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Crítica teatral: Digue’m la veritat, en el Museu d’Arqueologia de Catalunya

Un espacio de teatro no convencional ha de servir para narrarnos una historia no convencional. Esta es la acertada idea que subyace en Digue’m la veritat de la compañía Eòlia, que estos días se representa en el marco del Festival Grec, en el Museu d’Arqueologia de Catalunya.

«Todo comienza con una inofensiva cena. Cristina, una especialista en alimentación antigua, invita a un grupo de amigos, a los que no ve desde hace años, a una velada exclusiva con la que se inaugura un ciclo de cenas en el que los platos principales se basan en ingredientes prehistóricos. Felices de reencontrarse, recordarán su pasado común sin imaginar lo que está a punto de suceder. Porque… ¿quiénes son en realidad esos invitados? ¿Por qué han coincidido en esta velada una arqueóloga, una traductora del árabe, un ingeniero convertido en misionero, una cooperante de una ONG, una corresponsal, un fotógrafo de guerra y un piloto militar?»

La obra pretende, de la mano del tándem Pablo Ley y Josep Galindo, jugar con el público con un thriller que nos habla de las aspiraciones de la juventud, de la amistad y de las relaciones y que nos plantea si existen las casualidades o si todo está definido, de alguna forma, por un poder superior. De esta forma el avance de la trama transforma una apacible reunión de amigos en una historia de suspense que descoloca al espectador y en una situación escénica que romperá la cuarta pared para interactuar directamente con el público. Y es aquí donde está el acierto de la obra, en el juego que hace entre la ilusión teatral, su rotura y su resolución final.

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De este modo el público será testigo de dos obras diferentes que se entremezclan: una más convencional y placentera y otra más innovadora y angustiosa en la que casi nada es lo que parece y en la que el suspense se desarrolla en un inteligente in crescendo dramático. Por lo que respecta a la autoría y la dirección, se nota que Ley-Galindo conviven teatralmente desde hace tiempo, y que su obra posee una única visión. Poco es lo que sobra entre la fase de escritura y la de dirección, como si todo fuera obra de una misma persona. Las actuaciones de los jóvenes miembros de la compañía Eòlia están a la altura del proyecto, lo que hace que el resultado esté afinado a partir de una interpretación coral de un grupo de amigos disfrutando de una cena. El escenario se adapta perfectamente a lo que la trama necesita, esto es, crear la ilusión de asistir a una velada gastronómica en el Museo de Arqueología.

Sin embargo la obra falla en su resolución final, difícil de seguir por el público y demasiado mística para ser del todo creíble. Una conclusión que, aunque bien alcanzada a través del clímax que se ha ido creando durante la representación de la obra, no acaba de convencer del todo.

Digue’m la veritat alcanza una muy buena nota por la frescura de las temáticas que trata, entre las que podemos hallar la realidad global del mundo y la cada vez más agobiante presencia de la violencia terrorista en los medios de comunicación, y la forma en como las trata, y nos habla de los grupos de amigos, aquellos cuyo origen se pierde en el pasado pero que son, la mayoría de las veces, las realidades que estructuran las vidas de la mayoría de nosotros.

«Digue’m la veritat» se representa en el Museu d’Arqueologia de Catalunya del 14 al 18 de julio de 2015.

Autor: Pablo Ley
Dirección: Josep Galindo
Reparto: Tasio Acezat, Cristina Blanco Aloy, Rai Borrell, Sonia Espinosa, Eugènia Manzanares, Kathy Sey y Toni Soldevila
Escenografía y vestuario: Projecte Galilei
Diseño de iluminación: Anna Espunya
Concepción sonora: Javi Gamazo
Producción: Grec 2015 Festival de Barcelona, Eòlia Escola Superior d’Art Dramàtic y Projecte Galilei

Horario: 20:30 horas
Precio: 17 €
Idioma: catalán
Duración: 90 minutos

NOTA CULTURALIA: 8
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Jorge Pisa

“El viatge d’Orfeu” de la Cia. InCordis: Amb l’equipatge als peus

El Regne dels Morts té una targeta de visita tan ostentosa que ens amunteguem per visitar-lo. Ens fascina aparentar encara que això mati els que ens fa especials. Enlloc de reivindicar les peculiaritats, insistim a desfilar pels dominis d’Hades, que responen a tants noms com concrecions té l’ambició humana. Per esmentar-be només uns exemples, vet aquí la prosperitat capitalista, la integració en el Món Occidental o el Triomf en l’aspecte més glamurós de la lloada Creativitat.

La Cia. InCordis ha estat omplint el Teatre Gaudí de Barcelona d’encès jazz, dinamisme coral i un collage d’escenes dramàtiques que empenyien el seu públic cap a un Inframón tan expressiu com irregular.

 

El director Josep Galindo intenta teixiir un tapís humà complex amb els fils de nou personatges de neguit vital que lluita un cop i un altre contra l’autodestrucció: un camioner entossudit a convèncer la Nit que el seu fill copilot s’interposava entre ambdós. Una africana desertora que torna a la seva llar amb profunda amnèsia europea. Res en comparació amb el poderós banquer que pretén fer de la seva malaltia terminal el negoci de la seva vida. Tots tres són peces del mosaic dramatúrgic de Pablo Ley. El seu encaix a l’espectacle és forçat perquè el tauler manca d’unes coordenades definides més enllà de la seva declaració de principis: Per viure, hem d’estimar el nostre propi Infern.

I en aquesta proclamació festiva és on “EL VIATGE D’ORFEU” s’enlaira: Defensant-se de les paraules pretensioses i del pòsit mitològic que tendeixen a enterrar-los, respiren per l’escenari nou actors entusiastes, entregats i joiosos dins la seva irregularitat. Que arriben a encisar quan eleven les seves veus a l’elegant club musical creat per Jorge de la Torre (el sensual “Midnight” que la frescor de Yolanda Sey i la picardia de Maria Colom converteixen en delícia; la dolcesa d’Irene Gellida dins l’exuberància del seu vestit màgicament pop). Que fan del desdoblament dramàtic una eina valuosa d’entreteniment artístic: En fila índia i fent eco dels moments més íntims. I que experimenten amb un reguitzell d’històries difícils de compaginar però suggeridores quan l’autor les apunta amb insistencia: el periple a Brooklyn d’una turista suïcida inspirada per John Dos Passos i interpretada per una intel·ligent Aldara Ojeda; la celebrada descripció circenca de Joan Scufesis de la malaltia que pateix.

Preparats doncs per a la Salvació? No cal pensar-s’ho quan Orfeu toca la lira. Només ballar amb il·lusió sota terra…

 Per Juan Marea

EL VIATGE D’ORFEU s’ha representat al Teatre Gaudí de Barcelona fins al 19 d’abril.
http://teatregaudibarcelona.com/es/el-viatge-dorfeu/

Magda Puyo, directora de “Cosmètica de l’enemic”: “La cultura es incomodidad.”

Magda ríe a mandíbula batiente y dispara pasión por su trabajo. Ni la grabadora está segura. Pero no seré yo quien consiga evitarlo.

 ¿Qué es “Cosmètica de l’enemic”?

Es la historia de un hombre que encuentra a su álter ego y este le ayudará a conocerse. Siente pánico porque tiene un lado oscuro. Al igual que hace Amélie Nothomb en su novela homónima, nuestra propuesta combina comedia y thriller psicológico.

¿Al público actual, en estos momentos, le gusta que le mostremos este lado?

Sí y mucho. Porque todos lo tenemos. Si alguien nos tirase un poco de la lengua, seguramente saldrían aspectos de nuestra personalidad mucho más negros que el blanco que enseñamos aparentemente. La obra habla de emociones fuertes y la gente las necesita. Aunque sean de ficción, las puede contrastar con sus propios miedos, con su angustia. Así dejamos escapar nuestra parte negativa. Y ello nos permite descansar. También es una forma de reírnos de nosotros mismos, de ironizar sobre la realidad. Y es que la vida es una tragicomedia grotesca.

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Magda claroscura

Lo que tenemos dentro no podemos rechazarlo. Lo importante es saber que lo tenemos y no negarlo. No te escondas de lo que tú también eres.

Definís la obra como un “juego ambiguo y seductor entre el Bien y el Mal”. ¿Por qué es tan tentador el Mal?

¿Por qué nos atraen los acantilados? Pues porque sabemos que si los traspasamos ocurrirá algo absolutamente desconocido y quizás descubriremos cosas de nosotros mismos que nos asusten mucho y que prefiramos ocultar. De todas maneras, el Mal es muy relativo: Muchas cosas que calificamos socialmente como buenas son malas en realidad. Y al revés.

La obra transcurre en la sala de espera un aeropuerto. ¿Es relevante que los hechos sucedan allí?

Por supuesto. En primer lugar, porque la sala de espera es tierra de nadie y en ella no estás protegido. En segundo lugar, mientras esperas tu mente puede estar en blanco porque no estás haciendo nada en concreto. Y finalmente porque no puedes escaparte de allí. Solo tienes una salida: Subir al avión. Después de encontrarse Jérôme Angust, el ejecutivo protagonista, con Textor Texel en dicho aeropuerto, el primero solo podrá dirigirse hacia una puerta, la del abismo.

La obra se centra en dos personajes antagonistas que “se oponen, se cruzan y finalmente se confunden”. Eso también ocurría en “Alma i Elisabeth”, la obra que estrenaste el pasado mes de junio adaptando “Persona” de Ingmar Bergman.

Es curioso pero no lo busqué intencionadamente. Ambas propuestas me las hizo Carles Manrique, el productor ejecutivo. En ambas se plantea la dualidad del ser humano. ¡Quizás fue mi subconsciente el que me llevó a ellas!. Mi hijo, al ver las dos obras, me preguntó si me pasaba algo, si tenía algún problema… Yo le contesté como hace todo el mundo: que no. Tanto Amélie Nothomb como Ingmar Bergman son personas muy contradictorias, en lucha constante consigo mismos y con la realidad y la sociedad. Sus obras son también muy complejas. Últimamente me divierto mucho haciendo cosas tan duras.

El título de la obra, “Cosmètica de l’enemic”, es extraño.

La “cosmética” (que viene de “cosmos”) es la ciencia que estudia el equilibrio del cosmos, es el “arte del equilibrio”. Textor equilibrará a esa persona que es Jérôme y su dualidad.

Te enfrentas al estilo de Nothomb, íntimo y hermético.

Amélie es muy dual. Nunca es tan hermética o grotesca como para llegar al límite. Siempre te permite volver. Lo combina muy bien. Algunos elementos de su obra, como cuando habla del jansenismo, de Pascal o incluso cierta influencia freudiana, podrían resultar herméticos. Pero al mismo tiempo es una novelista popular por su forma clara y diáfana de hacer que corra la acción y su capacidad de seducir al público. Además, Amélie tiene un sentido del humor negro. Y eso gusta mucho por la perversidad que todos llevamos dentro.

¿Cómo adaptasteis Pablo Ley y tú la novela?

La literatura de Amélie es muy teatral. Nos limitamos prácticamente a sintetizar su texto. A medida que avanza la obra, se abren puertas falsas repentinas que te llevan por otro lado. Intentamos no dejarnos ninguna de esas puertas. Quisimos mantener ese suspense, elemento frecuente en la obra de Nothomb. Nosotros solo hemos intentado no perder el equilibrio que su obra ya tiene.

Los actores, Lluís Soler y Xavier Ripoll, destacan por la gravedad de sus voces.

Sus voces contrastan muy bien. La de Xavier es algo volátil mientras que la de Lluís es más profunda, rasgo muy apropiado ya que él interpreta precisamente al enemigo interior. De ambos actores, destaco además su capacidad de hacer verdadero todo lo que aquí interpretan.

El espacio escénico es tuyo y de Martí Torras.

Yo quería contar la metáfora de la mente humana. Representarlo con algo que recordara al cerebro mediante formas organizadas. Y que el público formara parte del espectáculo de modo que puntualmente se sintiera en un aeropuerto abriendo una ventana hacia la mente de alguien para poder mirar adentro.

¿Cuáles son tus inquietudes como directora?

A mí me gusta crear espacios poéticos. Hacer una propuesta estética que incluya una complejidad ideológica. No me interesa hacer una copia de la realidad. Y me encanta trabajar la corporalidad de los actores. El cuerpo explica cosas irracionales mientras que la palabra siempre es racional. Por ello, el cuerpo lleva a lugares personales mucho más profundos.

¿Es la ambigüedad una forma de no mojarse?

El teatro es hacer preguntas. La respuesta debe darla el público formulándose más preguntas. El arte causa incógnitas. Cuando miramos un cuadro de Pollock, lo entendemos desde la emoción y la sensación, y no desde la razón. No obstante, a veces los directores y dramaturgos no sabemos explicar lo que queremos decir.

¿A quién va dirigida vuestra propuesta?

Es una obra con diversos niveles de lectura. Nos está sorprendiendo que venga a verla gente muy joven, que es un sector social poco habituado al teatro. Los domingos por la tarde, en cambio, el patio de butacas se llena de gente mayor. El público que estamos teniendo es un buen reflejo de la combinación que “Cosmètica de l’enemic” ofrece de lo popular y lo ambiguo. Estaremos en la Sala Muntaner hasta el 9 de noviembre y después tenemos catorce “bolos” por Catalunya.

Recomiéndame una obra que hayas visto recientemente.

La marquesa de Sade” dirigida por Emilià Carilla y protagonizada por Agnès Romeu, Muntsa Alcañiz, Àngels Bassas, Andrea Montero, Laura Fité y Enka Alonso en el Teatre Akadèmia de Barcelona. El trabajo de las actrices es muy interesante.

¿Cómo ves el panorama teatral catalán actual?

Hiperconservador y muy acomodaticio. Es necesario iniciar un proceso de liberación. La cultura y el arte de este país son un patrimonio muy rico: Por un lado, somos cuatro gatos y en cambio tenemos muchos artistas. Este proceso se inició en un momento dado pero ha quedado paralizado. Lo que tenemos ahora es un localismo patético.

¿A qué se debe esta situación?

Hace mucho tiempo que las instituciones públicas siguen un camino equivocado potenciando una serie de propuestas insuficientes para crear un tejido cultural pero que lucen mucho en el aparador. Esto pasa ahora más que nunca. Los proyectos mueren donde se estrenan y fundamentalmente en Barcelona: No hay una red de exhibición, solo edificios con sus focos. Todo son ladrillos y ordenadores. Y lo importante es que los artistas estén en el escenario. Por otra parte, los profesionales tenemos que depender menos de las instituciones.

¿Qué es la cultura para ti?

Un espacio de placer y reflexión. Un lugar donde buscarse como persona y como país. Es una de las pocas cosas que te hacen avanzar humanamente. Y empieza en la esfera más privada. Si la cultura local no es potente, nunca podrá dar el salto hacia lo universal. Y lo universal nace de la potenciación de aquello que proviene del territorio propio. Cuando lo que se promueve es una colección de obviedades, los saltos son fuegos artificiales. La cultura es incomodidad. Solo así es posible la búsqueda de algo mejor.

Apago la grabadora. Ahora soy yo el que debe responder a Magda.

por Juan Marea

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Magda, Xavier y Lluís, cosmonautas

Crítica teatral: “Paisaje sin casas” de La Virgueria: Mirando hacia nosotros mismos

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La ventana de delante no oculta.

Contemplar un paisaje puede causarnos placer. Como asistir a un espectáculo teatral. También la observación de un panorama nos puede inquietar. Como comprobar que una propuesta escénica aborda el lado más sórdido de nuestro entorno. Incluso darse de bruces con unas vistas desoladoras nos empujará a tomar conciencia de que las cosas no van bien.

La Virgueria, compañía que tiene como pulmón derecho el compromiso social y como pulmón izquierdo el nadar a contracorriente, enmarca su paisaje plantando en un suelo poético y minucioso unos personajes que aspiran a transmutar su condición de antihéroes en figuras que sobrevuelen con arrojo la miseria en que se hallan empantanados.

Aleix Fauró, diseñador de esta estampa honesta y bienintencionada, desperdiga en el escenario a unos actores esforzados y muy voluntariosos para que las proclamas del autor Pablo Ley se conviertan en clamor escénico.

Pero ocurre que es tanto el detenimiento del dramaturgo recreando su discurso en la descripción de la frustración existencial de sus personajes como morosa la narración de su quehacer diario que este “Paisaje” no solo no tiene “casas”, sino que además arrastra a su aridez la calidez que los personajes reclaman a gritos.

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 ¿Y si pasamos a la acción?

Y vayamos más allá de los efectismos de esta propuesta, como son la simpatía que suelen despertar en nuestra burguesa complacencia el retrato de los más desfavorecidos; o una escenografía realista que reproduce hasta el último detalle de una estancia doméstica.

Si nuestra mirada es clara y decidida, distinguirá el atractivo de comprobar que lo verdaderamente relevante en el aspecto dramatúrgico es la definición de los protagonistas a partir de su actitud de cronistas: uno de ellos (resultón Carles Gilabert) relatando hasta el último detalle sus andanzas de delincuente como “copiloto” aplicado de un compañero que nunca aparece; el otro (vulnerable Javier Beltrán), asintiendo y apostillando lo injusto que es este mundo del progreso para los que no pueden avanzar por veredas de consumismo.

Y luego está ese mundo exterior del que tanto hablan, que destripan y retuercen con puños de pasividad alarmante, y que les devoraría sin piedad en cuanto abandonasen su acomodada plática. Todo ello ejemplificado maravillosamente por Eduardo Telletxea (sugerente, contenido y verosímil) cuando irrumpe en escena episódicamente. La rudeza de su físico; lo parco de su expresión verbal y la resistencia a apalancarse de la criatura que le toca encarnar dinamizan el espectáculo y permiten también entrever lo rico que hubiese sido este “Paisaje” en el caso de haber dejado de lado la pretenciosidad de su discurso y si, además, sus protagonistas pudiesen expresarse sin tanto artificio literario y pose intelectual.

La vida, al fin y al cabo, es como insiste y persiste uno de los personajes: hurtar la lata de atún, cargar con ella como preciado tesoro y, sobre todo, dar buena cuenta de ella después.

por Juan Marea

Teatre Lliure
Plaza Margarida Xirgu, 1 de Barcelona
del 24 de abril al 11 de mayo
dramaturgia: Pablo Ley
dirección: Aleix Fauró
intérpretes: Javier Beltrán, Carles Gilabert y Eduardo Telletxea
espacio escénico: Ian Gehlhaar
iluminación: Andreu Romaní
en castellano
duración: 80 minutos (sin pausa)
horarios: de miércoles a viernes, 21 h; sábados, 21.30 h
precios: 12€ (anticipada), 15€ (1 hora antes en taquilla); descuentos: alumnos de interpretación (10% descuento); miembros de la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña (1 entrada a 6€ y 50% de descuento para acompañante)