El cine puede ser un magnífico instrumento de entretenimiento, por supuesto, una herramienta ideal con la que evadirse de la realidad, pero también puede –y debe– utilizarse de un modo distinto, más comprometido socialmente, un soporte para contar historias veraces que den visibilidad a los problemas diarios que padecen unos pocos, a menudo ignorados por la mayoría de nosotros. Dentro de este segundo grupo se encuentra La herida, el debut como cineasta de Fernando Franco, hasta ahora dedicado a tareas de montador (Alacrán enamorado o la multipremiada Blancanieves) y que se ha decidido por un relato duro que supone un golpe directo al estómago del espectador, quien acompañará en su sufrimiento a Ana, una joven que lucha con todas sus fuerzas para superar el Trastorno Límite de la Personalidad que convierte su día a día –y el de los suyos– en un auténtico infierno.
Así, La herida concentra, en algo más de una hora y media, todo un año en la vida de esa joven que intenta seguir con su rutina sin saber qué es exactamente lo que, desde lo más hondo de su interior, le impulsa a autolesionarse con una cuchilla o a quemarse los brazos con cigarrillos, a pasar las noches sin pegar ojo, a responder de forma agresiva a todo aquel que pretenda romper esa barrera invisible que se convierte en abismo entre ella y el resto de la gente, personas que, en su opinión, apenas se esfuerzan en comprenderla; tan solo un anónimo interlocutor en un chat al que confesar sus deseos más oscuros le hace más llevadera la situación. La herida de Ana es más profunda que cualquier daño físico que pueda provocarse, ella es consciente de que algo no funciona, su existencia es un desastre salvo cuando está en su trabajo, en su ambulancia de traslado camino del hospital, ayudando a Martín en sus ejercicios para no perder la memoria o bromeando con las otras pacientes dentro del vehículo. Pero fuera de él, ay, fuera de él Ana se siente insignificante y solo desea reunir las fuerzas necesarias para terminar con su sufrimiento de una vez por todas.

Fernando Franco deja a un lado la visión de los familiares y amigos –sin saber cómo ayudar a la muchacha– para centrarse en Ana y en su propia percepción de la realidad; por ese motivo, en todo momento sitúa la cámara a poca distancia de Marian Álvarez, la entregada intérprete que supera con matrícula de honor el difícil reto de mostrar el dolor de su personaje y su camino a la autodestrucción, un mérito que ya ha visto recompensado con el premio a la mejor actriz del Festival de Cine de San Sebastián (donde la película también recibió el premio especial del jurado). Álvarez convence en sus cambios de humor, pasa del llanto a la rabia sin perder su apariencia vulnerable, muestra toda la frustración de quien no logra evitar ese comportamiento inexplicable; junto a ella, Rosana Pastor (la madre de Ana), Manolo Solo (Jaime, el compañero de Ana en la ambulancia) y Ramón Barea (Martín) completan el reparto.
La herida no es un producto fácilmente digerible, el film tendrá tantos defensores como detractores, pero lo cierto es que el resultado final es una apuesta valiente, una excelente película muy bien rodada que da voz a una enfermedad que arrasa no solo a quien la padece en primera persona, sino también a su entorno más inmediato, incapaz de ayudarle en su recuperación. Por todo ello, no dejen sola a Ana en su fragilidad cinematográfica, y no dejen solos a quienes, como ella, intentan superar su trastorno para, así, dejar atrás su infelicidad.
Título: La herida
Director: Fernando Franco
Intérpretes: Marian Álvarez, Rosana Pastor, Manolo Solo, Andrés Gertrudix, Ramón Agirre, Ramón Barea, Patrizia López, Luis Callejo, Mariano Estudillo, Mikel Tello, Paco Obregón, Iñaki Ardanaz, Josu Ormaetxe, Nagore Aranburu, Loinaz Jáuregi, Elena Arranz Martínez, Estela Sánchez Murillo, Anartz Zuazua
Guión: Fernando Franco, Enric Rufas
Año: 2013
Duración: 98 minutos
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Escrito por: Robert Martínez