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Crítica teatral: Terra Baixa, en el Teatre Borràs.

Terra Baixa_poster BorrasLluís Homar y Terra baixa mantienen un vínculo teatral que los une, seguramente de forma primordial, desde los inicios de su carrera. A los 17 años Homar ya participó en una producción de la obra en los Lluïsos d’Horta; un año más tarde, en 1975, intervino en la adaptación dirigida por Josep Montanyès; más adelante, en 1990, participó de nuevo en la versión llevada a los escenarios por Fabià Puigserver en el Mercat de les Flors. Asimismo Homar adaptó parte del texto de Guimerà en su propuesta teatral de 2002 Et diré sempre la veritat, y ahora, en el 2014, nos presenta una Terra baixa deglutida y asimilada después de años de experiencia profesional sobre los escenarios, un proyecto de madurez en el que Homar se funde de forma íntima con uno de los textos más relevantes del teatro catalán.

«En Terra baixa Homar asume todos los papeles de la obra solo en el escenario: ya no es tan sólo el ingenuo Manelic, que baja de la tierra alta al barrizal de las pasiones humanas más turbulentas, sino que también es Marta e incluso el «senyor Sebastià», es decir, Caperucita y el Lobo al mismo tiempo. La obra concentra en un actor la universalidad del clásico catalán».

Miró y Homar nos presentan una nueva versión de Terra baixa desde una perspectiva contemporánea y personal. Un reto que fuerza al actor a representar los papeles principales de la obra a partir de su maestría profesional y del acierto en la dirección y en la puesta en escena. Del primero se puede y se debe destacar casi todo. Homar muestra sobre el escenario una capacidad interpretativa «fuera de serie», que le permite encarnar a Sebastià, Nuri, Manelic y Marta manteniendo siempre su identidad física e interpretativa sobre el escenario. Esto es, no esperemos ver a Homar caracterizado y descaracterizado como cada uno de los personajes a los que interpreta. Tan solo veremos al actor sobre el escenario, sin cambios de maquillaje ni de vestuario, o muy leves, identificando a cada uno de los personajes a través de la entonación de su voz y del texto de la obra. De ahí que Homar, el actor, no desaparezca nunca de la escena pero que al mismo tiempo se transfigure en cada uno de los personajes a los que da vida.

Terra Baixa_2El éxito de la obra no reside tan solo en la maestría del actor sobre el escenario. Tras el proyecto se esconde la mano de un director, Miró, que ha permitido a Homar, materializar un proyecto espléndido llevado a cabo desde una sintonía total entre director y actor. A todo ello se suma una puesta en escena original, rompedora y minimalista que nos demuestra lo importante que es acompañar un gran texto y una gran actuación con una idea escénica con la capacidad de resaltar el conjunto. En este caso destaca la oposición entre el escenario inicial de tonalidad blanca de la terra baixa y lo agreste y salvaje de la escenografía de la terra alta, la originaria de Manelic, que irá invadiendo la escena poco a poco. Una propuesta salpimentada, además, con el efecto causado por los temas musicales susurrados a capela por Sílvia Pérez Cruz, que le dan a la obra el sentido carnal necesario para intensificar el desarrollo de la representación.

Terra baixa es un icono del teatro catalán y de la obra de su autor, Àngel Guimerà, y nos permite convencernos de la maestría de Homar y del equipo de Bitó produccions a la hora de plasmar un proyecto escénico nuevo y original sobre las añejas raíces de un clásico. Pero además nos permite ser conscientes del mundo en el que vivimos en la actualidad, en el que parece que nunca nos libraremos de aquellos que pretenden apoderarse de todo, ya sea de la sensualidad de la indefensa Marta, de la inocencia de Manelic o de los sueños de felicidad y de futuro de todos y cada uno de nosotros, sus desventurados descendientes.

«Terra baixa» se representa en el Teatre Borràs del 13 de noviembre de 2014 al 11 de enero de 2015.

Autor: Àngel Guimerà
Adaptación: Pau Miró y Lluís Homar
Idea original e intérprete: Lluís Homar
Dirección: Pau Miró
Escenografía y vestuario: Lluc Castells
Diseño de luces: Xavier Albertí y David Bofarull
Diseño de sonido: Damien Bazin y Lucas Ariel Vallejos
Composición musical y voz: Sílvia Pérez Cruz
Producción: Temporada Alta, El Canal –Centre d’Arts Escèniques Salt/ Girona y Lluís Homar
Distribución: Bitò Produccions

Horarios: de martes a viernes a las 20:30 horas-, sábados a las 18:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: 25 y 28 €
Duración: 1 hora aproximadamente
Idioma: catalán
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Jorge Pisa

“Quietud salvatge” en el Círcol Maldà: Con las manos en los bolsillos

Pensemos ahora y durante el tiempo que nos va a llevar leer estos párrafos en una mujer cuyas manos no responden a su voluntad. Ella, lejos de desesperarse, acabará maniatada a un futuro no por anticipado menos castrador.

Conocer a esa criatura y dejarnos embelesar con sus juegos de manos nos llevará al experimento de Pau Vinyals, Pol López y Júlia Barceló, los miembros de la Companyia Solitària, sobre la disección de Marta, el personaje femenino central de la tragedia catalana canónica “Terra Baixa” de Àngel Guimerà.

Quietud salvatge” persigue, además, dotar a la protagonista de una dimensión pretendidamente contemporánea. Seguramente por ello, Aleix Aguilà adapta el texto original acercando a la heroína (a veces con imprudencia temeraria, como cuando se declara “culé” convencida, o imita a la Julie Andrews más campestre) a un público que quizás no la conociera lo bastante (lo dudo: Guimerà la apuntaló con firmeza hace ya más de cien años) y, en su empeño, la operación acaba siendo más pedagógica que teatral.

Pero como no hay mal que por bien no venga (y más aún en el caso presente, que detalla el “vía crucis” de una víctima “protegida por el demonio para no caer en manos de Dios”), en medio de tanta explicación gratuita conocemos a una actriz magnífica, capaz (y voraz) de pasar de pajarillo asustado (su recibimiento al entrar en la sala) a halcón rabioso (su intento de fuga del espacio escénico o su propósito de movilizarnos para la revolución social), que suplica que alguien le ayude a alcanzar las altas cumbres porque ella es incapaz de alzar el vuelo por sí misma. La misma Júlia Barceló se transforma en ave sin más ayuda que su expresividad mesurada, su elegancia escénica y una voz dulce que contrasta con la amargura subyacente en su personaje.

¡Lástima que el hermoso escenario de Mariona Signes (un mar de maravillosos y crujientes hidratos de carbono fulgurantemente iluminados), el desenfadado acompañamiento musical (animoso y ameno Vidal Soler) y un puñado de agudas reflexiones dramatúrgicas tengan que limitarse, junto a la clase de Júlia, a una sesión de “mitin-cabaret” que da vueltas y vueltas a lo que viajaba rápidamente en la obra originaria!

Por Juan Marea

“Quietud salvatge” se representó en el Círcol Maldà de Barcelona del 22 de octubre al 2 de noviembre.
http://circolmalda.cat/quietud-salvatge/