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Crítica teatral: NORA, en la Sala Atrium

Sala Atrium inicia las representaciones de la Trilogía de la imperfección con Nora, la adaptación a cuatro de La casa de muñecas de Henrik Ibsen, una propuesta reivindicativa dirigida por Raimon Molins e interpretada por Mireia Trias, Oriol Tarrasón, Patrícia Mendoza y Gal·la Sabaté.

La adaptación de la compañía Sala Atrium posee un adn muy personal de pequeño formato que nos lleva a reflexionar sobre el papel de la mujer en un mundo (en la original Casa de muñecas a finales del siglo XIX, en Nora ambientada en la actualidad), en el que el ominoso juego de las apariencias se imponen a la realización y la felicidad personal.

«Nora es la esposa del banquero Torvald Helmer y madre de tres hijos. La vida parece que ha llegado a un punto de equilibrio y felicidad para la pareja, para la familia. Nora, sin embargo, luchará para salir de la casa de muñecas en la que se ha convertido su vida y su hogar. Nora es la reivindicación y pone en cuestión los valores que forman lo que se llama en nuestra sociedad la felicidad y sus pilares, en una sociedad capitalista y basada a menudo en la apariencia».

La propuesta de Sala Atrium es atrevida en la puesta en escena y en la forma adoptada por la representación, lo que ha conllevado un importante esfuerzo de condensación y de acotación de la obra original que planteó, en su momento, a finales del siglo XIX, la reflexión sobre el papel social de la mujer, mostrándonos el trance existencial del personaje principal, Nora Helmer, al descubrir su verdadera condición no solo en el interior de la familia en la que vive, sino también en una sociedad que la reducía a mera acompañante.

nora_1Sin embargo, Nora adolece de una adaptación y de una dirección de Raimon Molins no del todo conseguida, que no permite a la obra tomar un ritmo escénico adecuado, provocando algunos momentos de alboroto sobre el escenario. La reducción a cuatro de los personajes de la obra y el uso de la cámara de video que, aunque innovador y sugestivo, adolece de un uso a veces excesivo, también dificulta, en algunos momentos, la comprensión del relato escénico.

Por lo que respecta a las interpretaciones, estas se dejan llevar en ocasiones por lo informal de la adaptación, un efecto que se aprecia sobre todo en el trabajo actoral de Mireia Trias y menos en Patrícia Mendoza, que interpreta a la antigua amiga de Nora o Gal·la Sabaté, cuyo personaje adapta el rol masculino que inicia, en la obra original, la crisis que hará darse cuenta a la protagonista del espejismo existencial en el que vive . Por su parte Oriol Tarrasón está correcto encarnando a Torvald Helmer, el decepcionado marido de Nora. La escenografía, minimalista, se adecua como anillo al dedo a la adaptación buscada.

La obra, como el primer acto de la Trilogía de la imperfección que programa la Sala Atrium desde el 8 de diciembre y que proseguirá a lo largo del año que viene con las adaptaciones de La señorita julia de Strindberg y La Gaviota de Chéjov, es un ejercicio de audacia, que nos muestra la capacidad de la compañía de fagocitar una obra teatral compleja e icónica y devolvernos una reelaboración cercana y realista, si bien, carece de la maestría que podría hacer de ella una pequeña joya teatral.

«Nora» se representa en la Sala Atrium hasta el próximo 8 de enero de 2017

Autor: Henrik Ibsen
Dramaturgia: Raimon Molins
Dirección: Raimon Molins
Reparto: Mireia Trias, Oriol Tarrasón, Patrícia Mendoza y Gal·la Sabaté
Escenografía: Clàudia Vilà
Iluminación: Maria Domènech
Espacio Sonoro: Sala Atrium
Vestuario: Sala Atrium
Fotografía: Cristina Sánchez
Producción: Compañía Sala Atrium

Horarios: de martes a sábado a las 20:30 horas y los domingos a las 19:00 horas
Precio: 19€ / Disponibilidad de descuentos
Idioma: catalán
Duración: 80 minutos

NOTA CULTURALIA: 6,9
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Un enemic del poble, en el Teatre Lliure.

cartel_ Un enemic del pobleAunque una obra de teatro se crea en un contexto determinado y se dirige a un público concreto, el texto tiene la capacidad de adaptarse y ser adaptado a nuevos ambientes históricos gracias a la solidez de su relato y a la relevancia de las ideas que contiene. Este es el caso de Un enemic del poble, de Henrik Ibsen, obra que hasta el próximo 22 de febrero estará en la cartelera del Teatre Lliure Montjuïc.

La acción acontece en el balneario en el que trabaja el doctor Thomas Stockmann. Tras años de dedicación y de grandes inversiones las instalaciones se han convertido en la principal fuente de riqueza de la población. Sin embargo el Dr. Stockmann ha descubierto que las aguas del balneario están corrompidas debido a la contaminación vertida en ellas por las industrias que antaño poblaron el lugar. El agua puede, incluso, ser perjudicial para el uso humano. Dispuesto a comunicar el hecho a las autoridades públicas para que se tomen las medidas necesarias, el Dr. Stockmann se enfrentará a todos los intereses creados en la comunidad.

La apuesta de Mayorga y Miguel del Arco adapta libremente el texto de Ibsen para cocinarnos un debate mucho más que vigente en el momento socio-económico en el que vivimos y que versa sobre la forma en la que el ser humano se relaciona consigo mismo y con el entorno en el que habita. Qué es más importante para el hombre la verdad o la suma de intereses creados? ¿Qué papel juega el poder democráticamente escogido en la gestión de los asuntos de la comunidad? ¿Existe la prensa objetiva o esta defiende siempre intereses propios o ajenos? ¿Se puede triunfar disponiendo tan solo de la razón? ¿Existe realmente la democracia?

Un enemic del poble se conforma como una obra tumultuosa que se estructura a partir de tres fundamentos: Un texto, el de Ibsen, sencillo en sus planteamientos pero de gran audacia especulativa y polémica; un apartado de interpretaciones en el que destacan Pere Arquillué, Roger Casamajor, Pablo Derqui y Jordi Martinez, y una escenografía que sorprende, guste o no, por su atrevimiento formal.

Un texto, como digo, adaptado libremente pero que consigue suscitar en el espectador un debate en el que se puede posicionar fácilmente a partir de su propia ideología y del conocimiento que posee de la realidad que le rodea. Una posibilidad potenciada con escenas como la que se desarrolla en el interior de la redacción del periódico o la impactante asamblea vecinal en la que parte de los actores se mezcla con el público para generar un contexto de proximidad y realismo.

escena enfrentamiento_Un enemic del poblePor lo que respecta a la escenografía el resultado es impactante. El escenario nos muestra un ambiente en el que se mezcla el agua, que hace referencia al balneario, y diversas estructuras industriales que aluden tanto al pasado que envenenó las aguas del lugar como a la idea de desarrollo y modernismo técnico tan de moda en la actualidad. Los actores se mueven en el escenario dividido en dos niveles y sobre el que se proyectan fondos que ayudan a crear tanto el entorno natural del balneario como el ambiente de la redacción del periódico o el de la asamblea popular.

El tercer componente sobre el que se construye Un enemic del poble es el de la interpretación. Aunque la obra se enmarca en un trabajo a primera vista coral, destacan en él Pere Arquillué, que interpreta al doctor Stockmann, si bien al principio no acaba de encontrar un tono creíble; Roger Casamajor, que nos proporciona una actuación enérgica aunque a veces algo tendenciosa; Pablo Derqui que encarna al «pérfido» periodista que lleva a cabo su trabajo de una forma no demasiado honesta o Jordi Martinez que da vida con solidez al representante de los empresarios del lugar.

La obra, por otra parte, nos permite, ser conscientes de lo imbricado de los intereses humanos, ya sean estos políticos, económicos, sociales y/o emotivos y realiza también una clara crítica sobre el papel de los medios de comunicación a la hora de elegir y tratar las noticias que publican. Asimismo, la obra hace hincapié en el escaso espacio que existe hoy en día para la negociación y el acuerdo, algo que estamos acostumbrados a ver tanto en nuestro día a día como en la gestión de los asuntos públicos.

Posiblemente el mayor yerro de la obra sea la palpable obviedad que transmite la versión de Mayorga y del Arco, que pretende más que mostrar o guiar al público enseñarle. Tanto el texto de la versión como las situaciones que este plantea pecan a la hora de hacer evidentes cosas e ideas que ya lo son, tanto que puede echar atrás, y lo hace, a aquellos espectadores que más que lecciones requieren un espacio abierto de reflexión. Tampoco la opción de intercalar en la obra canciones inspiradas en piezas poéticas de Ibsen acaba de integrarse armónicamente en su desarrollo, desnaturalizándola en parte.

El Teatre Lliure nos propone, sin embargo, una oportunidad de re-pensar el presente a través de los ojos de Ibsen (y de Mayorga y del Arco), con una obra sencilla y a veces feroz que reflexiona sobre la soledad de aquellos que lo apuestan todo por sus ideales, pero que son rechazados por una sociedad deslumbrada por el éxito y las comodidades. Una sociedad, en resumen, como la nuestra.

«Un enemic del poble» se representa en el Teatre Lliure Montjuïc del 23 de enero al 22 de febrero de 2014

Autor: Henrik Ibsen
Versión: Juan Mayorga y Miguel del Arco
Dirección: Miguel del Arco
intérpretes: Blanca Apilánez, Pere Arquillué, Roger Casamajor, Mar Casas, Rafa Delgado, Pablo Derqui, Miquel Fernández, Miquel Gelabert, Eli Iranzo, Mónica López, Jordi Martínez, Anabel Moreno, Joan Raja, Santi Ricart y Andrea Ros
Traducción: Cristina Genebat
Escenografía: Eduardo Moreno
Vestuario: Ana López
Iluminación: Juanjo Llorens
Sonido: Sandra Vicente (Estudio340)
Producción: Teatre Lliure

Horarios: de martes a viernes a las 20:30 horas, sábados a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas
Idioma: catalán
Duración: 2 horas y 10 minutos sin pausa
Precio: 29 € / 22 € (martes y miércoles, días del espectador)
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Jorge Pisa Sánchez