Hoy en día cualquiera puede ser un fotógrafo en potencia: la gran cantidad de dispositivos electrónicos que tenemos a nuestro alcance nos permiten inmortalizar aquellos momentos que creemos únicos con mayor o menor gracia. Sin embargo, convertir aquella instantánea en una pieza de museo no es una tarea tan sencilla, ya que para ello se necesitan grandes dosis de talento, disciplina y una visión muy personal de la realidad, cualidades de las que ha hecho gala Chema Madoz a lo largo de toda su trayectoria como fotógrafo, un hábil artista capaz de transformar objetos cotidianos en imágenes cargadas de poesía para, así, crear un mundo onírico propio que podremos descubrir en Ars combinatoria, la retrospectiva sobre sus últimos 30 años de carrera que se inauguró el pasado 9 de abril en La Sala d’exposicions La Pedrera de Barcelona.
Lejos quedan aquellos tiempos en los que Chema Madoz (Premio Nacional de Fotografía en el año 2000) trabajaba en un banco; por entonces ya había hecho sus pinitos como fotógrafo –reportajes en los que se centraba en la figura humana–, pero pronto decidió dar un paso al frente, dejar su profesión y centrarse en su verdadera pasión. Sin embargo, poco a poco perdió el interés en fotografiar personas para dar el protagonismo a los objetos, a quienes despoja, con mucha imaginación, de su función principal y les otorga posibilidades mucho más poéticas que las evidentes, con la intención de que el espectador reflexione acerca de su entorno más inmediato. Así, el artista busca una imagen precisa a partir de una idea preconcebida, en escenarios íntimos que él mismo crea o manipula, siempre en blanco y negro y con una cuidada elección de la luz para jugar con las sombras que proyecta el protagonista.
En La Pedrera, el visitante tendrá acceso a ese universo paralelo creado por el fotógrafo, un total de 70 obras en las que nada es lo que parece a simple vista: en ese mundo ficticio es posible encerrar una nube en una jaula, quebrar un huevo duro y su soporte como si fueran un mismo objeto, unir con aguja e hilo unas perlas que no son otra cosa que diminutas gotas de agua, convertir una batuta en una escuadra y un cartabón, confeccionar un majestuoso arco tan solo con libros, transformar un bastón en una barandilla preciosa o una hoja de afeitar en el punto de libro perfecto. Madoz no duda en buscar la complicidad sincera del espectador, y por ese motivo no le ofrece ninguna pista, ni siquiera pone título a ninguna de sus imágenes con el objetivo de que sea él mismo quien las interprete.
Además, en Ars combinatoria –título que hace referencia al arte combinatorio pensado por el filósofo mallorquín Ramon Llull– se incluyen dos vídeos que muestran la forma tan meticulosa, casi obsesiva, en la que trabaja y construye sus estructuras (su perfeccionismo es tal que le ha llevado a elaborar entramados de gran complejidad para obtener una imagen impactante); la curiosidad del espectador quedará saciada con la exposición de diversas libretas de anotaciones en las que dibuja las primeras ideas de sus proyectos, cinco objetos originales que el mismo Madoz ha realizado para incluir en sus fotografías –entre ellos un guante que funciona como un elegante monedero– y sus colaboraciones con los poetas catalanes Salvador Espriu y Joan Brossa, el mismo que a principios de los 90 se felicitaba por descubrir en él a un “hermano” en el terreno artístico.
Ars combinatoria se podrá ver en La Sala d’exposicions La Pedrera de Barcelona del 9 de abril al 28 de julio de 2013, de lunes a domingo, de 10:00 horas a 20:00 horas. La entrada es gratuita.
Más información: http://www.lapedrera.com