas y extraer de ellas motivos e ideas válidas para su momento histórico concreto y aprovecharse, de esta manera, de la fuerza creativa del pasado para redirigirla hacia el presente y a veces, incluso, hacia el futuro.

Todo lo dicho en el párrafo anterior se podría aplicar a esta Luces de Bohemia adaptada por la compañía La Perla 29 y que se ha representado dentro del marco del Festival Grec de Barcelona 2011 en la Biblioteca de Catalunya. Un esfuerzo teatral destacado que se ha visto recompensado con la asistencia masiva del público que, como si fuera un partido de futbol, ha llenado las graderías/patio de butacas del teatro incluso en las sesiones de los días previos al final de sus representaciones, algo insólito en la oferta teatral de la ciudad y, más aún, a finales del mes de julio.

Y el éxito reside en la calidad y la clarividencia del texto, no por otra razón la obra más conocida de Ramón del Valle-Inclán, por el acierto en la adaptación de La Perla 29 liderada por Oriol Broggi y por la elección del cartel de actores, entre ellos Lluis Soler, Manel Dueso, Marissa Josa, Camilo García o Jordi Martínez, un seguro de profesionalidad y de “pedigrí” teatral.

Aunque me imagino que la trama de Luces de Bohemia es conocida por muchos, la sección en la que escribo me obliga a hacer una breve sinopsis de su argumento, que no es otro que el malsano pulular nocturno de Max Estrella, escritor y poeta ciego venido a menos, por las calles de un Madrid opresivo y bohemio de principios de la década de los años veinte del siglo pasado. La necesidad económica obliga a Estrella a salir de su casa para intentar deshacer una venta de libros al librero Zaratustra. La imposibilidad de llevar a buen fin esta transacción obliga a Estrella, acompañado de su “fiel” amigo Latino, a iniciar una odisea noctámbula que le hará recorrer calles, tabernas, prisión e incluso los despachos de un ministro excompañero suyo, lo que le hará entrar en contacto con algunos de los moradores de la noche, ya sean bohemios, prostitutas, guardias civiles, revoltosos, o anarquistas y le llevará a iniciar una última experiencia vital en la que será fiel testigo de las inmundicias de una España que se dirigía a marchas forzadas hacia el enfrentamiento político y social que desencadenaría la Guerra Civil y la instauración de un régimen fascista y dictatorial encarnado por la figura del general Franco.

Si aquellos que están leyendo ahora mismo esta reseña lo consideran correcto, evitaremos aquí hacer un análisis histórico de la obra de teatro, que necesitaría mucho más espacio del disponible aquí (y muchas más capacidades de las detentadas por mi persona), y nos centraremos más en la adaptación realizada por la compañía La Perla 29, que tendría que ser en un principio lo que más nos interesa.

Lo primero, sin duda, es el espacio en el que se desarrolla la obra. El escenario está cercado en forma de U por tres graderías que delimitan el desarrollo de la trama y aproximan el espectáculo al espectador. En el único límite abierto del mismo se ubica una entrada que tanto se convertirá en la parte exterior de una taberna como en el linde de un espacio interior. No hace falta que diga nada sobre el contenido arquitectónico y estructural del espacio teatral de la Biblioteca de Catalunya, un elemento que potencia el clasicismo y la sustancia de la obra en representación.

La adaptación de Broggi le da un tono animado a la obra. Son los mismos actores, en segundo plano, los que presentan las escenas que los focos se encargan de delimitar visualmente. De nuevo el final de un acto se reconvierte en el inicio del siguiente cuando se retiran o se resitúan los pocos elementos de atrezo que se muestran, entre ellos algunas mesas, sillones y cajones, lo que da a la obra un importante dinamismo. El único inconveniente para los espectadores lo representa la extremadamente alargada extensión del escenario rectangular que impide, en determinadas ocasiones y desde determinados sectores, poder seguir visualmente el acontecer dramático de la trama.

Broggi ha decidido mantener el esquema clásico (pensemos en los años veinte del siglo pasado) de la obra, manteniendo el formato visual de la misma, con un vestuario adecuado y unas formas precisas y ubicables temporalmente, hecho que se agradece y mucho en estos tiempos en los que casi cualquier cosa se actualiza y «tunea artísticamente» a la medida, consiguiendo, muchas veces, tan solo alborotar y confundir al respetable que resulta desorientado por el hecho de no establecer una relación clara entre lo que oye y lo que ve.

Y por último el trabajo de unos actores que enriquecen y redondean un artículo ya de por sí precioso. De nuevo nos hallamos con Luces de bohemia en presencia de lo que podríamos llamar, y permítanme que utilice de nuevo un símil futbolístico, una plantilla de Champions que incluye, y quiero citarlos a todos, a Lluis Soler, Xavier Boada, Màrcia Cisteró, Manel Dueso, Marissa Josa, Camilo García, Jordi Martínez y Jacob Torres, interpretando todos los personajes necesarios para la dramatización de la obra, lo que obliga a alguno de ellos a encarnar a más de un carácter. Creo, pues, que no hace falta decir nada más de la “potencia” actoral y teatral de la obra después de haber citado a los actores y las actrices que actúan en ella, las “horas de vuelo” de los cuáles garantizan un espectáculo de alta categoría y un reclamo seguro en taquilla, algo que ya se podía suponer, como así ha ocurrido, desde un principio.

Ya para finalizar, aunque el inicio del párrafo anterior comenzaba con un “Y por último”, destacar la categoría literaria del texto y del autor adaptados, Luces de Bohemia y Ramón María del Valle-Inclán, dos clásicos de la literatura en letras hispánicas y, como no podría ser de otra forma, también de la literatura universal, que producen una sensación de empequeñecimiento en el espectador que acude a una representación de la obra y le genera unas irrefrenables ganas de conocer algo más de la vida y de la obra de un gigante, en este caso de uno sobre pies de hierro colado.

Luces de Bohemia” se representó en el espacio escénico de la Biblioteca de Catalunya del 22 de junio al 24 de julio de 2011.

REESTRENO: La obra se repone en el espacio escénico de la Biblioteca de Catalunya del 20 de septiembre al 2 de diciembre de 2012.

Autor: Ramón María del Valle-Inclán
Dirección: Oriol Broggi
Intérpretes: Lluís Soler, Xavier Boada, Màrcia Cisteró, Manel Dueso, Camilo García, Marissa Josa, Jordi Martínez y Jacob Torres
Espacio: Oriol Broggi y Sebastià Brossa
Iluminación: Pep Barcons
Vestuario: Berta Riera
Sonido: Jordi Agut
Técnico: Guillem Gelabert
Producción: La Perla 29 con la colaboración del Grec 2011 Festival Barcelona
Horarios: de martes a sábado a las 20:30 horas y los domingos a las 18:30 horas.
Precio: 22 €.
Idioma: castellano.
Duración de la obra: 120 minutos.
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Estreno teatral: Locas, en el Versus Teatre.


Locas, el éxito de la escena alternativa madrileña llega al Versus Teatrede Barcelona.

Tras el reconocimiento recibido por la crítica y el público de la escena alternativa madrileña, Locas llega al Versus Teatre para acercarnos una divertida y a la vez dura historia sobre la locura al siglo XXI. El texto del joven dramaturgo José Pascual Abellán recibió numerosos elogios por el fiel retrato de los trastornos derivados de la sociedad de hoy en día y por las espléndidas actuaciones de las dos protagonistas, Ángeles González Cuerda y Maribel Jara. Su experiencia anterior como maestro de educación especial le permitió construir un relato que refleja de forma sorprendente la realidad de los delirios y los trastornos mentales, combinando de forma inteligente y respetuosa la comedia con el drama que viven los dos personajes.

La obra llega también con el eco derivado del controvertido cierre del Teatro Casa de Vacas de Madrid, que dejó a Locas sin espacio de representación el mismo día que empezaba la temporada.

Según el autor, se trata de una obra sobre los trastornos de la realidad y la necesidad del ser humano de inventar personajes para sobrevivir. Dos mujeres, dos vidas, el silencio y la necesidad de ser felices.

A lo largo de los siglos pensadores de la mente estudiaron el origen y el tratamiento de esta enfermedad esquiva e históricamente contradictoria. Pero serán dos mujeres, locas, o no, y que se encuentran en la consulta de un psiquiatra, o no, las que se encargarán de tirar por tierra todas las teorías habidas o por haber, descubriendo cuál es el verdadero origen de la locura. O de la cordura…porque, ¿qué significa estar loco?, y ¿estar cuerdo? ¿Acaso no son lo mismo?

Jennifertiene 4 empresas y una vida envidiable, un marido, un amante, y un apartamento en Lloret. Marta está casada con un marido al que ve, con suerte, un día a la semana, dos hijos a los que ve en la hora de la comida, una amiga que presume en sus narices de ser feliz y una tele donde no para de ver “El diario de Patricia”…

Muchas diferencias y algo en común: las dos están a un lado o al otro de la línea, la línea que separa lo que es de lo que no es…la locura de la cordura. Y es tan fácil estar a un lado o al otro…

Locas, o de cómo el ser humano tiene la imperiosa necesidad de inventarse personajes para sobrevivir en la realidad.

Locas” se representará en el Versus Teatre del 2 al 14 de agosto de 2011.

Dirección y dramaturgia: José Pascual Abellán
Reparto: Ángeles González Cuerda y Maribel Jara
Codirección: Doriam Sojo
Música original: José Francisco Giménez
Escenografía: Joaquín Román / Teatro A Cuestas
Producción: Teatro A Cuestas
Coordinación vestuario: Jonatan Mármol

Horarios: de martes a sábado a las 22:30 y domingos a las 20:30 horas.
Precio: 16 €
Idioma: castellano
Duración de la obra:75 minutos

Crítica de la obra en Culturalia: https://cinelatura.wordpress.com/2011/08/07/critica-teatral-locas-en-el-versus-teatre/

Noves publicacions a l’editorial A Contra Vent


De vegades, un fa grans descobriments de la manera més insospitada. Fa uns dies, llegint un article de José María Sanz, Loquillo, publicat a El Periódico de Catalunya (http://www.loquillo.com/barcelona-ciudad-3/#more-4195), vaig descobrir l’existència d’una editorial catalana, A Contra Vent, una empresa que s’ha proposat un objectiu ben interessant: recuperar els autors clàssics del periodisme català, aquells que van escriure durant les primeres dècades del segle XX. En l’article, Loquillo es feia ressò, concretament, de tres llibres que descriuen la Barcelona dels anys 20 i 30, una ciutat allunyada de la imatge de postal i disseny que ha fet fortuna entre els turistes de l’actualitat.

D’aquesta manera, A Contra Vent recupera tres autors catalans: Jaume Passarell, Domènec de Bellmunt i Francesc Madrid, els tres obligats a exiliar-se del país per motius ideològics en un o altre instant. Tots ells van ser referents en el periodisme del moment, centrant els seus treballs en la societat barcelonina de l’època.

Jaume Passarell (1890-1975) va ser un humorista d’intel•ligent ironia, reconegut tertulià, ninotaire, però, sobretot, periodista bohemi catalanista i liberal dels anys republicans. Obligat a marxar a l’exili l’any 1939, va patir greus represàlies i, quan va tornar, es va negar a escriure en castellà, marginant-se voluntàriament i abandonant l’activitat periodística. A Contra Vent publica Bohemis, pistolers, anarquistes i altres ninots, un recull dels articles que li van donar popularitat, textos que ens permeten conèixer la vida quotidiana de l’època, des del món bohemi, la faràndula i l’anarquisme barceloní, passant per l’univers tèrbol del Districte Vè, fins als costums i lleures de les classes més humils.

Domènec de Bellmunt (1903-1993) és l’ideòleg de la Catalunya reportera i pioner de la figura del reporter català. L’any 1924 es va veure obligat a exiliar-se a París, fugint de la Dictadura de Primo de Rivera; allà va conèixer el reportatge novel•lat, modern, un estil que va importar a Catalunya quan va tornar a Barcelona, l’any 1928. Onze anys després, amb la victòria de les tropes franquistes, Bellmunt es va exiliar a Tolosa de Llenguadoc. Gràcies a A Contra Vent recuperem els reportatges que va publicar a la premsa per mostrar la mala vida de Barcelona, recopilats sota el títol de La Barcelona Pecadora, on també s’hi inclou la novel•la que l’autor va escriure utilitzant la realitat que havia conegut amb els seus reportatges.

Francesc Madrid (1900-1952) tenia especial predilecció per retratar els ambients més sòrdids, fet que el va convertir en un dels millors cronistes dels baixos fons de la Barcelona de principis del XX, i és conegut per ser un dels primers en utilitzar la denominació de “barri xino” per referir-se al Districte Vè de la ciutat. Fidel al govern republicà de Lluís Companys, es va exiliar a l’Argentina l’any 1936. Ara trobarem per primera vegada la traducció al català del seu primer i més celebrat llibre: Sang a les Drassanes (publicat per primer cop el 1926 amb el títol de Sangre en Atarazanas), recull dels reportatges més impactants publicats al setmanari El Escándalo, llibre on trobarem meublées, cabarets, vagues generals, anarquistes, …, o tot allò que l’autor anomenava “la mala vida moderna de Barcelona”.

Nascuda l’any 2008, l’editorial A Contra Vent té la intenció de convertir-se en un referent dins el periodisme literari català i l’humor; així, gràcies a un exhaust treball per les hemeroteques dels diaris i magazins publicats tant a Catalunya com a l’exili, pretén fer arribar la feina dels primers periodistes catalans a tota mena de lectors, no només als més erudits, per recuperar la memòria dels menys afavorits. Per aquest motiu inicien dues col•leccions, la de “Periodisme” i “Els altres clàssics”, i tot sense perdre la independència que els ha caracteritzat des del seu inici.

Més informació: www.acontravent.cat