Ferdinando Vicentini Orgnani, director de cine: “¡La democracia con miedo a la crítica está enferma!”

Mi grabadora despierta con la llamada de Ferdinando. Y, rápidamente, desecha bostezos burgueses para enderezarse decidida al compás de la intensidad del realizador.

Sucre-54[1]

¿Qué es UN MINUTO DE SILENCIO?

Un documental sobre el cambio político en Bolivia durante los últimos quince años, un país que pasó de ser neoliberal (y con un pasado caracterizado por la violencia y la inestabilidad) a vivir una presunta revolución socialista con Evo Morales al frente.

 ¿Por qué hablar de ello?

Porque mucha gente ignora la situación de allí. Cuando empecé a rodarlo en 2008, yo estaba entusiasmado con ese cambio. Y con la increíble participación popular. ¡Después de quinientos años de exclusión total, los bolivianos podían tocar con sus manos el poder! Yo venía de Europa, donde la política, especialmente en Italia, se ve como algo muy negativo…

¿Qué pasó con el triunfo electoral de Morales?

Morales suponía una nueva oportunidad. Y contaba con el apoyo de la mayoría de la población: No solo indígena, sino también los intelectuales. Fue un espectáculo extraordinario: Todos tenían la esperanza de que habría un cambio. Ahora, Evo tiene un poder casi absoluto. El poder absoluto es algo muy peligroso para un presidente y hasta tuve la tentación de volver a Italia sin acabar la película.

El físico Francesco Zaratti cita a Nietzsche en tu película: “Miramos un árbol y nos fijamos en el fruto cuando deberíamos mirar las semillas.”

¡Se refiere al error que está cometiendo el Gobierno de Evo! Es una pena que la experiencia de una revolución democrática de inclusión social se esté transformando en una dictadura encubierta. No hay oposición: Todos los demás líderes con algo de carisma están encarcelados o retirados de la vida política. ¡La democracia que tiene miedo de la crítica está enferma!

También aparece el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

No fue precisamente un santo, pero en los años noventa su primera gestión incluyó una serie de reformas muy interesantes. Sin embargo, acabó muy mal. En mi película, también muestro lo desatroso que fue su segundo gobierno, que provocó su huida a Estados Unidos con toda la familia.

¿Cómo fue el encuentro con él?

Cuando llegué a Bolivia por primera vez, la gente le tildaba de genocida. Al entrevistarle, me explicó lo que su padre le enseñó: Que, para ser un hombre, hay que plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo y exiliarse…

Hablas de la importancia de la coca para los bolivianos: La toman para empezar el día y trabajar pero, a la vez, parece como si pudiese acabar con el país.

En Bolivia, se toma tradicionalmente. Lamentablemente, en los últimos años ha crecido mucho la producción destinada a fabricar la cocaína. Y, ahora, los narcotraficantes mexicanos y colombianos van al Alto (La Paz), a comprar la pasta base de la coca… Se ha convertido en algo muy importante para la economía del país.

Tu obra es muy explícita: En ella, escuchamos críticas abiertas a los diferentes gobernantes. Y vemos las cosas directamente.

En UN MINUTO DE SILENCIO, detallo el ataque de los militares a la Marcha indígena del TIPNIS. Eran de las tierras bajas. Votaron a Morales y, luego, se sintieron traicionados. Me costó mucho dar con ellos: Estaban convencidos de que me seguía la policía secreta. ¡Tenían mucho miedo!

¿Un director de cine no es como un policía secreto?

En los primeros viajes, conté con un pequeño equipo de producción boliviano. Pero después, cuando la situación cambió, acabé siendo como un turista filmando con su pequeña cámara…

¿Qué frutos está dando UN MINUTO DE SILENCIO?

El periodista Carlos Valverde, que también aparece en el filme, me ayudó a distribuirla en Bolivia. Solo se vio en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba. Fue de manera muy precaria porque no podíamos hacer publicidad. Pero la prensa independiente le dio mucha cobertura. También la hemos llevado a Sâo Paulo, Oaxaca (México) y al Festival de cine latinoamericano de Trieste.

No es tu primera película controvertida.

En el 2002, rodé ILARIA ALPI-EL MÁS CRUEL DE LOS DÍAS, sobre una periodista asesinada en Somalia y me vi implicado en siete procesos penales. Ahora se exhibe en las escuelas de toda Italia. En esta ocasión, opino que uno puede meterse con la izquierda y sus mitos intocables. ¡Se puede juzgar un Gobierno revolucionario! El sentido de un documental político es subrayar las contradicciones y ofrecer una visión lo más amplia posible la realidad…

Recomiéndame una película de ficción.

LA DOLCE VITA, que me sorprende cada vez que la veo. Me gusta muchísimo Fellini, por su gran capacidad de comprender la esencia de mi país con una visión muy profética.

Mi grabadora se endulza finalmente con la sonrisa de Ferdinando. Y la vida triunfa aquí y allí.

Por Juan Marea

http://www.unminutodesilencio.org/

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