En 2008 llegaba a nuestras librerías La mala dona, la segunda novela de un criminólogo de la sección científica de los Mossos d’Esquadra que ya apuntaba muy buenas maneras con su debut, Montecristo (2007); esa segunda incursión literaria recibió el premio Crímenes de Tinta y sirvió para consolidar a su responsable, Marc Pastor, en su faceta como escritor. Ahora aparece Bioko, la cuarta novela del autor catalán que tiene como protagonista a Moisés Corvo, uno de los comisarios que aparecían en La mala dona y que, en esta ocasión, ejerce de soldado en la isla de Fernando Poo de Guinea Ecuatorial, antigua colonia española de finales del siglo XIX, una historia en la que confluyen diversos géneros y que sirve para inaugurar una trilogía sobre viajes en el tiempo firmada por este escritor barcelonés.
El escritor barcelonés Marc Pastor
A finales del siglo XIX Moisés Corvo, un joven soldado destinado en el destacamento español del norte de África, es acusado de indisciplina, robo y traición, y por ello es trasladado a la isla de Fernando Poo, antigua Bioko. Incapaz de pasar desapercibido en su nuevo destino, Corvo continuará metiéndose en líos, al mismo tiempo que comprobará cómo una serie de extraños acontecimientos se suceden en el lugar y que bien podrían cambiar por completo el destino de la isla y de sus habitantes. Así, el joven buscará una explicación a esta situación, y por ello emprenderá una investigación con la que podría descubrir el misterio ancestral que oculta la isla.
A la hora de escribir sus libros, la máxima de Marc Pastor es hacerlo sobre aquello que a él, como lector, le gustaría leer, y quizás Bioko sea un buen ejemplo de ello, una divertida historia en la que combina géneros tan distintos como la novela negra, la histórica, la de aventuras y la fantástica. Tras un meticuloso proceso de documentación, Pastor nos invita a conocer el mundo de las colonias africanas del XIX, lugares lejanos y misteriosos que se le antojaban un magnífico material para un relato de ficción; la isla de Fernando Poo era, por entonces, una colonia penitenciaria bajo dominio español, un escenario ideal para mostrar de dónde surge la vocación policial de Moisés Corvo en el que será su primer caso.
Título:Bioko Autor: Marc Pastor Editorial: Planeta Páginas: 448 páginas Fecha de publicación: Marzo 2013 ISBN: 9788408112006 Precio: 19,90 €
Si el destino nos ofreciera la oportunidad de vengarnos de quien nos ha arrebatado lo que más queríamos, ¿seríamos realmente capaces de ejecutarla? El barcelonés Víctor del Árbol juega con esta premisa en su última novela, Respirar por la herida (Alrevés Editorial), la historia de unos personajes desorientados que comparten el trauma que significa perder a un ser querido en trágicas circunstancias.
La vida dejó de tener sentido para Eduardo en el mismo instante en el que murieron su mujer y su hija en un desafortunado accidente de tráfico. Ahora, el dolor por su pérdida es la única compañía de este pintor en su difícil día a día, sin ánimo por seguir adelante con sus tareas profesionales hasta que recibe un extraño encargo: Gloria Tagger, una famosa violoncelista, le propone realizar un retrato de Arthur, un empresario que resulta ser el responsable de la muerte de su hijo. Así, Eduardo acepta el reto de Tagger sin imaginar las consecuencias de ese trabajo en su existencia, sin intuir que, quizás, lo mejor para su estabilidad emocional hubiera sido rechazar la propuesta y seguir con su vida.
El escritor Víctor del Árbol
Víctor del Árbol ganó con La tristeza del samurái, su anterior novela, el premio a la mejor novela negra europea de la revista francesa ‘Le Point’ (2012), aunque no se sienta del todo cómodo con esa etiqueta, a él le gusta más definirla como “una novela negra atípica”, sin policías ni detectives, y en la que lo importante es el porqué de las reacciones de los protagonistas. Respirar por la herida es la cuarta novela de este licenciado en Historia que hasta hace poco trabajaba como Mosso d’Esquadra, un relato duro que ya se ha granjeado el favor de la crítica especializada por presentar unos personajes convertidos en auténticos supervivientes que intentan superar el dolor y la culpa de la mejor manera posible, una historia salpimentada con pequeñas dosis de maldad y desesperanza para demostrar que, según afirma del Árbol, la vida es injusta: “Te lo pone todo al alcance, te hace creer que la felicidad no es una exageración desmedida, y cuando te entregas a su juego, confiado, te lo arrebata todo en una única mano”.
Título:Respirar por la herida Autor: Víctor del Árbol Editorial: Alrevés Editorial Páginas: 528 páginas Fecha de publicación: Febrero 2013 ISBN: 9788415098799 Precio: 20,00 €
Cuando un personaje consigue granjearse la simpatía del lector por sus intervenciones en una serie de novelas, la aparición de un nuevo libro con ese mismo protagonista es recibido como si del rencuentro con un viejo amigo se tratase. Y eso sucede con personajes como el inspector Méndez, un policía desencantado con el presente que le ha tocado en suerte vivir, eternamente enfrentado a sus superiores por utilizar métodos nada ortodoxos, a un paso de la jubilación y con un profundo respeto a la ley, pero no a la que se imparte en los tribunales, no: para él solo cuenta la ley de las calles, un extraño código de honor –poco frecuente en la actualidad– que le hace ponerse del lado de los débiles y actuar con una contundencia implacable contra quienes se aprovechan de ellos.
Ricardo Méndez apareció por primera vez en Expediente Barcelona (1982) siendo un personaje auxiliar, pero muy pronto su creador –Francisco González Ledesma– se dio cuenta de que merecería ser el protagonista absoluto de una novela, y con Crónica sentimental en rojo (publicada en 1984 y que fue premiada con el premio Planeta) empezó la serie; ahora, casi treinta años después, llega a las librerías Peores maneras de morir, el nuevo caso de este policía que se mueve con pasmosa facilidad por los bajos fondos barceloneses, con un hígado castigado por los vinos más baratos ingeridos en locales insalubres, apasionado coleccionista de libros y enemistado sin remedio con las nuevas tecnologías.
El escritor Francisco González Ledesma
En esta ocasión, la muerte de dos muchachas en un edificio medio abandonado del Raval pone en alerta al viejo sabueso, quien hace oídos sordos a la expresa prohibición del comisario –conoce muy bien a Méndez, sabe que no tendrá piedad con el asesino y hará cualquier cosa por vengar su muerte, incluso saltarse la ley– y, en su investigación, descubrirá una trama de prostitución a nivel internacional. Además, en su camino por descubrir la verdad se cruzarán dos mujeres: Eva Ostrova, una adolescente que escapa de sus captores con una insaciable sed de venganza; y Mónica Arrabal, una bella dama de buena posición, muy educada en sus maneras y caritativa con los pobres. Así, Méndez intentará desmontar la organización criminal al mismo tiempo que le asaltarán una serie de dudas morales (¿debería detener a Ostrova y traicionar así a una vieja amiga, o mejor mirar hacia otro lado y dejar que ella lleve a cabo sus planes?, ¿logrará mantener la compostura ante unas piernas como las de Arrabal?).
Una vez más, Francisco González Ledesma no defrauda a sus seguidores, en su novela encontrarán una despiadada descripción de la realidad de la prostitución, grandes dosis de acción, heroínas de aspecto frágil capaces de asesinar de las maneras más sanguinarias, una bonita historia de amor y, por supuesto, dos protagonistas habituales en sus textos: el inspector Méndez, un antihéroe visceral, irónico y pesimista, sin temor a ser políticamente incorrecto pero siempre atento a las víctimas y a los desfavorecidos (¿hay algún otro policía que dedique su tiempo a pasear los perros de aquellos delincuentes a quienes él mismo ha encarcelado?); y Barcelona, la gran ciudad y su drástica transformación de los últimos años, ahora se ha deshumanizado, los viejos ideales se han olvidado, incluso la prostitución de barrio ha dejado su lugar a la trata de blancas internacional de la actualidad, y en las calles del Raval ese cambio es más que evidente, con contrastes entre los bares de menú de toda la vida y ese Hotel Barceló-Raval en el que el inspector no acaba de encontrarse cómodo, unos cambios que el escritor describe sin escatimar en la nostalgia que siente el protagonista por el pasado añorado.
El manuscrito original de Peores maneras de morir fue escrito en el año 2010, pero cuando solo faltaba la fase de corrección definitiva el autor sufrió un ictus que le impidió terminar el trabajo. Por esta razón la novela no ha sido publicada hasta ahora, cuando González Ledesma ha podido concluir el proceso con la inestimable ayuda de su hija Vicky. Sin embargo, en la actualidad su salud continúa siendo delicada, así que probablemente sea este el último caso del inspector Méndez. Espero equivocarme pero, de ser así, los lectores que hemos disfrutado con sus historias no podremos hacer otra cosa que lamentarnos y exclamar: ¡Coño, Méndez, te echaremos de menos!
Título:Peores maneras de morir Autor:Francisco González Ledesma Editorial: Planeta Páginas: 384 páginas Fecha de publicación: Enero 2013 ISBN: 9788408034919 Precio: 18,90 €
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Escrito por: Robert Martínez Colomé
La ciudad de Las Vegas de los años cincuenta es un escenario perfecto para ambientar una novela negra: aquella era una ciudad en la que buscaban refugio estrellas de la música y del cine, sus lujosos hoteles ofrecían un sinfín de oportunidades al turista ávido de diversión, mientras las familias mafiosas controlaban la situación para mantener intactos sus abundantes beneficios. El escritor Javier Márquez entendió que ese ambiente le ofrecía enormes posibilidades a su imaginación, y no dudó en plasmar esa fascinación en su nuevo libro, Letal como un solo de Charlie Parker (Salto de Página), una novela que combina historia real y ficción para recrear la “Ciudad del Pecado” de mediados del siglo XX.
El escritor Javier Márquez
Durante el rodaje de El conquistador de Mongolia, un western asiático protagonizado por John Wayne y producido por el millonario Howard Hughes, un trágico suceso interrumpe la grabación: una actriz aparece muerta en un río, y todo indica que la joven se ha suicidado. El encargado de gestionar el papeleo será Eddie Bennett, alias el Figura, un ‘solucionador de problemas’ que reside en una suite del Hotel Flamingo, conduce un Pontiac Silver Streak, comparte sofisticados cócteles con atractivas señoritas y se desenvuelve con soltura entre estrellas del show business, como Frank Sinatra, y capos de la mafia, como Johnny Roselli. Sin embargo nada será tan fácil como imaginaba, por lo que Bennett deberá investigar el caso ayudado por una diligente periodista, y esas indagaciones le llevarán a descubrir un dramático suceso y una conspiración para ocultarlo, con la Mafia, la CIA y el Ejército de los Estados Unidos implicados peligrosamente.
Enamorado confeso de la música y el cine, Javier Márquez utiliza ambas temáticas para tejer el debut literario de Eddie Bennett, un personaje que toma el nombre del protagonista de la película El buscavidas (Eddie Felson, interpretado por Paul Newman) y el apellido del cantante italoamericano Tony Bennett, y que sin duda en el futuro vivirá nuevas aventuras. Quizás el germen de Letal como un solo de Charlie Parker hay que buscarlo en Rat Pack. Viviendo a su manera, libro sobre el “Clan de las ratas” –Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y Joey Bishop– que estableció su sede en Las Vegas y que Márquez publicó en 2006. Ahora, el escritor sevillano utiliza la información recogida en aquel volumen con la intención de dar verosimilitud a su relato, una novela negra con el sabor de los grandes clásicos del género que mezcla realidad y ficción, con personajes e historias reales compartiendo escenario con personajes surgidos de la imaginación del autor, y todo ello en una trama que denuncia los intereses compartidos entre el gobierno estadounidense y el crimen organizado.
Título:Letal como un solo de Charlie Parker Autor: Javier Márquez Sánchez Editorial: Salto de Página Colección: Púrpura Páginas: 272 páginas Fecha de publicación: Febrero 2012 ISBN: 9788415065241 Precio: 18,00 €
La editorial Edhasa presenta Calle de los olvidados, la nueva novela de la alemana Stefanie Kremse, que nos sumerge en una arrebatadora trama policíaca para ofrecernos un espectacular retrato de la Barcelona de nuestros días en el que predominan la profundidad de campo y el claroscuro de género.
Anna Silber, periodista profesional y detective ocasional, llega por primera vez a Barcelona con el objetivo de escribir una guía de viajes alternativa de la ciudad. Sin embargo, esta hija de un alemán y de una catalana recientemente fallecidos alberga también la esperanza de hallar algunas piezas de su pasado que la ayuden a construir y afirmar su identidad, para superar de este modo una amarga crisis personal.
La ciudad donde aterriza en nada se parece a los tópicos que muestran las postales, y no tarda en descubrir que los habitantes del barrio en que se aloja viven atemorizados por lo que parece un asesino en serie. Al tiempo que es arrastrada por la vorágine de una vida cultural desenfrenada, Anna empieza a verse envuelta en una estremecedora trama en la que la especulación inmobiliaria, las mafias de Europa del Este y una serie de enigmáticos ritos parecen establecer extrañas vinculaciones.
Una novela en la mejor tradición de la novela negra barcelonesa de González Ledesma y Vázquez Montalbán.
Stefanie Kremser, nacida en 1967 en Alemania, creció con su familia germánico-boliviana en la ciudad de Sao Paulo, en Brasil. A los veinte años se trasladó a Múnich, donde cursó estudios de cinematografía documental en la Escuela de Cine y Televisión. Es autora de varios guiones para el cine y la televisión, y su primera novela, Postal de Copacabana, se publicó en la prestigiosa editorial alemana Piper. Actualmente reside en Barcelona, escenario de Calle de los olvidados.
Título:Calle de los olvidados Autora: Stefanie Kremser Editorial:Edhasa Sello: Polar Formato: Rústica c/solapas / 14.5 x 22.5 cm Traducción: Isabel Romero Reche ISBN: 978-84-350-1076-4 Precio: 18 €
A mediados de 2011 aparecía en nuestras librerías El verano de los juguetes muertos, la primera novela protagonizada por el inspector Héctor Salgado que, a su vez, significaba el debut como escritor del barcelonés Toni Hill, una historia policíaca que obtuvo una excelente acogida entre los seguidores del género. Apenas un año después Hill publica la continuación del caso (Los buenos suicidas), y esa fue la excusa perfecta para que Culturalia se citara con él y hablar, así, de sus dos novelas, de los personajes protagonistas, de sus influencias, de la posibilidad de convertir a Salgado en un personaje televisivo, y, sobre todo, de la literatura de género que tanto le apasiona.
El verano de los juguetes muertos se convirtió en un éxito de crítica y venta, hasta tal punto que el libro será traducido a dieciséis idiomas. ¿Esperabas ese magnífico recibimiento para tu debut?
La verdad es que no. ¿Cómo te lo vas a esperar? Yo escribía la novela en casa, hablé con gente de la editorial y les ofrecí unos capítulos que ellos aceptaron, así que sabía que al menos se iba a publicar. Pero se hacía en Debolsillo y con una primera tirada de 10.000 ejemplares, algo totalmente diferente a lo que fue después. Y no tenía ninguna noticia de que aquello fuera a cambiar hasta que, en la Feria de Torino, la novela se vendió a siete países antes de que saliera aquí. A partir de ese momento, se cambió el plan de márquetin y toda la estrategia prestablecida.
¿Tuviste algún momento de pánico antes de encarar esta segunda novela? ¿Te sientes especialmente presionado por no decepcionar a quienes entusiasmó la primera parte?
Claro, si no, no sería humano. La presión existe, pero más que a la hora de escribir, está en el momento de pensar una trama; tenía clara la continuación de los personajes principales, pero me preocupaba generar otra historia que fuera distinta de la primera y, a la vez, suficientemente atractiva para quienes les gustó El verano de los juguetes muertos. A la hora de escribir me planteé una estructura diferente, pensé en hacer algo distinto pero que interesara al mismo grupo de gente, cambiar todo lo posible sin romper las reglas del género. Pero, claro, hay presión. De todas maneras, lo mejor para superarla es escribir: si te paralizas y no haces nada, entonces ni avanzas ni hay libro. Básicamente, la máxima presión estaba en que los editores extranjeros habían comprado las dos novelas, así que esperaban la segunda para saber si el éxito de la primera había sido casualidad o no.
El título de la novela, Los buenos suicidas, es un gran acierto, a pesar de que Salgado no crea que existan buenos y malos suicidas. ¿A qué responde ese título?
El título es casi irónico. Pensé que “buenos suicidas”, igual que “juguetes muertos”, implicaba jugar con dos conceptos opuestos, una idea que me gustó, así que propuse ese título y, después de darle mil vueltas, fue el que se quedó.
El protagonista afirma que hay bastantes más suicidas de lo que se publica en los medios. ¿Crees que el suicidio sigue siendo un tema tabú en la sociedad actual?
Es un tabú asumido. De hecho, un suicidio tampoco es exactamente una noticia, pero lo cierto es que no hay estadísticas, no se contabilizan, muchos se encubren, parece que si hay noticias de estas, la gente que quiere hacerlo se ve acompañada, posiblemente la idea de suicidios genere más suicidios; por eso, para evitar males mayores, quizás exista ese pacto de silencio.
Los sospechosos de Los buenos suicidas trabajan en los Laboratorios Alemany, una empresa especializada en la producción de cosméticos. Supongo que lugares en los que, día tras día, comparten sus horas personas tan dispares como los trabajadores de cualquier gran empresa son una mina para un escritor de novelas de misterio, ¿no crees?
Es una mina para un escritor de cualquier género, lo que sucede es que se utiliza muy poco, salvo que sean empresas algo diabólicas, como la de La tapadera, de John Grisham. Se utilizan poco porque al mismo tiempo hay que hablar de una serie de temas que yo aquí evité como pude: si hablas de ellos debes hablar de su trabajo, y las reuniones de márquetin son poco literarias. Es un ambiente casi claustrofóbico, estás obligado a volver allí todos los días, a relacionarte con personas con las que en principio no tienes nada en común; es una multitud de gente metida en un mismo lugar, con las presiones lógicas del trabajo a las que hay que sumar los conflictos que tengan entre ellos. Por eso es un material que da mucho juego.
En esta novela hay algunas referencias a la crisis que vivimos actualmente. ¿Es imposible abstraerse de una situación tan crítica como esta, incluso a la hora de escribir ficción? ¿Piensas que esas pinceladas sitúan a los protagonistas en un mundo real, y no de espaldas a la actualidad?
Sí, en este caso sería imposible porque mi intención es que la gente se identifique con los personajes. La novela pasa a principios del 2011, cuando estábamos con aquello de los “brotes verdes” que esperábamos que crecieran; ahora la crisis es mucho peor de lo que era en ese momento, por lo que debía abstraerme de las últimas noticias y recordar cuando la gente no estaba tan preocupada como ahora. Al mismo tiempo, yo quiero que la gente se identifique con los personajes, que piensen que Sílvia se parece a un familiar, o que ese compañero de trabajo es tan raro como Manel. De ahí que estos personajes se comuniquen como lo hacemos actualmente, esa gente no es tan distinta, llevados a un extremo, a la que conocemos; así, que Amanda se vaya a Luz de Gas a tomar una copa me parece algo natural por su estatus. Por eso intento poner referencias sin excederme, para no caer en un costumbrismo caduco que no aporta demasiado.
Héctor Salgado es un inspector de los Mossos d’Esquadra originario de Argentina. ¿Por qué escogiste a alguien que no ha nacido aquí para protagonizar tus novelas? ¿Fue una elección casual?
Fue casual que fuera argentino, pero no que fuera extranjero. Alguien de aquí no me acababa de convencer, así que, como he vivido un tiempo en Buenos Aires, pensé en hacerlo argentino, hay muchos en Barcelona desde hace tiempo, y de esta manera si tengo que hacer alguna referencia a cualquier calle de allí, la puedo hacer con conocimiento. Además, la idiosincrasia argentina tiene mucho que ver con la de Salgado, medio melancólico, medio irónico.
Portada de El verano de los juguetes muertos
Salgado se aleja de aquellos policías que merodeaban por los bajos fondos y buscaban consuelo en el alcohol. De hecho, su refugio es el jogging, y su único vicio son los cigarrillos. ¿Es una forma de reflejar la realidad de la profesión y dejar atrás los estereotipos literarios?
Sí, lo del alcohol en la actualidad me parece fuera de lugar. ¿Dejarías que alguien que beba constantemente llevara un arma? Eso está bien para los detectives privados, o en países con altos índices de alcoholismo, pero aquí no; por otra parte, me hacen gracia esos alcohólicos de postal, aquellos que beben y al día siguiente están perfectamente. Además, en El verano de los juguetes muertos parecía que el personaje avanzaba hacia el tópico, pero luego se subvertía: es un policía divorciado, sí, aunque ella lo ha dejado por otra mujer; también tiene tendencia a perder los nervios, pero se preocupa de su hijo y mantiene una relación cariñosa con su casera; hay gente a su alrededor que le quiere, así que tan malo no debe ser. Salgado no bebe, pero tampoco come, se aleja de las novelas mediterráneas que pasan el día comiendo; él no lo hace, y los fans están muy preocupados por su dieta. Sea como sea no me lo imagino cocinando, ni a él ni a Leire, con los horarios actuales es difícil dedicar mucho tiempo a cocinar.
El inspector Salgado encuentra su contrapunto ideal en Leire Castro, una agente de carácter, independiente y resolutiva que en la segunda novela investiga por su cuenta y riesgo el caso de Ruth. ¿Utilizar una mujer como compañera del protagonista ayuda a romper los tópicos machistas?
No, creo que ahora ya es algo habitual, en las parejas chico-chica se establece una especie de tensión sexual que siempre va bien, yo juego con el estereotipo porque ambos son totalmente distintos: Salgado es mucho más melancólico y neurótico que Leire, ella avanza siempre sin caer en flashbacks, mientras que él divaga, tiene otra manera de ser, quizás por la edad (cuarenta y tantos años frente a los casi treinta de Leire), y la forma de ser de ella hace que se centre en la investigación descuidando su embarazo hasta extremos arriesgados. Yo intento explicarlos no solo por cómo son ellos, sino también por cómo les tratan los demás, y está claro que a los dos les aprecian.
La comisaría en la que trabaja Salgado es uno de los escenarios comunes en tus dos novelas. ¿Realizaste algún tipo de trabajo previo de documentación sobre el día a día en una comisaría?
Lo cierto es que no, quizás debería haberlo hecho, pero es dificilísimo. Fui a la comisaria de Lleida, pero todas son iguales. Por otro lado, la realidad no tiene nada que ver con la literatura, en este país todo es distinto a cómo lo imaginamos: los policías no interrogan, lo hacen los agentes judiciales, hay pocos inspectores,… Nosotros tenemos una visión muy americana, y no se ajusta a la realidad de nuestro país, así que tan solo hay que intentar no cometer barbaridades. De todas maneras, tampoco quiero saber si lo que escribo es real, me conformo pensando que es perfectamente verosímil, posiblemente la verdad sería tan poco interesante que no merecería la pena leerla.
La novela anterior queda marcada por la desaparición de Ruth, la ex esposa del inspector, un suceso que en Los buenos suicidas tiene un gran peso. Sin que nos adelantes nada, pero ¿ya sabes cómo se resolverá todo? ¿Lo sabías ya en el mismo momento en que decides que desaparezca, o tu primera idea ha ido evolucionando?
Cuando decidí que Ruth desapareciera, la novela acababa ahí, sin investigación posterior, pero ya había imaginado qué le podría haber pasado. Todo el mundo lo considera una especie de cliffhanger, una puerta abierta para una segunda novela, pero para mí el final tenía sentido, demostrando que el vudú, subestimado en todo momento y que parecía que solo se lo creían las prostitutas nigerianas incultas, podía traspasar la línea y colarse en la vida de dos personajes no creyentes en él; esa era mi única intención cuando escribí el final de El verano de los juguetes muertos. Sin embargo, en la segunda parte no podía obviar esa desaparición. Así que, en efecto, ya sabía qué le había pasado, pero vosotros también lo sabéis, si pensáis un poco (Risas). La escena final de Los buenos suicidas debía terminar sabiendo quién llama a la puerta, y yo no pretendo mentir al lector: si la visita alguien es porque tiene que ver con su desaparición; si no, no lo pondría. El caso de Ruth podría ser una novela por si misma, pero yo lo resuelvo en dos, con el próximo libro se cierra la trilogía y en mi cabeza el final cuadra, es complicado pero encaja. De todas maneras no hay ni una pista falsa, en este momento tenéis el 70 % de la información necesaria, así que no habrá una gran sorpresa, es bastante lógico.
Eres licenciado en psicología y llevas años trabajando en el ámbito editorial. ¿Qué te hizo dar el paso de traductor a autor?
Portada de Los buenos suicidas
Hace años que trabajo en el mundo editorial, soy traductor, también he realizado funciones de corrector, y en todo este tiempo he visto muchos originales, y al final piensas: “Yo también lo sé hacer”. Pasan los años y decides demostrar que puedes hacerlo, así que encontré el momento ideal para dedicarme un tiempo a escribir, con las mañanas libres. Sin embargo, trabajar con gente de la editorial es un arma de doble filo: te harán mucho caso la primera vez pero, según el resultado, no lo harán la siguiente. Por otro lado, yo quería publicar la novela, sin pensar si se vendería o no. Y cuando ya había empezado vi que se me daba bien crear personajes y elaborar diálogos, lo complicado era crear la trama, por eso algunos meses me los pasé pensando en un mundo ficticio y escribiendo de madrugada.
Tengo entendido que eres un gran admirador de la literatura de misterio anglosajona. ¿Hay algún escritor que te haya influido especialmente?
Hay varios, desde que lees a Agatha Crhristie cuando tienes doce años te fijas en sus tramas elaboradas con coherencia, ella reflejaba su época, aunque sus personajes eran poco creíbles. Me gusta mucho Dennis Lehane: Mystic River es una novela que trasciende al género porque tiene todos los elementos de la novela criminal y, al mismo tiempo, un elenco de personajes que funcionaría bien sin el crimen. Otros escritores que me gustan son John Connolly y Michael Connelly. La verdad es que he leído más crimen anglosajón que de cualquier otro sitio, aunque en nuestro país también hay novelas muy buenas, como No llames a casa de Carlos Zanón, o Las niñas perdidas de Cristina Fallarás. Recomiendo especialmente La tristeza del samurái de Víctor del Árbol, a quien conocí en la Semana Negra de Gijón y cuyo libro ha sido premiado en Francia; es una historia ambientada en dos tiempos: los años posteriores a la Guerra Civil y el golpe de estado de Antonio Tejero (1981), dos tramas paralelas que funcionan bien.
Has necesitado tan solo dos libros para consolidarte como un buen especialista de novela policíaca. ¿Te imaginas cambiando de género en el futuro –pasar a novela histórica, de humor, de ciencia-ficción,…– o te sientes tan cómodo con las investigaciones policiales que no te planteas ese cambio?
Sí me imagino cambiando de género, y además pasará. Si cambio voy a eliminar el género, quiero hacer una serie de relatos aunque no se publiquen, escribir algo que empiezas y acabas en una semana, así la obsesión se elimina en pocos días. También me gustaría probar, en algún momento, con la literatura de terror, que parece que aquí está muy mal vista, de la misma manera que lo estaba la novela negra hasta hace apenas cuatro días. Aquí los géneros quedan arrinconados, no sé muy bien por qué, no sé si es por prejuicios, o por conservadurismo…
Tanto en El verano de los juguetes muertos como en Los buenos suicidas se intuye un material excelente para hacer una película. ¿Te lo han propuesto ya?
Pues sí, el proyecto está en fase embrionaria, y será una mini-serie de dos episodios basada en El verano de los juguetes muertos; los derechos están vendidos a Portocabo, pero el problema está en encontrar la financiación. En principio yo tan solo les echaré una mano, les daré mi opinión, pero el guión lo harán ellos. Creo que saldrá adelante, tienen muchas ganas y únicamente falta que las televisiones decidan financiarla. Ya veremos si será una realidad o no…
Los seguidores del inspector Héctor Salgado quedan desamparados al terminar Los buenos suicidas, impacientes, a la espera del próximo caso. ¿Puedes recomendarles alguna novela que te haya gustado especialmente en los últimos tiempos? No importa si es de género policíaco o no.
Sí, puedo recomendar varias: La tristeza del samurái de Víctor del Árbol, Chesil Beach de Ian McEwan, No confíes en nadie de S. J. Watson, por sistema yo recomiendo todo lo que escribe Philip Roth, y también la última de Jo Nesbø, un autor noruego que ahora es la gran sensación en Inglaterra y que próximamente verá cómo Martin Scorsese dirigirá la versión cinematográfica de su novela The Snowman.
No nos faltarán opciones, no.
Título:Los buenos suicidas / Els bons suicides Autor: Toni Hill Editorial: Debolsillo Colección: Best Seller Páginas: 384 páginas Fecha de publicación: Junio 2012 ISBN: 9788499896786 Precio: 12,95 €
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Escrito por: Robert Martínez Colomé
Hace unos meses nos hacíamos eco del primer caso de Héctor Salgado, un inspector de los Mossos d’Esquadra que, de la mano del escritor Toni Hill (Barcelona, 1966), debutaba con El verano de los juguetes muertos, una novela policíaca que se convirtió en una de las grandes sorpresas literarias de 2011. El final de esa historia dejaba al lector sumido en una total incertidumbre, por eso Hill no ha querido que sus seguidores desesperen y, apenas un año después, publica Los buenos suicidas, el nuevo caso de Salgado y compañía que promete tanto misterio como el que había en su primera investigación, una historia que consagra al escritor barcelonés entre los mejores especialistas del género y confirma que el éxito de su predecesora no fue flor de un día, una novela plagada de intrigas y sorpresas que el lector devorará con avidez y que, una vez más, le dejará completamente desconcertado y deseando saber cómo se las ingeniará el autor para continuar la historia.
En la Noche de Reyes de 2011, una mujer decide poner fin a su vida en la estación de metro de Urquinaona. El caso es asignado al inspector Héctor Salgado, quien seis meses después de la desaparición de Ruth, su ex esposa, no pasa por su mejor momento: las noches de insomnio se eternizan al mismo tiempo que consume un cigarrillo tras otro, única válvula de escape para no caer en la más absoluta desesperación. No obstante encontrará refugio en el trabajo y en esa muerte que, quizás, no esté tan clara como los hechos indican: el móvil de la suicida está vacío, limpio de datos, y tan solo un mensaje en él, una desagradable foto acompañada de tres palabras: “No te olvides”. En paralelo, la agente Leire Castro, de baja por su inminente maternidad, empezará a trabajar en la desaparición de Ruth, una investigación que el tiempo ha aparcado en el cajón de los casos sin resolver.
Así, por sus casi cuatrocientas páginas desfilan un buen número de sospechosos, ya que las pistas dirigirán al inspector hasta los Laboratorios Alemany, una empresa dedicada a los cosméticos cuyos trabajadores guardan secretos compartidos y mantienen sospechosos pactos a la vez que desconfían unos de otros. Esta riqueza de personajes permite a Hill analizar diversos aspectos de la conducta humana y la forma en que cada uno encara los problemas, desde el temor y los remordimientos de unos a la entereza y la capacidad de liderazgo de otros, y todos ellos con una obsesión común: ocultar la verdad.
El escritor Toni Hill
Es inevitable que quien lea Los buenos suicidas la compare con El verano de los juguetes muertos. En este sentido, si le gustó la primera puede estar tranquilo, ya que las dos mantienen algunos puntos en común: en ambas novelas encontramos dos casos por resolver, unos crímenes cuyas investigaciones avanzan en paralelo sin entorpecer la lectura; además, los dos libros mantienen expectante al lector en todo momento, el final de cada capítulo es una provocación, un estímulo constante que impide dejar de leer, y todo gracias a la destreza de Hill a la hora de confeccionar minuciosas intrigas, su perfeccionismo hace que cuide hasta el detalle más pequeño mientras prescinde de cualquier dato accesorio, una habilidad que le permite hilvanar el caso actual con otro sucedido meses atrás de forma natural.
Sin embargo, entre las dos novelas existen algunas diferencias. Ahora Toni Hill da un paso adelante en su fórmula e introduce algunas variantes en la estructura de la historia que enriquecen el resultado. El cambio más significativo tiene que ver con el tiempo que dura la investigación del caso: si la primera se desarrollaba en tan solo cinco días, esta transcurre en un par de semanas, una solución para conceder más peso, mayor entidad, a los personajes, tener más tiempo le posibilita ahondar en la personalidad y las debilidades de sus protagonistas (los seis meses transcurridos han hecho mella en Salgado, ahora está desorientado, desconocer el paradero de su ex esposa le hace vivir atormentado día tras día, y a ello hay que sumarle la escasa complicidad que mantiene con su hijo, prácticamente un desconocido a quien debe cuidar sin saber muy bien cómo), además de consolidar las características que ya se apuntaban en la primera parte (Leire ya demostraba ser una agente inquieta, incapaz de quedarse en casa descansando, y ahora no duda ni un instante en hacerse cargo del caso de Ruth). Asimismo, Hill nos hace cómplices de las intimidades de los sospechosos, aquellas historias que aparecen en segundo plano y que nada tienen que ver con el caso de forma estricta, pero que quizás expliquen algunos de sus comportamientos.
Los buenos suicidas se presentó el pasado 7 de julio en la librería “Negra y criminal” –imposible escoger un lugar más apropiado que este–; allí, el anfitrión, Paco Camarasa, pura sabiduría noir, afirmó con vehemencia que esta segunda parte es mucho mejor que la primera, una sentencia que yo mismo comparto, así que, si me permiten el consejo, háganle caso: si se divirtieron con El verano de los juguetes muertos deben leer Los buenos suicidas sin más dilación, porque no hay duda que esta es la mejor propuesta para quienes disfrutan con las intrigas criminales de nuestros días.
Título:Los buenos suicidas / Els bons suicides Autor: Toni Hill Editorial: Debolsillo Colección: Best Seller Páginas: 384 páginas Fecha de publicación: Junio 2012 ISBN: 9788499896786 Precio: 12,95 €
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Escrito por: Robert Martínez Colomé
Roja & Negra nos presenta la última novela de Johan Theorin, El guardián de los niños, una trama de misterio que nos adentra en el inquietante terreno de terror psicológico.
Cuando Jan Hauger se traslada a vivir a una pequeña ciudad de la costa este de Suecia nada se sabe de su pasado, es más, un elemento turbador hace sombra a su impecable comportamiento. El trabajo de Jan consistirá en ser el nuevo profesor de la escuela infantil de la clínica psiquiátrica Santa Patricia, conocida con un apelativo siniestro, Santa Psicópata.
La guardería de la clínica es un lugar moderno, aparentemente idílico en el que apenas hay diez alumnos, todos ellos hijos de los pacientes del psiquiátrico. Los niños mantienen contacto con sus padres, pero siempre controlado y Jan es el responsable de crear un clima de “normalidad” en un lugar plagado de malos recuerdos y accidentes inexplicables.
Tras un período de prueba, Jan resulta ser un profesor indispensable, responsable y serio. No obstante ¿cuál es la verdadera razón de que Jan esté en la guardería de un remoto centro psiquiátrico? Tal vez tenga algo que ver con Alice Rami, una residente del hospital. ¿Y cuál es la historia que esconde Jan? Hace años que Jan esconde algo, nunca se habló de los sucesos que tuvieron lugar en otra guardería, hace unos años, cuando llevó a un grupo de niños de excursión al bosque y volvió con unos menos…¿fue un secuestro?¿un asesinato?¿o una desaparición?
Así arranca una novela que es la crónica de una sociedad que esconde profundas cicatrices, de un crimen y de una historia de amor.
Premio del año de los lectores de Francia.
«Johan Theorin se ha convertido en uno de los más firmes candidatos a la posteridad, entre otras cosas, por su refinada escritura, el lirismo de su prosa y el uso de elementos poco habituales en un género repleto de arquetipos». José A. Muñoz, Revista de letras.
«La última sensación del thriller sueco» The Times.
Título:El guardián de los niños Autor: Johan Theorin Editorial: Mondadori Fecha de publicación: 7 de junio de 2012 Colección: Roja & negra ISBN: 9788439725800 Nº de páginas: 528 Formato: tapa blanda / 140 x 215 x 23 cm. Precio: 18,90 € Precio ebook: 12,99 €
¿Qué hubo detrás de la muerte de Germánico el 10 de octubre del año 19 d.C.? ¿Existieron motivos políticos que provocaran su enfermedad y su posterior fallecimiento en Antioquía? ¿Tuvieron que ver algo en ella Livia, el emperador Tiberio, Sejano, su mano derecha y Calpurnio Pisón, el gobernador de la provincia de Siria? La editorial Alamut nos presenta una nueva aventura detectivesca de ficción protagonizada por Marco Corvino, una investigación en el corazón del poder imperial romano narrada con sentido del humor y con la desacomplejada y sugerente pluma de David Wishart.
Es un ejercicio refrescante el hecho de volverse a topar con el descaro y la osadía del joven patricio Corvino, en una nueva indagación que trata en esta segunda ocasión de la prematura muerte de Germánico, una de las figuras políticas más admiradas en la Roma de los primeros Julio-Claudios, y un acontecimiento que conmovió a la opinión pública de aquel entonces, y no era para menos, ya que Germánico se perfilaba como el sucesor «impuesto» del emperador Tiberio…
Todo comienza poco más o menos donde se había acabado en la primera entrega de la serie. Livia, la viuda de Augusto y madre del emperador Tiberio, sorprendida y satisfecha por la competente indagación que el joven Corvino realizó en torno al desastre militar de Varo en Germania (9 d.C.), le encarga de forma extraoficial la investigación del reciente fallecimiento de Germánico en Siria, una muerte extraña y mucho más que oportuna del heredero del trono imperial, rodeada de secretos y acusaciones que pueden comprometer no tan solo a las autoridades provinciales, sino a la figura del propio emperador, a Sejano su «malvada» mano derecha e incluso a la familia imperial.
Para ello Corvino iniciará sus pesquisas en Roma, ayudado por sus contactos en los bajos fondos de la ciudad. Si bien la concatenación de hipótesis, muertes y probabilidades le dirigirán hacia la provincia de Siria y a la extraña conducta allí de las autoridades provinciales. Un periplo de «investigación» que le encaminará a la posible resolución del caso…
Wishart nos presenta una nueva aventura detectivesca ambientada en la Roma clásica donde la política vuelve a estar muy presente, y en la cual nos vuelve a mostrar su amplio conocimiento pericial de la época escanciado con un amplio e incisivo sentido del humor. En esta ocasión Wishart ha escogido otro de los enigmas históricos que rodean la inicial historia del Imperio romano, acaecido durante el gobierno del emperador Tiberio y que no es otro que el de la muerte de Germánico, designado por Augusto heredero de Tiberio, y que marcó no tan solo el porvenir de la dinastía Julio-Claudia, sino también la política imperial. En este aspecto se ha de destacar lo voluntarioso de la intentona de Wishart, pues, como en el caso de la aventura anterior, los asuntos sobre los que hipotetiza (en forma de ficción, claro está) no han permitido a los historiadores llegar a un consenso sobre qué es verdaderamente lo que aconteció y qué motivó, sino fue la naturaleza misma, la muerte de Germánico. Un espacio «en blanco» que representan un verdadero filón narrativo para alguien como Wishart, que se mueve como pez en el agua incorporando ingenio e imaginación a los magros datos históricos conocidos al respecto.
Para ello tendremos de nuevo que estar muy atentos tanto a los personajes como a su posición en el engranaje político y administrativo del Imperio. Pero tranquilos, porque la afilada e implacable pluma del autor nos da toda clase de alivios y desahogos: una magnífica y efectiva ambientación de la historia en la que asistiremos a las cenas de la aristocracia de más alto copete, acompañaremos a Corvino y a Perila, ya su mujer en esta segunda entrega, en la investigación y nos internaremos en la vida cotidiana de la capital del imperio. En este episodio, viajaremos, además hacia Oriente, un hecho muy habitual en las novelas «de género», visitando la provincia de Siria, el centro neurálgico de la organización militar defensiva de Roma en el este amenazado por los partos, y el lugar donde se produjo la muerte de Germánico, sin duda el mejor sitio para intentar descubrir qué es lo que verdaderamente ocurrió ¿no creen?
La propuesta de Wishart es toda una aventura para aquellos a los que les gusta la novela negra arropada en el género de la novela histórica. Aunque como ya saben Corvino no es un investigador a la usanza, ya que su actitud de joven patricio rebelde, su constante ingesta de vino y su peculiar comportamiento, hacen que la trama principal, una «investigación criminal» enmarcada en los entresijos del poder imperial romano, se convierta en una obra de humor continuo y afilado, con un destacable ritmo narrativo que nos relata el día a día de la época.
La muerte de Germánico es, así, un buen ejercicio de inmersión (novelística, esto hay que tenerlo en cuenta) en un pasado histórico enfocado de una forma amena y divertida, a la vez que mantiene la templanza histórica (el «sentido de la historia» que defendía Anthony Mann) que permite al lector, sea éste quien sea, disfrutar de una aventura ambientada en el pasado y acercarse a él sin la rigurosidad de las estatuas de piedra y los monumentos literarios que tanto han ensalzado la figura de Roma y la de sus protagonistas, ya sea para bien o para mal.
Título:La muerte de Germánico Autor: David Wishart Colección: Serie Histórica Encuadernación: Cartoné con sobrecubierta / 15,5 x 23 Páginas: 320 PVP: 23,95 euros Fecha de publicación: 11 de octubre de 2011
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Hasta hoy Jordi Ledesma Álvarez (Tarragona, 1979) era un escritor totalmente desconocido: su experiencia editorial se basaba en un poemario autopublicado en 2003 (Agua de mayo, Silva Editorial). Sin embargo, su primera novela, Narcolepsia (Editorial Alrevés), promete ser aval suficiente para que su nombre empiece a sonar entre aquellos lectores aficionados a la literatura policíaca, aunque esta no se ajuste exactamente a los elementos clásicos del género: en esta ocasión Ledesma prefiere dar voz al joven delincuente –aquejado de la enfermedad que da título al libro– que luchará por sobrevivir en un mundo, el del narcotráfico, que amenaza con engullirlo.
Esta es la historia de Julio Perla, un joven nacido a finales de los setenta en la Barceloneta que en 1989 vivía con su madre y su abuela en un piso pequeño de ese barrio barcelonés. En esos momentos Julito apenas tenía grandes aspiraciones, su vida transcurría entre partidillos de fútbol con sus amigos hasta que el destino cruzó en su camino a Juan Heredia, del clan de los Heredia, que poco a poco hará de él un camello con más interés en vender hachís y pastillas por la calle que en los libros de texto. Desde ese instante Julito se convertirá en El Perla, hombre de confianza de la familia; así, la ambición del muchacho por abandonar el barrio, que ya se le quedaba pequeño, hará que su vida se convierta en aquello que jamás llegó a soñar –grandes cantidades de dinero, atractivas mujeres, potentes coches…–, aunque el precio a pagar quizás sea demasiado caro.
Jordi Ledesma Álvarez
Más que un thriller o una novela negra convencional, Jordi Ledesma firma una biografía novelada, una historia de iniciación que será la excusa perfecta para conocer el oscuro mundo del narcotráfico desde finales de los 80 hasta el 2010, cuando aquel niño espabilado ya es todo un hombre curtido en los más peligrosos negocios de la droga en Barcelona; en esas dos décadas el muchacho deberá esquivar las guerras entre clanes mientras experimenta las amargas sensaciones que le brinda el camino que emprendió sin tener muy claro dónde se metía. Con todo, Barcelona no será el único escenario por el que el protagonista paseará sus modales callejeros: sus negocios le llevarán a recorrer Ibiza, Kingston, Jódar, Tánger y Sinaloa al mismo tiempo que sus ahorros se van multiplicando.
Uno intuye que Narcolepsia es el resultado de un enorme trabajo de documentación, un esfuerzo que Ledesma ha realizado con tanta precisión que el lector dudará si la historia es real o no, gracias a la cantidad de datos que el autor incluye en sus páginas. Ese interés por dar verosimilitud hace que la novela sea un buen producto para conocer la realidad de Barcelona en la última década del siglo XX; de este modo, conoceremos los años previos e inmediatamente posteriores a los Juegos Olímpicos (1992), un tiempo en que la ciudad experimentó un cambio radical en su fisonomía: había que limpiar algunos barrios, y en ese afán por embellecerla (eran los años del lema “Barcelona, posa’t guapa”) encontramos uno de los hechos decisivos en la historia de El Perla, el desalojo de las chabolas de la playa en la que Ledesma sitúa a la familia Heredia (posteriormente reubicada en un barrio de L’Hospitalet). Además, el autor pasea al protagonista por las discotecas y los locales de moda de aquella época, lugares ideales para que el muchacho venda su mercancía.
El lector encontrará en Narcolepsia una intensa novela en la que el paso de la niñez a la edad adulta de Julio Perla guiará la trama, al mismo tiempo que encontraremos las luchas entre mafiosos por controlar las calles de Barcelona y el narcotráfico internacional, una historia magnífica convertida en una excelente carta de presentación de su autor, Jordi Ledesma Álvarez, un escritor con personalidad y estilo que sin duda pronto dejará de ser una promesa para convertirse en una realidad.
Título:Narcolepsia Autor: Jordi Ledesma Álvarez Editorial: Alrevés Páginas: 356 páginas Fecha de publicación: Marzo 2012 ISBN: 9788415098430 Precio: 20,00 €
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Escrito por: Robert Martínez Colomé