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Crítica teatral: Les bruixes de Salem, en el Teatre Grec

El Festival Grec 2016 inició el pasado 1 de julio su singladura estival programando en el Teatre Grec Les Bruixes de Salem, la versión de la obra de Arthur Miller dirigida por Andrés Lima que pretende hacernos reflexionar acerca de la caza de brujas y sobre el uso de la represión por parte del poder establecido.

Las brujas de Salem, alude a un episodio de histeria colectiva registrado en Salem (Massachusetts) en 1692. Una pequeña comunidad rural con unas normas religiosas y de conducta especialmente estrictas se ve sacudida por un rumor: una de las chicas del pueblo es víctima de un maleficio. La sospecha de que hay brujas en la comunidad y los enfrentamientos entre colonos por la posesión de tierras acabarán causando la cruel condena a muerte de cerca de veinticinco personas, la mayor parte de ellas eran mujeres”.

El Grec comienza con uno de sus platos fuertes, ya sea por el centenario del nacimiento de Arthur Miller celebrado el año pasado, por la fuerza de un texto que examina la caza de brujas, tanto la histórica y religiosa como la anticomunista llevada a cabo en los EE.UU. en los años 50 y por el reparto de la obra, en el que destacan, entre otros, Lluís Homar, Borja Espinosa, Nora Navas, Carles Canut, Albert Prat y Carles Martínez.

La obra se enmarca en un Festival Grec que desde hace años muestra un manifiesto adn político, nada de extrañar en un momento en el que tanto España como el resto de Europa aún siguen sufriendo las consecuencias del desenfreno político y económico de los últimos años. Y pretende llegar al espectador con un historia intensa de la que, sin embargo, no se ha sabido extraer el máximo provecho.

Les bruixes de Salem
Nada que decir sobre el autor y el texto, excepto evidenciar la valentía de Miller a la hora de criticar la represión macartista en el mismo momento en que esta se estaba produciendo, y la composición de una obra que nos relata un episodio histórico (bajo un tamiz teatral) ocurrido en los EE.UU. del siglo XVII, en el que el miedo, la mentira y la represión turbaron la paz de una comunidad religiosa puritana. Miller además, compuso un texto con una honda intensidad teatral y con múltiples aristas argumentales que se manifiestan sobre el escenario. La adaptación de Andrés Lima ha enriquecido en parte la representación del texto, sumando referencias a la vida de Miller y a la voluntad existente en la escritura de la obra.

Aún así, la propuesta peca de una sobrada extensión (150 minutos sin descanso) y sobre todo de una falta de tono en gran parte de la representación, hecho este que solo se soluciona, en parte, en la segunda mitad de la obra. Parece, pues, que ni la dirección ni el esfuerzo de los actores han podido evitar una falta de “espíritu” en una obra que justamente reposa en ese punto. A esto se suma algún que otro error de casting en casos como el de Carles Martínez, que no hace creíble su personaje de inquisidor arrepentido, y sobre todo del elenco más joven, en el que Albert Prat, Anna Moliner o Nausicaa Bonnin parecen no estar a la altura de lo que exigen sus personajes, en algunos casos claves para comprender el verdadero trasfondo del relato.

La escenografía, aunque muestra fuerza creativa, es algo confusa en los primeros actos de la obra, en los que al público le puede costar situarse espacialmente. La cosa cambia a mejor con la llegada de Lluís Homar a escena. Si en los primeros actos Homar ejerce como mero presentador de la obra, en la segunda parte se incorpora en el relato dando vida al gobernador de la provincia y principal juez en el caso. Es en este momento en el que la obra alza el vuelo y podemos observar lo inquino de cualquier inquisición y el grado de bajeza y de sugestión que el miedo pueden provocar en cualquier comunidad humana.

Sin embargo la obra no logra, salvo en algunas ocasiones, alcanzar la tensión dramática requerida, aunque sí que dispone de momentos en los que la angustia recorre, seguro, las vísceras del público presente, al confundirse sus miedos y sus juicios de valor con los que se nos plantean sobre el escenario.

Aún así, Les Bruixes de Salem no deja a nadie indiferente a la salida del teatro, algo que nos demuestra que los clásicos siempre hablan, de una forma u otra, con nosotros y nos hacen reflexionar sobre realidades que aunque aparentemente alejadas de nuestro tiempo, nos amenazan desde los profundos abismos del miedo y la pasión humanas.

Les bruixes de Salem” se representa en el Teatre Grec del 1 al 5 de julio de 2016.

Autoría: Arthur Miller
Dirección: Andrés Lima
Traducción: Eduardo Mendoza
Interpretación: Lluís Homar, Borja Espinosa, Nora Navas, Nausicaa Bonnin, Carles Canut, Albert Prat, Carles Martínez, Míriam Alamany, Carme Sansa, Miquel Gelabert, Anna Moliner, Marta Closas, Joana Vilapuig, Núria Golla y Yolanda Sey
Música original: Jaume Manresa
Espacio sonoro: Jaume Manresa y Jordi Ballbé
Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan
Caracterización: Toni Santos
Iluminación: Valentín Álvarez

Horarios: todos los días a las 22:00 horas
Precio: 18 – 30 €
Idioma: catalán
Duración: 150 minutos

NOTA CULTURALIA: 7
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Jorge Pisa

“El viatge d’Orfeu” de la Cia. InCordis: Amb l’equipatge als peus

El Regne dels Morts té una targeta de visita tan ostentosa que ens amunteguem per visitar-lo. Ens fascina aparentar encara que això mati els que ens fa especials. Enlloc de reivindicar les peculiaritats, insistim a desfilar pels dominis d’Hades, que responen a tants noms com concrecions té l’ambició humana. Per esmentar-be només uns exemples, vet aquí la prosperitat capitalista, la integració en el Món Occidental o el Triomf en l’aspecte més glamurós de la lloada Creativitat.

La Cia. InCordis ha estat omplint el Teatre Gaudí de Barcelona d’encès jazz, dinamisme coral i un collage d’escenes dramàtiques que empenyien el seu públic cap a un Inframón tan expressiu com irregular.

 

El director Josep Galindo intenta teixiir un tapís humà complex amb els fils de nou personatges de neguit vital que lluita un cop i un altre contra l’autodestrucció: un camioner entossudit a convèncer la Nit que el seu fill copilot s’interposava entre ambdós. Una africana desertora que torna a la seva llar amb profunda amnèsia europea. Res en comparació amb el poderós banquer que pretén fer de la seva malaltia terminal el negoci de la seva vida. Tots tres són peces del mosaic dramatúrgic de Pablo Ley. El seu encaix a l’espectacle és forçat perquè el tauler manca d’unes coordenades definides més enllà de la seva declaració de principis: Per viure, hem d’estimar el nostre propi Infern.

I en aquesta proclamació festiva és on “EL VIATGE D’ORFEU” s’enlaira: Defensant-se de les paraules pretensioses i del pòsit mitològic que tendeixen a enterrar-los, respiren per l’escenari nou actors entusiastes, entregats i joiosos dins la seva irregularitat. Que arriben a encisar quan eleven les seves veus a l’elegant club musical creat per Jorge de la Torre (el sensual “Midnight” que la frescor de Yolanda Sey i la picardia de Maria Colom converteixen en delícia; la dolcesa d’Irene Gellida dins l’exuberància del seu vestit màgicament pop). Que fan del desdoblament dramàtic una eina valuosa d’entreteniment artístic: En fila índia i fent eco dels moments més íntims. I que experimenten amb un reguitzell d’històries difícils de compaginar però suggeridores quan l’autor les apunta amb insistencia: el periple a Brooklyn d’una turista suïcida inspirada per John Dos Passos i interpretada per una intel·ligent Aldara Ojeda; la celebrada descripció circenca de Joan Scufesis de la malaltia que pateix.

Preparats doncs per a la Salvació? No cal pensar-s’ho quan Orfeu toca la lira. Només ballar amb il·lusió sota terra…

 Per Juan Marea

EL VIATGE D’ORFEU s’ha representat al Teatre Gaudí de Barcelona fins al 19 d’abril.
http://teatregaudibarcelona.com/es/el-viatge-dorfeu/