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Crítica literaria: Gala Placidia, Reina de los bárbaros, de Rufino Fernández.

En octubre del año 2010 la editorial Edhasa publicó Gala Placidia, Reina de los bárbaros, la tercera novela del escritor Rufino Fernández (la segunda en el género de la novela histórica). Si en su primera novela histórica Fernández nos trasladaba al gran conflicto militar que se produjo entre cartagineses y romanos a finales del siglo III a.C., en su nueva novela el autor nos permite ser testigos de uno de los momentos que, por sus consecuencias políticas, es uno de los de mayor trascendencia para la historia de Occidente: los años de crisis, decadencia y posterior desaparición, al menos en su parte Occidental, del Imperio romano.

Fernández ha escogido para retratar literariamente este período a la emperatriz Gala Placidia (392-450 d.C.) una de las figuras políticas más fascinantes y con mayor ambición del Imperio romano del siglo V d.C. Aún así, y aunque pueda parecer una contradicción, podríamos decir que Placidia no es, ni mucho menos, el personaje central a partir del cual Fernández crea su novela. La obra está organizada como un relato de múltiples entradas narradas desde el punto de vista de diferentes personajes históricos que junto a Placidia protagonizaron la historia de aquellos «años decisivos» y en las que hallamos a Honorio, hermano de Placidia y emperador de Occidente; a su consejero Olimpio; al general Estilicón y a su esposa Serena, prima y rival de Placidia; a los visigodos Alarico, Saro y Ataulfo; a Pulqueria, la hermana de Teodosio II, el emperador de la parte oriental…

Fernández ha decidido, de esta forma, construir una narración coral, desde múltiples puntos de vista, para darnos una visión mucho más global de la historia de un periodo que, aunque menospreciado por muchos, representó una época clave para el futuro.

Una vez dicho esto, hablemos un poco de la trama. Gala Placidia. Reina de los bárbaros, como decía antes, nos ubica en el período de años que va del 401 al 415 d.C. El Imperio romano se ha recuperado de la crisis visigoda acaecida tras la gran derrota del ejército oriental a manos de los visigodos en Adrianópolis, en el año 378, gracias, en gran medida a la actividad y al pragmatismo del emperador Teodosio. Tras la muerte del gran emperador son ahora sus hijos, Honorio en Occidente y Arcadio en Oriente, los que gobiernan las dos partes del imperio.

Aunque no todos están de acuerdo con esta repartición del poder. Gala Placidia, sin duda alguna la más dotada de los hijos de Teodosio pero relegada a un simple papel «decorativo» por su condición femenina, ha aspirado desde pequeña a alcanzar la púrpura imperial. Si bien Placidia no es la única que aspira al poder. Serena, la mujer de Estilicón, el hombre fuerte de Roma, pretende hacer recaer el poder si no en su marido si en su hijo Eucherio, miembro como ella de la dinastía imperial.

Toda esta lucha por el poder imperial se lleva a cabo en un ambiente atenazado por la amenaza germánica. Desde que penetraron en territorio romano los visigodos, y a su frente el rey Alarico, han llevado a cabo una política de continuo chantaje a la autoridad imperial, actividad que está acompañada, también, por la voluntad si no de ejercer directamente el poder en Roma (o mejor dicho, en Ravena) realizarlo de una forma indirecta, y basada en la fuerza y la intimidación generada por sus violentos guerreros.

Es por tanto la novela de Rufino Fernández una historia que nos habla del poder en una época, el Imperio romano tardío, en la que toda la autoridad estaba concentrada en la persona del emperador y en su camarilla. Una novela de ambiciones y pretensiones políticas en las que acostumbraban a estar implicados un número nada despreciable de los personajes de la corte y de la familia imperial.

Rufino crea un ambiente típico para su novela, en el sentido de la imagen que desde nuestra época se ha tenido y se tiene de aquella centuria en la que despareció el poder romano en Occidente. Una visión de corrupción e inmoralidad que afectaba a los más altos estratos de la política y, también, de la Iglesia, en estos momentos una fiel aliada del poder. Un ejemplo claro de esto lo representan las páginas dedicadas por Fernández al emperador Honorio y a su principal consejero Olimpio, en las que la malicia y la crueldad están siempre presentes.

Aún así, la novela nos transporta a una época de cambio y a unos años donde todo estaba en continua transformación, como era el caso del debilitamiento del poder imperial; la acumulación de poder en manos de la Iglesia, la progresiva instalación de los germanos en suelo imperial… aspectos que nos irán dirigiendo cada vez más al mundo medieval. Es en este marco que Rufino nos relata la vida y las ambiciones de Gala Placida, hija de emperador, hermana de emperador y madre de emperador, una protagonista algo insólita si tenemos en cuenta que en la época en concreto el papel de la mujer en la vida pública era poco más que testimonial.

Rufino nos presenta a una Placidia, joven y ansiosa por alcanzar lo que creía que le pertenecía por herencia. De esta forma su lucha se desplegará en varios frentes: ante la autoridad y la indiferencia de su hermano Honorio y de su secuaz Olimpio; en la competencia con su prima Serena o en sus relaciones con los visigodos, un hecho, este último, que sobre todo marcará la parte final de la novela. Ya que, como sabemos, Gala Placidia fue capturada por los visigodos de Alarico durante el famoso saqueo de la ciudad de Roma en el año 410, hecho que propicio el acercamiento entre Gala y Ataulfo, sucesor de Alarico. La novela, pues, no solo analiza el mundo romano del momento, sino que también nos transporta al mundo germano al que Gala se vio reducida durante algunos años. Un marco histórico, sin duda, al que no estamos acostumbrados en la novela histórica, y menos en el marco de la novela histórica hispana.

Rufino Fernández nos ofrece un fresco histórico plagado de tópicos y de imágenes clásicas. En su relato la violencia está muy presente, y sorprende el detallismo que el autor utiliza a la hora de describir los actos de sangre, muy presentes en la política y en el día a día de la época. Un hecho que sin duda diferencia su libro de la multitud de novelas históricas que no son tan preciosistas en este aspecto.

Otro de los elementos que individualiza la obra es la descripción del saqueo de Roma por parte de los visigodos en el año 410, un episodio histórico del cual nunca había sido testigo en formato literario el que estas líneas escribe. Todo un gustazo si bien el relato de este acontecimiento histórico está muy centrado en la búsqueda y el rapto de Placidia, por lo que pierde la fuerza política, emotiva y simbólica que el hecho tuvo, incluso, en la época.

Como le decía, Gala Placidia, Reina de los bárbaros es un relato histórico en el que tienen un gran peso la política y las ambiciones políticas, en la que también estará presente, aunque de forma secundaria (y sin demasiado sentido, si me permiten la opinión) la parte oriental del Imperio romano, aquella que se centraba en la ciudad de Constantinopla y que, con el tiempo, llegaríamos a conocer como Imperio bizantino. La novela es un auténtico placer para aquellos que gozamos con el relato político de la historia, sea de la época que sea, y que disfrutamos visitando los grandes hechos políticos y a los grandes personajes que dirigen, con la batuta de sus sentimientos, sus ambiciones y sus actuaciones, los destinos de la mayoría. Si es usted uno de ellos no dude, hágase con un ejemplar de la novela y sumérjase de pleno en el siglo V d.C., y conozca de primera mano, aunque sea un relato de ficción, la historia de una mujer que marcaría, sin duda, el destino de un Imperio.


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Título:
Gala Placidia. Reina de los bárbaros
Autor: Rufino Fernández
Editorial: Edhasa
ISBN: 9788435062091
Formato: Tapa dura / 15 x 23 cm
Número de páginas: 576
Precio: 25 €
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Crítica literaria: Los guardianes de la luz, de Rosemary Sutcliff.


Gracias al estreno del film La legión del águila el mes de abril del año pasado y la reedición, por parte de la editorial Plataforma, de la novela El águila de la novena legión, de Rosemary Sutcliff, en la cual se basa la película, Blog Culturalia ha podido iniciar y finalizar un viaje de análisis a través del mundo de ficción histórica creado por la autora inglesa en los años 50 del siglo XX. Un viaje que repasa, a través de las peripecias de la familia Aquila, la historia de Britania desde el siglo II al V d.C. y que revive, en forma de ficción histórica, la conquista y la dominación romana de la isla.

Esta tercera entrega de la saga, titulada Los guardianes de la luz, publicada originalmente en el año 1959 (y editada en español por Plataforma editorial también en el año 2011), posee un alto grado de finalización en lo que respecta al mundo romano establecido en la isla y tiene un acentuado carácter de inicio en relación a la fase medieval de la historia de las islas británicas.

Nos hemos de situar, pues, a mediados del siglo V d.C., cuando, debido a la crítica situación política que atravesaba el Imperio romano, el todopoderoso general Aecio decide retirar las últimas tropas romanas presentes en Britania ubicadas en la costa este, en el fuerte de Rutupiae, dejando, de esta forma, a la isla indefensa ante los ataques de los pueblos germánicos (anglos, jutos y sajones), que iniciarán el saqueo y la conquista del territorio britano.

Marco Flavio Aquila, decurión de la caballería romana de origen britano optará, ante la marcha de las águilas, por la deserción y por permanecer en la isla, junto a su familia, su padre y su hermana Flavia, y hacer frente a la invasión y a la inminente destrucción sajona. Ésta no se hará esperar y traerá la desgracia a la familia Aquila. El ataque germano acabará con la villa familiar, la muerte de su padre y el rapto de su hermana por parte de los sajones.

Aquila sobrevive al ataque germano para ser esclavizado por un joven juto, que lo llevará a tierras escandinavas donde servirá como esclavo. El destino, sin embargo, permitirá a Aquila volver a tierras britanas, donde podrá escapar y ponerse en contacto con las fuerzas de Ambrosio Aureliano, el líder celto-romano que capitaneará la resistencia frente a la invasión germana.

Sutcliff nos sitúa, literariamente hablando, en el cierre del periodo de dominación romana sobre la Britania antigua y nos ubica en un nuevo comienzo, el de la historia medieval de la isla, que la autora había escuchado tantas veces narrar a su madre. Un mundo donde la leyenda, la fábula y el heroísmo estarán muy presentes, no en vano nos adentramos en la época en la que se ambientan las leyendas del Rey Arturo y sus caballeros, presentes también en esta novela, si bien de una forma bastante más «realista» a la que estamos acostumbrados.

La autora, como decía, se zambulle en este ambiente de decadencia y de crisis política del poderío romano para concebir, seguramente, algunas de las escenas más emotivas de toda la saga. La primera es la de la deserción del propio Aquila, con el faro de Rutupiae y la marcha de las galeras romanas como símbolo final de la dominación romana y como leitmotiv que reaparecerá a lo largo de la novela. Toda una escena que nos sitúa rápidamente en lo que va a ser la trama histórica y que nos muestra el terror, las emociones y la fidelidad que Flavio mantiene no solo con su patria sino también con su familia. Una brecha que prefigura de alguna forma la rotura política entre la isla británica y el poderío romano continental.

La segunda, un poco menos verídica según mi opinión, es la llegada de los grupos de saqueadores sajones a la villa familiar de los Aquila, que acaba de poner fin al mundo romano que había desarrollado Sutcliff en sus dos novelas anteriores y que nos muestra claramente la brutalidad y la irracionalidad de la nueva época que se abría paso en la isla. Una visión muy propia de los autores y del público, de la primera mitad del siglo XX, y si me apuran, también en la actualidad.

Los guardianes de la luz se convierte en un episodio literario más que nos describe la historia de la Britania romana. La meta de Sutcliff, sin embargo, no era nada fácil, no solo por la falta de información histórica a la que pudo tener acceso la escritora, sino por la «legendarización» de todo el periodo de la mano, como he indicado anteriormente, de las leyendas artúricas y de la universalización de la figura del rey Arturo, que hemos de ubicar, más o menos, en esta época. Aún así Sutcliff opta, como ya hiciera en los dos volúmenes anteriores de la trilogía, por un ambiente mucho más histórico del que estamos acostumbrados. La autora nos relata la llegada de los sajones y su asentamiento en la isla y los esfuerzos de los britanos, los descendientes de la tradición romana, por defender su territorio. Es aquí donde aparecen personajes como Ambrosio Aureliano y Vortigern, dos caudillos britanos de época post-romana; Hengest, el cabecilla sajón que liderará la acometida germana en tierras britanas; e incluso Artos, personaje este último que prefigura al legendario rey Arturo.

Los guardianes de la luz, título que hace una clara referencia a la resistencia britana, es una novela de lucha y de supervivencia, que nos narra el choque «literario» entre dos mundos diferentes, la tradición britano-romana y la nueva realidad que representaban los invasores germanos, en la novela principalmente sajones, y que con el tiempo daría forma a la Inglaterra medieval.

Rosemary Sutcliff, la autora.

El espacio delimitado por la autora es el de un mundo en descomposición, el romano-britano, que ha de unirse para luchar contra los salvajes e inhumanos sajones. El marco es el que ya conocemos de la saga: una historia donde un joven miembro de la familia Aquila, en este caso Flavio, militar de profesión, es el protagonista, y de cómo, a través de su experiencia se materializa la transformación de la isla y de su historia. Flavio, tras la pérdida de su familia, de su lealtad (a las águilas romanas) y de su libertad a manos de los sajones, hallará la esperanza en la figura del líder britano-romano Ambrosio, donde residirá el futuro de los aterrorizados britanos. Una clara referencia a la transmutación de la identidad de la isla.

La tercera parte de la saga la podríamos considerar, también como en el caso de las dos entregas anteriores, como ejemplo de las novelas juveniles aptas, claro está, para todos los públicos. En ella estará presente la violencia, los valores, el compromiso y la esperanza, aunque se hallan ausentes las emociones amorosas, un hecho que sorprende ya que es en esta tercera novela donde por primera vez el protagonista mantiene una relación sentimental (en algunos tramos una relación de amor/odio) con una joven celta llamada Ness, hija de un caudillo britano. Aún así, el componente más afectivo de la relación está ausente, algo que podemos entender en base al público (juvenil) al que estaba dedicada la obra, y a la experiencia vital de la autora, la cual, debido a la enfermedad de carácter artrítico que sufrió desde muy joven, se vio pronto reducida a una silla de ruedas. Sutcliff no se casó nunca y no tuvo hijos, hecho que ayuda a explicar, en parte, esa ausencia de contenido sentimental y emotivo en sus obras, algo que no impidió que sus novelas triunfaran, no solo en su país sino también en el extranjero.

Los guardianes de la luz es una obra que nos permite echar un vistazo, en clave de «aventura» histórica, a un mundo convulso, donde el lector se verá reclutado por parte de las escasas y desprovistas huestes britanas y donde seguiremos los pasos de Flavio y de los nuevos referentes históricos de la isla, ya sea el líder britano Ambrosio o su gran oponente Vortigern, cuya malicia nos será mostrada ya desde muy pronto a través de su alianza con las bandas de guerreros sajones, que traerán la muerte y la destrucción al territorio britano.

La autora mantiene a lo largo de toda la novela el estilo grato, entretenido y emotivo, al que ya nos tiene acostumbrados en la saga y se nota que nos explica una historia muy querida por ella. Una historia que posee un marco en el que la decadencia está muy presente: la decadencia del poder romano o la decadencia de la romanidad, que se mostrará plenamente en la escasas descripciones que la autora realiza de las ciudades britano-romanas. En ellas se huele y se nota el declive y la falta de recursos que hacen que los centros urbanos decaigan, que vayan envejeciendo poco a poco. A esto se suma un cambio de escenario. Si en las anteriores novelas las ciudades estaban muy presentes en la trama, en esta tercera entrega siguen existiendo, si bien la acción no se desarrolla en ellas. El relato es más rústico, más agreste, ambientado sobre todo en los asentamientos celtas de carácter más rural. Una perspectiva ésta que, como dije, prefigura una visón más «medievalizante» de la historia.

Los guardianes de la luz es una novela de transición, una novela entre dos mundos, entre el romano y el medieval, una novela que abrió el camino a otras aproximaciones de Sutcliff a la épica medieval de la historia de Britania, que de una forma u otra también tendrían a la familia Aquila como protagonista. Es, en definitiva, un cierre de la autora a unos personajes y a un ambiente muy apreciados por ella. Una buena clausura para una trilogía que hizo las delicias de millones de lectores y que, gracias a Plataforma editorial, hará también, las delicias del público español gracias a su reedición en lengua castellana.

Título: Los guardianes de la luz
Autora: Rosemary Sutcliff
Año de publicación: 2011
Traducción: Ángel Jiménez
Colección: Novela Histórica
Formato: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-15115-03-8
Páginas: 371
Precio: € 19.95
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchgez