Con su hermano Massimiliano, Gianluca intenta iluminar la pantalla. Y mi grabadora, sumida en sus entrañas, sigue el resplandor.
Gianluca se muestra.
(Fotografía: Francesco Tavolaro)
¿De qué huye Luminita, la protagonista de SETTE OPERE DI MISERICORDIA?
De la situación de semiesclavitud en la que vive. También, de una identidad.
Y aprende a convivir con Antonio.
Más que a convivir, aprende a conmorir con él porque le acompaña en el camino hacia la muerte. Se abre para ella otro modo de ver las relaciones humanas que consiste en ayudar a alguien y en dejarse ayudar por ese alguien. Más que aprender, Luminita hace un recorrido.
La vida se complementa con la muerte.
Así es también en la realidad. ¡Todos estamos muertos! ¡O vivos!
Son muy vitales las escenas en que los dos protagonistas comen juntos, se tocan, incluso se desnudan.
Es algo que todos experimentamos en nuestra cotidianidad. En el cine, en cambio, no estamos acostumbrados a ver, por ejemplo, el cuerpo de un anciano completamente desnudo que necesita lavarse. Mi hermano y yo lo vivimos con nuestro abuelo, en quien está inspirado el personaje de Antonio. Y, en nuestra película, lo hemos representado repitiendo esos gestos, muy sencillos pero muy humanos a la vez.
SETTE OPERE DI MISERICORDIA destaca por su estilo depurado: Apenas hay diálogos; es muy estilizada y conceptual.
No hay diálogos verbales pero sí millones de diálogos potenciales. La escena en que ella da de comer a él la rodamos primero con un diálogo sencillo. Pero luego nos dimos cuenta de que cualquier espectador podía poner su propio diálogo, posiblemente más interesante que el nuestro. El lenguaje italiano es muy radiofónico: Se habla pero no se dice. Queríamos decir algo y vimos que, cuanto menos habláramos, más diríamos. ¡De repente, entendimos que necesitábamos purificarnos también nosotros!
Los personajes dicen mucho con la mirada.
El nombre de “Luminita” significa “lucecita”. La mirada es algo que puede reconocerse inmediatamente. Los personajes miran pero, al mismo tiempo, los espectadores les miramos. Y, paradójicamente, no estamos acostumbrados a esta identificación visual, sino que lo estamos a otras vías más superficiales: la música, el diálogo… A lo mejor, hay que dar una vuelta más larga.
Dan una paliza a Luminita y lo sabemos a través de la mirada de otra chica, que envejece a lo largo de la escena.
Se trata de una madre joven ante el martirio y el sacrificio de la protagonista por el bien de su hijo en el momento en que, después de haberlo secuestrado, muestra su gesto de misericordia: “Te devuelvo lo que es tuyo”. Y comprende el recorrido que la heroína ha realizado. Es algo parecido a la pasión de Cristo cuando el pueblo le tiene sufriendo en la cruz y se da cuenta del vía crucis que hizo por ellos.
La película se abre con la cita: “La luz, prisionera, reina libre”. ¿Tiene algo que ver con la secuencia final, cuando se invisibilizan ella y el chico, los dos fugitivos, mediante una luz casi cegadora?
Hemos dado un tratamiento paradójico a la luz: Al final del filme, cuando todo se aclara, no vemos nada. Cuando no creemos ser capaces de ver la realidad, la realidad no se ve. En nuestra obra, no nos preguntamos sobre la realidad, sino sobre nuestra mirada, sobre qué es lo que deseamos ver. Si hubiéramos hecho una película sobre emigrantes y viejos enfermos, volveríamos a casa con la conciencia tranquila. Pero el hecho de que desaparezcan de nuestra visión las víctimas y que todo se ilumine nos obliga a sentirnos responsables.
Los dos desaparecen ayudándose.
Son los únicos que se salvan en ese momento preciso. Quizás no en un futuro. Tampoco lo consiguieron en el pasado. Aunque, si pudiéramos fijar el último momento de la película hasta el infinito, ¡ambos estarían a salvo!
Rodasteis también una videoinstalación llamada LOOKING FOR LUMINITA.
Hicimos un casting muy largo en Rumania para buscar a la actriz protagonista y se presentaron unas cuatrocientas aspirantes. Como todavía no habíamos acabado de escribir el guión, fue como si aún estuviéramos buscando a Luminita. En lugar de pedirles que interpretaran escenas de la película, les interrogamos durante más de una hora sobre su vida íntima y les pedimos que contestasen como si fuesen Luminita. Al final, teníamos centenares de horas de grabación con el testimonio de una generación de mujeres jóvenes rumanas que, en lugar de emigrar, habían decidido quedarse y hacer lo que ellas querían: Ser actrices. Con ese material, montamos la instalación, que cuenta de centenares de maneras distintas cómo es Luminita.
¿Qué es la misericordia para los hermanos De Serio?
Tiene que ver con el ser humano desde que nace porque ¡nunca nace solo! Es cuidar del otro en todos los sentidos: espiritual y físico. También es la base de nuestro trabajo. El cine mismo es un acto de misericordia. Nos dimos cuenta de que, actualmente en Italia, hay toda una generación de cineastas que no crece: Muchísimos jóvenes con ideas que quieren hacer cine sin disponer de medios para ello y que, por tanto, necesitan ayuda. Así que creamos un espacio en Turín llamado “Piccolo cinema” que funciona de una forma similar a las primeras asociaciones obreras.
Recomiéndame alguna película que no sea italiana.
“El sol del membrillo” de Víctor Erice, una de las más grandes. ¡Bellísima! Y me encanta el cine portugués. Sobre todo, “Recuerdos de la casa amarilla” de Joao César Monteiro.
¿Nos hemos olvidado de algo?
¡Seguramente!
Y, con toda probabilidad, mi grabadora deseará borrar su oscuridad.
Por Juan Marea
SETTE OPERE DI MISERICORDIA se proyectó en la 3ª Mostra de cinema italià de Barcelona.