El teatro, como arte vivo, necesita nutrirse de actualidad, de lo que pasa a su alrededor, con el objetivo de que los dramas morales y existenciales que se desatan sobre el escenario tengan relación con las realidades y con los problemas que sufren a diario aquellos que pagan las entradas para asistir a alguna de sus representaciones. Un requisito este que si no se atiende puede acomodar al teatro en un podio de preciosismo cultural alejado de aquellos que lo crean y aquellos que lo consumen.
Algo que Peña Carulla tuvo muy en cuenta a la hora de escribir su primera obra teatral de la que él mismo es el director. Poder Absoluto es un thriller político que nos habla de eso, del poder, de la corrupción y del engaño que cualquier dosis de poder comporta y de lo que alguien que ansía el poder está dispuesto a hacer para conseguirlo.
Todo comienza en el salón de la residencia de Arnold Eastman (Emilio Gutiérrez Caba) al que ha sido invitado Gerhard Bauer (Eduard Farelo), una joven promesa del partido de derechas al que pertenecen ambos. Eastman es un prestigioso y experimentado político que se puede convertir en el próximo presidente del gobierno. Sin embargo un oscuro episodio de su pasado puede dar al traste con sus pretensiones políticas. Eastman necesita un favor que solo Bauer le puede prestar. Pero ¿todo vale en política? ¿El fin justifica los medios? ¿Está limpio el entramado político de un país como el nuestro?
Peña Carulla ha decidido tocar un tema candente (volcánico, diría yo!!) y actual en su estreno como autor teatral, basándose en un caso que sacudió la vida política austríaca a mediados de los años 80 centrado en el pasado colaboracionista nazi de Kurt Waldheim, uno de los candidatos, por entonces, a la presidencia del país. Y es que en un momento como el que vivimos, el teatro no puede rehuir verse invadido por la política, de la misma forma en que la política se ve invadida por el teatro. No hemos de olvidar que a días de las elecciones al Parlament de Catalunya el diario El Mundo ha «puesto en circulación» de forma «políticamente incorrecta» informaciones que acusan, entre otros, al que seguramente será el próximo Presidente del la Generalitat Catalana, de poseer cuentas corrientes secretas en el extranjero infladas con dinero proveniente del cobro de comisiones «políticas«, y que veremos si los cuerpos policiales y los tribunales españoles llegarán a aclarar algún día (permítanme que dude al respecto!!). Esta gresca en la que se mezcla la indecencia política y los libidinosos intereses económicos hacen que el estreno de Poder Absoluto no pueda ser más necesario ni imperioso.
La obra de Peña Carulla, sin embargo, resulta algo artificiosa en su puesta en escena, tanto por lo que nos quiere explicar como por como nos lo explica. Les cuento. En Poder Absoluto no existe una reflexión o crítica al estamento político, sino una acusación, o mejor dicho una confesión. El autor se permite invadir el ámbito privado de un político (ficticio, aunque de derechas y algo corrupto) para que él mismo nos explique los sucios tejemanejes del poder, que, casualmente, claro está, concuerdan con las acusaciones que desde muchos sectores sociales se les imputa a los políticos y que van desde la corrupción, el engaño, el enriquecimiento indebido, la traición democrática, la supeditación frente a los mercados financieros… Todo un discurso, en resumen, muy del agrado de aquellos que lo pueden ir a escuchar.
A esta exposición acusadora Peña Carulla le suma también el artificio en el juego de cazador-presa que se crea entre Gutiérrez Caba y Farelo. Eastman apremia poco sutilmente a Bauer para que este limpie sus miserias políticas y existenciales si quiere seguir vivo en política, algo que afecta anímica y espiritualmente, como era de esperar, al joven político. Aunque la situación dará un giro inesperado y de nuevo «artificioso» que guiará la representación hacia su fin, en el que Peña Carulla hace avanzar la acción sin habérnoslo mostrado todo, para conseguir al final un efecto sorpresa que nos pueda convencer de lo acertado de su propuesta.
Es por ello que Poder Absoluto se descafeína un poco y siguiendo la estela de los políticos a los que acusa, falsea un registro escénico que por otra parte suma activos interesantes. Los primeros, son, y no podía ser de otra forma, las actuaciones de Gutiérrez Caba y Farelo: el primero como un político curtido consciente de la realidad del poder y que necesita una «ayudita» para conseguir su principal objetivo, ser el nuevo presidente del país. Una interpretación que nos muestra la maestría de un gran actor que hace las delicias del público. Por su parte Farelo construye su personaje en base a la dualidad que les comentaba, más creíble en la primera parte de la obra que en la segunda. Aunque este bache se debe más a la artificiosidad del texto que a la profesionalidad del actor, que nos tiene acostumbrados a un nivel de actuación muy alto.
La acción de la obra se desarrolla íntegramente en el salón de la vivienda de Eastman, por lo que la escenografía realiza un trabajo de alta graduación, mostrándonos, además, el jardín exterior que cultiva su propietario, el cual tendrá un significado a nivel simbólico en el conjunto de la trama.
Como les decía Poder Absoluto es un thriller político que permite al púbico invadir ese espacio de la política «entre bastidores» donde seguramente se fraguan todas las verdades y las falsedades de la política que nos afectan a todos de una forma u otra. Y nos remite a una actualidad donde las presiones de los mercados y la mezquindad de muchos políticos (y quien dice políticos dice financieros, banqueros, arribistas y ciudadanos varios) desbaratan la existencia de las sociedades a las que dicen representar.
Pero la propuesta escénica de Peña Carulla cojea al intentar aleccionarnos en vez de hacernos reflexionar. Aún así, por el tema que analiza y lo actual del mismo Poder Absoluto es una propuesta interesante, siempre y cuando seamos conscientes del trucaje que contiene, y nos permite gozar de un combate dialectico e interpretativo que por sí solo ya vale la pena, y más si recordamos que Gutiérrez Caba no actuaba en Barcelona desde hacía 7 años.
Y ya saben, vean la obra atentamente, claro está, y analicen qué es lo que les dice y cómo se lo dice y si no están de acuerdo con esta humilde reseña den su opinión. La pluralidad y la divergencia siempre son bien recibidas…
«Poder Absoluto» se representa en La Villarroel del 9 de noviembre al 16 de diciembre de 2012.
«Poder Absoluto» se representa en el Teatro Bellas Artes de Madrid del 17 de abril al 16 de junio de 2013.
Más información: Horarios y precios.
http://www.teatrobellasartes.es/es/ex/852
Dramaturgia y dirección: Roger Peña i Carulla
Reparto: Emilio Gutiérrez Caba y Eduard Farelo
Escenografía: Carles Pujol
Iluminación: Raúl Martínez
Vestuario: Eulàlia Miralles
Regidoría: Eulàlia Miralles
Producción: La Villarroel, Pentación y Entresol de Produccions
Horarios: de martes a viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:30 y a las 21:00 horas y domingos a las 18:30 horas.
Precio: de martes a jueves 24 € y de viernes a domingo 27 €
Duración de la obra: 1 hora y 15 minutos (sin entreacto)
Idioma: castellano
—
Escrito por Jorge Pisa Sánchez
Hacia tiempo no ibamos a un tema cultural tan parcial, manipulador, zafio y cutre…..y todo con la presencia de un actor de primer nivel lo cual es desilusionante.
Desde la frase 2 dejaron claro que el papel del protagonista era del partido popular (les faltó ponerle la voz de mariano y cia)………….pasó por gurtel sin nombralo………..y acabo con como ese politico habia ayudado a los nazis a hacer experimentos con niños sacandoles los ojos.
Inenarrable