La casita de Chocolate en la Sala Karpas: ¿Hay algún dentista en la sala?

Hansel y Gretel merodean estos domingos por la Sala Karpas de Madrid. Y con su habilidad para zaherir y una contagiosa afición por la distracción llevan a la desesperación al Brujo Escalambrujo, al borde de la inanición y casi a dejarle sin techo.

La Compañía sirve una versión muy desenfadada del cuento recogido por los Hermanos Grimm en el que la “joie de vivre” aplasta cualquier aspecto tétrico o adoctrinador. Porque parece que ya no estamos para cuentos. Y sí para pasarlo bien.

Así que organizan un “show” que toma un poco de “Pulgarcito” (la perseverancia de los protagonistas por recuperar el equilibrio familiar después del repetido abandono por parte de los padres), otro poco de “Alicia en el país de las maravillas” (esas plantas dicharacheras y con dificultades para aguantar la compostura) y hasta de “La bola de cristal” (los ripios amenazadores de la Bruja Avería aquí los recoge un malvado una y otra vez apaleado), un puñado de canciones sabrosonas (que van de la rumbita a la salsa) y algunas morcillitas coyunturales para que los adultos también se laman un poquito los dedos. Todo ello acaba convirtiendo el material de partida en un mero pretexto para conseguir una horita de entretenimiento encantador pero banal.

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Belén Orihuela y Nerea Rojo paciendo azúcar.

Porque aquí Gretel es una ingenua histérica; Hansel, un niño extremadamente prudente; y el enemigo, un bobalicón tan inocuo como simpático. Poco importa la lucha entre el Bien y el Mal. Incluso volver a casa sanos y salvos si podemos engullir dulces nada nutritivos y bailar al son de criaturas imprevisibles (lo mejor de la función: el escarabajo Baldomero, con un salado Chema Moro).

La propuesta de Manuel Carcedo Sama se resiente, en lo dramatúrgico, de esta dispersión narrativa: Por una parte, a duras penas avanza la historia. Por otra, la dirección de actores adolece de una falta de cohesión evidente: algunos son excesivamente histriónicos; otros, demasiado contenidos. En cambio, aplaudimos el tono festivo de su dirección: La diversión es constante gracias a esa mezcla de delirio ocioso de los protagonistas, que incluye los tiernos mugidos de una vaca tan despreocupada como los dos hermanitos y en quien recaerá, entre pasos de baile zumbones y repetidas expresiones de sorpresa, la tarea de enderezar a los terribles niños a la hora de urdir su plan de derribo del famélico hechicero y triunfal victoria final.

 Por Juan Marea

 

LA CASITA DE CHOCOLATE se representa en la Sala Karpas de Madrid.
http://www.karpasteatro.com/programacion-actual/programacion-infantil-gg/la-casita-de-chocolate