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Crítica: Constantino el Grande, David Potter, ed. Crítica.

constantino-el-grande_9788498926231Si tuviéramos que decidir qué emperador romano ha dejado una mayor huella en la historia, tendríamos que tener en cuenta a Augusto, a Constantino o incluso al hispano Teodosio. Si bien muchos dirigirían rápidamente su mirada hacia la figura de Constantino el Grande, por ser entre otras cosas, el emperador que puso fin a la persecución de los cristianos y el que con su acción de gobierno dio forma, en parte, al mundo medieval que seguiría tras la caída del Imperio romano. De esta forma la larga sombra del gran emperador no solo se cernió sobre las épocas venideras sino también sobre la bibliografía que desde entonces habló de él, tanto a favor como en contra. Es por ello que en castellano se echaba en falta una actualización de la historia de la época en general y del gobierno del emperador Constantino en particular, con la intención de clarificar y actualizar conceptos de un periodo y un personaje mitificados por la historia.

Constantino el Grande de David Potter es una biografía académica del emperador romano que arranca, sin embargo, bastantes años antes, como es preceptivo, para permitirnos entender la época en la que Constantino se hizo con las riendas del imperio. Así, pues, el estudio comienza en el año 260, en plena época de la Anarquía militar, para enlazar con el periodo de la Tetrarquía diocleciana, época en la que Constancio, el padre de Constantino llegó al poder como miembro del sistema de gobierno compartido instituido por Diocleciano. Potter intenta explicarnos la juventud de Constantino, de la que se sabe bastante poco, rehaciéndola a través de los datos históricos conocidos del periodo, y estudia a partir de aquí la ascensión a la cúspide del poder de Constantino desde su nombramiento como Augusto tras la muerte de su padre en Britania, pasando por la batalla del puente Milvio (312) y su lucha contra sistema dioclecianeo.

Tras ello el autor analiza la acción de gobierno de Constantino, ya sea en relación a la vida familiar del emperador, que en aquellos tiempos era inseparable de la política; la administración imperial; o su relación con la religión cristiana y la Iglesia, el gran hito de su reinado. Potter se esfuerza por explicarnos la oficialización del cristianismo por parte de Constantino, su aceptación como una religión más permitida en el imperio, y la utilización que de ella hizo el emperador para alcanzar la la paz dentro de las fronteras imperiales. La monografía también analiza la vinculación del propio Constantino con la religión pagana, que también respetó, no siendo hasta la época de Teodosio e incluso más adelante cuando el paganismo vio prohibida oficialmente su existencia. El autor analiza, asimismo, la extraña muerte de su hijo Crispo, uno de los capítulos más oscuros de su reinado y un asunto que difícilmente, como el mismo autor indica, podremos llegar a esclarecer nunca; o la construcción de la ciudad de Constantinopla sobre el solar de la antigua Bizancio, urbe que con el tiempo se convertiría en una nueva Roma.

Potter elabora su trabajo a partir de las fuentes coetáneas y utiliza en gran medida los documentos legislativos dictados por el propio Constantino y su cancillería, con los que puede estudiar su acción de gobierno con mayor profundidad y autenticidad. El autor avanza en el reinado y en el legado de Constantino aunque en su recorrido el apartado histórico no es el primordial, esto es, el libro no se centra especialmente en la evolución de los hechos políticos para crear un filum histórico, sino que más bien cada uno de los aspectos que trata el autor se estructuran a partir del índice de materias, que es el verdadero vertebrador de la obra. De esta forma Constantino el Grande puede ser un libro que decepcione a aquellos interesados sobre todo en la historia política, ya que el autor no se centra especialmente en ella, si no que más bien utiliza el lógico pasar del tiempo para avanzar en su análisis sin profundizar demasiado sobre los hechos. Así que la obra requiere algunos conocimientos previos de la época, al menos en algunos apartados, para poder contextualizar la lectura. La monografía se estructura, además, en capítulos cortos, algo no muy acostumbrado en obras de este estilo, aunque es un formato que posibilita de mejor forma las lecturas posteriores.

Por otra parte, el libro no está todo lo bien traducido y corregido que debiera, una pena en el caso de la obra, del autor y de la editorial, que acostumbra a hacer trabajos brillantes al respecto. Un déficit este que a veces no permite seguir adecuadamente la evolución de los hechos y de los pensamientos del autor. Sin embargo, Constantino el Grande de David Potter se convierte en una herramienta de primera para conocer de una forma realista y veraz la figura de un emperador que ayudó a dar forma al Occidente medieval y moderno. Como alguien dijo «La vida de todo hombre está llena de luces y sombras, pero la historia conserva las luces y olvida las sombras«. En este caso Potter y Crítica nos ayudan a atenuar el deslumbre de la figura del emperador Constantino y a perfilar las sombras que planean sobre él.

Título: Constantino el Grande
Autor: David Potter
Editorial: Crítica
Colección: Tiempo de Historia
Traductores: Rosa Salleras Puig | David León
Fecha de publicación: 29/10/2013
Páginas: 464
Idioma: Español
ISBN: 978-84-9892-623-1
Formato: Rústica con solapas, 15,5 x 23 cm

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Crítica: El día de los bárbaros, de Alessandro Barbero, editorial Ariel.

Existen pocas fechas o pocos acontecimientos a lo largo de la historia que puedan condensar en ellos mismo el cúmulo de experiencias, tendencias y contradicciones que marcan el destino de un país, de un pueblo o de un imperio. Una de estas fechas singulares es el año 378 (el 9 de agosto, para ser más exactos) y uno de estos acontecimientos es, sin duda, la batalla que enfrentó en las cercanías de la ciudad de Adrianópolis, al ejército romano con las fuerzas visigodas y que, en más de una ocasión, se ha presentado como un hecho crucial, un acontecimiento que marcaría, para peor, la historia del imperio creado por los romanos.

Alessandro Barbero presentó en mayo de 2007, de la mano de la editorial Ariel, el libro El día de los bárbaros, la batalla de Adrianópolis, 9 de agosto de 378, una clara apuesta por la difusión histórica sobre uno de los episodios militares más destacables del Bajo Imperio romano.

La obra de Barbero analiza desde una perspectiva histórica y desde un conocimiento exhaustivo de las fuentes antiguas, la batalla en la que fue derrotado el ejército de la parte oriental del Imperio romano y que acabó con la vida del emperador Valente y con gran parte de su alto mando. Un lastre del que costaría recuperarse al Estado romano y que muchos han considerado como el verdadero inicio del fin del poderío romano.

Barbero, en un tono ameno y didáctico, nos provee de todos los datos para entender las causas de este enfrentamiento, su desarrollo y las consecuencias que la derrota romana comportó. De ahí que su análisis comience presentando a los dos rivales en los años y los momentos previos a la batalla. Primero la situación del Imperio romano tras la época de la Anarquía militar del siglo III d.C. y las reformas llevadas a cabo por los emperadores Diocleciano y Constantino. Después, y para tener una visión completa del conflicto, el autor nos presenta al pueblo visigodo y las circunstancias que lo llevaron primero a solicitar su admisión en territorio romano, acosados por el avance de los hunos, y más tarde a rebelarse por el trato que los romanos les dieron una vez instalados en el interior de sus fronteras.

Tras la presentación de los contendientes Barbero inicia el análisis de los hechos que llevaron al enfrentamiento entre romanos y visigodos y que finalizaría con la batalla de Adrianópolis. Lo curioso del tema, y también lo más admirable, es que Barbero realiza un análisis si bien no minuto a minuto, si día a día de los acontecimientos ligados con este conflicto, hecho que solo se puede llevar a cabo cuando el autor conoce, casi al dedillo, la historia, las fuentes y el periodo en cuestión.

Barbero nos muestra de esta forma su maestría en lo que se refiere al conocimiento del período, la Antigüedad tardía, ya sea desde la perspectiva romana como desde el punto de vista visigodo, escribiendo un texto que se acerca más a una novela histórica que a una obra propiamente académica. Pero no se preocupen, El día de los bárbaros no es ni mucho menos ficción, ni la novelización de unos hechos históricos. Babero nos presenta una intensa y documentada monografía y demuestra un gran dominio de la narrativa, lo que le lleva a construir un texto con una gran riqueza en detalles y un alto grado de veracidad histórica, todo ello, como les decía, de una forma amena que permite al lector entender fácilmente el contexto histórico y la descripción de las diferentes fases del conflicto y le impulsa a devorar la obra hora tras hora y en cualquier momento. Y para aquellos a los que el volumen o número de páginas de algunos libros de historia les pueda echar atrás, aún después de leer estas líneas, decirles que Barbero necesita tan solo 239 páginas para llevar a cabo todo lo indicado en esta reseña, de las cuales tan solo 208 pertenecen al relato propiamente histórico. El resto son notas y lecturas recomendadas para aquellos que quieran profundizar algo más en la batalla misma o en la época en la que ésta se produjo.

Alessandro Barbero

Por si fuera poco la obra nos permite conocer no solo el desenlace de la batalla, recuerden, uno de esos combates que marcan un antes y un después en la historia, sino las consecuencias de la derrota romana, y los esfuerzos de las autoridad imperial para recuperar el control de la situación.

No nos ha de extrañar la destreza literaria de Alessandro Barbero, que además de su ocupación como profesor de historia medieval en la Universidad del Piamonte Oriental, tiene experiencia en la ámbito de las publicaciones históricas, entre las que destacan Carlomagno, también editada en Ariel, o La batalla. Historia de Waterloo. Barbero es autor, también, de la novela Diario de Mr. Pybe: aventuras y desventuras de un gentilhombre americano en las guerras napoleónicas.

El libro de Barbero es, y aquí daré, si me permiten, mi opinión personal, una gozada de lectura, no solo por el tema analizado en ella, sino por la forma en la que es tratado (recuerden ameno, ágil y asequible) y por la capacidad del autor a la hora de relacionar hechos, datos y fuentes históricas con el objetivo de proveernos de un relato global y exhaustivo de un episodio histórico que algunos autores han considerado como uno de los acontecimientos clave para entender la posterior historia y el final del Imperio romano. Una pequeña joya del análisis y la difusión histórica que es al mismo tiempo un goce literario y que, además, y este es otro de sus aciertos, no requiere de grandes conocimientos previos por parte del lector, algo que la diferencia de muchas de las publicaciones históricas que podemos hallar en los abigarrados anaqueles de nuestras librerías.

En definitiva, una oportunidad ineludible para aquellos que disfrutan con la historia y que sienten curiosidad por aquellos hechos que, aunque muchas veces desconocidos o poco tratados, se erigen como hitos significativos del devenir de la historia de la humanidad.

Título: El día de los bárbaros, la batalla de Adrianópolis, 9 de agosto de 378
Autor: Alessandro Barbero
Editorial: Ariel
Colección: Grandes batallas
Páginas: 240
Fecha de publicación: 22/05/2007
ISBN: 978-84-344-5321-0
Formato: 15 x 22 cm.
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta
Precio: 19,50 €
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez

Crítica literaria: El usurpador del Imperio, de Rosemary Sutcliff.


Como si se tratara de un itinerario marcado en cada una de sus etapas por indicativos de color, el estreno el pasado 8 de abril del film La legión del águila, la versión cinematográfica de la novela El águila de la Novena legión escrita por Rosemary Sutcliff, nos ha permitido a muchos conocer la obra literaria de esta autora británica especializada en la ficción histórica ambientada en época romana y medieval.

De esta forma, y en referencia al itinerario arriba indicado, la lectura de la primera novela de la saga dedicada a la historia de la familia Aquila, nos lleva directamente a la crítica del segundo capítulo de la serie titulado en castellano El usurpador del Imperio (1957) y nos dispone a completar el trabajo con la futura lectura y reseña de Los guardianes de la luz (1959), la tercera y última novela que cierra la trilogía Aquila, ambas obras publicadas también por editorial Plataforma.

Centrémonos, pues, en este segundo capítulo, El usurpador del Imperio, que nos traslada de nuevo a la historia de la Britania romana, en este caso a una etapa un poco más avanzada, para recuperar la historia de la familia de los Aquila descendiente de aquel Marco que en tiempos del emperador Trajano consiguió retornar (recuerden que solo según la leyenda, que no la historia) a territorio romano el emblema de la legión desaparecida, la IX hispana, caída, según la tradición, ante un ataque de las fieras tribus del norte.

El usurpador del Imperio nos sitúa unos 150 años después de las hazañas narradas en la primera novela, esto es, entre los años 286 y 293. El imperio está pasando por uno de los peores periodos de su historia, conocido como la Crisis del siglo III o el período de la Anarquía militar, durante la cual la autoridad imperial central se hundió agredida tanto por las amenazas exteriores, materializadas por el inicio de las invasiones germánicas a gran escala por Europa y el desafío persa en Oriente y por los problemas internos entre los cuales las continuas usurpaciones del poder y los enfrentamientos entre los diferentes emperadores y sus rivales al trono, llevaron al Imperio casi a una situación de colapso.

Y es en este ambiente en el que se mueve la novela que se centra en las aventuras de Tiberio Lucio Justiniano (Justino) y Marcelo Flavio Aquila (Flavio) dos primos lejanos pertenecientes a dos linajes que derivan del creado por aquel Marco Aquila de la primera novela. Justino, un joven cirujano militar es trasladado a Britania para servir a las órdenes de Carausio, un usurpador que de alguna forma ha conseguido si no la plena aceptación por parte de los coemperadores Diocleciano y Maximiano, si su reconocimiento “temporal” ante la situación de total inseguridad en la que vive el imperio. Al llegar a su nueva destinación Justino conocerá a Flavio, un familiar del que se hará amigo inseparable a lo largo de la novela.

Ambos protagonistas descubrirán una conspiración tramada contra Carausio desde la oficialidad de sus tropas liderada por su lugarteniente Alecto, el cual, con la ayuda de los sajones, pretende hacerse con el poder en la isla. Aunque Flavio y Justino consiguen alertar al propio Carausio lo único que obtienen es una nueva destinación en uno de los fuertes defensivos de la muralla de Adriano lejos del cuartel general romano en Britania.

El asesinato de Carausio y la usurpación de Alecto les obligará a abandonar las filas del ejercito para salvar sus vidas y les llevará a formar parte de una organización clandestina que pretende ayudar a todos aquellos que se oponen a las injustas y duras medidas impuestas por el nuevo emperador y por sus secuaces y bárbaros aliados sajones, trabajando en la sombra con el objetivo de favorecer la llegada de las tropas lideradas por el césar Constancio Cloro y enviadas desde Roma para recuperar el control de la isla .

Sutcliff nos introduce con la segunda novela de la saga en una época no demasiado conocida por el lector habitual de novela histórica y por ello arriesgándose en la elección de la trama. Hemos de olvidarnos en estos momentos de la Roma del Alto Imperio y situarnos a finales del siglo III, en los inicios del Bajo Imperio, en el cual las grandes figuras imperiales como Augusto, Nerón o Trajano hacía ya mucho tiempo que habían desaparecido y el imperio se encaminaba hacia una etapa en la que el absolutismo y el militarismo se imponían a marchas forzadas. Es por ello que nos topamos con usurpadores, pueblos germanos e incluso coemperadores. No hemos de olvidar que Diocleciano, el emperador y hombre fuerte del momento intentó durante su reinado establecer un estructura imperial conocida como la Tetrarquía con la cual pretendía sustituir la figura única del emperador por un sistema en el que coexistían dos emperadores sénior o Augustos y dos emperadores junior o Césares que se dividían el territorio dominado por Roma. De aquí que no nos extrañemos de que en la novela se cite a más de un emperador compartiendo al mismo tiempo el poder. Una situación, como ven, muy alejada de la clásica Roma de los Julio-Claudios.

El usurpador del Imperio nos ofrece, pues, una aventura de dos jóvenes militares en un mundo roto que comienza a dirigirse hacia el caos político que llevó al final de la Edad Antigua. Un centurión y un cirujano que se verán obligados a abandonar el ejército y trabajar para, podíamos decir, la “resistencia” favorable a Diocleciano y Maximiano. Sutcliff nos ofrece una trama interesante que nos permite transitar por una Britania amenazada por los germanos y en la que queda bien plasmado la situación de crisis política y militar (por no decir económica y social) que vivía el Imperio por aquel entonces.

Podríamos decir que Sutcliff mezcla dos géneros en El usurpador del Imperio: la novela negra y policiaca que le permite inmiscuirse en los tejemanejes políticos y militares por los que atravesaba Roma en la segunda mitad del siglo III. Muy interesante, en este aspecto, la trama que crea la autora en relación a las luchas de poder ya fueran entre Roma y Britania (Diocleciano/Constancio Cloro y Carausio/Alecto) como a las propias de la isla (conspiración de Alecto en contra de Carausio). Este género negro también le sirve para crear la trama principal que convierte a Flavio y Justino en dos “fuera de la ley” que trabajan a favor del poder central romano. Todo ello se envuelve en un ámbito temporal de novela histórica extraño y difícil, sí, pero que no por eso carece de la grandiosidad y la épica propia de unos tiempos que aunque desconocidos (o no tan familiares para muchos) obligaron a sus protagonistas a reinventar y reestructurar una experiencia vital y política materializada en Roma y su imperio existente desde hacia ya más de 1.000 años y que sobreviviría, al menos, 250 años más.

Y de ejemplo que sirvan dos botones (como se dice coloquialmente). El primero de ellos es la ligazón que la autora lleva a cabo para enlazar la primera novela de la saga con la segunda. Aunque el tema está en el aire a lo largo de todas sus páginas (no olvidemos que Justino y Flavio son descendientes de Marco Aquila), el descubrimiento del emblema de la IX legión Hispana ocultado en el hipocausto de la casa familiar de los Aquila en Calleva y la reintroducción del mismo en la unidad militar reclutada por los dos protagonistas es todo un acierto narrativo.

Aunque, y a estas alturas de la reseña me veo obligado a hacer aparecer la parte más sentimental de mi persona, la última escena en la que se produce la conflagración final entre los ejércitos de Alecto y Constancio Cloro y la lucha que le sigue en el centro de la ciudad de Calleva en la que Justino y Flavio intentan salvar a su población del ataque y del saqueo de las huestes sajonas en retirada casi hicieron saltar las lágrimas de emoción al que estas líneas redacta. Pocas veces he notado ese “sentido de la historia” tan a flor de piel durante la lectura de una novela histórica: brillante y apasionante.

Aunque la novela no esté a este tan alto nivel a lo largo de todas sus páginas y se haga notar la no formación histórica de su autora, pues esquiva y trata muy de pasada algunos aspectos de la trama que se podrían abordar de una forma mucho más interesante y palpitante, El usurpador del Imperio es una buena muestra de la pluma de una autora especializada en las sagas ambientadas en la Roma imperial y en los primeros tiempos del Medievo, o lo que es lo mismo, un seguro de disfrute para aquellos que quieran proseguir la historia iniciada por Marco Aquila en El águila de la novena legión, llevada a la pantalla grande en el año 2010 de la mano de Kevin Macdonald y estrenada en nuestro país en abril de este mismo año.

Título: El usurpador del Imperio
Autora: Rosemary Sutcliff
Editorial: Plataforma
Colección: Novela HistóricaHistórica
Fecha de publicación: octubre de 2009
ISBN: 978-84-96981-64-5
Páginas: 315
Precio: € 19.95

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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez