Es toda una suerte poder gozar, de tanto en tanto, de la representación de dos obras de teatro de un mismo autor en la misma ciudad y al mismo tiempo, de tal forma que se nos permite evaluar tanto el estilo y el talento del dramaturgo en cuestión como la capacidad y la resolución del director, de los actores y de las actrices (entre muchos otros) a la hora de llevar a buen puerto una adaptación teatral.
Este es el caso del estadounidense Edward Albee, del cual, durante los meses de octubre y noviembre, hemos podido ver en Barcelona dos adaptaciones de su obra, Un fràgil equilibri en el Teatre Lliure y Qui té por de Virginia Woolf? en el Romea, dos disecciones de la familia (americana) y de los individuos que la componen a través de los ojos y la crítica del autor.
Nos vamos a centrar en esta crítica en la adaptación de Un frágil equilibri, que se ha representado en el Teatre Lliure del 20 de octubre al 27 de noviembre, dirigida por Mario Gas e interpretada por Mia Esteve, Pep Ferrer, Mercè Montalà, Rosa Novell, Rosa Renom y Albert Vidal.
La acción de la obra se desarrolla en la casa familiar donde vive el matrimonio formado por Tobias (Albert Vidal) y Agnes (Rosa Novell), acompañados de Claire (Rosa Renom) la hermana de esta última. Un lugar donde desde el primer segundo somos testigos de los resentimientos y de los reproches que habitan en la casa y que han acabado dominando el día a día de la familia, centrados, principalmente, en el comportamiento y el alcoholismo de Claire.
Este “frágil equilibrio” familiar, delicado y enfermizo, se pondrá a prueba cuando los dos mejores amigos de la familia, Edna (Mercè Montalà) y Harry (Pep Ferrer), se instalen en la casa, tras huir aterrorizados de la suya (no sabremos exactamente el porqué) y regrese al hogar Julia (Mia Esteve), la hija de Tobias y Agnes, después de haber roto con su cuarto marido. Su llegada y la exigencia de recuperar su antigua habitación, ahora ocupada por Edna y Harry, generarán toda una serie de conflictos que afectarán a la consistencia de la familia.
Esta complicada situación nos permite asistir a la disección que Albee realiza de la familia de clase media americana allá por los años 60, una crítica de la institución familiar dominada por las apariencias y por “lo correcto” y que ha olvidado los sentimientos y la ternura. Un conflicto que Gas nos permite observar atentamente al situar la acción en algo parecido a una piscina o una pecera, a través de la cual el público, que la rodea por sus cuatro costados, puede observar, reflexionar y opinar sobre aquello que están viendo. Y lo que ven no es más que la desidia, la desilusión, el acatamiento, la derrota y el agotamiento de la vida ante aquello establecido, ante unas reglas que nos condicionan a hacer lo que se ha de hacer y que nos separan de nuestra propia alma y nuestros verdaderos sentimientos.
Así, la trama permite “inundar” la escena con toda una serie de recelos e inquietudes que forzarán a los miembros de la familia a tomar decisiones, a hacer suya la situación y a llevarla hacia las emociones, algo a lo que no están acostumbrados desde hace años. Agnes “odia” fraternalmente a su hermana alcohólica y demasiado “natural”; Tobias sostiene, aparentemente, una predilección hacia Claire por su carácter más auténtico y rebelde que el de su propia mujer, a la que aún quiere pero con la que la pasión se apagó hace mucho tiempo. Julia, hija única y mal criada, no ha aprendido a tomar consciencia de ella misma, de sus actos y de la sociedad en la que vive, de aquí sus cuatro fracasos matrimoniales, recordados con sorna por el resto de personajes; Edna y Harry atemorizados de algo insubstancial, de algo que no pueden explicar, aunque parece que es lo mismo que lo afecta a la casa, el vacío de unas vidas que transcurren gracias a la inercia, sin ímpetu, sin futuro.
Un fràgil equilibri nos habla de los límites de la familia. Los personajes casi no pueden establecer quién forma parte de la familia y quién no. ¿Son Claire y Julia parte de la familia? ¿Poseen Edna y Harry más derechos a instalarse en la casa que la hija pseudo-emancipada? Toda una serie de dudas generadas por la indefinición de lo que es la familia y por tanto quién pertenece al círculo de los sentimientos familiares. Es, así, un análisis deshumanizado de una institución familiar, y de una clase social, la clase media acomodada americana de los años 60, que deja claro el rechazo del autor, afectado, seguramente por su propia experiencia vital y que se puede sentir de forma más deshumanizada aún en Qui té por de Virginia Woolf?
Mario Gas y el equipo de producción del Lliure han llevado a cabo una acertadísima adaptación de la obra de Albee realizada con una precisa representación escénica, el símil de la pecera, y en la que el alcohol està omnipresente tanto en la casa como en la vida de sus moradores. Un alcohol que lo “mancha” todo y un remedio que todos ellos acaban utilizando para olvidarse del fracaso de sus sentimientos y de sus vidas.
El acierto se materializa, además, en unos actores que se disuelven en sus personajes para así hacerlos suyos: Rosa Novell encarna a una mujer realista pero decepcionada por la vida y que se deja dominar completamente por las estructuras y por lo que es correcto en cada momento, algo confirmado en su propio lenguaje perfecto y meticuloso; Albert Vidal ha sido ya vencido por la vida y no puede o no quiere sobreponerse a ella; Rosa Renom, más real pero en cambio dominada por el alcohol que necesita para seguir adelante; y Mia Esteve, una hija incapaz de hacerse amar por otro, como un fiel producto de una casa y de una familia en donde el amor y los sentimientos “no se tocan”.
Aunque uno se puede llegar a preguntar ¿Un fràgil equilibri es una obra actual? La impecable revisión dirigida por Mario Gas pretende acercarnos a un pasado y a un país muy diferente a los nuestros. Por tanto ¿nos permite realizar una reflexión sobre la actualidad, sobre la situación de la familia y sobre las emociones y los sentimientos que vivimos y que nos embargan hoy en día? Esto muy señores míos, lo tendrán que averiguar ustedes mismos, aunque, tranquilos, les aseguro que podrán gozar en el intento.
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«Un fràgil equilibri» se representa en el Teatre Lliure Montjuïc del 20 de octubre al 27 de noviembre de 2011.
Autor: Edward Albee
Dirección: Mario Gas
Intérpretes: Mia Esteve, Pep Ferrer, Mercè Montalà, Rosa Novell, Rosa Renom y Albert Vidal
Traducción del inglés: Joan Sellent
Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso
Vestuario: Antonio Belart
Iluminación: Carles Lucena
Sonido: Orestes Gas
Producción: EL CANAL – Centre d’Arts Escèniques de Salt/Girona y Teatre Lliure
Horarios: de martes a sábados a las 20:30 horas y domingos a las 18 horas.
Precio: 27 €; 18 € (miércoles, día del espectador); 22 € (con descuento, excepto el día del espectador).
Idioma: catalán.
Duración de la obra: 2 horas y 30 minutos, con una pausa de 15 minutos incluida.
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Escrito por: Jorge Pisa Sánchez