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Crítica teatro: Macho grita, en el Teatre Condal

¿Es posible estrenar una obra de teatro que habla de la historia de España y de “lo español” desde un punto de vista histórico y algo canalla? Alberto San Juan lo consigue con Macho grita, una reflexión de la españolidad histórica sin complejos que llega al Teatre Condal en el marco del Festival Grec 2024.

“El mito del Don Juan es el punto de partida de una comedia musical que indaga en la relación entre nuestro presente y el ciclo que se inaugura en 1492. Sí, esto es un acercamiento personal de Alberto San Juan a la Reconquista, al descubrimiento de América o a la expulsión de los judíos y los moriscos. ¿Cómo se construye, en este territorio y con este pasado, el concepto del “macho”?
El espectáculo nace del deseo de hacer visible y explicar la historia invisible (o invisibilizada) de España, con la esperanza de entender mejor nuestro pasado y sacar lecciones para la vida hoy, cuando la voluntad de dominio y el afán depredador sobre los que hemos construido nuestras sociedades amenazan con liquidarnos”.

Pues sí, ya lo veis, San Juan versiona a su forma la historia de España y lo hace bien. Porque lo hace a través de los documentos y las opiniones históricas que nos ayudan a entender lo que pasó y como pasó.

La propuesta me sorprendió muy positivamente, siendo yo historiador de carrera. San Juan intenta explicarse a sí mismo, y de paso al auditorio, el porqué España es como es en la actualidad, y cómo se ha ido formando esa forma de ser “español” que ha invisivilizado otras formas de serlo. Y para ello se centra principalmente en la obra de los Reyes Católicos y sus sucesores los Áustrias: la conquista de Granada, el descubrimiento de América (para los europeos!!), la expulsión de los judíos y la progresión de sus políticas durante el gobierno de sus sucesores, esto es, la represión y posterior expulsión de los moriscos. Un período que sin duda ha tenido una importancia capital en la configuración política y “nacional” española.

Y todo esto lo hace en un tono de comedia y musical que le da al espectáculo una frescura que de otra forma no tendría, no os olvidéis que la sustancia del espectáculo es la Historia. San Juan se convierte en un showman que narra, interpreta y recita la historia a través de los personajes, de los textos históricos y da voz a todos aquellos españoles a los que se les denegó su españolidad mientras esta se iba definiendo históricamente.

Es así que Macho grita es un espectáculo de visibilización de la historia (olvidaos de tertulianos televisivos y de políticos y políticas necesitados de munición electoral) y de reflexión, de la influencia que tiene la historia en la forma en la que los españoles y las españolas de ahora, y hablo en concepto amplio, muy amplio, vivimos nuestras vidas, o como reflexiona San Juan en el espectáculo, si los hechos del pasado lejano nos afectan en nuestra felicidad o infelicidad actual.

San Juan y el grupo musical y de baile que le acompañan salen airosos del empeño, mostrando como la historia provee, sin duda, recordad sin ir más lejos las obras de Shakespeare o de los clásicos griegos, de la sustancia necesaria para confeccionar una propuesta de interés que de paso nos ayuda a ampliar nuestra visión de la Historia de España, tan compleja y tan trágica, y a preguntarnos qué es la identidad, cómo se construye y cómo, de una forma u otra, se puede jugar con ella para conseguir réditos políticos, sociales o, también, de dominio.

Sin duda un Festival Grec que comienza con un sobresaliente!!

“Macho grita” se representa en el Teatre Condal del 26 de junio al 7 de julio de 2024.

Dirección: Alberto San Juan
Dramaturgia: Alberto San Juan
Músicos: Pablo Navarro, Gabriel Marijuan, Miguel Malla, Claudio de Casas
Escenografía: Alberto San Juan
Iluminación: Raúl Baena, Eduardo Vizuete
Vestuario: Alberto San Juan
Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico, EQM
NOTA CULTURALIA: 9
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Jorge Pisa

Crítica cinematográfica: Una pistola en cada mano, de Cesc Gay

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Para hacer una buena película tan solo son necesarios tres requisitos: una historia que aborde asuntos que interesen a su futuro público potencial, un elenco de actores capaces de dar verosimilitud a sus personajes y un director que tenga la habilidad suficiente para llevar a buen puerto el proyecto que tiene entre manos. Sin embargo, combinar con acierto esas premisas no siempre es fácil; de esta manera, cuando esos tres elementos coinciden en un mismo film el espectador no puede hacer otra cosa que no sea felicitarse por ello, sentarse en la butaca de su cine favorito y disfrutar de la experiencia. Y eso es exactamente lo que ocurre con Una pistola en cada mano, la nueva película del barcelonés Cesc Gay, quien regresa con una comedia coral –aunque a ratos melodramática– rodada en su ciudad y protagonizada por ocho hombres a la deriva, náufragos urbanos sin rumbo en la difícil tarea que es la vida.

A pesar de que el protagonismo recae en personajes masculinos, esta no es una película que predique las virtudes de los hombres ni pretenda exaltar su forma de ser, más bien sucede todo lo contrario: aquel estereotipo de “macho ibérico” de antaño queda en entredicho por unos personajes frágiles, desorientados, inseguros, perdedores e incapaces de reaccionar a la nueva posición a la que han sido relegados por las mujeres (“Nadie nos ofreció un manual de instrucciones para la vida” es el lacónico mensaje de Eduard Fernández), auténticas triunfadoras del film por su carácter decidido, desafiante y sin temor a afrontar los problemas, empeñadas en cuestionar eso de que el “sexo débil” –si es que lo hay– sea el femenino.

Luis Tosar y Ricardo Darín en un fotograma de la película
Luis Tosar y Ricardo Darín en un fotograma de la película

El planteamiento de la película es muy sencillo: seis encuentros casuales (o no) a lo largo de un día cualquiera en la ciudad, situaciones en las que dos personajes dialogan sobre sus relaciones, sus miedos, sus emociones, preocupaciones, en definitiva, que son incapaces de resolver por sí mismos. En esos diálogos –elaborados con la destreza a la que nos tiene acostumbrados el director catalán– se evidencia la necesidad que tienen los protagonistas de replantearse su propio concepto de masculinidad una vez superada la barrera de los cuarenta años. Por otro lado, cada personaje, en su desconcierto, busca cualquier excusa para explicar sus fracasos, incluso llegan a culpar al destino de sus errores sin asumir sus responsabilidades, y esos pretextos infantiles y a veces ridículos serán el contrapunto humorístico de esta historia.

Cesc Gay define Una pistola en cada mano como una “película de momentos”, y así es, instantes que invitan al espectador a reflexionar sobre la crisis de identidad de esos personajes, y de entre los que debemos destacar concretamente tres: el emotivo abrazo entre Ricardo Darín y Luis Tosar; el cómico desenlace del flirteo entre Eduardo Noriega y Candela Peña; y la declaración de un atribulado Javier Cámara a Clara Segura. Tan solo por estos momentos ya merece la pena ver Una pistola en cada mano, una ocasión perfecta para comprobar que el hombre del siglo XXI debe ponerse las pilas para adaptarse a su nuevo rol en la sociedad, una excelente película que, de forma incomprensible, ha recibido una única nominación (a Candela Peña como mejor actriz de reparto) para la próxima gala de los premios Goya –resulta extraño que una película cuyo protagonismo recae en ocho hombres no reciba ninguna nominación a interpretación masculina–, escaso reconocimiento a un ejemplo magnífico de buen cine que, sin duda, merecía mucho más.

Título: Una pistola en cada mano
Director: Cesc Gay
Intérpretes: Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Eduardo Noriega, Leonor Watling, Candela Peña, Cayetana Guillén Cuervo, Eduard Fernández, Leonardo Sbaraglia, Jordi Mollà, Alberto San Juan, Clara Segura
Guión: Cesc Gay, Tomàs Aragay
Música: Jordi Prats
Año: 2012
Duración: 95 minutos

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Escrito por: Robert Martínez Colomé