Crítica literaria: Cuatro amigos, de David Trueba

El apellido Trueba está estrechamente vinculado al mundo cinematográfico: ganador de un Óscar por Belle Époque, Fernando es posiblemente el más conocido de la saga; su hermano David también ha saboreado el éxito con sus películas, entre las que cabe destacar la magnífica La buena vida; Jonás, hijo de Fernando, ha sido el último en debutar como director de largometraje con Todas las canciones hablan de mí, bien recibida por la crítica. Sin embargo, el cine no ha sido el único ámbito en el que podemos encontrar a un Trueba: David ha demostrado una especial habilidad para explicar historias, y por ello también se adentró en la narrativa de ficción con tres novelas de éxito (a las que hay que añadir sus innumerables artículos para prensa escrita): Abierto toda la noche, Cuatro amigos y, la más reciente, Saber perder. Las tres son espléndidas historias merecedoras de análisis, pero aquí nos centraremos en la segunda, Cuatro amigos, una historia de amistad incondicional en un sofocante agosto de finales de siglo XX.

Los cuatro amigos del título son: Claudio, Blas, Raúl y Solo, encargado éste último de narrar la historia. Los cuatro forman una curiosa pandilla que, cercanos a la treintena, y viendo cómo se acerca inexorable el final de la juventud y la llegada a la edad adulta, para la que aún no están preparados, deciden huir de sus problemas familiares, laborales y amorosos, y regalarse unas desmadradas vacaciones durante los quince últimos días del mes de agosto, unas vacaciones con las que despedirse a lo grande de los días de locura juvenil que no volverán.

Así, deciden poner rumbo a Valencia desde su Madrid natal al volante de una vieja furgoneta que apesta a queso, iniciando un viaje sin rumbo establecido que les servirá para poner tierra de por medio con sus problemas. Sin imaginarlo, esa “ruta cochina”, como ellos llaman a su viaje, pondrá a prueba su amistad, sus principios y su paciencia, además de servirles para conocer una serie de personajes que, con sus peculiaridades, marcarán el viaje de los muchachos.

David Trueba

Planteada a modo de road-movie gamberra, Cuatro amigos esconde en sus páginas una interesante reflexión sobre la amistad y cómo se ve afectada por el final de una etapa que a muchos se nos antojaba eterna: la juventud, un tiempo de libertad y sin responsabilidades que, tarde o temprano, termina por convertirnos en aquello que detestábamos. Para ello, Trueba se sirve de cuatro personajes, quizá algo tópicos, pero en los que podremos reconocer algunas características de antiguos amigos (y, por qué no, de nosotros mismos) que nos acompañaron en aquellos días donde tan sólo importaba el aquí y ahora. De esta manera, Claudio es el ligón del grupo, ninguna mujer puede resistirse al poder hipnótico de sus músculos, forjados en su trabajo como repartidor de bebidas, músculos que le aportan una seguridad infinita en sí mismo; Blas es el muchacho gordo, siempre positivo, a quien las mujeres cuentan todos sus secretos, un método que utiliza para llevárselas a la cama, intentos que fracasan uno tras otro; Raúl fue el primero en abandonar la juventud, ahora ya casado y con gemelos esperándolo en casa, y a quien sus frustraciones laborales y personales le llevan a emprender el viaje a pesar de los intentos de su mujer por retenerlo a su lado; finalmente, Solo es el intelectual del grupo, romántico a su manera, desencantado con la vida, permanentemente insatisfecho, que abandona su trabajo en un periódico para realizar el viaje con el que huir de la presión que sobre él ejercen sus padres, buscando algo que dé sentido a su existencia.

Cuatro amigos podría dividirse en dos partes: la primera se centra en el inicio del viaje, las primeras juergas, los primeros encontronazos con personajes tan singulares como Anabel, quien busca refugio en el grupo tras su ruptura con su novio yonqui, Sonja, una prostituta checa a la que Blas pretenderá salvar de su mala vida, o Estrella, una anciana que resulta la única habitante de un hotel perdido en medio de la nada, cerca de Logroño; en la segunda parte, la amistad pasa a un segundo plano, dejando que el amor (o mejor el desamor) protagonice la historia, justo cuando los cuatro muchachos emprenden rumbo a una aldea de Lugo en una lujosa limusina para acudir a la boda de Bárbara, la antigua novia de Solo, de la que descubrirá que aún sigue enamorado sin remedio. Estructurada en tres grandes capítulos, a su vez la novela está subdividida en pequeños capítulos, cada uno de ellos terminado en acertadas citas que, bajo el título de Escrito en servilletas, suponen el germen de la novela que Solo pretende escribir, y de las que se desprende una visión negativa y fatalista de la vida.

David Trueba utiliza su pericia con el lenguaje para escribir esta novela, una historia en la que cabe destacar los constantes diálogos (llenos de ingenio, como era de esperar en alguien que ha cultivado el guión cinematográfico en diversas ocasiones) y las descripciones de los diferentes ambientes que conocerán los muchachos, todo con un lenguaje coloquial y cercano en el que no faltan ni los tacos ni la presencia del sexo en sus páginas, lógico en una historia protagonizada por unos jóvenes tan apasionados como éstos.

Divertida, a ratos reflexiva, tragicómica en definitiva, Cuatro amigos es una excelente novela que sirve no sólo como magnífico entretenimiento, sino que también funciona como refugio para aquéllos que ya hayan entrado en la llamada “edad adulta” y quieran recordar con cierta nostalgia los tiempos en los que las responsabilidades eran una quimera para la que creían estar inmunizados y que nunca llegaría a afectarles.

Título: Cuatro amigos
Autor: David Trueba
Editorial: Anagrama
Fecha de publicación: 1999
Páginas: 259
ISBN: 8433910892

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Escrito por: Robert Martínez Colomé

Estreno cinematográfico: Dinero fácil, de Daniel Espinosa

El próximo 26 de agosto llega a las pantallas de nuestro país la película Dinero fácil, un film que fue presentado en el pasado Festival de Sitges y que traslada a la gran pantalla el best-seller homónimo escrito por Jens Lapidus, un thriller ambientado en las calles de Estocolmo, dirigido por Daniel Espinosa y protagonizado por Matias Padin y Lisa Henni.

Los bajos fondos de la ciudad de Estocolmo viven el continuo enfrentamiento entre personajes marginales que luchan por hacerse con el control de la zona. Habituales de esos ambientes, tres delincuentes unirán sus destinos tras la desaparición de una mujer: Jorge, un criminal que escapa de la cárcel con un objetivo claro, matar al chivato que lo encarceló; Mrado, matón yugoslavo que pretende compaginar sus delictivas funciones con su papel de padre que lucha por lograr la custodia de su hija; y JW, taxista que intenta aparentar ser de una clase social a la que no pertenece.

Avalada por los más de 500.000 espectadores que acudieron a verla a los cines el pasado año en Suecia, Dinero fácil está dirigida por Daniel Espinosa (director de Babylon Disease), y cuenta en su reparto con actores apenas conocidos en nuestro país, como Matias Padin, Lisa Henni, Joel Kinnaman, Dragomir Mrsic o Annika Whittembury.

Tras su rotundo éxito en taquilla, los productores ya han anunciado para este año la secuela de Dinero fácil, a la que seguirá el próximo 2012 la tercera y última parte de esta trilogía, conocida como la trilogía negra de Estocolmo.

Dinero fácil se estrenará en nuestros cines el 26 de agosto de 2011.

Título: Dinero fácil
Título original: Snabba Cash
Nacionalidad: Suecia
Año: 2010
Director: Daniel Espinosa
Guión: Maria Karlsson
Intérpretes: Joel Kinnaman, Matias Padin, Dragomir Mrsic, Lisa Henni, Mahmut Suvakci, Jones Danko, Lea Stojanov, Dejan Čukić, Annika Whittembury