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Crítica teatro: Plátanos, cacahuetes y Lo que el viento se llevó, en el Teatro Goya

El vínculo entre el cine y el teatro es evidente, solo hace falta pensar en las obras de teatro adaptadas al cine y viceversa. Y por ello el Teatro Goya nos presenta Plátanos, cacahuetes y Lo que el viento se llevó, una obra que nos habla del cine y no de cualquier película, si no de Lo que el viento se llevó, un clásico del cine norteamericano allá donde los haya.

El rodaje de “Lo que el viento se llevó” es un auténtico desastre. El productor cinematográfico, David O. Selznick, ha decidido frenarlo en seco para poder reconducirlo y que la película no deje de ser la que él siempre soñó. Pero el tiempo corre en su contra y cada segundo de parón le está costando una auténtica fortuna.
Acompañado de su aguda e infalible secretaria, la Srta. Poppenghul, decide convocar en su oficina a dos grandes de la época para intentar resolver la situación: su gran amigo y excelente guionista, Ben Hetch y el talentoso director, aunque de carácter imposible, Victor Fleming.
Una fascinante historia sobre el dorado Hollywood de los años 30.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en el teatro, debido en esta ocasión a la calidad de la propuesta y, claro está, a su temática: los intrincados problemas de producción de un gran clásico del cine. La obra nos traslada a las entrañas de la Metro-Goldwyn-Mayer en el año 1939, y más concretamente a la oficina del productor David O. Selznick. Las incidencias en la producción de Lo que el viento se llevó son muchas, entre ellas un director, George Cukor, que discrepa del productor y un guión que parece no estar a la altura. O. Selznick está en un verdadero aprieto, y lo único que lo salvará será forzar al director Victor Fleming y al guionista Ben Hetch para rehacer el proyecto desde el principio. En cinco días han de redactar un nuevo guión o todo puede venirse abajo.

Platanos_cacahuetes y Lo que el viento se llevo_1

Esta es la excusa con la que Ron Hutchinson ideó esta obra basada en la verdadera historia de la producción de Lo que el viento se llevó, que nos permite aproximarnos a la época del Hollywood clásico, divertirnos y reflexionar sobre el cine. La adaptación española de la obra corre a cargo de Daniel Anglés y la dirección está en manos de José Troncoso, que han sabido dar forma a un espectáculo cautivador sobre uno de los más legendarios episodios del Séptimo Arte.

En ello no es ajeno el reparto en el que destacan Gonzalo de Castro, genial dando vida a un desesperado O. Selznick, artífice principal de la película y Pedro María Sánchez espléndido interpretando a Ben Hecht, el reacio guionista que ha de crear un nuevo guión para la película a partir casi de la nada. Ambos están acompañados por José Bustos que encarna al director Victor Fleming y Carmen Barrantes, que da vida a la Srta. Poppenghul, la servicial secretaria de O. Selznick.

Lo que os decía, es una auténtica delicia asistir al encierro creativo en el que productor, director y guionista darán lo mejor de cada uno de ellos (a veces también lo peor) para sacar adelante el proyecto.

La trama nos sitúa, pues, en “la cocina” del Hollywood clásico y trata de uno de sus grandes símbolos y de algunas de sus figuras más destacadas. Asimismo, la obra plantea temas incómodos como las tensiones que afectaban a las grandes producciones Made in Hollywood o los delicados temas raciales y sociales que trataba el film, ya sea el trato a los negros o la visión folletinesca del Sur anterior a la Guerra de Secesión. A lo que se suma la discriminación de la sociedad estadounidense de principios del siglo XX hacía los judíos.

Brillante el debate originado entre O. Selznick, Fleming y Hecht, sobre las dificultades que comportaba la realización de una película de esta envergadura o en manos de quién residía la genialidad creativa de un film, en resumen, sobre qué es una película y qué misión tiene cada uno de sus artífices sobre la propuesta final.

La obra, por otra parte, muestra un esfuerzo de producción de empeño, con una escenografía minimalista que nos muestra la oficina del propio O. Selznick, donde se desarrolla toda la acción.

En resumen, una auténtica gozada poder revivir, aunque solo sea durante la hora y media que dura la representación, las entrañas productivas del Hollywood dorado, gracias a una excelente propuesta magistralmente llevada a cabo en la que tanto el equipo productivo como el elenco, seamos nosotros justos también con ellos, alcanzan un desempeño teatral ni mucho menos habituales sobre los escenarios.

No os la podéis perder…

“Plátanos, cacahuete y Lo que el viento se llevó” se representa en el teatre Goya del 23 de diciembre de 2022 al 5 de febrero de 2023.

Autoría: Ron Hutchinson
Dirección: José Troncoso
Reparto: Gonzalo de Castro, Pedro Mari Sánchez, José Bustos, Carmen Barrantes
Adaptación: Daniel Anglès
Dramaturgia: José Troncoso
Escenografía: Silvia de Marta
Iluminación: Javier Alegría
Sonido: Mariano Marín
Caracterización: Chema Noci
Vestuario: Guadalupe Valero
Horarios: de martes a viernes a las 20:00 horas; sábados a las 17:30 y a las 20:00 horas y domingos a las 17:30 horas
Precio: A pafrtir de 21,25€
Idioma: castellano
Duración: 1 hora y 30 minutos
NOTA CULTURALIA: 9
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Jorge Pisa

Crítica teatral: Invernadero, en el Teatre Lliure

Es extraño, muy extraño, avanzar en una temporada teatral sin asistir a una representación de alguna de las obras de Harold Pinter, un valor seguro para aquellos que disfrutan con el teatro abierto a la reflexión. Este mes de febrero, hemos tenido, pues, la oportunidad de poder ver en el Teatre Lliure, Invernadero, una de las primeras obra de Pinter dirigida por Mario Gas, versionada por Eduardo Mendoza e interpretada entre otros por Gonzalo de Castro, Tristán Ulloa, Jorge Usón, Javivi Gil Valle e Isabelle Stoffel.

“El invernadero, el establecimiento de reposo al que hace referencia la obra, es todo lo contrario de lo que parece o de lo que su pretensión indica: un lugar balsámico y de rehabilitación. Antes bien, es un espacio en el que se ha instalado el horror y la aniquilación psíquica y total, la negligencia y el desamparo y, cómo no, el asesinato, la desaparición impune, y el mutismo institucional”.

De nuevo, y como adn de su dramaturgia, Pinter nos muestra una situación y una atmósfera muy concreta: la actividad en una institución que bien bien nunca sabremos a qué se dedica realmente. Las escenas que nos muestra Pinter más que hacer referencia a un hecho en concreto nos hacen reflexionar sobre el funcionamiento de la extraña institución que da nombre a la obra y, más concretamente, sobre el comportamiento de todos aquellos que están vinculados a ella. Sin embargo, nunca veremos sobre el escenario a los internos, a los que el autor ha reducido a meros números, y que, consecuentemente no tienen ninguna importancia para los responsables de la Institución.

En el invernadero casi nada parece que “funcione” correctamente salvo las estrictas normas de comportamiento que alguna vez tuvieron sentido. De ahí que sus trabajadores vivan una existencia alienada sin ningún objetivo, excepto el cumplir las normas que imperan en la institución y no llamar demasiado la atención de los demás.

invernadero_teatre_lliure_1En el caso de Invernadero Pinter mezcla una “atmósfera” escénica muy particular con un claro elemento distópico que aproxima a la obra a novelas como Un mundo Feliz de Huxley o 1984 de Orwell, dándole a la representación un toque todavía más oscuro y trágico. El tercer elemento del que se constituye la representación es el de la farsa, una farsa negra y con un sentido del humor algunas veces algo absurdo, hecho este que potencia el componente ominoso en el que se enfunda la obra.

Invernadero posee una escenografía fría y distante compuesta por una plataforma giratoria que nos muestra los espacios donde se desarrolla la acción y que potencia el elemento oscuro del texto de Pinter. Y por lo que respecta a las interpretaciones, destacan las de Gonzalo de Castro, que interpreta a un director de la institución que ha traspasado claramente los límites de su autoridad; Jorge Usón, que proporciona a la obra ese toque humorístico del que hablaba antes y Tristán Ulloa que encarna al asistente de dirección puntilloso y calculador que provee a la obra del toque siniestro que predomina.

La dirección está a cargo de Mario Gas, que sabe dar a la obra el toque pinteriano que requiere, algo a lo que no es ajeno la versión llevada a cabo para la ocasión por Eduardo Mendoza, un trabajo que eleva, sin duda alguna, la nobleza de la propuesta.

Invernadero está coproducida por Teatro de La Abadía y Teatro del Invernadero, este último un nuevo proyecto teatral que inicia su singladura con una propuesta que hará las delicias de aquellos que disfrutan del teatro en esencia y de aquellos que gozan del teatro de Harold Pinter. Una oportunidad para reflexionar sobre quien dirige a aquellos que nos dirigen y de dónde están los límites de la grandeza y la bajeza humana.

Invernadero” se representa en el Teatre Lliure Montjuïc del 10 al 21 de febrero de 2016.

Autor: Harold Pinter
Versión: Eduardo Mendoza
Dirección: Mario Gas
Reparto: Gonzalo de Castro, Javivi Gil Valle, Carlos Martos, Ricardo Moya, Isabelle Stoffel, Tristán Ulloa y Jorge Usón
Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso
Vestuario: Antonio Belart
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (a.a.i.)
Espacio sonoro: Carlos Martos Wensell
Producción: Teatro del Invernadero y Teatro de La Abadía

Duración: 1 hora y 40 minutos
Idioma: castellano

Nota Culturalia: 8
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Jorge Pisa