Parece que los tiempos actuales no son los más favorables para los ciudadanos de a pie. La recesión económica; la crisis de valores (sociales y políticos) que arrecia a través de los medios de comunicación y los esfuerzos de la clase gobernante por hacer callar (y trabajar) a la población, ejemplo de lo cual es la aprobación por parte del gobierno del PP de la Ley mordaza, no podía pasar por alto al teatro y a sus profesionales, y el estreno de Bangkok es, también, un buen ejemplo de ello.
«En un aeropuerto vacío de la geografía española, aparece un misterioso anciano con un billete para volar a Bangkok. Allí se encuentra con la única persona que aún trabaja en esas instalaciones; un joven guardia de seguridad. Éste le informa de la imposibilidad de realizar el viaje que tenía planeado: En ese aeropuerto no hay aviones. Nunca los ha habido. Se trata de un aeródromo que a pesar de haber sido inaugurado, nunca ha estado operativo. Ante la incredulidad y la insistencia del viajero, el guardia le permite quedarse. A partir de ese momento se inicia entre los dos un diálogo en que no sólo se cuestionarán sus vidas, sus trabajos y la situación política, sino en el que también, poco a poco, se revelará la auténtica naturaleza de su encuentro».
Bangkok es una reflexión sobre la vida, de los personajes de la obra, y sobre sus actitudes ante esta, que fácilmente se extiende a la de la mayoría de los ciudadanos que han visto como en los últimos años su existencia ha mermado de la mano del contexto socioeconómico mundial, del que cada vez creemos conocer más aunque, en verdad, sepamos cada vez mucho menos. De esta forma, la obra se estructura como un duelo que no solo es dialectico e interpretativo, sino que va evolucionando y cambiando de forma a medida que avanza la obra y vamos conociendo a los personajes y sus verdaderas intenciones.
El escenario escogido para ello no puede ser más sombrío: Las instalaciones de un aeropuerto fantasma, con claras reminiscencias al desolado aeropuerto de Castellón, sin servicio y custodiadas por dos vigilantes de seguridad (uno de ellos de nacionalidad china y al que nunca veremos). El encuentro entre un extraño viajero y el vigilante de seguridad nos permitirá conocer parte de su realidad como ejemplo de un contexto mucho más global: La situación de los jóvenes universitarios altamente preparados y resignados a trabajos basura; la perdida de los valores de antaño; la situación económica mundial; los poderes económicos en la sombra…
Todo ello lo conoceremos a través del fragor dialéctico que se producirá entre los dos personajes, un magnífico Carlos Álvarez-Novoa, que se lleva, sin duda, la parte del león en el éxito y la credibilidad de la obra y un Dafnis Balduz competente en su papel de guardia de seguridad y convencido campeón antisistema. Una disputa escénica que intenta hacernos ver como todo está interrelacionado y que nada de lo que hacemos es totalmente inocuo, sino todo lo contrario. Una lucha que nos permitirá ir descubriendo la cara auténtica de cada uno de los personajes y que irá perfilando un final revelador.
Todo en la representación está bien cuidado. De ahí que la obra escrita y dirigida de forma afilada e inquisitiva por Antonio Morcillo López haya ganado el XXII Premio SGAE 2013. Las interpretaciones y los actores están en su punto; el escenario encaja perfectamente con la historia que nos es narrada y el ritmo y la intensidad de la representación avanza en un in crescendo que tensiona las vísceras del público asistente.
Una propuesta que recuerda, al menos en su temática, al Bartolomé encadenado que se representó el año pasado también en el marco del Festival Grec. Si bien si aquella se quedaba en una simple salmodia de titulares periodísticos, Bangkok va más allá en su diseño y en su relato, permitiendo al espectador posicionarse a favor o en contra de los puntos de vista de uno de los dos personajes en liza, en una inquisición sobre los males de la sociedad en la que vivimos y de los que seguro que somos, al menos, co-responsables, al cerrar los ojos o al mirar a otro sitio mientras los problemas no nos afectaban a nosotros mismos y al resistirnos a desencadenarnos al sufrir el duro golpe en nuestras propias entrañas.
«Bangkok» se representa en La Villarroel del 1 de julio al 2 de agosto de 2015.
Autor y dirección: Antonio Morcillo López
Reparto: Carlos Álvarez-Nóvoa y Dafnis Balduz
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: Gimena González Busch
Iluminación: Kiko Planas
Espacio sonoro: Ramon Ciércoles
Caracterización: Toni Santos
Producción: Grec 2015 Festival de Barcelona, La Villarroel y el Centro Dramático Nacional
Horarios: de martes a viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:30 horas
Precio: 24-28 €
Duración: 80 minutos
Idioma: castellano
NOTA CULTURALIA: 8,5
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Jorge Pisa