Artículo: El misterio de la IX legión Hispana.


La historia y el pasado están plagados de misterios y de leyendas que abarcan todo aquello que la ciencia histórica desconoce o de lo que no ha sabido dar explicación. El misterio también envuelve con su poderosa aureola la historia de Roma, la época en la que un gran imperio y sus legiones dominaban todos los territorios ribereños del Mediterráneo y proveía al mundo moderno de la base cultural y política que forma su armazón actual.

Y es acerca de una de estas legiones, y más en concreto de la IX Hispana, sobre la que se cierne uno de los misterios, y como no, una de las leyendas más duradera de la historia militar romana: el enigma de su desaparición. Si como lo leen, la desaparición de una unidad completa del ejército romano. Un misterio sobre el cual los historiadores no han podido dar una explicación concluyente.

De la IX Hispana disponemos de información, más o menos certera, acerca de su creación en la primera mitad del siglo I a.C. y de su evolución hasta las últimas noticias seguras que poseemos de ella, que algunos sitúan en el año 107/108 d.C.; durante los primeros años del gobierno del emperador Adriano; en la década de los años 20, 30 o incluso 40 del siglo II y otros, los más atrevidos, cerca del año 161 d.C.

Sin embargo en un momento u otro nuestra información sobre la legión IX Hispana desaparece, siendo la fecha límite para ello el año 162 d.C, en el cual se erigió en Roma una inscripción que enumera, en orden geográfico, las legiones romanas activas en ese momento (inicios del reinado de Marco Aurelio), y en cuyo listado no aparece la IX Hispana. Una inequívoca indicación de que la legión había sido o bien disuelta o bien destruida antes de esa fecha.

Veamos, pues, en un breve recorrido histórico, cuál fue la historia de la legión IX Hispana, cuál es el misterio de su desaparición y qué leyendas surgieron a raíz de ésta.

La creación de la legión IX Hispana y sus primeros años.

La legión IX Hispana tiene su origen, como en el caso de la mayoría de las legiones que estuvieron activas en época imperial, en el periodo de guerras civiles que fueron causa del final de la República romana.

Parece que la IX Hispana desciende de la legión IX, una de las unidades que integró el ejército con el cual Julio César llevó a cabo su famosa conquista de las Galias entre los años 58 y 51 a.C., aunque esta filiación no se ha podido confirmar documentalmente. La IX sirvió, más tarde, en las campañas militares que en época del emperador Augusto llevaron al sometimiento, por parte de Roma, del territorio noroccidental de la península Ibérica (29-19 a.C.) habitado por cántabros y astures.

La finalización de estas operaciones militares en el año 19 a.C. comportó la marcha de la legión IX hacia una destinación fronteriza en Panonia (provincia romana que incluía territorios de las actuales Hungría, Austria, Croacia, Serbia, Eslovenia, Eslovaquia y Bosnia-Herzegovina). De su estancia en el Danubio destaca la participación de la IX en el amotinamiento de tres legiones estacionadas allí tras el ascenso al trono del emperador Tiberio en el año 14 d.C.

En el año 20 d.C. la IX Hispana fue transferida a la provincia de África como refuerzo de la legión III Augusta para reforzar el contingente militar romano allí presente durante la rebelión del númida Tacfarinas (20-24 d.C.). Su estancia allí se prolongó hasta el año 24 d.C. tras lo cual regresó a la provincia de Panonia.

Los títulos y el emblema de la legión IX.

La legión IX dispuso de diversos títulos a lo largo de su historia. Así sabemos, a través de diferentes inscripciones y noticias, que esta unidad tuvo primero el epíteto de IX Triumphalis derivado, seguramente, de su participación en un triunfo militar celebrado en Roma por Julio Cesar en el año 46 a.C. Esta designación fue sustituida más tarde por el título de IX Macedónica, debido, posiblemente, a la intervención de la unidad en la batalla de Farsalia en el año 48 a.C. o en la de Filipos en el año 42 a.C. Fue durante su estancia en Hispania cuando la legión IX adoptó el título de Hispaniensis (=estacionada en Hispania), designación que fue alterada por la de IX Hispana (oriunda de Hispania) seguramente tras su marcha de esta provincia hacia Panonia.

Por lo que respecta al emblema de la legión, aunque no poseemos ninguna evidencia acerca de cuál pudo ser el distintivo utilizado por la IX Hispana, es posible que éste fuera el del toro, un animal asociado con la diosa Venus, el ancestro legendario de los Julios.

Formación de tortuga representada en la Columna de Trajano.

La conquista de Britania.

La legión IX abandonó de nuevo la provincia de Panonia hacia el año 42/43 d.C. para unirse a las fuerzas que el emperador Claudio estaba reuniendo con el objetivo de iniciar la conquista de Britania. El mando de este ejército de invasión fue concedido a Aulo Plautio, hasta entonces gobernador de la provincia de Panonia, el cual se dirigió a su nuevo destino militar acompañado de la legión IX.

La campaña de conquista no supuso un gran reto para las tropas romanas si tenemos en cuenta que, como parece, su objetivo no era apoderarse de toda la isla sino, más bien, acabar con el poderío de la tribu de los trinobantes, situada en la costa oriental britana, cuya actividad anti-romana llegó a amenazar, incluso, el territorio romano continental. La IX Hispana fue una de las cuatro legiones, junto a la II Augusta, la XIV Gemina y la XX Valeria Victrix, que participó en esta primera fase de la conquista de Britania actuando, también, en las subsiguientes campañas de consolidación y ampliación del dominio romano.

En el año 60 d.C. el poder romano en Britania sufrió un importante revés con la rebelión de la reina Boudica (60-61 d.C.), alzamiento provocado, entre otras razones, por la pésima gestión de la administración romana en la isla. Boudica era la viuda de Prasutago, rey de la tribu britana de los icenos, pueblo aliado de los romanos. Al morir su esposo sin descendencia masculina, los romanos se negaron a reconocer los derechos de su viuda y de sus hijas al trono iceno. El despiadado trato recibido por ellas llevó a Boudica a rebelarse contra el poder romano, insurrección a la que se sumaron tribus vecinas como la de los trinovantes.

La legión IX Hispana fue la primera que luchó contra los rebeldes britanos, enfrentamiento en el que sufrió fuertes bajas, llegando a perder hasta 2.000 hombres, tras lo cual tuvo que retirarse a su campamento base en Lincoln (Lindum). Los rebeldes fueron finalmente derrotados por las fuerzas romanas cerca de la ciudad de Londres (Londinium), tras lo cual la provincia fue nuevamente pacificada. Las bajas sufridas por la IX Hispana fueron reemplazadas con soldados provenientes de las guarniciones establecidas en las provincias germanas.

Todas las legiones estacionadas en Britania se vieron afectadas por el enfrentamiento militar que siguió a la muerte de Nerón en el año 68 d.C. Cuatro fueron los emperadores que se sucedieron en Roma en menos de un año (Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano). Las tres legiones estacionadas en aquellos momentos en Britania contribuyeron con contingentes o vexilaciones al ejército reunido por Vitelio para enfrentarse primero a Otón, su rival en Italia y más tarde a Vespasiano. Fue éste último el que acabó imponiéndose a los otros candidatos, tras lo cual fue nombrado nuevo emperador en el año 69 d.C.

Durante el periodo de gobierno de Vespasiano (69-79 d.C.), la IX Hispana participó, junto al resto de las legiones establecidas en Britania, en el nuevo avance de la conquista en el norte y el oeste de la isla, que permitió a las fuerzas romanas someter los territorios de Gales y parte de Escocia, aunque ésta última tan solo temporalmente. Esta actividad militar obligó a modificar el emplazamiento de la legión IX Hispana, que hacia el año 70 d.C. abandonó su campamento base en Lincoln por el de York (Eburacum).

Sin embargo parece que el interés por Britania decayó durante los reinados de sus hijos Tito (79-81 d.C.) y Domiciano (81-96 d.C.) al prevalecer en esos momentos la defensa y consolidación de la frontera del Rin. Para ello, ya en el año 83 d.C., el emperador Domiciano reclamó importantes contingentes de la legión IX Hispana para luchar en Germania contra los catos, a los que venció en ese mismo año. Contribución a la que se sumaron nuevas vexilaciones que, un poco más tarde, las unidades legionarias estacionadas en Britania tuvieron que suministrar para hacer frente a la constante amenaza en las fronteras del Rin y del Danubio, un movimiento éste que incluyó el traslado de la legión II Adiutrix de Britania en el año 87 d.C.

La última noticia que poseemos de la presencia de la IX Hispana en Britania es del año 107/108. Ésta no es otra que una inscripción hallada en York que nos informa de la participación de la legión en la reconstrucción de una de las puertas del campamento en el que la legión estaba asentada.

El misterio del final de la IX Hispana.

Es a partir de esta fecha que disminuyen, en gran medida, los testimonios que poseemos de la existencia de la IX Hispana, lo que nos impide disponer de información histórica precisa sobre la legión. Solo algunos datos dispersos nos indican que la unidad siguió activa algunos años más, aunque no podamos establecer con certeza cuál fue su final. A esto se suma el hecho de que la IX Hispana no aparece citada en la inscripción del año 162 citada anteriormente (ILS 2288; CIL VI 3492, A, B.) en la cual se enumeraban, en orden geográfico, las 28/30 legiones activas en esos momentos.

La desaparición de la IX Hispana de los registros históricos ha generado un vivo interés tanto en el mundo académico, deseoso de situar en un marco histórico el fin de la legión, como en escritores y, más recientemente, en la industria del cine, que han hallado en este “misterio britano” una fuente de inspiración en la que centrar su ánimo creativo en busca de un final épico para la legión perdida.

De esta forma, ya a principios del siglo XX, el historiador y arqueólogo británico Francis J. Haverfield avanzó la idea de que la legión IX Hispana podría haber sido destruida o disuelta tras algún desastre militar acaecido en el norte de Britania o incluso en Escocia (Haverfield, F.J., The Roman Ocupation of Britain, Oxford, 1924.). Esta idea fue posteriormente desarrollada por la escritora Rosemary Sutcliff en la novela que escribió sobre el tema (El Águila de la novena legión, 1954). La inspiración de Sutcliff a la hora de escribir la obra fue el descubrimiento, en el siglo XIX, de un águila de bronce en las excavaciones arqueológicas en la ciudad de Silchester. Un poco más tarde, en el año 1955, el arqueólogo e historiador Ian Richmond defendió la idea de que la IX legión Hispana fuera disuelta por Adriano durante su visita a la provincia britana en el año 122 tras haber sufrido la unidad diversas derrotas.

Águila de bronce hallada en las excavaciones arqueológicas en la ciudad de Silchester.

Es, sin duda alguna, la versión de Rosemary Sutcliff de la destrucción de la IX Hispana en su marcha hacia el norte de Britania la que ha quedado grabada en la imaginación popular como un hecho histórico contrastado. Veamos, pues, lo que la historia puede decir acerca de ello.

El final de la IX Hispana. Los datos históricos.

Uno de los primeros escenarios donde se ubicó el final de la legión IX Hispana fue en la propia Britania. Allí se produjo, durante los primeros años del reinado de Adriano (117-119) cierta agitación de la que no estamos muy bien informados. Algunas indicaciones de la Historia Augusta y del De Bello Parthico de Frontón y la leyendas de varias monedas acuñadas por el propio Adriano, nos informan de problemas militares en Britania, aunque desconocemos su entidad y características. Sería, pues, en este conflicto donde la IX Hispana hallaría su fin al ser derrotada por los britanos en el norte de la isla, hecho, del que, por otra parte, no disponemos de ninguna prueba histórica. De la misma forma la inseguridad en la zona provocaría, en el año 122, la llegada del propio emperador y el inicio de la construcción, en el norte de la isla, del muro que lleva su nombre.

Pocas son las evidencias sobre la existencia de la IX Hispana a partir del año 107/108. Entre ellas están un mortero (mortarium) hallado en Holdeurn, cerca de Nimega, (la antigua ciudad de Noviomagus) en el este de los Países Bajos, que posee un sello de la legión IX Hispana; dos tejas estampadas con una inscripción parecida a la anterior halladas en la propia ciudad de Nimega; un altar dedicado a Apolo erigido por el prefecto de la IX Hispana hallado en la ciudad alemana de Aquisgrán; una inscripción anónima de un tribuno de la legión IX que sirvió en ella estando ésta asentada en la Baja Germania y diversas inscripciones de oficiales que sirvieron en la legión en años posteriores al 120 d.C. La datación de algunos de estos hallazgos, al menos de aquellos con una cronología más segura, ha puesto en duda la destrucción o disolución de la unidad en una fecha anterior a la década de los años 20 del siglo II. Si esto fuera cierto refutaría la idea de la destrucción de la legión en Britania durante los primeros años del reinado de Adriano (117-119).

Otros datos epigráficos han puesto en duda este final de la legión. Entre ellos se hallan las carreras militares y políticas (cursus honorum) de diversos oficiales que sirvieron en la IX Hispana en fechas posteriores. He aquí la información que poseemos sobre ellos:

1-    L. Emilio Caro, tribuno laticlavii (o primer tribuno) de la legión a mediados de la década de los años 20 del siglo II.
2-    L. Novio Crispino, laticlavii que sirvió en la legión no antes del 130 d.C.
3-    Annio Sextio Florentino, legado de la IX en el año 123 d.C.
4-    M. Cocceio Severo, que sirvió como primipilo (el centurión de la primera centuria de la primera cohorte de una legión romana ) de la unidad hacia el año 126 d.C.

Estas carreras militares rebaten de nuevo la idea de la desaparición de la IX Hispana a principios del reinado de Adriano en Britania y prolongan su existencia varios años más. De ahí que los especialistas hayan buscado algún otro escenario histórico en el que situar la desaparición de la legión, situado éste entre el año 107/108, en el que poseemos la última información contrastada de su existencia, y el año 162, fecha de la inscripción erigida en tiempos del emperador Marco Aurelio.

Uno de estos escenarios es la rebelión judía de Bar-Kokhba, enfrentamiento conocido como la II Guerra judeo-romana (132-135). Este conflicto obligó al emperador Adriano a desplazar unidades militares de otras provincias a Judea para hacer frente a los rebeldes, otorgando la dirección de las operaciones al gobernador de Britania Julio Severo. Algunos historiadores han defendido la idea de que la IX Hispana hubiera podido partir en el año 134 hacia Judea junto con el gobernador de la provincia, en la que tras sufrir numerosas bajas la unidad sería disuelta. Sin embargo, aunque el traslado de Julio Severo sí que está documentado por las fuentes, no pasa lo mismo con la posible marcha de la IX Hispana, de la que no tenemos noticia alguna. Más aún, esta posibilidad no se adecua demasiado a la situación militar del conflicto tras la llegada de Julio Severo a Judea en el año 134, momento en el cual los rebeldes judíos estaban demasiado debilitados para hacer frente al contingente militar romano y, mucho menos, para infligirle una derrota de esas características.

Una nueva hipótesis sobre el final de la IX Hispana se generó tras el descubrimiento en el año 1972 de un diploma militar datado el 8 de febrero del año 161 d.C. durante el consulado de Quinto Numisio Junior. Este cónsul se creyó que era el mismo que el conocido por otra inscripción con el nombre de Q. Camurio Numisio Junior, del cual sabemos que fue tribuno de la IX legión Hispana, aunque no los años exactos en los que ejerció este cargo.

Si estas dos inscripciones pertenecen al mismo individuo, es decir, si podemos integrar la información proveniente de ambas en base al año en el que Quinto Numisio Junior fue nombrado cónsul y establecer para él una carrera militar y política normal para su época, se podría suponer que Q. Camurio Numisio Junior fue tribuno de la IX no antes de los años 135 o 140, retrasando aún más en el tiempo la fecha de desaparición de la IX Hispana.

Esta hipótesis ha llevado a los historiadores a buscar un nuevo escenario temporal adecuado para ubicar el final de la legión, esta vez entre el año 140, data fijada con el cursus honorum de Numisio Junior y el 162 d.C., fecha de la inscripción erigida en tiempos de  Marco Aurelio. Este nuevo escenario se ha situado en el desastre de Elegeia (Armenia) del año 161, donde, según Dión Casio una legión romana fue destruida a manos de las tropas partas dirigidas por el general Cosroes.

Sin embargo no todos los especialistas aceptan esta teoría, ya que algunos pretenden diferenciar entre Quinto Numisio Junior, mencionado en el diploma militar, y Q. Camurio Numisio Junior, citado en la inscripción sin fecha, haciendo del primero el hijo del segundo, por lo cual la fecha del consulado y, por tanto, también la del tribunado de la legión IX Hispana se avanzaría en el tiempo, descartando, así, la fecha del año 140 como la última de la que tenemos información de la existencia de la legión.

De ahí que, aunque conozcamos algo más sobre historia de la legión IX Hispana, no hayamos podido determinar cuál fue su destino final. A pesar de que sabemos que la legión no fue destruida ni disuelta en Britania en época del emperador Adriano desconocemos si halló su final en Judea durante la revuelta de Bar-Kokhba bajo las órdenes del general Julio Severo o si fue destruida por las tropas partas en la batalla de Elegeia en el año 161. De lo que único de lo que estamos seguros es de que la legión IX Hispana ya no estaba activa al inicio del reinado de Marco Aurelio, ya que no aparece en la famosa inscripción del año 162. De ahí que aún no se haya desvelado el secreto de la IX Hispana y que por lo tanto el misterio acerca de su final siga abatiéndose sobre la historia de Roma y siga proveyendo de una temática apasionante a todo aquel que se acerque a ella.

Bibliografía específica:

Birley, A. R., The Roman Government of Britain, Oxford-Nueva York, 2005.

Erdkamp, P. (Edi.), A Companion to the Roman Army, Malden-Oxford-Carlton, 2007.

Goldsworthy, A., El ejército romano, Madrid, 2005

Ireland, S.Roman Britain. A Sourcebook, Abingdon-Nueva York, 2008.

Keppie, L., “The fate of the Ninth Legion. A problem for the esatren provinces?, en The Eastern Frontier of the Roman Empire, 1989, págs. 247-255.

Keppie. L., “Legio VIIII in Britain: The Beginning and the End”, en Legions and Veterans. Roman Army Papers, Stuttgart, 2000, págs. 201-218.

Keppie, L., “Legiones II Augusta, VI Victrix, IX Hispana, XX Valeria Victrix”, en Les Légions de Rome sous le Haut-Empire, Lyon, 2000, págs. 25-35.

Mor,  M., “Two legions – the same fate? The disappearance of the legions IX hispana and XXII Deiotariana” en Zeitschrift für papyrologie und epigraphik, nº 62, Bonn, 1986.

Shotter, D., Roman Britain, Abingdon-Nueva York, 2004.

Ficción:

Literatura:

El águila de la IX legión
, Rosemary Sutcliff (1955)

Cine:

http://www.plataformaeditorial.com/cont/novedades/novedades_sola_es.php?idField=52&table=novedades

La última legión, de  Doug Lefler (2007)

http://www.imdb.es/title/tt0462396/

Centurión, de Neil Marshall (2010)

http://www.imdb.es/title/tt1020558/

La legión del águila, de Kevin Macdonald (2011)

http://www.imdb.es/title/tt1034389/Añadir objeto

————————————————————————

Escrito por: Jorge Pisa Sánchez


Versión pdf artículo El misterio de la IX legión Hispana

Un comentario en “Artículo: El misterio de la IX legión Hispana.”

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.