Llega al Museo Marítimo de Barcelona la exposición Pompeya, El último gladiador, una ventana al mundo antiguo en el corazón de la ciudad condal.
Más de ciento cincuenta piezas originales del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, uno de los museos más antiguos e importantes del mundo por la riqueza y singularidad de su patrimonio, son los protagonistas de una exposición única en el Museo Marítimo: «Pompeya y el último gladiador».
Un viaje al pasado a la Pompeya de hace dos mil años, cuando floreció como puerto comercial y ciudad militar estratégica; una oportunidad única e irrepetible para adentrarse en el corazón de la vida cotidiana y la dinámica social de la ciudad sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C
A través de un viaje en Realidad Virtual serás catapultado a una experiencia inmersiva única, a la civilización romana del siglo I, para revivir las hazañas heroicas de los gladiadores y revivir los momentos que marcaron la existencia de los habitantes de Pompeya.
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Te proyectarás en una realidad de 360 grados, y serás testigo del camino de los gladiadores desde las cárceles, hasta el gimnasio, para subir finalmente a la Arena donde presenciarás hasta peleas con elefantes. Tu experiencia terminará con la espectacular erupción del Vesubio, que vivirás de una forma extremadamente realista y atractiva, como nunca has visto. Un viaje en el tiempo, en el mayor espacio de Realidad Virtual jamás creado
LA ANTIGUA POMPEYA REVIVE EN BARCELONA!!
Exposición: Pompeya. El último gladiador
Fechas: del 6 de junio al 15 de octubre de 2023 Dónde: Museu Marítim de Barcelona Horarios: Abierto de lunes a domingo de 10:00 a 20:00. Último pase a las 19:00 Duración del espectáculo: Aproximadamente 1 hora Espectáculo apto para todos los públicos
El área arqueológica de Pompeya, la ciudad destruida en el 79 dc. por la erupción del Vesubio no deja de sorprender. El pasado 26 de diciembre se comunicó el hallazgo de un termopolio, establecimiento en el que se servía comida y bebida a los habitantes, intacto, decorado y aún con restos de alimentos.
El Ministerio de Cultura italiano y el área arqueológica anunciaron lo que consideraron «otro descubrimiento extraordinario en Pompeya, en las nuevas excavaciones emprendidas dentro del proyecto de mantenimiento y restauración de la Regio V».
Se trata de un termopolio, donde se solía servir comida a las clases más bajas de la ciudad, perfectamente conservado con el mostrador con la imagen de una ninfa marina a caballo y otros animales con colores extraordináriamente conservados. Pero lo que más ha sorprendido a los arqueólogos es el descubrimiento en los envases de restos de la comida que se vendía en la calle y que es el origen de la «comida para llevar».
De hecho, era costumbre de los pompeyanos consumir alimentos y bebidas calientes al aire libre y los arqueólogos y expertos que trabajan en el parque arqueológico de Pompeya ya están estudiando el material que ampliará el conocimiento sobre los hábitos alimentarios de época romana.
«Además de ser un testimonio más de la vida cotidiana en Pompeya, las posibilidades de análisis de este termopolio son excepcionales, pues por primera vez se ha excavado todo un entorno con metodologías y tecnologías de vanguardia que están devolviendo datos inéditos», explicó Massimo Osanna, director general del Parque Arqueológico de Pompeya.
Con un trabajo interdisciplinario se realizarán varios análisis en el laboratorio para conocer el contenido de las «dolia», los recipientes de barro en los que se cocinaba y almacenaba la comida en la antigua Roma.
Las decoraciones del mostrador del termopolio, parcialmente excavados en el año 2019, muestran en la parte frontal la imagen de una nereida (ninfa) a caballo en un entorno marino y, en el lado más corto, la ilustración probablemente de la misma tienda como un letrero comercial.
Además, en el termopolio se encontraron diferentes materiales de despensa y de transporte: nueve ánforas, un recipiente en bronce, dos frascos y una olla de cerámica.
El suelo de toda la sala está formado por el llamado opus signinum, un revestimiento impermeable formado por fragmentos de terracota en el que se han insertado fragmentos de mármol policromado en algunos puntos.
Los termopolios, donde se servían bebidas y comida caliente, como indica el nombre de origen griego, conservados en grandes dolia (tarros) incrustados en el mostrador de mampostería, eran muy habituales en el mundo romano, donde era costumbre consumir el prandium (la comida del mediodía) al aire libre.
Solo en Pompeya hay unos ochenta, pero ninguno con el mostrador completamente pintado, lo que confirma la naturaleza excepcional del hallazgo.
Los primeros análisis confirman que las pinturas del mostrador representan, al menos en parte, los alimentos y bebidas que realmente se vendían dentro del termopolio: dos ánades reales expuestos boca abajo, listos para ser preparados y comidos, un gallo y un perro con correa. De hecho, se ha encontrado un fragmento de hueso de pato dentro de uno de los recipientes, junto con cerdo, cabras, pescados y caracoles de tierra, atestiguando la gran variedad de productos de origen animal utilizados para la elaboración de los platos.
Por otro lado, los primeros análisis arqueobotánicos permitieron identificar fragmentos de roble caducifolio, probablemente pertenecientes a elementos estructurales de la encimera.
En el fondo de un dolio, un recipiente de almacenaje, se identificó la presencia de habas, intencionalmente molidas, que como aseguraba Apicio se utilizaron para modificar el sabor y el color del vino, blanqueándolo.
Otro dato interesante es el descubrimiento de huesos humanos, hallados parcialmente alterados por el paso de túneles realizados en la época moderna por excavadoras clandestinas en busca de objetos preciosos. Algunos son de un individuo de al menos 50 años que probablemente estuvo posicionado sobre un lecho del que quedan rastros al momento de la llegada de la corriente piroclástica que arrasó la ciudad. Otros huesos, aún por investigar, pertenecen a un segundo individuo y fueron encontrados dentro de un gran dolio, quizás colocado allí por los primeros excavadores.
Pompeya siempre ha sido un icono de la historia de la Roma antigua y, seguramente, uno de los hechos históricos más famosos de la Antigüedad, ya que no es demasiado habitual que una ciudad (en este caso varias, ya que la erupción del Vesubio también afectó a las poblaciones de Estabia y Herculano) fuera arrasada por la lava de un volcán, y de esta forma sus vestigios llegaran a nosotros de una forma tan trágica y espléndida al mismo tiempo. Acontecimiento este que ha generado un gran número de publicaciones, tanto en el ámbito académico, en el de la difusión como, y este es el caso que nos interesa ahora, en el de la novela histórica. No por otra, Ediciones B publicó el año pasado, Vesuvius, de Marisa Ranieri Panetta, una novela escrita, además, por una gran conocedora y divulgadora de la historia romana.
«Flavia lamenta la suerte que la ha obligado a casarse con el rico y viejo Quinto Popeo, propietario de una de las fincas más hermosas de la ciudad de Pompeya. Se trata de un matrimonio de conveniencia, y todo parece hostil: el propio Quinto, la nueva ciudad y el ambiente que reina en el hogar. Solo las atenciones de Lucio Seyo, brillante político, ofrecen a la joven una esperanza de cambio.
Vesuvius nos traslada a una época en la que la vida cotidiana se cruza con la alta política y las pasiones se tiñen de ambición desmedida. Una novela con la que recorremos las calles de Pompeya, entramos en los edificios públicos, oímos a las personas que acudían a las termas, que rezaban a Isis o discutían en las basílicas y que se convirtieron en protagonistas de una de las tragedias más impactantes de la Historia».
Vesuvius es una novela histórica que despista al lector. Tanto su título, la portada del libro como, en parte, su sinopsis, nos pueden hacer creer que la trama se desarrollará durante los momentos previos, o próximos, al fatídico 24 de agosto del año 79 d.C., lo que nos permitirá revivir, de una forma literaria, qué es lo que ocurrió aquella fatídica jornada. Si bien, ya en las primeras páginas nos damos cuenta de que esto no va a ser así. Aunque la trama inicial se ambienta en el año 79 d.C., muy pronto el argumento da un salto en el tiempo que nos traslada al año 64 d.C., esto es quince años antes, para narrarnos la vida de Flavia, y el cambio que va a dar su vida al casarse, por conveniencia, con el rico Quinto Popeo, tras lo cual se traslada a vivir a su residencia en Pompeya.
Marisa Ranieri Panetta
A partir de aquí la novela se centrará en la vida social de los miembros de las clases altas de Pompeya, dedicando una especial atención al relato de sus relaciones, amoríos, y a la narración de las intimidades de una serie de personajes cuya existencia se va acercando ineluctablemente, aunque poco a poco, a la funesta fecha de la erupción del Vesubio.
Como se pueden imaginar, pues, la trama desarrollada en la novela, tiene que ver poco con la erupción del volcán y mucho con la alborozada vida de los miembros de las clases altas de Pompeya. Por desgracia Ranieri, aunque nos describe con una fuerza inusual la realidad cotidiana de la ciudad, algo que la autora tiene por la mano debido a su experiencia en el ámbito académico, no tiene la capacidad para crear toda una serie de personajes que puedan interesar, de la misma manera, al lector, algo en lo que tiene que ver el estilo literario utilizado y los continuos saltos temporales en la narración, que no permiten al lector hacer suya la línea de avance de la novela.
No será hasta muy tarde que llegaremos al clímax de la narración, esto es, la erupción del Vesubio y la tragedia que condenó a la ciudad de Pompeya y a sus habitantes, aunque en relación al paginado de la novela, uno tiene la sensación que no se le ha dedicado el espacio necesario a la narración de la deflagración y sí mucho a la observación de la vida social pompeyana. Además, Ranieri crea algunas líneas argumentativas propias del thriller y del género del misterio, que parece no saber finalizar, otro elemento que puede dejar algo descolocado al lector. A lo que se suma la escasa atención que muestra Ranieri a los acontecimientos políticos en Roma, que aunque citados incidentalmente, parecen no interesar demasiado a la autora.
De esta forma Vesuvius se queda a medias en varios aspectos: como novela histórica; como relato de la erupción del Vesubio al que la trama hace referencia y en el intento de hacer que el lector se haga con la trama y con los personajes, sino de una forma muy superficial. Un menú, este, que seguro dejará a más de uno con las ganas de conocer algo más sobre la erupción que llevó a Pompeya a convertirse en un símbolo de la historia romana, y que marcó la vida de muchos de sus habitantes y de tantos otros a los que nos apasiona la Historia antigua.
Título: Vesuvius Autora: Marisa Ranieri Panetta Editorial:Ediciones B Páginas: 400 Formato: Tapa dura | 15 x 23 cm ISBN: 978-84-666-5541-5 PVP: 19.00 €
No es nada nuevo que los clásicos, sean del género que sean, poseen una larga vida en las pantallas del cine y la televisión (no sé hasta qué punto en los dispositivos móviles). Las narraciones de carácter histórico no son una excepción, por lo que en los últimos años hemos visto nuevas versiones de la mayoría de los clásicos históricos, ya sea Ben-Hur (Steve Shill, 2010), Espartaco (Robert Dornhelm, 2004), Hércules, el origen de la leyenda (Renny Harlin, 2014) oCleopatra (Franc Roddam, 1999). Este año le ha tocado el turno a Los últimos días de Pompeya, una historia que ya había tenido versiones en 1908, 1935, y las más conocidas en 1959, un film dirigido por Mario Bonnard e interpretado por Steve Reeves y Fernando Rey y, posiblemente la mejor y más fiel adaptación, la miniserie de 5 horas de duración dirigida en 1984 por Peter R. Hunt e interpretada por Ned Beatty, Brian Blessed, Ernest Borgnine, Lesley-Anne Down, Franco Nero, Anthony Quayle y Laurence Olivier.
Paul W.S. Anderson se ha puesto a la cabeza de un proyecto que en sus manos y en las de los productores de la película se ha transformado en un film de acción y de gladiadores y poco más, desvirtuando la historia original y transformándola en una de esas tramas dirigidas a adolescentes buscadores de historias de amor juvenil y rebelde ambientadas en otras épocas.
Pompeya, año 79 d.C., Milo (Kit Harington), el único sobreviviente de una matanza de celtas en Britania perpetrada por el ejército romano, es esclavizado y entrenado como gladiador. Sus dotes en la arena forzarán a su propietario a trasladarlo a Pompeya, para obtener un mayor beneficio de sus habilidades. En el camino a Pompeya Milo conoce a Casia (Emily Browning), una joven aristocrática que se enamorará de él. Casia regresa a Pompeya huyendo de la corrupción en Roma y de las malas artes del senador Corvo (Kiefer Sutherland), empeñado en hacerse con el amor de la joven. Corvo pretende, además, emprender ciertos negocios urbanísticos en la ciudad. Por su parte Milo tendrá que imponerse en la escuela de gladiadores de Pompeya, donde conocerá a Ático (Adewale Akinnuoye-Agbaje), el campeón de la ciudad. Las vidas de todos ellos se verán truncadas por la erupción del Vesubio, el volcán que acabó con la ciudad de Pompeya…
Como os decía Pompeya no es más que la transmutación de una historia escrita por Edward Bulwer Lytton en 1834 en un film sin demasiadas ambiciones y destinado a un público poco exigente. De esta forma las tramas de la historia original se reducen para centrarse en las aventuras de Milo, Casia, Ático, Corvo, y los padres de Casia, optando por convertir el film, como ya se hiciera con Hércules, el origen de la leyenda, en una película de gladiadores, perdiendo por el camino la riqueza argumental de la historia original escrita por Bulwer Lytton. De ahí que las escenas de gladiadores se impongan en el film (parece que lo único que interesa de Roma en el cine actual es el culto al cuerpo que puso tan de moda la serie Spartacus: Sangre y arena) junto con la tormentosa relación entre Casia y Corvo, mostrándonos, de nuevo, y con muy poco respeto al contexto histórico de la época, lo malvados que eran los romanos. De ahí que de forma poco acertada se haya incorporado la idea en el film de una cierta oposición de los pompeyanos hacia los romanos, y se nos hable del emperador Tito de una manera que recuerda más a su hermano y sucesor Domiciano que a él mismo. De nuevo una película de romanos nos presenta a los romanos como los malos de la película.
El film peca, además, de presentismo, esto es, nos muestra la relación entre Casia y Milo de una forma que parece más la de dos jóvenes enamorados (y rebeldes, este ingrediente no podía faltar) del siglo XXI, que de una joven aristócrata pompeyana y un esclavo-gladiador en pleno siglo I d.C. En todo ello tiene que ver, y mucho, la producción del film, ya que el director, Paul W.S. Anderson, pertenece más a los géneros de ciencia-ficción, terror y acción que al del cine histórico, señal clara del tono y la forma que se le ha querido dar a la película, y que sin duda está vinculada a la espectacularidad de la erupción del Vesubio, sin duda, el activo más importante del film, que ocupa la parte final de la cinta y que se puede desarrollar plenamente con los efectos especiales a disposición en la actualidad. Sin embargo, el film parece que se rebasa a sí mismo en este aspecto y nos muestra una hecatombe de carácter universal en la que terremotos, erupciones, fuego, incendios, destrucción, e incluso un tsunami, centran en demasía la atención del espectador, mientras el destino final de los principales caracteres del film se va resolviendo. Creo, personalmente, que esta parte del film peca de exagerada y posee un final que es posible que no agrade demasiado al público espectador.
Si tuviera que destacar alguna cosa del film no sería ni la trama (tan alterada que parece una película nueva con poco que ver con la historia original, algo tan de moda en las adaptaciones actuales…) ni la exageración de los efectos especiales finales algo cansinos, sino algunas de las vistas generales de la ciudad de Pompeya, reconstrucciones a las que los efectos especiales sí que han sabido dar vida en el film, como aquella imagen de la ciudad de Pompeya vista desde el exterior, en la que se nos muestra la vía de acceso de la ciudad rodeada por los monumentos funerarios de sus habitantes, una imagen poco común en el cine de romanos, las vistas del puerto y alguna de las escenografías que observamos en el anfiteatro, si bien el desarrollo de estas escenas de acción gladiatorial se disparan enseguida y pierden gran parte de su credibilidad.
Por lo que respecta a las interpretaciones, ninguna de ellas destaca por una valía excepcional. Posiblemente sean algunos de los secundarios, como Ático (Adewale Akinnuoye-Agbaje) o los padres de Casia, Aurelia y Severo (Carrie-Anne Moss y Jared Harris), los que destaquen más que no los actores principales. Kit Harington, el esclavo Milo, no da la talla como gladiador y tampoco destaca por su actuación y Emily Browning no convence demasiado como la joven protagonista del film a la cual el guión le obliga a saltarse todas las convenciones sociales de época romana como si nada. Por desgracia Kiefer Sutherland se ve obligado a encarnar al “malo maloso” romano del film, por lo que su registro interpretativo se desarrolla en una frecuencia bastante irreal. A Sutherland le que acompaña Sasha Roiz que encarna a Próculo, la mano derecha de Corvo y un auténtico monstruo sin remordimiento alguno, un carácter tampoco demasiado creíble.
En definitiva, una lástima, porque valía la pena contemplar una nueva versión de Los últimos días de Pompeya, un film con un presupuesto de 100 millones de dólares que ha recaudado tan solo 108.550.407 dólares, y que evidencia que el cine actual tiene poca mano a la hora de mostrarnos el mundo antiguo en la gran pantalla, por lo que me veo obligado a hacer una doble recomendación: Pompeya es una película recomendable para aquellos interesados tan solo en las nuevas visiones de la antigüedad con poca o muy poca veracidad y mucha acción. Para aquellos que quieran disfrutar de una buena historia, bien estructurada y filmada y respetuosa al contexto histórico de la época, os insto a localizar cualquier versión anterior del film, aunque yo, personalmente, os recomiendo la miniserie de los años 80, que se mantiene muy bien después de tantos años.
Título:Pompeya Título Original:Pompeii Director: Paul W.S. Anderson Guión: Janet Scott Batchler, Lee Batchler Reparto: Kit Harington, Emily Browning, Kiefer Sutherland, Carrie-Anne Moss, Jared Harris, Jessica Lucas, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Sasha Roiz, Currie Graham, Ben Lewis, Joe Pingue, Alain Moussi, Emmanuel Kabongo Fotografía: Glen MacPherson Música: Clinton Shorter Género: Histórica, aventuras, acción, catastrófica Nacionalidad: USA, Alemania Fecha de Estreno en España: Viernes, 25 de abril de 2014
El año que viene (2014) eOne Entertainment estrenará en España Pompeya, un film que nos vuelve a trasladar a la ciudad enterrada por la lava del Vesubio en el año 79 d.C. El film está dirigido por Paul W.S. Anderson e interpretado, entre otros, por Emily Browning, Kit Harington, Carrie-Anne Moss, Kiefer Sutherland, Paz Vega, Jessica Lucas y Jared Harris.
Pompeya narra la épica historia de Milo (Kit Harington), un esclavo convertido en gladiador, que contempla impotente cómo su verdadero amor, Casia (Emily Browning), la hermosa hija de un rico mercader, se ha prometido con un corrupto Senador romano. Pero cuando el Monte Vesubio entra en erupción, Milo deberá luchar en una carrera contra el tiempo para salvar a su amada mientras la magnífica ciudad de Pompeya se derrumba a su alrededor.
La película está ambientada en Pompeya en el 79 D.C., en los días previos a la erupción del Vesubio durante el reinado del emperador Tito. Un episodio histórico ampliamente utilizado en el cine, la literatura y la televisión, pero que hacía años que no servía como escenario para una gran producción como parece que es Pompeii, con un presupuesto estimado de unos 100 millones de dólares. El estreno oficial en EE.UU. se prevee para el 21 de febrero de 2014.
Título: Pompeya Director: Paul W.S. Anderson Reparto: Emily Browning, Kit Harington, Carrie-Anne Moss, Kiefer Sutherland, Paz Vega, Jessica Lucas y Jared Harris Guión: Janet Scott Batchler, Lee Batchler y Michael Robert Johnson Director de fotografía: Glen MacPherson Diseño de vestuario: Wendy Partridge Estudios: Impact Pictures y Constantin Film