El primer objetivo de cualquier escritor es lograr que sus personajes seduzcan a los lectores. Una vez conseguido, el siguiente paso es intentar que ese éxito permita crear una saga propia con la que fidelizar a esos seguidores, algo que vieron muy claro la dupla sueca formada por Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt cuando dieron forma a Sebastian Bergman, ese psicólogo mujeriego y poco empático que trabaja con la Unidad Nacional de Homicidios y que ahora llega a nuestras librerías con su cuarto episodio, Silencios inconfesables (Planeta), una novela que mantiene el buen nivel de las anteriores entregas, aunque probablemente sea en esta ocasión en la que se evidencia la mejor y peor versión del protagonista, el lado más humano –con su trato, delicado y gentil, a la niña superviviente– frente al más mezquino –al admitir que el final dramático de Muertos prescindibles supuso para él un molesto ‹‹engorro››.
Hjorth & Rosenfeldt presentan un relato en el que los silencios son quizás mucho más importantes que las palabras, mutismos que no solo afectan a la pequeña Nicole, la testigo que enmudece para sobrevivir al depredador que la acecha sin descanso: los hechos sucedidos en la anterior entrega de la saga dejaron lastrados sentimentalmente a los personajes, aquejados ahora de silencios difíciles de romper; de esta manera, la relación entre Vanja y Sebastian ya no es tan fluida (la distancia con sus padres es todavía mayor), Torkel y Ursula se resisten a afrontar los hechos sucedidos en el apartamento de Bergman, e incluso Billy tiene problemas para confesar sus deseos íntimos a su chica.

Así, con los miembros de la unidad distanciados y sin actividad, la llamada de Erik Flodin, responsable de la policía de Torsby, solicitando su ayuda en un caso de asesinato múltiple (con cuatro muertos, dos de ellos niños) es recibida como una verdadera bendición. Sin embargo, pronto comprobarán que la misión será más complicada de lo que esperaban: deberán medir sus fuerzas con un asesino que hará todo lo posible por acabar la tarea que empezó –‹‹Uno hace lo que debe hacer››, repetirá una y otra vez, a modo de mantra–, esto es, atrapar a la niña que escapó justo a tiempo. Y en el camino, el equipo descubrirá que, a menudo, la naturaleza del ser humano es más salvaje de lo que nunca pudieron imaginar, mientras que los vecinos de la población esconden mucho más de lo que cuentan.
Una vez más, en la Serie Bergman es tan importante la trama policíaca para descubrir al asesino como todo lo que les sucede a los miembros del equipo; además, a diferencia de Muertos prescindibles –donde el personaje principal se convertía en una pieza más dentro de una estructura coral–, aquí crece el protagonismo de Sebastian y sus singulares métodos como psicólogo para ayudar a Nicole, a quien tutelará como hubiera hecho con su hija si aquel tsunami de 2004 no se hubiera interpuesto entre ellos.
Silencios inconfesables es todo un ejemplo de buena novela policíaca actual, de ritmo ágil y con las dosis imprescindibles de tensión y misterio, una nueva ocasión para disfrutar de un personaje de gran carisma y su facilidad para atraer problemas y salir airoso de ellos, y con un último tramo narrativo donde, como no podía ser de otra manera, no faltarán algunos giros sorprendentes que noquearán al lector más perspicaz, además de incluir un final que abre un nuevo universo de tramas para la siguiente entrega, en la que las relaciones entre los miembros de la Riksmord no podrán ser como lo fueron antaño.
Título: Silencios inconfesables
Autores: Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt
Editorial: Planeta
Fecha de publicación: Septiembre de 2017
ISBN: 9788408175216
Páginas: 558 páginas
Precio: 19,90 €
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Escrito por: Robert Martínez