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Crítica teatro: El Misantrop, en el Teatre Grec

El Festival Grec irrumpe de pleno en la cadenciosa actividad estival de Barcelona, con un aire cultural y artístico que se mantendrá hasta finales del mes de julio. Una actividad que comenzamos a reseñar aquí con Macho grita y que continuamos con El Misantrop, de la compañía La Brutal.

«En 1666 Molière, abandonado por su mujer y enfermo, escribe la que seguramente será, junto con el Tartufo, su obra maestra, El misántropo, una crítica a la hipocresía y a los intereses individualistas de la sociedad de la época. Alceste, está enamorado de Célimène, una mujer expansiva y vital que se mueve como pez en el agua en los ambientes cortesanos. Sus grandes aptitudes sociales chocarán con la forma traumática que tiene Alceste de relacionarse con la hipocresía y la falta de valores de la sociedad. Por eso, reprochará a Célimène sus flirteos con otros hombres, y a sus amigos, su falta de sinceridad. Constantemente sentirá hacia el género humano una profunda desconfianza y un gran desprecio».

Pues ya lo veis, volvemos a los clásicos, siempre los clásicos, que nos hablan de la sociedad y las formas de vida actuales para hacer una crítica, a veces feroz, del comportamiento humano. Porque no nos engañemos, las formas cambian, las formas de vestir y la tecnología también, pero la base del comportamiento humano es siempre la misma.

El misantrop 1

David Selvas y Sergi Pompermayer reubican la trama de El misántropo en una discografía que está a punto de hacer aguas debido al carácter de Alceste, uno de los propietarios. Su trato con los demás, basado en la franqueza y en la falta de tacto social, están llevado a la discográfica El Misantrop a la quiebra. A partir de aquí, y de la voluntad de Alceste de mantener sus convicciones morales hasta sus últimas consecuencias, se originará el drama vital que es la clave de la obra de Molière.

La Brutal nos presenta una propuesta que pretende analizar la sociedad digital del siglo XXI a partir de un texto que nos muestran los usos sociales del XVIII. Y lo consigue con nota. El texto que mantiene una bella rima a lo largo de su desarrollo de la mano de Pablo Macho, se ha actualizado para soportar la realidad actual y para analizar cómo vivimos, o mejor dicho, como viven las nuevas generaciones en un contexto digital y postmoderno.

Y de esto que se traten temas como la hipocresía, la fidelidad, la gestión de los valores individuales en una sociedad líquida, la carga que representan las redes sociales o la adicción a las pantallas tan habitual hoy en día, cuando nuestras simples vidas suelen parecer grises si las comparamos con todo lo que pasa en las vísceras digitales.

La Brutal ha optado por un elenco no demasiado abultado en el que destacan claramente dos figuras. Pol López clava su papel de misántropo vencido por los hábitos de la modernidad. Seguramente una de las mejores interpretaciones de la edición del Grec de este año. A su lado Mireia Aixalà da vida a su pareja Célimène de una forma natural y creíble, demostrando de nuevo sus tablas sobre el escenario.

Por lo que respecta a la puesta en escena, El misantrop divide el escenario en dos secciones, una más escenográfica en la que se sitúa el interior de la discográfica, y una más minimalista y más cercana con el público, en la que se desarrolla la acción más participativa con los espectadores y en la que se rompe en varias ocasiones la cuarta pared escénica. Y como no podía ser de otra forma al ambientar la trama en el sí de una discográfica, la música juega un papel importante a la hora de expresar los estados de ánimo de los protagonistas con temas como Human Nature de Michael Jackson, Sweet Dreams Eurythmics o Rocket Man de Elthon John.

El misantrop es una magnifica propuesta que regresará a Barcelona en diciembre con una temporada regular en el Teatre Lliure y nos hará reír, incluso de nosotros mismos, y reflexionar de cómo vivimos nuestras vidas en un mundo globalizado y digitalizado. Como veis una excelente sugerencia para transitar por las no tan cálidas, de momento, noches veraniegas y disfrutar al mismo tiempo del teatro bien hecho.

«El misantrop» se representa en el Teatre Grec los días 2 y 3 de julio de 2024.

Dirección: David Selvas
Dramaturgia: Sergi Pompermayer, David Selvas
Reparto: Pol Lopez, Mireia Aixalà, Alex Pereira, Norbert Martínez, David Menéndez, Júlia Genís, Laia Alsina, Albert Prat
Versificador: Pablo Macho
Escenografía: Alejandro Andujar
Diseño de luces: Jaume Ventura
Diseño de vestuario: Marta Pell
Espacio sonoro y música: Paula Jornet, Adrià Jornet
Audiovisuales: Mar Orfila
Diseño de sonido: Efrén Bellostes

NOTA CULTURALIA: 9
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Jorge Pisa

«Top Model» de la Companyia Per-Versions: Guapu sense advocat

En Pep Cruz torna a la cartellera barcelonina després de clavar les fiblades més estremidores al «mosquit petit» de Marc Artigau i Queralt.

I ho fa com només els grans poden permetre’s-ho: Renunciant al seu aclaparador sex appeal.

És el preu que ha de pagar per a què puguem sentir-lo ben a prop nostre, criatures de platea envejoses i frustrades.

En Pep, que la sap llarga, no dubta a l’hora de presentar-se a la seva audiència com a entrenador personal. Pel mòdic preu d’una entrada al Teatre del Raval barceloní, aprendrem finalment allò que ningú abans gosava explicar-nos. I que jo tampoc us revelaré ara aquí. Déu me’n guardi! Només diré que el provocador Sergi Pompermayer li ha escrit un xou amanit de mala bava, comèdia grotesca i acudits políticament incorrectes. Això ja és prou motiu per baixar la guàrdia de prejudicis i malfiances. El text d’en Pompermayer relata amb generositat el declivi d’un ídol massa lloat per aquesta societat de consum depravada que ens en fa socis sense exigir-nos més quota que esbocinar la nostra identitat. I, d’aquesta manera, coneixem la trista infantesa d’una criatura massa desitjada; la infelicitat del seu matrimoni per culpa d’un excés d’amor; i l’infern de la soledat quan hom és cigne nedant en una bassa plena de gripaus (els ànecs no estaven disponibles).

No us espanteu, però, que deixo el transcendentalisme de banda, i per a la vostra tranquil·litat, aclareixo que la cosa va de conya i sense subtileses enutjoses: «Top Model» és un espectacle popular però prou àcid com per a salvar-se de la ximpleria escènica. A més, té un missatge tan alleujador com inquietant: Sent lletjos no necessàriament vivim millor. Això ja ho sabíem alguns des de feia un temps. I ara ha arribat el moment de propagar-ho a la Humanitat. (Vaja,de nou m’he disparat…).

Canviant de tema, però atansant-nos al moll de l’os, «Top Model» desfila en una passarel·la il·luminada per tres figures amb notable ofici i estimulant eficàcia còmica: una meravellosa i versàtil Anna Azcona (protagonista d’un dels millors moments quan emula una estarlet de gloriosos pit i cuixa i queixosa de no poder interpretar txèkhovs) al costat d’un contundent i desinhibit Jordi Coromina acompanyen encertadament el Mestre de Cerimònies, que compagina el seu paper de narrador amb la sornegueria tan celebrada dels vells temps i la contenció del seu desconcertat heroi.

En canvi, els flaixos s’esmorteeixen a l’hora de fixar-nos en l’espai escènic i el vestuari, d’estètica refinada i sense gaire sentit amb el to de comedieta que s’hi representa. Tampoc no afavoreix aquesta proposta de la Companyia Per-Versions el desenllaç sorpresa, que suposa un afegitó i minva la conclusió dolça i agraïda de la història: Que no hi ha lletjor, sinó manca de sensibilitat envers l’altre.

Per Juan Marea

«Top Model» es representa al Teatre del Raval de Barcelona.
http://www.teatredelraval.com/

ImageCoromina, Azcona i Cruz a l’aguait

Crítica teatral: Llum de guàrdia, en el teatro Romea.


El teatre Romea estrena Llum de Guàrdia, una obra de teatro que nos habla de teatro, del peso del pasado en el presente y de los fantasmas que nos aterrorizan a lo largo de nuestra vida.

Una propuesta interesante y original en varios aspectos aunque indolente en otros. Pero comencemos por el principio. La nueva propuesta de Julio Manrique como director artístico en el Romea nos presenta una trama en la que los fantasmas del pasado y la esencia del teatro están muy presentes. Lo primero porque los fantasmas que se pasean por el escenario no son los que acostumbran a aparecer en los films de terror sino que encarnan los errores y las decisiones que uno toma o es obligado a tomar a lo largo de la vida. Y lo segundo porque el propio espacio/edificio del teatro se convierte en uno de los protagonistas de la obra. La trama pues, rezuma teatro por todos sus poros y se convierte de esta forma en una especie de homenaje hacia el mundo teatral y a aquellos que con su trabajo lo hacen crecer y lo reinventan día a día.

Llum de Guardia nos presenta a un grupo de profesionales a los cuales el teatro, o más concretamente un hecho relacionado con el teatro, afectará a sus vidas para siempre. La acción comienza en la rueda de prensa de Xirgu, el nuevo espectáculo que se estrenará en el Romea. Todo va bien hasta que Clara, una actriz bailarina sordomuda informa a los asistentes que el fantasma de la propia Margarita Xirgu, de la cual las malas voces dicen que se la ve, de tanto en tanto, deambular por el edificio, le ha comunicado que la obra no se puede estrenar. La advertencia, sin embargo, no es tenida en cuenta y el desastre acaece: el teatro sufre un incendio el día del estreno en el que muere la propia Clara.

Este acontecimiento afectará, de una forma u otra, a la vida de todos aquellos implicados en el proyecto. Será un hecho que nunca podrán olvidar y que marcará su futuro vital y profesional. Siete años más tarde el destino hará que todos los componentes de la antigua compañía de teatro se reencuentren de una forma u otra en el mismo teatro abandonado del que se ha apoderado la leyenda.

Julio Manrique ha construido una historia a partir de la improvisación teatral en la que el texto se ha ido creando poco a poco a través de la misma interpretación y la experiencia propia. Y eso se nota, tanto en la presentación de la trama, escenas montadas una detrás de la otra, algo que nos recuerda el éxito de su anterior trabajo Coses que dèiem avui (en este caso con texto de Neil LaBute) y la casi-independencia de las escenas entre ellas mismas, que aparecen y desparecen las unas sobre las otras con un ritmo pausado y estudiado. Una forma de presentar la historia donde se hace notar los gustos y las preferencias de su director.

Como en el caso de Coses que dèiem avui la interpretación es coral predominando en cada escena una pareja o un conjunto de actores. Manrique vuelve a confiar en el grupo de intérpretes con los que ya ha trabajado anteriormente, algo seguramente necesario en un ejercicio de improvisación, que incluye a, Mireia Aixalà, Iván Benet, Cristina Genebat, Oriol Guinart, Xavier Ricart, Marc Rodríguez y Andrew Tarbet, todos ellos con experiencia teatral previa junto a Manrique.

Las escenas con las que se construye la obra son diversas y por tanto de calidad dispar, aunque es la tragicomedia el género que las une, de nuevo como en Coses que dèiem avui. El efecto final, pues, de cada una de ellas es también desigual. Algunas de las situaciones son francamente cómicas, la mayoría, y provocarán la explosión de carcajadas en el público. Otras puede que rayen, aunque solo sea de una forma parcial y osada, el gamberrismo libidinoso. Lo interesante es, sin embargo, el apunte fragmentado de las vidas que las escenas nos muestran, dejándonos claro el egoísmo propio de nuestra sociedad, aunque se engloben en un conjunto más general, como es el de la trama de la obra, que llevará a todos los protagonistas a reencontrarse finalmente en el teatro, no siempre con el mejor de los resultados.

Y un teatro, el Romea, que se convierte en un personaje más de la obra. Un escenario que sale de sí mismo y se expande, incluso, al patio de butacas. Todo un acierto que proporciona a la obra una fuerza propia a la que se suma la figura, de referencia también, de la propia Margarita Xirgu, la gran actriz catalana teatral de principios del siglo XX. Dos elementos que insertan la obra en un mundo del teatro dominado, las más de las veces, por los grandes nombres y los actores y actrices de referencia.

Una obra que se sumerge, también, en el frikismo, algo tan extendido en el mundo en el que vivimos en la actualidad. Escenas como la del local de masajes (algo disparatada y buscona), la del programa de radio (mal construida aunque con gancho) o la escena de la fiesta de disfraces nos empujan directamente a esta órbita existencial. No obstante la escena del reencuentro final nos deja con un buen sabor de boca y con una de las imágenes más bella de la obra y seguramente de la temporada.

Llum de guardia es, pues, una experiencia teatral dispar pero interesante, sobre todo si le gusta la tragicomedia con un alto grado de humor que seguro que le impactará. Una prosopografía teatral que nos rebela la importancia del teatro, ya sea como un episodio efímero de la vida, o como elemento para analizar la existencia de todos aquellos que vivimos cada día sobre el escenario vital lleno de fantasmas del pasado, cadenas del presente y promesas del futuro.

Llum de guardia” se representará en el Teatre Romea del 6 de septiembre al 9 de octubre de 2011.

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Autores: Sergi Pompermayer y Julio Manrique
Dirección: Julio Manrique
Reparto: Mireia Aixalà, Ivan Benet, Cristina Genebat, Oriol Guinart, Xavier Ricart, Marc Rodríguez y Andrew Tarbet
Escenografía: Sebastià Brosa
Vestuario: María Armengol
Iluminación: Jaume Ventura
Espacio sonoro: Damien Bazin
Audiovisual: Marc Lleixà
Movimiento escénico: Ferran Carvajal
Caracterización: Núria Llunell
Producción: Teatre Romea

Horarios: de martes a viernes a las 21:00 horas, sábado a las 18:30 y a las 21:30 horas y domingo a las 18:30 horas.
Precio: de martes a jueves, de 17 a 22 €; viernes, de 19 a 25 €; sábado y domingo, de 22 a 28 €.
Idioma: catalán
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez