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Crítica teatro: Malamort, en la Sala Beckett

El thriller es un género poco habitual sobre los escenarios, dedicados muy especialmente a la comedia y la tragedia y a las múltiples mezcolanzas entre ellas. Por ello, Malamort de Daniela Feixas en la Sala Beckett nos ofrece una propuesta diferente a las habituales, en la que la intriga, las creencias y la pérdida están muy presentes.

«Judit, una agente rural destinada recientemente a un pueblo de alta montaña, recibe la extraña llamada de un vecino, Ton. El hombre ha perdido el gato de su hija, Laura. El animal fue un regalo del hermanastro de la chica, Alex, por su último cumpleaños y el hombre, extrañamente afectado por el hecho, pide al agente que le ayude a encontrarlo. Ella se implicará en la búsqueda del animal perdido. Poco a poco irá descubriendo la carga de superstición y los hechos inconfesables que se esconden bajo la aparente cotidianidad de los habitantes de un pueblo al que resulta mucho más sencillo entrar que conseguir escapar».

Malamort sigue sobre el escenario la estela de los relatos criminales que están ahora tan de moda y en los que se analiza minuciosamente el desarrollo de crímenes populares o sin resolución. Daniela Feixas da de esta forma a su propuesta un enfoque actual para explicarnos la vida y los misterios en un pueblo de montaña, en el que ha desaparecido un gato propiedad de la hija de uno de los vecinos. La investigación, llevada a cabo por la agente rural recientemente asignada a la localidad, mostrará la crudeza de la vida y de las relaciones familiares fuera de la gran ciudad.

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Malamort nos sumerge en una atmósfera oscura y a veces irrespirable en la que no todo es lo que aparenta. Una pequeña localidad aislada en donde las creencias oscuras y la tradición tienen un peso muerto y, al mismo tiempo, un lugar al que acudir para buscar sosiego tras los golpes recibidos en la vida. Ambas situaciones se dan en la obra, todo ello entretejido con el miedo a lo desconocido y la muerte.

Feixas ha creado un texto oscuro que avanza a golpes y en el que al espectador le costará progresar en la intriga, hecho este que potencia el suspense de la representación. El relato se estructura a partir de la relación entre los cuatro únicos personajes de la obra, dos adultos, Marta Marco, la afectada agente rural que investigará las extrañas desapariciones acaecidas en la montaña y Josep Julien, que encarna al padre preocupado, en demasía, por la seguridad de la familia. Entre los actores más noveles, Abril Julien, que interpreta al personaje más rebelde de la obra y Marc Soler Rull, que da vida a su atribulado hermanastro.

Malamort es una obra más que para pensar, para sentir las emociones que guían las vidas de los protagonistas, e intentar comprender las motivaciones de cada uno de ellos, todo envuelto en una atmósfera de creencias oscuras y comportamientos opresivos que marcarán el trágico desarrollo de la trama. Un ejercicio de comprensión escénica que estará en la Sala Beckett hasta el próximo domingo 28 de julio.

«Malamort» se representa en la sala beckett del 26 de junio al 28 de julio de 2024.

Autora: Daniela Feixas
Reparto: Abril Julien, Josep Julien, Marta Marco, Marc Soler Rull
Escenografía: Anna Tantull
Iluminación: Sylvia Kuchinow
Vestuario: Bàrbara Glaenzel
Sonido: Judit Farrés
Coreografía y movimiento: Nuria Legarda
Producción: Sala Beckett y el Grec 2024 Festival de Barcelona

Horario: de martes a sábado a las 20:00 horas y domingoa las 18:30 horas
Precio: de 11 € a 22 €
Duración: 1 hora y 20 minutos
Idioma: español
NOTA CULTURALIA: 7
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Jorge Pisa































































































Crítica teatral: El president, en el TNC.

president_altaVivimos en una época en la que el poder y la corrupción, o más bien dicho, el poder corrupto, invade todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida diaria. Las noticias al respecto nos asaltan informándonos de las cantidades astronómicas desvalijadas de las arcas públicas (y que descansan en bancos suizos, andorranos o de cualquier otro paraíso fiscal), de las actitudes poco democráticas y, lo que es aún peor, de la incapacidad manifiesta de la mayoría de nuestros políticos. No es de extrañar, pues, que el teatro nos hable, también, de la infección política que recorre las venas del país. De ahí que el pasado 5 de noviembre se estrenara El president, de Thomas Bernhard, en el TNC, una adaptación dirigida por Carme Portaceli e interpretada por Francesc Orella y Rosa Renom.

Con el país en un estado de crispación creciente, la pareja presidencial acaba de escapar ilesa de un atentado que se ha llevado la vida del estimado perro de la presidenta y también de un coronel, confidente y amigo del presidente. El terror que experimentarán el presidente y la presidenta, acentuado por el riesgo de ser asesinados por su propio hijo, que se ha pasado a las filas anarquistas, revelará progresivamente el abismo que separa la solidez aparente de su poder y la mediocridad de su fragilidad real.

La obra de Bernhard es una crítica en la línea de flotación a la aristocracia del poder, a una casta política que utiliza el poder con el único objetivo de asegurar su supervivencia. Siendo testigos de la intimidad tanto del presidente como de la presidenta, el autor nos muestra no tan solo la menudencia, a veces, de la política, sino que también nos narra el inicio de la caída de los regímenes, tanto de los tiránicos como de los «democráticos», que caen cuando las sociedades a las que representan pierden la confianza en ellos.

elpresident1_altaPortaceli nos presenta cuatro escenas dominadas por la presencia primero de la presidenta y después del presidente. A lo largo de ellas conoceremos la triste realidad que subyace a estos dos «grandes personajes» y seremos conscientes de la moral del poder que poseen, en este caso contaminada por unos comportamientos mezquinos y por la corrupción. Los dos personajes serán incapaces de entender el momento en el que viven y la voluntad de cambio que se está generando en su país, un hecho que sin duda les condena a una caída final que nos presagia el propio desarrollo de la obra.

Y es en este aspecto en el que el espectador puede hacer una lectura actual de la obra, una analogía entre la situación que nos muestran Bernhard/Portaceli y el contexto político y social que vivimos en la actualidad, en el que la situación política se ha degradado en gran medida debido a la corrupción que ha demostrado una clase política en parte tan decrépita como la que nos mostraba Bernhard a mediados de los años 70. Si bien, el contexto histórico de la obra no queda del todo claro. Bernhard mostró una amplia voluntad crítica hacia la clase política austríaca a lo largo de su obra. Si bien al espectador no se le ubica plenamente en la época en la que acontecen los hechos narrados sobre el escenario, lo que fuerza, sin duda, al público a reflexionar sobre los paralelismos con la situación de desafección que vivimos en la actualidad.

Sin embargo, la obra resulta algo extensa y reiterativa en algunos momentos, lo que sin duda se podría haber solucionado abreviando alguno de los actos, y hace referencia a uno contexto político y social que aunque en suspensión, no parece encajar del todo con los problemas que vivimos en la actualidad.

La adaptación de Portaceli hace hincapié en la interpretación de los actores principales, Orella y Renom, estructurada en falsos monólogos. Los actores siempre están acompañados, si bien, el peso del texto lo declaman ellos de forma individual, mientras que el resto de actores se convierten en meros sparrings teatrales que acompañan a la interpretación de los primeros. Las actuaciones de Orella y Renom están, como no podía ser de otra forma, a una gran altura, aunque, como ya he dicho, la extensión y lo reiterativo de la obra consiguen empantanar la recepción de la misma.

El president nos muestra hasta dónde puede llegar el poder cuando pierde la consciencia de sí mismo y olvida la razón de su existencia. Una lección a tener en cuenta en un momento en el que cada vez parece más claro que ciertas cosas están llamadas a desaparecer y a otras se les augura un futuro incierto.

«El president» se representa en el TNC del 5 de noviembre al 28 de diciembre de 2015.

Autor: Thomas Bernhard
Dirección: Carme Portaceli
Reparto: Francesc Orella, Rosa Renom, Montse Pérez, Josep Julien, Daniela Feixas, Josep Costa y Sergi Misas
Traducción: Bernat Puigtobella
Escenografía: Paco Azorín
Iluminación: Maria Domènech (aai)
Vestuario: Antonio Belart
Espacio sonoro: Jordi Collet “Sila”
Caracterización: Toni Santos
Producción: Teatre Nacional de Catalunya, Temporada Alta i El Canal y Centre d’Arts Escèniques de Salt /Girona.

Horarios: de martes a sánbado a las 20:00 horas y los domingos a las 18:00 horas.
Precio: 23 €. Posibilidad de tarifas especiales
Duración: 2 horas
Idioma: catalán
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Jorge Pisa