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Crítica teatral: Entremeses de Cervantes, en el Teatre Romea

Hablar de Cervantes es como hablar de la lengua española y no solo de una de las novelas más famosas en el ámbito hispano, El Quijote, sino también de la poesía y del teatro. Y es este último el que está de noticia con el estreno, el pasado jueves 21 de mayo, de Entremeses de Miguel de Cervantes en el Romea.

«Con ocasión de su XX aniversario, La Abadía se reencuentra con los Entremeses –La cueva de Salamanca, El viejo celoso y El retablo de las maravillas-, interpretados por un grupo de actores que incluye a varios miembros del reparto original. Con la escenografía del recién fallecido pintor José Hernández, las luces de Juan Gómez Cornejo, la música de Luis Delgado y la dirección de José Luis Gómez, el encanto popular y la fuerza de la palabra de Cervantes vuelven a cobrar vida en estas tres célebres historias cómicas, situadas en un ámbito rural».

Así, pues, los miembros del Teatro de la Abadía rememoran sus inicios, tras veinte años de actividad teatral, con la revisitación de tres de los entremeses cervantinos, que nos trasladan al ámbito rural y castellano de la época del Siglo de Oro español a través de la fantasía y el costumbrismo popular, que son los ingredientes básicos de estas pequeñas piezas, que originalmente servían como descanso de una obra más larga. Cervantes sabe infundir a sus entremeses de todos aquellos elementos que los espectadores de la época esperaban hallar en estos entreactos, esto es, infidelidades, ardides, bellaquería y como no la manifestación de la estupidez humana, abundantísima en nuestro país a lo largo de los siglos.

La obra, dirigida por José Luis Gómez, nos muestra los inicios de su larga trayectoria en El teatro de la abadía, que incluye obras como Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, de Valle-Inclán o Castillos en el aire, de Fermín Cabal, ambas del año 1995. La propuesta actual recupera parte del reparto original, lo que hace que el sello Abadía esté asegurado.

Entremeses de Cervante_Roema_1Aunque, no todo brilla de la misma forma. Si bien las interpretaciones de los actores están a un buen nivel, pues a su conocimiento de la obra se suma el rodaje profesional alcanzado con el paso de los años, la proyección escénica no es todo lo funcional que debiera. De esta forma a una escenografía minimalista, por no decir inexistente, se le suma la presencia de una gran encina en la parte central del escenario, que aunque mantenida con la voluntad de ser fiel al trabajo escenográfico realizado por el fallecido pintor José Hernández, dificulta no tan solo el propio fluir de la acción sino también el entendimiento de esta por parte del público, ya que las numerosas puertas y paredes necesarias en la representación de la obra las habrá de imaginar el espectador, a veces con indicaciones algo alborotadas. Un esfuerzo, este, costoso para el público. A lo que se suma la sucesión de tres historias diferentes una detrás de otra, algo que puede llegar a fatigar tras 1 hora y 50 minutos de representación.

A pesar de este desacierto, los actores de la compañía calan perfectamente sus personajes y la forma de interpretarlos, por lo que hallaremos a jóvenes casadas ansiando cuerpos jóvenes y mañosos en su lecho; viejos celosos de la actividad, las compañías y «las vecinas» de sus jóvenes esposas; buscones teatrales y toda una suerte de personajes campestres que revolotean excitados a su alrededor. Todo ello, que nos será narrado con un gran sentido cómico y burlesco, nos muestra las hazañas de unos personajes que empequeñecen por su villanía y nos presenta un retrato del ambiente popular de las ciudades y los campos de la Castilla de los siglos XVI y XVII.

Los Entremeses de Cervantes se conforman, además, como una especie de arqueología teatral por dos razones: nos permites recuperar varias piezas teatrales del Siglo de Oro español y al mismo tiempo nos ayuda a recordar el trabajo teatral de una compañía a punto de cumplir 20 años sobre los escenarios.

«Entremeses de Cervantes» se representa en el Teatre Romea hasta el próximo 7 de junio.

Autor: Miguel de Cervantes
Dirección: José Luis Gómez
Reparto: Julio Cortázar, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Javier Lara, Luis Moreno, Inma Nieto, José Luis Torrijo, Elisabet Gelabert, Eduardo Aguirre de Cárcer y Diana Bernedo
Escenografía a partir del diseño original de: José Hernández
Vestuario: María Luisa Engel
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Música: Luis Delgado

Horarios: de miércoles a viernes a las 20:30 horas; sábados a las 18:00 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:00 horas
Precio: de 18 a 28 €
Idioma: castellano
Duración: 1 hora y 50 minutos

NOTA CULTURALIA: 6,5
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Jorge Pisa

Crítica cinematográfica: La piel que habito, de Pedro Almodóvar

Una sala de cine abarrotada como nunca que premia con tímidos aplausos, primero, que se tornan ovación después, a medida que avanzan los títulos de crédito y los espectadores se recuperan de lo sucedido en los últimos 120 minutos. Así terminó la proyección de La piel que habito a la que un servidor asistió el pasado 3 de septiembre, una forma de reconocer el buen hacer de los actores protagonistas y la insólita historia que firma Pedro Almodóvar, adentrándose por primera vez en un terreno, el del thriller con elementos de terror gótico, al que no nos tiene acostumbrados; eso sí, sin renunciar a sus particulares obsesiones.

Anaya y Banderas

El doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, ha dedicado los últimos años de su vida a investigar cómo conseguir una piel artificial capaz de resistir cualquier agresión externa. Los resultados de sus investigaciones los da a conocer en una conferencia ante sus colegas, obviando un dato de vital relevancia: para lograrlo ha utilizado una cobaya humana (Vera), prisionera en su lujosa mansión toledana, una situación que, de ser descubierta por el resto de la comunidad de científicos, supondría su inhabilitación inmediata de la profesión, además de reportarle serios problemas con la justicia. Por ello, la existencia de Vera en su vivienda es un secreto que sólo conoce Marilia, mujer de confianza que toda la vida ha estado al servicio de la familia Ledgard.

Basándose en Tarántula, una novela de Thierry Jonquet, Pedro Almodóvar teje una historia tan compleja como oscura de amor incondicional, pasión, odio, venganza y obsesiones varias alrededor de tres personajes, un argumento para el que se ha dejado influenciar por múltiples obras: por un lado, es evidente reconocer algo del clásico de Mary Shelley, Frankenstein; por otro lado, el giallo del que Darío Argento era máximo exponente planea a lo largo de la primera parte del metraje; finalmente, el mismo director manchego cita los thrillers de Fritz Lang y la película Ojos sin rostro de Georges Franju como películas clave para entender cómo surge La piel que habito.

 

El reparto, en Cannes

Almodóvar presenta una historia filmada de forma sobria, más contenida de lo que en él es habitual, con una cuidada escenografía que nos muestra la moderna y lujosa mansión en la que Vera se encuentra encerrada. Tras 18 películas a sus espaldas, el director demuestra que ha aprendido cómo involucrar al espectador en su historia, envolviéndolo con sus tramas misteriosas, dominando el ritmo con el que desarrolla el argumento, una experiencia que le permite saber cuándo intercalar una escena que arranque las carcajadas del público y relajar, así, la tensión del momento (memorable el cameo de su hermano Agustín junto a su sobrino). Además, La piel que habito queda estructurada en dos partes, la primera en la que predominan la tensión y los antagonismos entre los dos protagonistas principales, mientras que la segunda, tras sendos flashbacks, da lugar a una historia distinta, con un magistral golpe de efecto que turbará el público definitivamente, y que desemboca en un diálogo final, sencillamente, extraordinario.

Rodar con Almodóvar es el sueño de buena parte de los actores españoles; de esta manera, es fácil contar con un extenso elenco repleto de caras conocidas que ofrezcan una sólida interpretación a aquellos personajes secundarios tan necesarios, como Fernando Cayo, Eduard Fernández, Jan Cornet, Teresa Manresa o Bárbara Lennie. Sin embargo, dos de estas actuaciones no son tan acertadas como podrían ser: por un lado, Blanca Suárez ofrece una actuación desconcertante, poco convincente, mientras que cuesta creer que Roberto Álamo sea el mismo actor que recibió exacerbados elogios interpretando a Urtain, un actor que participa en el film vestido con un ridículo disfraz de tigre y que dota a su personaje de un absurdo e ininteligible acento. Con todo, los grandes triunfadores son la siempre fiel Marisa Paredes, una magnífica Elena Anaya, todo belleza y flexibilidad, que realizó para la ocasión una intensa preparación a base de ejercicios de yoga, y eso se nota, y, por supuesto, un sorprendente Antonio Banderas, el científico enajenado del film, un actor que por fin demuestra que es capaz de actuar sin histrionismos ni efectuar constantes aspavientos. Mención aparte merece la intervención de Concha Buika, una voz excepcional que Almodóvar ha acertado incluir en la película con dos canciones, Por el amor de amar y Se me hizo fácil, todo un regalo.

Sin duda, La piel que habito será una película controvertida que tendrá tantos incondicionales como detractores, y quizás sea éste el mayor triunfo para uno de los directores más importantes del cine español que, lejos de repetirse y refugiarse en mundos conocidos, decide arriesgarse y enfrentarse a nuevos retos, algo que merece el mayor de los reconocimientos.

Título: La piel que habito
Director: Pedro Almodóvar
Intérpretes: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Blanca Suárez, Fernando Cayo, Eduard Fernández, José Luis Gómez, Jan Cornet, Roberto Álamo, Susi Sánchez, Bárbara Lennie, Teresa Manresa
País: España
Duración: 120 minutos

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Escrito por: Robert Martínez Colomé

Estreno cinematográfico: La piel que habito, de Pedro Almodóvar

El próximo 2 de septiembre llega a las pantallas de nuestro país La piel que habito, la nueva película de Pedro Almodóvar, una historia de venganza que fue presentada en el pasado Festival de Cannes, y que significa el reencuentro cinematográfico del director manchego con uno de sus chicos más internacionales, Antonio Banderas, a quien acompaña como protagonista Elena Anaya.

Fotograma de la película

Traumatizado tras el accidente que provocó serias e irreversibles quemaduras a su esposa, el doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, ha centrado todos sus esfuerzos en investigar cómo crear una nueva piel, un tejido que sea sensible a las caricias, pero al que no afecten de ninguna manera las agresiones externas. Para lograr su objetivo le serán imprescindibles tanto una cobaya humana sobre la que experimentar (Vera) como una cómplice sin escrúpulos (Marilia), dos mujeres con las que el doctor compartirá techo en su lujosa mansión. Paralelamente se produce la desaparición de varios jóvenes; uno de estos muchachos llegará a la mansión del doctor Ledgard en contra de su voluntad.

Inspirada en la novela de Thierry Jonquet Tarántula, La piel que habito es la última película de Pedro Almodóvar (Todo sobre mi madre, Los abrazos rotos), una historia de obsesiones, oscura y radical, para la que ha contado con Antonio Banderas (Átame), veinte años después de su último trabajo juntos, y Elena Anaya (Habitación en Roma) en los papeles protagonistas, acompañados por un extraordinario elenco entre los que cabe destacar a Marisa Paredes (Hable con ella), Jan Cornet (No me pidas que te bese porque te besaré), Bárbara Lennie (Las trece rosas) y Roberto Álamo (Días de cine).

La piel que habito se estrenará en nuestros cines el 2 de septiembre de 2011.

Título: La piel que habito
Nacionalidad: España
Año: 2011
Director: Pedro Almodóvar
Guión: Pedro Almodóvar, Agustín Almodóvar
Intérpretes: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Blanca Suárez, Fernando Cayo, Eduard Fernández, José Luis Gómez, Jan Cornet, Roberto Álamo, Susi Sánchez, Bárbara Lennie