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Los teatros que debes visitar en Cataluña y que no están en Barcelona

El teatro es una de las disciplinas que mejor representa lo que conocemos como cultura. Incluso es mucho más que eso. Se trata de un espacio de relación personal, de interacción, donde se ve en vivo y en directo una representación. Su importancia en nuestra sociedad ha provocado que, a lo largo de los años, se haya ido erigiendo como uno de los edificios más emblemáticos, casi imprescindibles, de muchos municipios. Permitiendo un espacio cultural a toda clase de públicos.

Sabemos que Cataluña es tierra de teatros, especialmente Barcelona, una de las capitales mundiales. Pero en el territorio catalán podemos encontrar diferentes espacios culturales de este tipo que son una auténtica obra de arte, por fuera y por dentro, por lo que se representa y por lo que son. Arte en estado puro. Los repasamos a continuación.

Edificios centenarios

Saliendo de la capital catalana, es de obligada parada el Teatro Municipal de Girona, una de las ciudades más visitadas de España. Cerca del Ayuntamiento, en pleno centro de la ciudad, encontramos este edificio de 1769. En su última remodelación, en 1860, le dejaron una imagen renacentista como si fuera un palacio, decorado de rojo y dorado. Su parte más singular es una gran escalinata que conduce a la sala principal con unos arcos dorados que no te dejarán indiferente.

También merece especial mención el Teatro Fortuny de Reus, construido en 1882. De un estilo modernista, debe su nombre a Mariano Fortuny, un pintor de la localidad. Aunque era un punto de encuentro de la burguesía de la zona, fue cayendo en el olvido hasta tener que ir reestructurando su órgano de gobierno. Una vez propiedad pública, en 1988, se restauró y volvió a primera línea con un concierto de Montserrat Caballé. Si la fachada llama la atención, el interior te deja sin palabras.

Pero los teatros de hace unos años no solamente actuaban como espacio de representación, sino también como un centro neurálgico de la propia ciudad. Uno de los ejemplos más claros que encontramos es el Teatro Ateneu de Igualada, un espacio en el centro de Cataluña que acoge hoy en día representaciones teatrales, cinematográficas e incluso cenas y celebraciones. Toda una obra de arte de estilo modernista con más de 100 años de historia (1878).

Para aquellos que desconozcan el significado de la palabra “ateneu”, es la traducción al catalán de “ateneo”, que significa algo más que un espacio cultural. Es donde se reunía la gente del municipio y se realizaban todo tipo de actividades como formación académica, almacenaje de documentos, representaciones, comidas y entretenimientos de todo tipo como, por ejemplo, juegos de cartas y otros pasatiempos. Actualmente, con el auge de internet, cada vez son más las actividades de ocio en la red, una nueva manera de socializar y pasar el tiempo distinta a la de antes y que difiere un poco de lo que hacían nuestros mayores en el bar del pueblo.

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Obras recientes

Cerca de Igualada, en Manresa, encontramos uno de los edificios emblemáticos de la capital del Bages: el Teatro Kursaal. En el centro de la ciudad y construido en 1927, fue encargado por un empresario cinematográfico y elaborado por Josep Firmat i Serramalera, uno de los arquitectos novecentista con más nombre. Es todo un laberinto y una obra magnánima: más de cuatro pisos, conectados entre sí con escalinatas y patios interiores. Como sucede en otras localidades, su polivalencia y su amplia agenda son dos de sus características más destacables.

Mucho más reciente y de un estilo totalmente diferente a los comentados anteriormente encontramos La Llotja, en Lleida. Es un edificio moderno, de 2010, y multidisciplinar. De gestión pública, su uso no se limita a las representaciones teatrales, sino que también responde a funciones de gran formato como conciertos, clases de música o incluso un palacio de congresos para acoger eventos de primer nivel. Su exterior no deja indiferente, con su tonalidad marrón y sus numerosas vidrieras de colores.

También de obra nueva, de 2011, es el Teatro La Lira, en Ripoll. Es una construcción que cuenta con un puente que cruza el río Ter conectando el núcleo de la ciudad con zonas algo más apartadas. Un hecho poco habitual en la construcción de espacios culturales que tiene su simbolismo, pues quiere unir las diferentes partes del municipio. Su material de láminas de acero provoca un choque visual muy interesante en comparación con las casas del entorno. Como suele suceder en el arte, provoca todo tipo de reacciones.

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