Si les he de ser sincero les he de decir que inicié la lectura de Vacío perfecto de Stanislaw Lem sin demasiado empeño, debido principalmente al tipo de obra y a su contenido: una biblioteca de reseñas de libros que no han existido nunca. Retrasé su lectura una y otra vez hasta que casi «no me quedó más remedio» que ponerme a ello. Y les puedo asegurar que poco a poco mi valoración sobre el libro fue transformándose de una forma cada vez más categórica, para finalizar fascinado, de nuevo, por el genio literario de su autor.
Vacío perfecto, se separa, y a veces mucho, de la producción habitual de Lem, que destacó en al género de la ciencia-ficción con novelas como Solaris, Fiasco, El invencible o Relatos del piloto Pirx. Y de este alejamiento nacía mi aprensión inicial. La obra está constituida, como ya dije, por una serie de reseñas de libros que no existen, por lo cual las propias reseñas (extensas) se convierten en pequeñas historias donde brilla el talento del autor.
En la mayor parte de las reseñas el argumento se construye a partir de la contradicción o la paradoja que en algunos casos llega, incluso, a alcanzar cotas de surrealismo. Ya sea, por ejemplo, en el relato que se centra, muchos años antes de que internet lo hiciera posible, en la existencia de un producto literario en el que el usuario puede crear a su antojo historias modificando el contenido del mismo; el proyecto de búsqueda de genios; la recreación del mundo literario creado por Alejandro Dumas en la Sudamérica posterior a la Segunda Guerra Mundial; la voluntad de no crear nada más en un mundo en donde existen demasiadas cosas o la existencia de una empresa que se dedica a diseñar la vida de sus clientes hasta sus últimos detalles.
De esta forma Lem se propone (y consigue) narrarnos historias a las que retuerce de forma espléndida para convertirlas en reseñas de obras ficticias que tan solo existen en su imaginación. Unas historias que se convierten las más de las veces en pura fantasía generada, y se nota, por una mentalidad atraída de forma íntegra por el género de la ciencia-ficción.

Lem lleva a cabo así un juego de creación literaria en el que nos sorprende historia tras historia, y que nos da sobrada muestra de su capacidad para crear y vislumbrar mundos y realidades imposibles para la mayoría, en muchos aspectos enlazando con la genialidad creativa de autores como Wells o Verne. Lo que nos permite reconocer la sagacidad inventiva de un escritor que a pesar de haber escrito obras «geniales», por no llamarlas «maestras», es un gran desconocido para la mayoría del público, sobre todo para aquellos que no son asiduos a la lectura de libros de género.
Dejo para el final la mención de uno de los relatos-reseña que incluye el libro, y que no es otro que La Nueva Cosmogonía. Es en esta historia, última de la selección de este volumen, donde Lem retoma, ahora sí, el género de la ciencia-ficción, que aparecía de una forma u otra en algunas de las reseñas anteriores. El relato es como una especie de galvanización final en la que el autor dirige su mirada, y de paso la nuestra, a los confines del universo, para hacernos reflexionar (hipotetizar y también gozar) sobre la naturaleza del mismo y sobre la condenación que comporta para cualquiera reprobar el corpus científico establecido, sobre todo el que tiene que ver con las fuerzas cósmicas y las causas de su existencia. Un relato genial, para mí el mejor de toda la selección, y que pone un broche de oro final a una obra que se permite desafiar a la estructura y las normas habituales de un libro reglamentario, para jugar con la literatura e incluso con el propio lector. Un libro, sin duda, a la altura de Stanislaw Lem.
Título: Vacío Perfecto. Biblioteca del Siglo XXI.
Autor: Stanislaw Lem
Editorial: Impedimenta
Encuadernación: Rústica
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 328
ISBN: 978-84-936550-4-4
Precio: 21,95 €
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Jorge Pisa Sánchez
Genial Stanislaw. Tiene otro libro del mismo tipo, titulado Un Valor Imaginario. Aunque sólo conozco la versión que editó la antigua editorial Bruguera en bolsillo.